Definitivamente Tú

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Aquí me ves deshecho entre tus cosas,
Tragando las amargas horas, hundiéndome en este silencio,
Aquí me ves dejándome la vida, pegado a tu fotografía
Echandote tanto de menos.
Mientras los días pasan, me inunda la nostalgia la tristeza el sentimiento.
Que aquí sin ti nada es igual
Se siente el miedo
Que las paredes de este hogar están llenas de recuerdo,
Que aquí sin ti me va fatal, que yo te quiero,
Que si tú vuelves alma mía, me regresa el alma el cuerpo
Aquí me ves rogándote que vuelvas, que me perdones y que entiendas
Que no soporto este destierro
Aquí me ves tan solo como un hombre, al que le has dado un duro golpe
Y que se quema a fuego lento
Y tú qué no me llamas más dura la distancia, la tristeza el sentimiento.

(Alexandre Pires / Aquí nada es igual)

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- Tío, has visto a Graham

- Está en la sala de juegos -ella asintió lento- Pam, ¿aún piensas en el?

- Tengo un hijo que me recuerda cada día, además, se parece mucho a él... Iré a verlo -camino entre las personas.

- Espero que no te odie por esto.

- Espero que valga la pena.

Pam se encamino hasta el segundo piso, a pasos lentos, preguntándose el porque de aquella fiesta de su tío por volver a tenerla en su casa, solo explico que la quiere como una hija y estaba feliz.

Al abrir la puerta de la sala de juegos, se encontró con su hijo jugando con autitos, y de espaldas un hombre que no dejaba de verlo, inclinado a su altura, acariciando su cabeza.

Por un momento el miedo la paralizó, era extraño ver aquello y pensó en un abusador.

- Graham -nombró inquietante

- ¡Mami! -exclamo el niño levantándose del piso y yendo dónde ella- Te quiero presentar a un amigo -la tomo de la mano y adentro al cuarto, con calma el hombre de traje negro se levantó del piso y sobre su eje giro hacia ella.

Los corazones de ambos comenzaron a latir con fuerza, el estaba más fornido, más hombre, con sus ojos aún brillantes a como los recordaba, atractivo y varonil.

Ella hermosamente mujer, con su cabello más corto a la última vez que la vio, con esos ojos pardos y tenía tatuado en su mente, y el aroma, ese aroma seguía con ella, volviendolo loco, y queriendo aún lanzandose a su boca, repetir que la ama con todas sus fuerzas, y que cada prueba que su tío le había puesto durante esos dos años, valieron la pena.

- Hola, Mel -la voz ronca le atrajo recuerdos de cuando se entregó a él.

- Jungkook -murmuro, seguía sonando perfecto en sus labios...







Tres años antes



El teléfono de Mel sonó segundos antes de cruzar la puerta de embarque, su tío quizás quería despedirse, saber cómo estaba, o simplemente como se sentía con su decisión.

O bien, solo saber el resultado de aquel test de embarazo.

Sin duda le contesto.

- ¿Dónde estás?

- A punto de subir.

- Oh!... Ya veo, es que -titubeo el mayor- estoy en el hospital, fui al departamento a buscar las cosas que me pediste te guardara, y me encontré con un chico, desmayado a los pies de la cama. -el corazón de ella latió con intensidad.

Intuitivamente su cerebro le ordenó dar un par de pasos, los que detuvo su conciencia de golpe, atrayendo una imagen de Hye cuidando de Jungkook en el hospital, recordándole que ese no era el lugar que le pertenecía.

- Pam..

- Debo irme, Tío... Por favor, cuida de él.

Y simplemente cortó la llamada adolorida, con un fuerte punzón en su pecho, debía ser fuerte, debía saber componerse, ya no esta sola, y aunque el amor de un hijo, jamás reemplazaría el de un verdadero amor, la sanaría como ella lo necesitaba en ese momento.

Su tío, NamDo, miro la pantalla de su teléfono, observando que la chiquilla simplemente le cortó, reclamo entre dientes, ¿Que más quería? ... El mismo junto a su hermana sacaron a la niña de la casa de sus padres al ver la desdicha de sus vidas, si tenía ese carácter era gracias a ambos.

-Mel -susurro Jk entre dormido- Mel quédate conmigo -volvio a susurrar, solo para oírlo mejor y no estar alucinando acercó su oído al joven en la camilla- Mel, te amo -se alejó con miedo de lo oído.

