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Solté el aire que contuve. A continuación, Jungkook cambió su postura.

—De verdad me interesa saber mucho el motivo por que quieres ser maestro.

Tragué saliva y aparté la vista de él. A nadie le había contado el verdadero motivo de mi decisión, no quería que nadie lo supiese. Mucho menos, Jungkook.

—De acuerdo, entonces empezaré yo —dijo—. Si hubiese sido por mi padre, estaría estudiantes Economía para después trabajar en su compañía, igual que mi hermano mayor, Jihyun. No le interesaba en lo más mínimo en lo que yo quería dedicarme en realidad, todo lo contrario. Siempre he sentido pasión por el cine y el diseño. Mi madre es la responsable de que me haya inclinado por el diseño.

Lejos de decir nada, me mantuve con los labios sellados. Empezaba a conocer más sobre él y me di cuenta de que simplemente tenía una forma peculiar de referirse, pero sin malas intenciones. Aún así, había despertado recuerdos desagradables.

《Esto no es más que una aventura como tantas otras para llamar la atención》 Resonaba la voz de mi padre dentro de mi cabeza.

Intenté concentrarme en todo mi alrededor y lo que Jungkook me estaba contando. Era libre todo aquello daba fe de mi libertad. Ya no era la persona de tiempo atrás y nada de que estaba viviendo tenía que ver con lo que había sucedido en el pasado.

—¿Y que dijo tu padre? —pregunté luego de un rato.

Jungkook metió las manos en los bolsillos de su hoodie.

—No se lo tomó bien. Me dijo que debería estudiar una especialidad que asegurara mi futuro, por eso lo ingeniería, aunque no le doy tantas ganas como al diseño. Cuando me mudé aquí, me negó cualquier clase de ayuda económica.

—¡¿Qué?!

Él solo se encogió de hombros.

—¡Solo porque tus sueños no encajan con sus expectativas no puede ser en la nada! ¡Eres su hijo!

—Tranquilo, puedo vivir sin su dinero —dijo rehuyendo mi mirada.

—Imbécil —exclamé molesto. Enseguida me di cuenta de cómo había llamado a su padre—. Ay… no quería decir eso, yo…

—No pasa nada, me gusta que seas tan expresivo.

Mis mejillas comenzaron a quemar cuando me miró. Era increíble la cantidad de emociones que puede provocarme en todo el cuerpo en tan poco tiempo.

—Mmm… Yo…, a mí me gustaría cambiar la vida de los jóvenes —dije. Las palabras salieron solas, simplemente escaparon de mis labios sin que yo pudiera evitarlo. Iba a contarle lo que a nadie había contado, a Jungkook—. Soy ingenuo, lo sé. Pero para mucha gente la época del instituto es la más dura de la vida. Aparte de transmitirles conocimientos, quisiera ser para ellos alguien a quien puedan recurrir cuando lo necesiten. Me gustaría enseñarles cosas importantes de la vida. Me gustaría…

Me quedé callado. El murmullo de un arrollo se oía cerca.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó Jungkook, siguiéndome de cerca.

—No quiero limitarme a enseñarles solo lo que un plan de estudios pide. Hay muchos valores que no se tienen en cuenta y que se pierden en el camino. Hay muchos jóvenes que no tienen una persona de referencia, nadie que se interese por ellos. A mi me gustaría ser esa persona, alguien a quien le pueda pedir algún consejo…, pero tampoco se trata de eso. Simplemente me gustaría tener un efecto positivo en ellos, en sus vidas. Darles lo que tal vez no encuentren en sus casa y guiarlos por un buen camino cuando se encuentren desorientados.

Es ahí, cuando sin darme cuenta. Estaba contado un poco sobre mí y como me sentía yo en mis épocas de instituto.

Jungkook me miraba de reojo.

—Me gustan tu manera de pensar y tus motivaciones —opinó poco después—. Hay gente que sólo quiere volver al insti porque recuerda haberlo pasado genial. No se encuentran muchos profesores que pongan su alma en su trabajo y se tomen en serio a sus alumnos —me sonrió—. Serás un excelente profesor, Jimin.

—¿De verdad? —pregunté sin pensar.

Jungkook se encogió de hombros y volvió a sonreírme.

—No paras de hablar todo el rato. Eso ya está bien, para empezar.

Hice una mueca graciosa al escucharlo. Sin darme cuenta, tropecé con la raíz de un árbol. Jungkook me agarró del brazo antes caer al suelo.

—Además, tendrás el honor de protagonizar un montón de sueños húmedos —dijo moviendo las cejas divertido—. Recuerdo perfectamente la primera vez que soñé con un profesor omega, estaba buenísimo..

—¡Qué asco!

—No, en serio. Se miraba tan bien que no podíamos para de…

—¡Jungkook!

—Con esas piernas tuyas y retaguardia que tienes detrás, no tardarás en tener un montón de preadolescente babeaondo por ti.

—Tal como lo cuentas, parece que tienes mucha experiencias al respecto.

—Bueno, en el instituto yo era muy inocente

—Pues ahora no.

—No, ya no —dijo sonriendo con picardía—. La inocencia está sobresaltada. Sólo sirve para impedir que nos divirtamos de verdad.

Negué con la cabeza.

—Veo que es cierto todo lo que dicen sobre ti.

—¿Qué dicen? —preguntó mientras giraba hacia la derecha. El murmullo del agua se oía cada vez con más intensidad.

Recordé las historias que circulaban en el campus de la universidad y llegué a la conclusión de que sería mejor no responder con total honestidad.

—Se habla mucho de un mal de amores.

—Créeme, los omegas y betas siempre saben lo que pueden esperar de mí. Yo no engaño a nadie, soy sincero desde un principio. Lo que pasa es que al final lo alfas siempre acabamos siendo los malos.

Puse los ojos en blanco.

—No me extraña que te llevaras un chasco tan rápido. Un chico inocente que quiere ligarse con alguien pero sin asumir responsabilidades. Esos solo puede acabar en…

Solté un grupo al casi resbalarme y caer sobre una roca. Jungkook me salvo el pellejo de nuevo, mirándome con crítica.

—Ya. No me mires así, las personas se encaprichan contigo y se hacen ilusiones. A mí me ocurre lo mismo cuando alguien me gusta.

Jungkook negó con la cabeza.

—Por eso me llevaste a la cama anoche.

—Porque estaba en medio del pasillo, tieso como estatua.

Intenté rehuir de su mirada, pero él me lo impidió. En lugar de eso, se me acercó hasta que nuestras frentes casi se tocaban.

Tragué saliva.

—Me llevaste a la cama porque te gustó.

—¡Ay, por la luna, Jungkook!

—Claro que si. Está en tu naturaleza preocuparte por los demás, tú mismo lo has dicho. Y apuesto a que las cosas que más te atraen son las que no tienen arreglo.

Aún cerca de mí, respondí.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Que no tienes arreglo?

En lugar de responder, recorrió mi rostro con la mirada. Se detuvo unos instantes en mi labios para luego fijarse en mis ojos.

—Créeme, rosita, prefieres no saberlo.

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