Capítulo 10

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Barry esboza una sonrisa enorme, tan grande y duradera que sus mejillas comienzan a doler.
—Te veo luego. —Susurra y cuelga el teléfono. Suspira y vuelve a alzar las comisuras de sus labios.
—Caitlin sí que sabe como hacerte feliz. —Joe se cuela, de la nada, en el laboratorio del chico y palmea su hombro.
—¿Ha sido Cisco? —Bromea el joven.
—No, no ha sido él.
—¿Y entonces ¿Cómo lo sabes? —El morocho alza ambas cejas y deja salir una carcajada.
—Un padre siempre lo sabe.

La alerta de metahumano resuena en el teléfono del velocista y él, llega al centro de la ciudad. Un tipo con un traje azul, idéntico al de Barry, se pone frente a él y sonríe.
—Hola Flash. —El joven suelta una risa adorable y le devuelve el "hola".
—¿Qué tal una carrera? —El ojiverde asiente.
—¿Sabes? Soy tan inmensamente feliz, que te dejo unos kilómetros de ventaja. —El metahumano alza una ceja y pone los brazos en jarra.

—¿Te ha tocado la lotería o algo así? —Barry asiente con efusividad.
—La chica más guapa del mundo me ha besado así que, podríamos decir que si. —El otro velocista comienza a correr.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuando? Espera ¿Fué en la camilla? ¡He dormido en esa camilla anoche! ¿Hicisteis algo más? ¡Voy a vomitar! —Cisco grita y habla rápido a través del comunicador.
Cisco, callate. Ahora no es un buen momento. —Le pide la Doctora y Barry, se encuentra a sí mismo en medio de una pelea de amigos.

—¡Parad ya! Voy a por el metahumano. —Anuncia. En escasos diez segundos, ya está de vuelta en la comisaria y trae al villano consigo.
—Aquí tienes, Joe. —Le da un pequeño empujón y el chico acaba en los brazos del policía.
—Gracias, Flash. Ten un buen día. —Flash asiente, sonríe y regresa a Star Labs.
—¡Tienes muchas cosas que explicarme! —Vocifera el latino en cuanto le ve aparecer por la puerta.

—¿Es oficial? —Prosigue. El velocista rueda los ojos y ríe.
—Todavía no. —Susurra Caitlin por detrás, de forma inocente pero en forma de indirecta.
—Justo. Todavía no. —Remarca esa palabra y le guiña un ojo a la castaña.

Y entonces, sin más preámbulo, se la lleva en volandas y le tapa los ojos cuando llegan.
Apenas han recorrido unos metros, la joven sonríe y se encuentra profundamente impaciente.
—¿Sabes? Dicen que la vida es un cúmulo de casualidades que en realidad, no lo son. —Susurra en su oído, provocando que la piel de la chica se ponga de gallina.

«Cuando el Doctor Wells inauguró el acelerador de partículas, fué la primera noche que tú y yo nos vimos. —La hace girar sobre sí misma y le destapa los ojos para mirarla.
«Yo estaba con Iris, entre el público. Y tú estabas sobre el escenario. Con una enorme sonrisa llena de orgullo.
Seguramente no lo recuerdes pero aquél día, durante una milésima de segundo, me miraste. Y también yo a ti. Ni siquiera te fijaste en mi. Ni yo en ti.
Fué sólo casualidad, una coincidencia.
Pero a veces, son las pequeñas coincidencias de la vida las que te llevan al lugar donde estás ahora.

Caitlin se gira, están en el lugar donde se colocó el escenario aquella noche, frente a Star Labs.
—Y tú, Caitlin Snow, eres la casualidad más bonita de toda mi vida.
Podría cambiar cada segundo de mi historia, pero jamás cambiaría aquella noche. Aquel instante.
¿Te gustaría ser mi novia?

Ella espera durante unos segundos, permanece conectada a él.
—Eres tan malditamente cursi. —Bromea, limpiando una pequeña lágrima que amenaza con salir.
Ambos ríen.
—No has respondido. —Le recuerda él.
Y los labios de la muchacha se estrellan contra los suyos.
—¿Te parece suficiente respuesta? —Susurra, a un centímetro de su boca.

—No me ha quedado muy claro... —Empuja la cintura de la castaña contra la suya y vuelve a besarla.

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