Intento volver a llamarla, ella debía saberlo, pero por más que insistió, Pam no contesto, es más, apagó su teléfono solo para no saber nada de la condición de Jungkook.

- Mel -dijo con fuerza y abrió los ojos.

- Despertaste -NamDo se sentó a su lado.

- Es el tío de Mel -el mayor asintió lento- fui a sacar unas pertenencias de ella que no se pudo llevar.

- ¿Dónde fue?

- No te lo diré, pero si haré un trato contigo.

- ¿Cuál?

- ¿Quieres volver a verla? -Kook lo pensó seriamente- Sabes que ella te ama, ¿verdad?

- Me hubiera gustado decirle que siento lo mismo por ella.

- Entonces, harás lo que yo te pida, y solo si cumples, te diré dónde está.

- Hecho... -estrecharon sus manos sellando un trato, costará lo que le costará, llegaría con ella.

Luego de eso, el hombre salió del cuarto y no volvió más a verlo.

Se quedó en el hospital por dos días, siendo cuidado por doctores, atendido por enfermeras, llevando comidas extras con órdenes de comer todo o no saldría de ahí.

Recupero fuerzas, recupero musculatura, la anemia se desvaneció y con las fuerzas suficientes le dieron el alta.

Siguió asistiendo a sus clases con normalidad, preparándose quizás para qué.

De vez en cuando pasaba por el trabajo de Mel, miraba en el interior, su tío cruzaba miradas con el y luego le hacía la desconocida.

No quiso precionar, con ir a verlo por si le decía algo era suficiente.

Todo colapso, cuando la bandada de Mel perdió su aroma, ya no lo sentía, esa mañana, despertó con un miedo horrible, el aire le faltó, se repetía una y otra vez que la perdió, caminando de aquí para allá. Se cambió de ropa rápidamente y salió con la bandada en su mano.

Enloqueció... Definitivamente, enloqueció.

Llegó al café desenfrenado, buscándolo con la mirada, con sus pupilas dilatadas, sudoroso, como si la abstinencia a no verla, a no tenerla comenzaba hacer efecto.

NamDo salió de la oficina por unos documentos y se encontró de cara con Kook.

Era momento...

Con una simple mirada le ordenó que lo siguiera, y juntos, subieron a un carro.

El mayor manejo por horas y horas, en un silencio de doble filo, sabía que si solo decía una palabra el chico estallaría en prepotencia, y quizás que le diría.

Acomodo la bandada en su mano y la llevaba de vez en cuando a su rostro, intentando tomar el aroma que le hacía mucha falta.

- Júrame -dijo NamDo- que te quedarás en el auto.

- No puedo.

- Entonces no te llevaré -subieron a un Ferry.

- Está en Jeju.

- Podría decirle que vaya a otro lugar y no volverás a verla.

- ¡¿Por qué?! ... Esto me está matando, cada día que pasa me siento con menos fuerza.

- Si le hubieras dicho antes, no estarías en estas condiciones.

- Ya lo sé... -golpeo su cabeza con el respaldo del asiento- Bien, lo prometo.

Miro hacia el horizonte, perdiendose en un punto fijo, pensando en como sobreviviría desde ahora.

Un par de horas después, se estacionaron frente a una gran casa, de esas ostentosas que solo los de buena situación económica tenían en estos tiempos, Do, tomo su teléfono escribió un mensaje y esperaron unos segundos.

Pronto, por un ventanal, salía Pam junto a una mujer mayor, agarradas de sus brazos, ella sonreía al fin, pero sus ojos aún no se veían brillantes como cuando miraba a Jungkook, llevaba un suéter marrón, un jean azul y zapatillas deportivas, cuando la chica se puso de perfil, Jungkook noto su gordura.

Su corazón se sobresalto de inmediato, llevo su mano al seguro de la puerta queriendo abrirla y contuvo las ganas.

- ¿Es mío?

- ¿De quién más?

- Déjeme ir con ella.

- ¿Sabes lo que nos costó que volviera a salir?... Pasaba encerrada, solo se arreglaba para ir al doctor, fue difícil, para ella, para Becca, para mí.

- ¿Que debo hacer? -lo miro con intriga- dijo que si hacia lo que me pedía me dejaría volver a verla.

