Doce campanadas en medio de la nada. Resguardan mi cordura, de lo que alguna vez fui, o tal vez, no lo fui nunca.

Tallando mis ojos acuosos, ante el incierto recuerdo que me inunda al despertar, de lo que debería haber hecho.

Y maldigo para mis adentros, rogando a alguna deidad, cerrar mis ojos de nuevo y volver a despertar en aquel fatídico tiempo.

Dándome la suficiente valía para actuar con claridad. Y decidir que escapar, no era el único camino para optar.

Entonces, aturdido de las voces contantes que inundan mi adolorida cabeza, me privo de la visión a mis cansinos ocelos.

Esferas que han resguardado mi lástima por años. Rogando por un atinado descanso, que hasta el día de hoy, aún no soy capaz de hacerlo.

Pero en cuanto abro mis ojos, la diatriba de mí vida se sucede justo en este preciso momento.

Dedos acusadores que se ríen de las desgracias ajenas, y un tembloroso cuerpo estancado entre medio de todos ellos... Mi cuerpo.

Y entre el miedo y la constante necesidad de salir huyendo, recuerdo el venidero sufrimiento y elevo valiente mis ojos. Enfrentando con certeras palabras, a todo aquel que se atreva a señalarme con su dedo.

Rebosante de valía y dispuesto a darlo todo. Y sin dejar que otros, den dictamen del designio de mis sueños.

Así es que despierto de mis recuerdos en sueño, tallando uno a uno mis lagañosos ocelos. Sin ahogos presentes o venideros y con una cálida sensación en el medio de mi pecho.

Percepción de un profundo amor, que es capaz de sanarme desde mis adentros. Decidiendo que a partir de hoy, me amo yo... y luego al resto.

Gracias por pasarte♥️