🏐Cap. 13🏐

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La ducha fue una completa tortura para cierto rubio que intentaba que la pesada mirada que sentía del contrario, no le afectara para nada... Movimiento que fue quedando al descubierto cuando empezó por removerse todo inquieto en su lugar a medida que la incomodidad crecía y su inseguridad, para nada mermaba.

Pero lo peor del caso fue cambiarse en el vestuario. Sentirse acorralado por la profundidad de esa mirada que desnudaba cada una de las barreras impuestas así como también la de sus inseguridades. Castaño que sin emitir vocablos, lo mantuvo al filo entre nerviosismo y salir disparado por sentirse tan deseado.

En estos momentos, el capitán maldice por dentro al recordar como lava ardiente la sugestiva mirada que le otorgó aquel todo el tiempo. Ignorando que su grupo de amigos se encuentra invocando su nombre en un continúo llamado hacia el planeta Tierra.

—¡Jimin! Voy a creer que estás abducido por los extraterrestres y que el aquí presente, es un mal clon que nos dejaron —suelta Tae a medida que recibe un fuerte coscorrón de parte de Hobi, ya que el opuesto pudo darse cuenta de lo que genera la no química entre la nueva incorporación y su capitán.

—Estás cada vez más idiota, Tae. Deja de decir idioteces y dame mi maldita Hamburguesa —escupe Jimin a medida que alarga su brazo recuperando parte de su sandwich mientras recapacita por estar perdido en cierto castaño que quiere y no puede -al parecer- seguir ignorando.

¿Será que de ahora en más, tendrá que estar a la merced de lo que quiera su compañero de cuarto? Ya que pareciera que "todos" están fascinados por sus formas, su conducta y su maldita habilidad de convertir cualquier pelota que toca en un tanto asegurado.

—¡Hey miren! ¡Aquí viene Jung Kook! —larga el punta suplente.

Cinco palabras y un montón de sonoras carcajadas hicieron que el rubio palidezca al casi torcer su cabeza en el intento de darse la vuelta.

—¡Amiga! Estás re pu...

—¿Por qué mejor no te callas y comes mi hamburguesa, Tae? —anuncia Hobi tapando la boca de su compañero de cuarto a medida que rezonga.

Jin, que solo ha observado y reído de las idioteces sin sentido que suelta el punta, no pierde pisada en la actitud del armador. Es que verlo tan pendiente de algo que no sea organizar un partido, es por demás extraño. Ni siquiera aquellas féminas que han caído en sus garras y regresan molestando, lo suelen tener tan ¿preocupado? 

Entonces, decide intervenir apretando a ver si consigue la verdad de lo que sucede —Jimin, ¿Por qué mejor no nos cuentas qué es lo que sucede con Jung Kook?

—¿Y qué debería de suceder? Solo que es un idiota y yo, no soporto a los idiotas.

—¿Y como a mí, me soportas?

"Maldito Tae y su bocota" Piensa Jimin a medida que termina su comida y se despide del trío sin decir ni una palabra más que su anterior saludo.

En un largo pasillo que da a la puerta de la habitación de cierto rubio que camina entre bostezos, repentinamente, se escuchan ruidos y una seguidilla de susurros entre risas cuyo timbre de voz reconocería a metros suyo.

"¿Cómo puede ese idiota estar tan tranquilo luego de lograr incomodarlo entre pensamientos?" Medita acercando su oído a la puerta del vecino, con la clara necesidad de escuchar algo que luego pueda usar para acusar y sentirse librado de su enfermiza necesidad.

Luego de varios segundos, nuevamente, ese sonido bajo y ronco que eriza los condenados pelos del capitán, se suceden. Tañidos que odia por el efecto que tiene en su traidor cuerpo. ¿Qué mierda le sucede para estar obsesionado con cada movimiento del condenado nuevo?

Perdido entre pensamientos se encuentra, que no se da cuenta de cuando la puerta es abierta hasta que cae de pleno, oliendo los pies del castaño.

—¿Se te ofrece algo? ¿A parte de estar fisgoneando? —suelta el compañero de habilitación del mariscal, ante la risa incapaz de ser contenida del mismo y la ceñuda mirada del punta.

—¿No es súper bonito? —anuncia Jung Kook —. Enseguida estoy contigo cariño, ya que parece que me extrañas demasiado —finaliza ante la tremenda rojez del capitán arrojado como colilla de cigarrillo en el piso.

—¿¡Pero qué dices idiota!? —larga Jimin a medida que se levanta —. Estaba pasando y me tropecé por andar casi desmayado de cansancio. ¿Y quién sabe por culpa de quién?

—No vaya a ser que por andar casi desmayado caigas de cara en su chot...

La boca del mariscal es silenciada por su compañero de cuarto que sacude la cabeza entre risas mientras señala al punta para que se retire y cierre la puerta si logra sacar al entrometido vecino que parece tener un shock hipovolemico a causa de la insinuación de su amigo.

Un largo silencio se apodera de ellos a medida que ingresan al cuarto de ambos, es más, demasiado condecendiente está siendo el castaño ante lo sucedido anteriormente. En realidad, el punta no quiere tener más problemas con su capitán a menos que los mismos puedan solucionarse entre las sábanas o envueltos entre sus brazos.

No le gusta, le fascina provocar al engreído rubio hasta el punto de hacerlo tiznar de rojos sobre su agraciado rostro y saberse conocedor de que él logra ese condenado estado, lo trae embelesado. Ya que por más que el armador se llame a sí mismo "flecha recta y derecha", el castaño sabe dónde apuntar para lograr desestabilizarlo.

—Ni pienses en acotar algo...

Y cómo bien predijo el castaño en sus adentros, el rubio, solito pisa el palito. Pero como hacerlo estallar se ha convertido en su pasión habitual, a la par de rematar, lo mira y sonríe de lado. Sabiendo que ese aire de suficiencia que intenta cargar hará engranar al contrario... Contrario que, dicho sea de paso, actúa en consecuencia rezongando a medida que se mete al baño gritando, tardando demasiado a comparación de lo que podría tardar el castaño.

—Si necesitabas una mano, me hubieras avisado —suelta mal intencionado el punta a medida que nota una sombra encima suyo. Sombra que gracias al revoltijo de cosas que deja él mismo en el suelo, termina encima suyo.

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