- Te queda un mes de estudio, apenas lo termines, te enlistaras, no sacas nada con ir con ella ahora sí no has cumplido con tu obligación, piénsalo Jungkook, una nueva separación la destruiría nuevamente.

- Lo haré... Lo haré, pero prométeme algo.

- ¿Que la cuide? ... Eso está demás.

- No, quiero cada mes recibir fotografías, estudios de ella, de mi hijo, cuando nazca, quiero saberlo, su nombre cuánto peso, ver su crecimiento, estar presente a la distancia... Por favor.

NamDo guardó silencio, lo que le pedía no era para nada difícil, no esperaba esa petición, le sorprendió, su sobrina tenía un buen hombre con ella, lastima, que las cosas se dieron así, de esa cruel manera.

Infantes... Adolescentes... Niños...

Eso era lo que eran, pero se aman, y los haría crecer a ambos para que cuando volvieran a reencontrarse, decidieran por sus propios medios dar inicio a una bella relación.

Sin dar una respuesta, bajo del carro, dejando al muchachito mientras miraba encantado a la señorita que tomaba algo de sol a orilla de la playa

Estaba encantado, una verdadera obra de arte cuando el cabello era movido por el viento, con su teléfono le saco un par de fotos, las que usaría para verla cuando se sintiera desolado.

Que ganas de ir con ella, abrazarla, que ganas malditas de besarla, tomarla en sus brazos y girar con ella gritando con todas sus fuerzas que la ama con todas sus fuerzas, que sentía orgullo de saber que ese amor tenía un bello resultado creciendo en su vientre.

Malditas ganas que debía contener.

Y cuando creyó que ya no podría, su tío regreso presuroso con una bolsa en su mano.

Apenas subió, arranco el auto y se alejaron de ahí.

Lo dejo en la puerta del edificio, ya era tarde, y ambos cansados queriendo volver a sus camas.

Kook bajo con solo un poco de energía, que fue renovada al verla.

-Jungkook -este bajo su cuerpo para ver dentro- Ten, espero te sirva de algo.

- Gracias, mañana me iré a enlistar, apenas salga de la universidad me iré.

- Puedes -dijo antes que la puerta se cerrara- Solo si quieres, puedes quedarte en el departamento estos días.

- Eso me encantaría -reverencio- Muchas gracias.

Apenas el auto se perdió en el camino Kook volvió a entrar, camino directo a su casa, Bam lo recibía como cada día, ese ánimo en su cuerpo lo uso para jugar un momento con él, sonrió, sonrió un poco más que ayer.

La intriga de averiguar que contenía la bolsa le ganó, miro en su interior y el aroma se adueñó de el nuevamente, tanto, que debió votar la culpa de no decirle antes que la ama, lloro, tomo una nueva pañoleta en su mano y la llevo a su rostro, aspirando con fuerza y pegándole lo más que podía para que de el no se apartará más su olor.

Miro un par de fotos de ella, de pequeña, adolescente y actuales, y finalmente, aquel porotito en blanco y negro que crecía en su vientre.

Con eso las fuerzas volvieron pronto, solo quería que los días pasarán volando, cumplir con su trato, tenerla en frente, envolverla en sus brazos y besar con ternura su mejilla, esperar a que el sonrojo apareciera en sus mejillas, verla sonreír tiernamente y soltar libremente un "Te amo" que marcaría el antes y el después.

No había espacio para errores en su plan perfecto.

Así fue, al siguiente día fue a inscribirse, con la promesa de apenas terminar sus estudios entraría como un soldado a cumplir su deber, en su mochila, amarro el paño lleno de aroma de Pam que lo uso para recordar que al final tendría una excelente recompensa.

Le mostró con orgullo el certificado de aceptación a NamDo, después de todo, encontró un amigo y guía en el.

Trabajo los últimos días en su cafeteria, el mismo lo veía más feliz, con más ánimos, lo cuido como su sobrina se lo pidió, y aseguraba que Jungkook, sería un excelente esposo y padre cuando todo se solucionara.

El día en que Kook debió irse, el fue a despedirse, entre tantas conversaciones que tuvieron le había confesado que es un muchacho solitario, huérfano y que supo salir adelante solo, trabajo desde pequeño para pagarse sus propios estudios y gustos, y eso, lo hizo valorarlo aún más.

