Ese impulso que nos llama...
Esa voz que no amilana...
Aquello que dicta de ser correcto
aunque nada bueno salga.

Palabras -son simples palabras-
habría dicho un erudito, pero,
¿quién sabe más acerca de eso
que aquel que puso su tela en juicio?

No sabe de remordimientos,
tampoco de palabrerío,
solo sabe al vino extinto,
picado y más corroído.

Así te sientes:
podrido, invalidado y perdido,
cuando todo esfuerzo se pierde
con la fuerza de un chasquido.

Entonces, suspiro,
miro hacia arriba y suplico,
rogando al Dios que es grande
que no se olvide de sus hijos.

Y dejando
mi corazón en tus manos,
te digo:
te quiero, pero te quiero vivo.

Gracias por estar ♥️