Dicen
que todo sacrificio,
obtendrá
su resultado...

Y no lo creía así
hasta que lo conocí.
Un hombre altanero,
ególatra e idiota.

Que a la primera
de cambio,
huyó cómo ave migratoria
del supuesto hogar de ambos.

Aún así,
me enseñó
que amar
requiere sacrificios.

Que todo
propósito
dará
sus frutos.

Y que muchas veces,
hay que darlo todo.
Dar hasta lo que no tienes
para obtener resultados.

Y ahora estas aquí...
¿O eres obra de mi mente,
que de tanto rogar en plegarias
apareciste en cuerpo y alma?

Entonces, te observo
sensible e irritado
largando lo que quema
por salir desde mis labios.

Temblando
y con mi corazón en la mano,
bombeando
completamente desaforado.

Y dando por sentado
al destino y a sus hilos,
indignado te cuestiono
el porqué de tu designio.

Y esos ojos
que antes miraban vacíos,
hoy me observan
con lágrimas de veracidad.

Mirada de súplica,
de anhelo,
o tal vez...
de incrementada codicia.

Así,
te acercas
a mi cuerpo
cual animal al acecho.

Tomando mi mentón
entre tus dedos,
arrastras tus manos
por los relieves de mi faz.

Dedos que se enredan
en mis sedosas hebras,
cuando de un solo jalón
fusionas nuestras bocas.

Toques que desarman
a medida que me tocas,
remplazando mis pesares
con el sabor de tu boca.

Tu roce exigente
iguala al amor
que antes mostraban
nuestros cuerpos en unión.

Y aún así, me dejo llevar...
Por el calor de tu tacto,
por la destreza de tu lengua,
y por las mentiras de tu boca.

Quemando mi cuerpo
cuando furtivos pasamos
de la desordenada aflicción
a la codicia que brota.

Talante
necesidad de tu mano
por las partes,
de mi pincelado soma.

Pero luego,
despertando,
alejo mi cuerpo
del ardor de tu tacto.

Necesito las respuestas
que volátiles quedaron
atascadas en mi garganta
cuando de ti, no quedo nada.

"¿Qué pasa?"
Me susurra entre besos.
"No lo entiendo..."
Contesto ahogado en el momento.

Necesito redactar
en palabras,
la razón
de tu regreso.

¿Por qué
en vez de sentir fallos,
siento plenitud
en mi cuerpo?

Luego,
recorres con tu mano
cada curva
de mi lienzo.

Dejando
efímeros besos
sobre mis
rubios cabellos.

Y aferrado
a la calidez
que reconoce
mi piel en tu piel.

Dictamino
que respuestas,
buscaré
en otro momento.

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