Aquella vez, NamDo le aseguro que jamás estaría solo, y que tendría quien lo despediría el día de enlistamiento.

Así fue, entre los padres orgullosos se encontraba el tío de la mujer que ama, viéndolo con estima por su gran paso, molestando por el rapado de cabello, y pidiéndole que se cuidara.

Se despidieron con un fuerte abrazo, y al perderlo con la marcha a los recintos se fue a su trabajo.

Cada quincena de mes, llegaba correo nuevo para Jungkook, una pequeña carta escrita a mano de su ahora amigo y familia, resultados de exámenes positivos en tu totalidad, ecografías que podía reconocer costosamente y una fotografía de Pam, cada vez con su barriga más grande, hermosa, perfecta, suya. La pego en su muro junto con las demás que recibía y se tiraba en el piso solo para verlas y convencerse que faltaba muy poco, aunque faltará demasiado.

Sus compañeros de cuarto, perjuraban que el cabo segundo del pelotón seis, era casado a su corta edad y alguien lo esperaba cuando saliera, el oía los murmullos a su al rededor. Si tan solo supieran, lo odiarian cómo el también se odio en algún momento.

En pleno entrenamiento, un capitán llamo a Jeon, éste, troto en su dirección, saludo, y escucho.

Sus compañeros solo veían que uno hablaba y el otro oía, sin siquiera moverse, reverencio, saludo nuevamente y cuando el capitán se perdió, grito con todas sus fuerzas, sonrió y volvió al entrenamiento.

- ¿Nació?

- Nació -confirmo el y todos agitaron su calva en modo de celebración, las lágrimas se hicieron presentes, estaba contento, feliz, orgulloso, ese día cumplió todos sus ejercicios con un aura animosa.

Solo un año y meses más y saldría para poder estar con ella.

Solo un año y ya!...

Por la noche, con la luz de la luna iluminando la habitación y sus compañeros casi dormidos, tomo la última fotografía recibida entre sus dedos, la acarició y las lágrimas se hicieron presentes, hace mucho no lloraba, la extraña, la extraña en demasía.

- Jeon -dijo uno que estaba despierto al sentir sus sollozos- No entiendo algo.

- ¿Que Sumbae?

- Si tienes una mujer tan bonita esperando afuera, ahora un hijo, ¿Por qué nunca has pedido permiso para ir a verla?

- Prometimos nunca preguntar eso, Jung -dijo otro en un extremo de la habitación.

- Está bien, Hyung... -Kook respiro profundo para contestar, entonces, sus compañeros de habitación, todos, se sentaron sobre sus camas para oír la historia.

Jungkook contó desde el día uno en que todo paso, como se enamoro de ella, esos detalles que solo el podía ver y que eran muy importantes analizar, las infidelidades y, finalmente, la mala comunicación entre ambos por nunca decir sus sentimientos por el otro.

Uno de ellos, Park, lloro al ver que todo había sido costoso, otro, uno de los Kim, se molestó con el muchacho por hacerla sentir mal, y los demas, le dieron consejos para reconquistarla.

Apenas Jungkook llegó a ese grupo de siete fue bien recibido, apoyado y ayudado entre todos, era el menor, el bebé de oro que apesar de ser corto en edad, podía y hacía de todo lo que le pidieran.

No había un "no puedo" en su vocabulario, si no sabía aprendía con rapidez y si no le resultaba a la primera, de esmeraba hasta que resultaba cómo debía ser.

Se alegraban con sus éxitos, lo animaban cuando algo no salía bien.

Cómo cuando por dos meses dejo de recibir fotografías, y sin saber porqué. Algo pasaba afuera y el no tenía idea de qué.

Esos dos meses Jeon se encontró con un genio de los mil demonios, sus amigos de cuarto sufrían con el, pues nada se le podía decir o hacer.

Uno de los Kim, fue con el comandante de la base, preguntando porque los correos ya no llegaban, a ninguno, pues el tampoco recibió cartas de su madre.

Según, el nuevo cadete encargado del correo entregaba todo a la dispersa, lo amonestaron varias veces por esos errores.

Cuando Jin y Jimin fueron a ver a aquel, le preguntaron por el correo del pelotón seis, ahí estaban las cartas de todos, pero las de Jungkook las quito y escondió.

Entre Jimin y aquel se armó un enfrentamiento, exigiendo que las entregará, este le pidió que fuera el mismo Jeon quien las retirará.

