Capítulo 28

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—¿Señores Snow-Allen? ¿Podría pediros un favor? —Cisco mira a sus mejores amigos y sonríe un poco, casi tratando de convencerles de algo que aún no ha pedido.
—Claro, Cisco. Ni se pregunta. —Le responde el ojiverde, convencido de sus propias palabras.
El latino respira hondo.
—Hace mucho que Gipsy y yo no estamos solos durante un rato, cuidar al niño nos consume.
Queremos pasar una noche a solas, cenar en algún lugar romántico e ir a bailar. El caso es que... ¿Podriais cuidar de Barry? Sólo será una noche, volveremos a por él por la mañana.

Caitlin traga saliva, temerosa.
Sus ojos y los de su esposo conectan.
—Claro que si, Cisco. —Se apresura a hablar la chica.
Barry frunce el ceño.
—¡Genial! Le diré a Cinthia. —Cuando el morocho abandona la sala, el velocista se gira y encara a la Doctora.
—¡Cait! ¡Nosotros no tenemos ni idea de como cuidar a un bebé! ¿Estás loca? —Ella pone los ojos en blanco.
—Barry, sólo será una noche. —Le recuerda.

—Tiempo suficiente para que ese pobre niño sufra los efectos secundarios de estar al cuidado de dos idiotas sin experiencia. —Su esposa evita dejar escapar una risa.
—No seas exagerado. Lo haremos bien. Nos vendrá bien para practicar ¿No? —El muchacho aprieta los labios.

Cisco les deja una caja de pañales, leche materna, una cuna plegable y varias cosas más.
Le entrega al bebé a Barry y le da un beso en la mano a su hijo.
—Muchísimas gracias, Tío Barry y Tía Caitlin. —Caitlin le da un abrazo a su mejor amigo y este, abandona el ático.
—Bueno... Pues nos hemos quedado solos. —Barry deja al niño en la cuna de suelo y lo acomoda, esta casi dormido.

Su esposa se pone junto a él.
Es un niño muy bonito, tiene la piel de una tonalidad morena parecida a la Cisco. Sus ojos son negros y profundos y su pelo es igual que el de Gipsy.
—Hola Barry. —Susurra la Doctora, refiriéndose al niño. Le toma la mano y el niño sonríe, abriendo los ojos.
Balbucea o al menos, lo intenta.
—Es precioso. —Comenta el velocista.
Él toma la otra mano del bebé y el niño se gira para mirarle.

Pero sus bonitos ojos negros vuelven a Caitlin y le sonríe.
—Le caigo bien. —Dice ella, haciéndole arrumacos en la barriga y provocando que ría.
—Voy por la cámara. —El muchacho asiente y la castaña se levanta y abandona en salón.
Barry toma al niño entre sus brazos y lo eleva en el aire.
Caitlin regresa pero se queda varada en la puerta, contemplando la escena.
Imaginándose un futuro que probablemente no tarde en llegar.

Ve a su esposo con el bebé en brazos, dando pequeños saltos para que no llore y sonriendole. Y Caitlin no puede evitar que su corazón se derrita.
—¿Verdad que la tía Caitlin es hermosa? Claro que lo es, la más hermosa. —Acaricia la barriga del pequeño y este ríe.
—¿Verdad que tienes debilidad por la tía Caitlin? —El niño sonríe, casi como si pudiera entenderlo y le estuviera dando la razón. —No te juzgo, todos los Barrys la tenemos.

—Barry. —El castaño se gira hacia su esposa y ésta dispara la foto.
—Caitlin. —La reprocha, riendo.
—Ven con nosotros, vamos. —La chica deja la cámara sobre una estantería y el héroe le entrega al bebé.
Barry corre, presiona el botón para tomar la foto y regresa.
Abraza a su esposa por los hombros y sonríe. La cámara dispara la foto entonces.
Le muestra el resultado a la Reina Del Hielo y ella alza las comisuras de sus labios.

