Una noche extraña. Estrellada pero ventosa.

—Bienvenidos, bienvenidos —deja su taza de té en la larga mesa—. ¿Quieren ver un truco de magia?

Campanas comienzan a escucharse. El fuego se hace más grande.

—¿Escuchan eso? Si, les estoy hablando a ustedes, personas que leen —se come un mini alfajor de un solo bocado—. Más cosas extrañas van a pasar, pero no tengan miedo.

Un fuerte viento abre el gran ventanal que da al jardín de la mansión.

—Uf, es un día terrible —corre a cerrar y trabar la ventana enorme, lanza una risita despreocupada—. Una de esas quizá me destruye la casa.

Las campanas vuelven a soñar. Son las campanas de la merienda.

—Ya casi es hora —observa su reloj—. Mis invitados va a llegar enseguida.

Se gira y se observa en el espejo... donde puede verte...

—¿Te unes a la fiesta de té?  —desaparece y reaparece sentada en la silla principal de la larga mesa, lanza una carcajada que retumba en todo el salón inmenso—. ¡Están todos cordialmente invitados!

¿Estamos de vuelta y con todos? ¡Así es!

No te espantes, querida:

Bueno, sí, es impactante.

Estamos todos locos aquí... ¿y qué?