Al llegar el mensaje a sus oídos corrió con todas sus fuerzas, era el velocista más rápido de todo el cuadrante, y esa vez se superó el mismo.

- Vaya -dijo con asquiedad- Solo quería asegurarme de que eras el mismo Jeon Jungkook.

- Quiero mi correo -exigio

- Vi a Mel, dios... Ella esta tan -expreso con sus manos sus pechos y rio a carcajada.

Lleno de ira, Jungkook lo tomo por su pecho, sus ojos destellan fuego, quería golpearlo por todo, por engañarla, aunque en realidad, se lo agradecía, sonrió cerca de su rostro, soltó el agarre y le arregló la ropa.

- ¿Que sucede aquí? -llegaba un alto mando, ambos saludaron como corresponde.

- Señor, vengo a buscar mi correo perdido, Señor

- Nombre.

- Jeon Jungkook -este busco entre las cajas sin poder encontrar nada- Me dijeron que el cabo lo tenía en su poder, Señor -miro bajo el estante, ahí habían varios sobres, reviso y entrego- Gracias Señor.

Salió mientras abría las cartas y escuchando como a Mich le llamaban la atención por lo hecho. Nada le importaba más que leer mirar y reír en ese momento.

Cuando llego a la habitación, todos lo rodearon para ver las nuevas imágenes que añadieron a la colección de Jeon, esa que abarcaba más de su espacio y a ninguno le molestó, escuchaba de todos la frase "es igual a ti" y el orgullo crecía en su pecho.

Los problemas siguieron con el cabo Lee, pero a él ya no le importaba, nada podía hacerlo enojar, menos ahora que solo quedaban meses a salir.

El tiempo pasó volando, los dos años se cumplían al fin, todos estaban despidiéndose los unos a otros, Kook llevaba consigo un verdadero álbum de fotos que recibió durante dos largos años, y apenas puso un pie fuera del recinto, el aire le entró a los pulmones de una manera diferente y cálida.

Con su traje aún, ese uniforme que lo hacía verse realmente sexy, y que llamaba la atención de cada chica a su pasó fue hasta la cafeteria de NamDo, la campañilla de ingreso aviso su entrada, y más de una chica se peleó entre ellas para atender al apuesto uniformado.

No le importo, no demostró interés, no eran tan bellas como su chica.

- Necesito ver a ... -alcanzo a decir cuando la puerta de la cocina se abrió y de ella, NamDo, las risas no faltaron, el hombre corrió con emoción a recibirlo, se abrazaron sonrieron y volvieron a abrazarse.

- Vamos -dijo el mayor- Debemos hablar.

Le llevaron café, pasteles, galletas y panecillos con queso, todo para el recibimiento de aquel muchacho al que le escribió, y estaba ayudando para ser mejor aún para su sobrina.

Pero no sé la entregaría así como así, Jungkook no tenía "nada que ofrecer", y con aquella frase se refería a lo material, a una casa donde llegar, un lugar donde su hijo pudiera dormir o jugar.

- No me dejaras verla ¿Verdad? -el hombre apoyo sus brazos en el escritorio- Tienes esa mirada, la misma que tenías en el hospital.

- Lo siento -Jeon dejo de comer soltando la cucharilla, apenado.

¿Acaso esos dos años habían sido en vano?

- ¿Encontró quien la ame? -la pregunta salió a duras penas de su boca, sus cuerdas vocales temblaron al hecho de solo pronunciar las letras que lo partían en dos.

- Trabaja para mí -Jeon volvió a verlo atento a sus palabras- ¿Dónde llevarás a mi sobrina a dormir? ¿Bajo un puente? -Kook carcajro un instante, el alivio lo lleno de nervios también, las lágrimas de felicidad inundaron su cuerpo, no hayó a nadie en todo este tiempo y eso, lo hizo sentir mejor.

Además, el mayor tenía toda la razón.

- Haré lo que sea -dijo secando sus lagrimales.

- Vivirás conmigo, pero no trabajarás aquí -entrego un documento- llegaste justo a tiempo, acabo de abrir un restaurant, y necesito que alguien lo administre, está en el centro de la ciudad, y tengo la impresión que nos irá muy bien.

Y comenzó otra travesía.

