¿Vamos a hablar de amor? A ver...

Te levantas medio muerto, sin suerte,
con el corazón encogido,
quién te mira te ve cansado, todo cohibido,
cuando desespera la necesidad de compañía
sientes que la entrada al cielo se te ha prohibido.

Algún sendero, certero pero sin dirección;
un espécimen raro que no le han hecho alguna disección,
sangre fría que busca de una forma brusca u hosca
una hojarasca, una cáscara, un rastro de calor.

Un metal blando que necesita otro para ser una aleación.

Animales, necesarios males que se den hospedaje en una misma habitación,
porque el tiempo es marginal,
y la miseria del amor un lapsus de pasión...

perdida en la pérfida monotonía:

tic-tac... tic-tac...

la comida está servida
a un lado de la cama,
el pasado posa y llama;
arde en la ventana,
es tarde y se va la dama.

Todo es pasajero,
el sueño, los mares, la duda y el empleo,
la rutina del solitario es dura y lo hace reo,
el café, la ausencia, el diario, los amantes,
veo veo...y ya no veo los estantes.

—¿Y el amor?
—¿Qué...? Ah, sí, es un cuarto oscuro que se vuelve diáfano
con unas notas musicales locuaces sobre el piano,
fugaces como las estrellas que has robado
de mi cielo nocturno...
hermosa y graciosa, amada musa de turno.