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Título: ¡Boda!
Personaje: Damian.

Lo que sucedería si Selina le dijera que a Bruce y Damian fuera un poco más grande, legal:v, según su escritora favorita, ocno:c

Dedicado con tomo mi amor del mundo para: MARANONIMOUS
~~~•••~~~•••~~~

—¿Una... Boda? — Le pregunté  a Damian, mirándolo perpleja mientras él se limitaba a asentir molesto y de brazos cruzados.

Ambos caminamos a un paso sumamente lento a comparación de lo habitual por las calles de Gotham. Él me había llamado en la mañana rabiando a más no poder y diciéndome que necesitaba hablar conmigo, confundida acepté y ahora me encontraba aquí con él, oyendo cómo se desahogaba, contado cada detalle de cómo se había enterado de que su padre se iba a casar y lo infeliz que eso lo hacia.

— ¡Me siento tan frustrado! — Gruñó cuando llegamos al parque, asustando a algunos niños que jugaban tranquilamente con sus carritos en la arena y frunciendo más su ceño mientras nos sentábamos.

— ¿No quieres que tu padre por fin sea feliz? — Cuestioné alzando una ceja, entendiéndolo pero también poniéndome de parte de Bruce. 

— Sí, claro que sí pero... — Apretó los puños y gruñó como niño pequeño — ¡Joder! Ahggggg — se jaló el cabello y pataleó hacia el frente, quise reír pero me mordí el labio reprimiendo la risa — fue jodidamente inesperado.

— Sigo sin ver el problema — conteste sincera y puse una mano en su hombro, él me miró con el ceño fruncido y le sonreí esperando tranquilizarlo —. Tu padre se va a casar Damian, él merece ser feliz de una vez por todas y tú debes dejarlo hacer de su vida lo que quiera, sí, eres su hijo, pero no por eso le vas a impedir juntarse con la mujer que ama.

Su respuesta fue un chasquido de lengua. Bajó la vista y agarró fuertemente mi mano, entre lanzándola con la suya y apretándola con fuerza.

— Creo que mi problema es que tengo miedo de que las cosas cambien, porque, apenas he logrado no ser el idiota que era cuando niño, ahora me llevo bien con todos y... — me miró, noté que sus ojos se cristalizaban un poco pero no me atreví a decir una palabra — ¿crees que ese ambiente se vaya? Digo, si Selina llega y algo cambia, ¿qué tan malo puede ser para mí? Por fin me sentía en casa, tranquilo y llega alguien a alborotar por todo lo que he luchado...

Desvío la vista, seguramente para evitar que lo viera derramar aunque sea una sola lágrima y rápidamente me solté de su agarre y le tomé el rostro, acunando sus mejillas entre mis palmas.

Lo miré directamente a los ojos y le sonreí.

— Yo me aseguro de que no te dejes de sentir en casa, yo me aseguro de que Selina sea una buena madrastra, yo me aseguro de que tu futuro sea feliz pero, solo una condición te voy a poner...

Atónito, el parpadeó varias veces y asintió.

— No seas una niña y enfrenta las cosas como solías hacerlo.

Antes de contestarme, giró su cabeza inesperadamente hacia el frente, observando sin expresión a un niño que se había quedado en el arenero con su carrito al igual que un principito  valiente. El silencio incómodo se esparció por el aire y solo se continuaron viendo.

— Pierdete — le susurró al pequeño.

El niño de cabello rubio entre cerró los ojos, agarró su carrito rojo, se levantó, se acercó peligrosamente hacia nosotros y lo desafió con sus siguientes movimientos.

— Tu novia es bonita, no debería estar con un mocoso como tú — después de sacarle la lengua a Damian, me miró a mí y puso su mejor cara —. Ten, adentro esta el número de mis papás por si quieres ser mi niñera algún día, estoy aquí los martes, jueves y sábados a las tres de la tarde.