Se mudo junto a él, la casa era grande, con bastantes habitaciones, en el estacionamiento pudo contar tres autos y dos motocicletas, no sé explicaba como Mel era tan sencilla con esa familia tan ostentosa.

«Es que es única» -respondio su corazón y le encontró toda la razón.

¿Cuánto más debía esperar?

No lo sabía, pero trabajaría duro, se esforzaría al máximo, levantaría aquel restaurante, lo haría el mejor solo para juntar dinero y al fin, tener algo que ofrecerle a Mel.

Do tenia preparado un cuarto, algo le decía que pronto llegaría y arreglo todos los detalles.

Ni pensado tenía abrir un negocio nuevo, pero, le daría las herramientas al jovencito para que no pasaran carencias cuando al fin estuvieran juntos.

Pronto, Jungkook ya tenía un auto, dinero suficiente para un hogar, quizás no tan moderno o grande como aquel que le estrecho la mano, pero era perfecto para los tres.

Se mudo ahí, arreglo cada cuarto, muebles, y un salón de juegos llenos de juguetes para el niño que llevaba su sangre.

Y ese año, se volvió mínimo a todo el tiempo que debió esperar con anterioridad.

Y cuando al fin pudo cumplir todos los requisitos, armó una fiesta de bienvenida.

Coctelería, bebestibles, una rica cena, invito a uno que otro empleado con los que forjó una amistad, y aquellos cadetes con los que nunca perdió contacto.

Todos sabían la situación de Jungkook, todos sabían el esfuerzo que hizo durante tres largos años para volver a verla, emocionados veían a la chiquilla entre ellos mientras Kook estaba escondido.

- ¿Por qué mi tío organizo esto? -le dijo a la mujer a su lado- Becca... ¿Que trama?

- Te extrañaba, cariño.

- Nisiquiera conozco a estas personas, una reunión entre nosotros era más que suficiente.

- Sabes lo excéntrico que es.

- Lo sé, y es lo que más me intriga... Está casa no es para nada de su estilo, el grita multimillonario muestras esto grita... Hogar.

- ¿Te gusta?

- Podría decir que es lo primero que me ha gustado de él, nunca estuve por ahí diciendo de la familia en la que estoy, me gustaba que todos me vieran como lo que soy, no por lo que tengo.

- ¿Entonces te gusta?

- Me encanta, podría quedarme a vivir aquí -respondio llevando un vaso de jugo a su boca.

- Debes ser Mel -sus ojos dejaron de brillar con esa intencidad, solo una persona le había dicho de esa forma en toda su vida.

Al ver quién le hablaba de encontró con un grupo de muchachos que sonreían en su dirección.

- Soy Pam...

- Lo siento -dijo el chico sonriendo y mostrando aquellos hoyuelos- Pam -al fin alguien que pronunciaba bien su nombre- mi nombre es Namjoon, soy...

- Es un trabajador del restaurant -interrumpio otro- mi nombre es Jin, puedes decirme Jinnie.

- Hemos oído maravillas de ti - Prosiguió otro- y vimos tus tiernas fotos durante el embarazo -fue corrido hacia atrás sostenido de los hombros.

- Tu tío -recalco- nos mostró algunas fotografías- soy Hoseok y el es Jimin.

- Mucho gusto, soy Taehyung

- soy Yoongi -alzo la mano saludando.

- Mucho gusto a todos, ¿Que mentira les contó mi tío? -rieron

- Nada malo, solo maravillas -ella asintio- te dejamos, solo queríamos presentarnos.

- Gracias por venir -reverencio ella.

Los muchachos se alejaron murmurando entre ellos lo hermosa y tierna que era la chica, Jungkook había quedado corto con sus palabras.

La situación le dejo una sensación extraña a Mel, algo no calzaba en todo esto, la casa, la bienvenida, esos amigos jóvenes, algo no estaba bien.

Rebuscó con su mirada a su pequeño hijo que ni sabia en qué momento desapareció, no conocía la casa por lo que, fue con su tío a preguntarle por él.

- Tío, has visto a Graham

- Está en la sala de juegos -ella asintió lento en un movimiento le apunto el segundo piso- Pam, ¿aún piensas en el?

- Tengo un hijo que me recuerda cada día, además, se parece mucho a él... Iré a verlo -camino entre las personas, bajo la mirada de todos.

