Algunas palabras
que ingresan al oído
en forma de metáforas,
no riman con el dolor.

Porque cuando sangra
tu débil y estrujado corazón
a veces no consuela
un simple y patético: perdón.

Entonces, repletas tu cabeza
buscándole la vuelta
para ver si encuentras el nexo,
o el porqué, te sucedió.

Pero luego te das cuenta,
de que no vale la pena
darle vueltas a un asunto
que no tiene solución.

El traidor,
siempre traiciona.
Y acabas inerte, respirando,
solo por obra y gracia del Señor.

Desatinado obsecuente
y finalmente, matador.
Tal vez no derramarás sangre
pero sí, abundante dolor.

Solo espero
que la rueda del destino,
algún día,
gire a tu favor.

Y te permita
aprender de primer mano
lo que sangra
un enamorado corazón.

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