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—¿Quieres salir a dar un paseo? —preguntó Jungkook en voz baja mientras sacaban la vajilla que anteriormente habían lavado.

—Si quieres subir a una montaña, no he traído el calzado necesario.

Él se apoyó de espalda al fregadero con las dos manos.

—He pensado que estaría bien mostrarte unos cuantos lugares a los que solía ir. Podríamos tomar un café… o algo.

Jimin sonrió. El alfa era muy adorable cuando estaba en la casa de su madre.

—Será un placer.

—¿Por qué sonríes de ese modo?

Enseguida, Jimin apretó los labios para reprimir una sonrisa, pero cualquier intento fue en vano.

—Para ya. Da miedo. Parece como si estuvieras planeando cuál será tu siguiente víctima.

—¿Qué? —exclamó el omega poniendo sus brazos en la cintura, mirándonos fijamente—. ¿Me estás diciendo que mi sonrisa es inquietante?

Él enderezó la espalda.

—Si, pareces un payaso en una película de terror.

—Jungkook… —dijo Jimin en tono de advertencia.

—O el Joker. Es como si tus labios…

No pudo continuar. Jimin lo azotó con el trapo como si fuera un látigo. Jungkook esquivó el golpe poniéndose de lado y soltó una carcajada.

Con un gruñido, Jimin se echó hacia adelante e intentó de nuevo. El trapo le fustigó el trasero.

—¡Ja! —exclamó victorioso, pero su risa se desvaneció cuando el alfa lo agarró y lo levantó del suelo cargárdolo sobre su hombro—. ¡Déjame bajar!

El siguiente azote del trapo terminó contra el trasero de Jimin. Soltó un chillido.

—No estamos solos, Jungkook. Para ya de hacer tonterías —siseó, braceando para intentar que lo soltara.

—Jungkook, deja tranquilo al chico —habló Sun Hee. Jimin se sorprendió al ver que él comportamiento de su hijo no le parecía nada nuevo. Era como si ya estuviera acostumbrada a ello.

Él ignoró a ambos y se dirigió hacia el pasillo sin dejarlo en el suelo aún.

—¿Adónde van?

—Quería dar una vuelta con Jimin —respondió. El omega movió sus pies intentando zafarse—. Para ya de patalear, rosita.

Sin pensarlo dos veces, intentó enderezar el cuerpo para zafarse. Jungkook perdió el equilibrio y dio un paso inseguro hacia adelante. En consecuencia, Jimin se golpeó la cabeza con la pared, vio estrellas en ese momento.

Soltó un gemido de dolor.

—Mira lo que has hecho —murmuró el alfa. Enderezando su cuerpo, envolviendo con una mano el torso de Jimin y con la otra le agarró la cabeza con cuidado—. ¿Estás bien?

Jimin le soltó un gruñido. Veía puntitos negros, tuvo que parpadear varias veces para volver a ver el rostro de Jungkook con claridad.

—¿Rosita? —preguntó con un tono más dulce.

Estaban muy cerca. Tanto que Jungkook podía darse cuenta de los preciosos labios de Jimin. Sus labios podrían encajar a la perfección con los de él. No pudo evitar recordar el último beso.

Beso.

Ese beso, fue tan…

—¿Nos vamos? —preguntó Jimin separándose de él.

Asintió.

—¡Nos vemos luego, mamá!

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