- Espero que no te odie por esto. -murmuro Becca cuando ella subió la escala

- Espero que valga la pena. -llevo a su boca el vaso de whisky.

Pam se encamino hasta el segundo piso, a pasos lentos, preguntándose el porque de aquella fiesta de su tío por volver a tenerla en su casa, en esa casa que no lo representaba, solo se explicó que la quiere como una hija y estaba feliz.

Al abrir la puerta de la sala de juegos, se encontró con su hijo jugando con autitos, y de espaldas un hombre que no dejaba de verlo, inclinado a su altura, acariciando su cabeza.

Por un momento el miedo la paralizó, en la casa había mucha gente extraña, gente que no conocía, era extraño ver aquello y pensó en un abusador.

- Graham -nombró inquietante

- ¡Mami! -exclamo el niño levantándose del piso y yendo dónde ella- Te quiero presentar a un amigo -la tomo de la mano y adentro al cuarto, con calma el hombre de traje negro se levantó del piso y sobre su eje giro hacia ella.

Los corazones de ambos comenzaron a latir con fuerza, el estaba más fornido, más hombre, con sus ojos aún brillantes a como los recordaba, atractivo y varonil.

Ella hermosamente mujer, con su cabello más corto a la última vez que la vio, con esos ojos pardos y tenía tatuado en su mente, y el aroma, ese aroma seguía con ella, volviendolo loco, y queriendo aún lanzandose a su boca, repetir que la ama con todas sus fuerzas, y que cada prueba que su tío le había puesto durante esos dos años, valieron la pena.

- Hola, Mel -la voz ronca le atrajo recuerdos de cuando se entregó a él, los besos y las risas de esas noches increíbles.

Por qué ahora... Cuando creyó que al fin lo estaba superando aparece así como así... Y más aun... Por qué en la casa de su tío.

¿Acaso el tenía que ver en todo eso?

- Jungkook -murmuro, seguía sonando perfecto en sus labios, desarmando su mundo como cuando recién la conoció, queriendo protegerla, queriendo cuidarla, queriendo ser el único a su lado.

Los ojos de Mel estallaban en brillos, ninguno podía creer que se tenía al frente del otro, pero la nostalgia se adueñó de ese momento, y ante los recuerdos asesinos, Mel comenzó a llorar.

Seguramente, el tenía una bella familia, casado, y feliz con Hye.

- No llores -murmuro Jeon, queriendo acercarse pero ella lo detuvo- Amigo -bajo su cuerpo al niño- ¿Me dejas hablar con mami a solas? Prometo que luego jugaremos mucho.

El niño respondió con un movimiento de su cabeza, y salió del cuarto cerrando la puerta.

- ¿Que es esto, Jungkook?...

- No hables...

- Tu... ¿estás con ella?

- No hables, por favor, o no podré contenerme -por un momento ella creyó que se desmayaría ahí mismo- Recuerdas... Recuerdas cuando encontraste a Bam -Ella asintió, la idea era no hablar- yo lo planee, yo planee que lo encontrarás -kook soltó un suspiro y llevo sus manos a la cabeza, refrescando sus ideas.

Y es que... Todas las palabras que se planteó decir, los discursos que sabía de memoria, y los actos, los besos y abrazos, estaban engarrotafos en su cuerpo tieso.

- Te Vi por primera vez en el cine, quizás no lo recuerdes pero yo si, por qué ese día, cambio mi vida completamente... Llamaste mi atención, mi olfato y sonara una estupidez, te reconoció y te escogió, te seguí hasta cierto punto y cuando supe que me está volviendo un desquiciado te perdí... Pero no te olvide, Mel, por semanas viviste en mi mente y cuando me resignaba a encontrarte nuevamente, mi nariz te sintió nuevamente, y eras mi vecina.

- Pero -Jeon levanto su mano para detenerla.

- Cuando tú los viste en el pub también yo, incluso agarraste mi bebida y se las tiraste, y si eso no es el destino, nose quien mierda nos unió, entonces planee lo de Bam, por qué ya ni me dejabas dormir, mujer, te pensaba día y noche, te observe tantas veces y solo por qué -Mel dió un paso a él.

Sus pies se levantaron apoyándose en sus dedos y sus bocas fueron unidas, Jeon apoyo sus manos en la espalda baja, ella enredo sus manos en su cuello, y aquel junte de labios se prolongó por unos segundos.