— No es mi novia... — Murmuró el azabache cruzando ambos brazos y bajando la vista. ¿Sería un buen momento para ir por pegamento? Mi corazón se rompió por accidente.

Y se fue saltando hacia una hermosa señorita rubia.

Solté una carcajada considerando la posibilidad de un nuevo trabajo y en que probablemente ese niño de grande sería un Dickson (Dick y Jason) maravilloso.

Un carraspeo intencional me hizo concentrarme en mi mejor amigo.

— Ya te dije lo que necesitas hacer, lo demás dejamelo a mí.

Lo abracé sin dejarlo reaccionar y tras un leve tambaleo de brazos, él me lo correspondió sonriendo en mi oído.

...

El día tan ansiado había llegado, estaba en la mansión Wayne en la habitación de huéspedes, que días atrás, se había convertido en la guarida femenina que tenia con la señorita Kyle, una persona que a pesar de haber hecho que Damian tuviera una pequeña crisis, se había convertido como una madre para mí.

— Te ves hermosa, cariño — Su ronroneo intencional pero natural llegó a mis oídos y rápidamente me giré sonrojada, observándola atontada desde que le había puesto los ojos encima.

¿Hermosa? Dios, si yo era hermosa en ese momento, ella era una maldita diosa.

— S-Selina... — susurré impactada todavía, sintiendo las lágrimas acudir a su llamado al pensar que en verdad estaba pasando esto, en verdad Bruce se iba a casar.

— ¿Sí? — Cuestionó acercándose a mí al sonriendo de lado, cuando se acercó lo suficiente, comenzó a terminar de arreglarme y yo seguía sin contestar — ¿Te comió la lengua el gato, hermosa?

Reí más por nervios que por nada.

— Estoy emocionada — Susurré cerrando los ojos para sorprenderme  más con lo que la felina le estaba haciendo a mi cabello y rostro.

— También yo... — admitió en un suspiro — pero estoy más emocionada por ti.

— ¿Por mí?

Antes de contestar, palmeó mi hombro, una pequeña indicación de que abriera los ojos y así lo hice.

Bien, ahora parecía otra diosa, la verdad era que me veía bien y su sonrisa me lo comprobaba.

— Ey, Sel, sigo con la duda, ¿poe qué por mí? — Fruncí el ceño y su sonrisa dolo se hizo más grande y su semblante de hizo algo burlón.

— Acabo de revelar información demás, ups — Y salió de la habitación contoneándose.

Hija de su madre, lo había hecho a propósito.

Me miré por ultima vez en el espejo y justo cuando giraba mi cuerpo, unos pequeños golpes en el puerta llamaron mi atención.

Damian, con traje, mirándome fijamente, quedándose mudo e intentando frenar la pequeña sonrisa que se le quería escapar del rostro.

— ¿Lista? — Cuestionó sin poder ocultar más su sonrisa.

Asentí y ambos salimos.

...

— ¡Esto es demasiado para mí! — Sollozó Grayson mientras Alfred, quién estaba junto a nosotros en la mesa, sacaba ágilmente un pañuelo y se lo tendía.

Todo el mundo observaba sonriente a la feliz pareja que bailaba al son de la música lenta y se susurraban cosas al oído. El lugar era una especie de bosque bastante despejado, todo era sumamente elegante pero sin perder el ambiente que unos cuantos súper héroes podrían brindarle y estaba disfrutando todo al máximo.

— N-No voy a llorar — susurró Jason con la voz entrecortada y moqueando, sus manos temblaban y una sonrisa torcida se asomaba por su rostro.

— ¡YO SI! — Chilló Roy, quién estaba sentado junto a él, mientras se lazaba a abrazarlo y se ponía a llorar a mar abierto.

Solté una risilla limpiando unas cuantas lágrimas en mis mejillas y sonreí. Mis ojos buscaron a Damian, aun sin saber muy bien a dónde había ido o si quiera si iba a volver pero una mano en mi hombro me hizo girar bruscamente.