Dejan al bebé en el suelo y respiran hondo.
Pero entonces, el pequeño Barry comienza a llorar.
—¡Está llorando, Cait! ¡Haz algo! —Allen se bloquea.
La Doctora Snow se levanta deprisa y nota que el niño se ha orinado encima.
—¿Dónde están los pañales? —Barry mira de un lado a otro, buscando.
—¡Barry! —Le presiona.
—¡Ya voy, no los veo! —El velocista comienza a registrar toda la casa y acaba dando con ellos.

Cuando le entrega el pañal a la chica, ella se gira boquiabierta.
Barry no ha tenido ningún tipo de cuidado y no sólo ha desacomodado el sofá y las estanterías si no que lo ha tirado todo por el suelo, dejando el salón en desastre.
La chica frunce el ceño.
—Lo siento. —Se disculpa, rascándose la nuca.
Cambian al bebé y lo consiguen... Tras cuatro intentos, tres pañales destruidos y una hora después.

Agotados, vuelven a dejar al niño en su sitio y se sientan en el suelo.
—Me gustaría sentarme en el sofá pero ahora mismo no lo veo. Hay demasiadas cosas tiradas. —Sisa la joven.
—¡Te dije que esto no era buena idea, Cait! No sabemos cuidar de un bebé. Me he puesto nervioso. —Se excusa.
—Todo iba bien hasta que ha comenzado a llorar. —Bufa.
—Los bebés lloran, es normal. —Le recuerda el CSI.

Ella chasquea la lengua.
—No tengo ni idea de como haremos esto cuando tengamos hijos... —Barry frunce el ceño y la enfoca.
—¿Vamos a tener hijos? —Cuestiona.
—¿No vamos a tener hijos? —La Doctora repite la pregunta, dándole la vuelta.
—No... Es decir si. Es decir no. O sea tal vez. —Barry se traba con su respuesta y se lleva la mano a la barbilla, pensativo.
—¿Barry...? —La castaña no comprende que le ocurre con respecto a los niños y él no sabe que decir.

—No me lo he planteado, Caitlin. No he pensando en si quiero hijos o no. —Le confiesa.
Ella suspira. Y el aire se queda cargado durante unos segundos.
—¡Oh dios mío, Barry! —El muchacho se gira hasta donde su esposa está mirando y lo ve; el pequeño niño está de pie y hace sus mejores intentos por caminar.
—¡Está caminando, Caitlin! ¡El niño está caminando! —Los dos se ponen de pie y contemplan los primeros pasos de la vida de ese bebé.

La euforia es tan grande, que se abrazan con fuerza, casi como si se tratara de su propio hijo. Barry capta en vídeo tanto como puede y lo envía a Cisco.

La madrugada cae y se encuentran a sí mismos acunando al bebé para que duerma.
Por cuarta vez, la Doctora se levanta al oírlo llorar y lo toma entre sus brazos.
Barry sale tras ella y la observa, adormilado.
La chica está tarareando una canción de cuna.
Entonces, Barry se ve a sí mismo con algunos años más, observando a su esposa y a su bebé abrazados en medio de la noche.

Y la respuesta se forma en su mente en segundos. No puede evitar una enorme sonrisa.
Camina hasta donde se encuentran y le da un casto beso a la castaña, ahuecando su rostro entre sus manos.
—¿Barry qué...? —Él la interrumpe.

—No puedo esperar para que sea a nuestro hijo a quien duermas.

IMPORTANTE:
Y bueno... Creo que lo justo es que lo diga ya; esta historia está en su tramo final.
La razón por la que he decidido que va a finalizar es porque ya he cubierto todo lo que quería con esta historia.
He creado una vida para Barry sin Iris, he creado una historia fuerte y profunda para Killer Frost y una historia familiar para Caitlin. He hecho Snowbarry, les he dado un noviazgo hermoso y también una vida como pareja casada.

He recreado cada escena que amaría ver en la serie y por tanto, creo que mi trabajo aquí ya ha concluido.
¡Os lo he dado todo! Ya no me queda nada más por escribir en esta historia y por eso creo que es mejor terminarla a lo grande y no alargarla tontamente y que se vuelva aburrida y sin sentido.

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