- Te amo, Mel -dijo cuando al fin se separaron unos centímetros- No me dejes, quédate conmigo, se mi novia, formemos una familia junto a Graham. Por qué no puedo vivir sin ti -cerro sus ojos con las frentes pegadas, una lágrima deslizo por la mejilla de Kook añorando una respuesta positiva.

- Me mentiste.

- Tenía miedo de que me rechazaras.

- Culpa de ambos por no ser sinceros.

- Me tienes agonizando -acaricio sus labios con los propios, con seduccion- vuelve a ser mía, Mel.

- Jamás deje de ser tuya, Jeon -ambos correspondieron al calor del otro, un beso profundo que era necesario por tanto tiempo separado del otro, los corazón se hacían uno, y está vez, sin miedo de sus sentimientos.

Ya todo había sido dicho, nada los podía separar, lucharian contra lo que vinieran, juntos, eran más fuertes que separados.

Luego de separarse, salieron del cuarto, de la mano tomada, los presentes felices, su tío, orgulloso, los termino criando bien, ahora, solo debía ver los frutos.

Al fin, Jungkook presento a sus amigos, fugazmente le contó como los conoció, saludaron a los demás, y se fueron a un sofá a hablar de los tres años separados, había mucho que decir, por parte de ambos, y con Graham entre ellos olvidaron la fiesta en la que estaban.

Fue absolutamente comprensible, y solo deseaban que la bella pareja se pudieran al corriente en todo, y uno por uno, fue dejando el inmueble para darles el espacio que necesitan.

Por horas rieron, hablaron, se miraron, se besaron, los latidos eran tan rápidos que hacían su propia marcha en los pechos al son.

Jeon tomo a Graham en los brazos para llevarlo a la cama, se había dormido y esa era su primera noche ahí.

Mel no creía que NamDo fue capaz de ponerle ese tipo de pruebas al muchachito, y en parte, le agradecía, miro la casa con otros ojos, se levantó viendo las fotografías, como no lo notó antes, solo estaba ella y su hijo en cada una, algo que su tío no haria en su hogar.

Jungkook llegó a su espalda, con ambas manos tomo los brazos y beso delicadamente los hombros, subiendo por su cuello, siguiendo por su clavícula y terminando en sus labios.

En un movimiento cargo a Mel como princesa, subió las escalas y llevo hasta el cuarto que desde esa noche, sería de ambos.

A los pies de la cama, le quitó la ropa, tirando dónde sea cada prenda, lo mismo hizo ella, casi sin dejar de besarce, sonriendo entre miradas, sintiendo ese momento como un verdadero sueño.

Con seducción, Mel se recostó en la cama, abriendo sus piernas esperando por aquel que la conquistó, Kook sentía que terminaría en ese instante, gateo hasta ella y la beso al ponerse en contacto con su interior.

- Te amo, Jeon -solto en un gemido al sentirlo a fondo- Ah~... Te amo. -solto al contacto del vaivén.

Las palabras fueron vitaminas recargadas de fuerza para Kook que comenzó con más fuerza que el movimiento anterior.

Ella debía terminar primero, ese siempre ha sido su propósito, y siempre lo será.

El interior de Mel, estaba húmedo, apretado, caliente y resbaloso, le encantanba, la extrañaba, la deseaba y desde esa noche, la tendría a su lado sin volver a dejarla.

Una vez más, Mel voto lágrimas en la culminación, está vez, no fueron de miedo, no fueron de nostalgia, fue porque ya lo tendría para ella, fue porque lo extraño tanto, y en cada cumpleaños propio pedía como deseo estar con él, que la ame, que la cuide y que le haga el amor de la forma que solo Jeon Jungkook sabía hacer.






Fin.




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Llegamos al final.

Muchas gracias por leer mis idioteces.

La primera parte fue un vago sueño al que le añadí ciertas cositas, hablando con mi soulmate DankimTh me dió la idea de seguirlo, y nacieron estás tres partes, que espero, les gustaran.

Basadas en canciones antiguas que oía una y otra vez mientras escribía.

Cap 1 (Mel)

En esta no / Sin bandera.

Cap 2 (Jungkook)

Cómo empezar de nuevo / Andrés de León

El silencio negro de la noche / Alexandre Pires.

Cap 3 (Definitivamente Tu)

Aquí nada es igual / Alexandre Pires.


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