— Felicidades, _____ — Me felicitó Barbs, con una enorme sonrisa en el rostro.

Confundida, intenté sonreír.

— ¿Felicidades por qué?

Su bello rostro cambió radicalmente al darse cuenta de que no tenia idea de qué hablaba.

— Ah... Porque, este... Porque esta vez te supiste arreglar mejor que yo.

Y salió corriendo como si su vida dependiera de ello.

— Hoy todo el mundo esta extraño...

— Oye, todos aquí somos bastante extraños en realidad, creí que ya te habías acostumbrado — murmuró el arquero mirándome —. Por cierto, felicidades.

Maldita sea, ¿qué rayos hice para que todos me felicitaran y Selina estuviera emocionada por mí?

— Como sea — Conteste rodando los ojos y apoyando la cabeza en la mesa.

— _______ — Susurraron lo suficientemente alto como para que yo escuchara, levanté la vista y los ojos verdosos de Damian fue con lo primero que me topé.

— ¿Sucede algo?

El tragó saliva, parecía nervioso.

— Quiero que veas algo — Me tomó de la mano y prácticamente me jaló a rastras fuera de la fiesta, directo al bosque.

— ¿Me vas a violar? — Le pregunté divertida mientras me guiaba casi a ciegas entre las ramas.

El solo se rió y negó con la cabeza, algo completamente extraño en él, por lo general solo me diría algo más idiota.

— Desde este punto, te tengo que vendar los ojos — Me susurró mientras se ponía detrás de mí y sentía una venda oscura cubrir mis ojos.

— Confirmado señores y señores, Damian quiere deshacerse de mí — Avisé sintiendo mi corazón palpitar con velocidad.

— ¿Confías en mí? — Me susurró al oído, poniendo sus manos en mis hombros y haciendo que mi ser completo vibrara, explotando en un sin fin de emociones.

Asentí como idiota y sentí su sonrisa ensancharse.

Después de caminar un rato por el bosque, sin en realidad saber qué clase de camino había tomado, Wayne se paró en seco y me dejó parada en lo que supuse era el centro de algún lado. Sentí sus pisadas rodearme para quedar en frente de mí, lo oí suspirar algo asustado y sentí miedo.

— Quitate la venda — Ordenó demandante.

Le obedecí sin rechistar y en cuanto ese pequeño pedazo de tela con su olor dejó de cubrir mis ojos, estos rápidamente se inundaron de lágrimas y un nudo apareció en mi garganta por arte de magia.

Damian.

Arrodillado frente a mí, con la mirada apaenada, sonrojado y con una sortija en una pequeña cajita roja.

A nuestro alrededor había luciérnagas, había un pequeño lago dónde el croar de las ranas lo hacia ver pacífico, las hojas de los árboles sonaban tranquilas, el viento era algo gélido, la luna llena nos iluminaba y apenas lograba oír el ruido ensordecedor de la fiesta.

Era el lugar perfecto.

— _____, mi mejor amiga, debo confesar que te he amado desde la primera vez que me sonreiste y me ofreciste tu amistad cuando nadie más lo hizo... — ¿en verdad estaba pasando esto? — y consiente de que cada día sería una agonía al no poderte amar como quisiera, me acerqué a ti y gracias a eso, ahora soy quien soy, gracias a ti me convertí en una persona maravillosa y es por ello, que hoy, el día de la boda de mi padre, he decidido armarme de valor para poder preguntarte algo que he tenido en la mente desde hace mucho... Y sé que que corro el riesgo de perderte para siempre, algo con lo que no podría vivir, pero si no me arriesgo, podría perder algo más grande. ¿Quieres casarte conmigo?

Se me cortó la respiración y de pronto no sabia cómo hablar.

Me límite a asentir sin dejar de llorar y me lancé a abrazarlo sin darme cuenta que la mayoría de los invitados se encontraban mirándonos con una sonrisa en el rostro escondidos entre los árboles.

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