𝟬𝟰𝟯 | Malfoy

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043. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬-𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘──

❛ Malfoy ❜

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─ ¿De dónde vienen? ─pregunté, acomodándome el cabestrillo, el cual Madame Pomfrey me había colocado, insistiendo que lo use por al menos tres días, solo para asegurarse que el golpe de mi caída y el dolor que me ocasione con esta, no me afecte tanto.

Pude tomar una poción, claro, pero es que ya había tomado varias para el dolor de cabeza, y como no soy tan fan del sabor de estas, ahora me las tengo que aguantar. Aunque no único que me molestaría en este momento, es mi brazo.

─ ¡Se supone debes estar en cama! ─Harry me regaño, llegando hasta mi lado, solo para pasar con cuidado su brazo por mi cintura.

─ No es tan grave lo que me paso ─le dije ─. Ya tome una poción, y no fue necesario quedarme toda la noche.

─ Pero Madame Pomfrey había dicho que si.

─ Bueno...a mi me dijo que no.

Hermione me regaño con la mirada, pues sabía que yo soy la que había decido no quedarme en enfermería, sin embargo, decidió no decirme nada más.

Al menos por ahora, porque la conozco tan bien, que una regañada me caerá cuando lleguemos a la habitación.

─ Nosotros estuvimos con Hagrid toda la tarde ─comenzó a contar Ron ─. Casi nos invita a cenar ─hizo una mueca de asco ─. Pero ya sabes como es él, nos dio uno de sus inventos raros. Esta vez era un pastelito...raro.

Mire a los chicos con algo de pena. Yo también deseaba ir, pues tampoco estaré en la asignatura de Hagrid este año, y me hubiera encantado ir a decírselo yo misma.

─ No te preocupes, también te incluimos en nuestras disculpas. ─menciono Herms, avanzando hacia nosotros junto con Ron, para así seguir con nuestro camino.

─ ¿Les contó algo más?. Lo he visto triste las veces que estuvo en el Gran Comedor ─murmuré, mientras sentía los dedos de Harry dejar caricias en la parte de mi cintura que tocaba ─. Estuvieron toda la tarde ahí, ¿verdad?

Aragog está muriendo...o esta muy enfermo ─comenzó a contar Harry ─. Lo cual es lo mismo, pero si, eso nos conto.

─ ¿Y podemos hacer algo para ayudar?

─ Él nos dijo que no, no había nada que hacer. ─negó Hermione.

Seguíamos caminando, al menos hasta que recorde algo y gire a ver a mi novio, quien lucía preocupado por mi repentina actitud.

─ Debemos cenar rápido, tienes tu castigo con el profesor Snape y lo último que queremos es hacerlo enojar más.

─ No hablemos de Snape.

─ Pero te botare rápido de la cena.

─ Un aplauso para la novia más cariñosa del mundo.

─ Esa soy yo. ─sonreí satisfecha.

Al estar ya cerca de las puertas del Gran Comedor, vimos como Cormac McLaggen trataba de entrar, pero tuvo que intentarlo más de dos veces, pues la primera vez rebotó contra el marco.

Ron no tardo en reírse, y con pasos exagerados, entro detrás del chico. Sin embargo, vi como Harry con su mano libre, detuvo a Hermione.

─ ¿Que paso?

─ Lo he estado pensando ─contestó él en voz baja─, y yo diría que a McLaggen le han hecho un encantamiento confundus. Y estaba justo delante de donde tú te habías sentado.

Yo los mire a ambos confusa, pues no había tenido la suerte de ver el resto del partido. Tal sólo sabía que Ron obtuvo el puesto, y ya.

─ De acuerdo, fui yo ─confesó ella ruborizándose ─ ¡Pero tendrías que haber oído cómo hablaba de Ron y Ginny! Además, tiene muy mal genio, ya viste cómo reaccionó cuando no lo elegiste. No te interesa tener a alguien así en el equipo.

 ─ No ─admitió Harry─. No, supongo que tienes razón. Pero ¿no crees que ha sido un proceder deshonesto, Hermione?

─ Si, Hermione ─coincidí con él, siguiéndole el juego ─. Es decir, no me ayudaste a mi, y cero rencores, en serio...¿Pero ayudar a Ron usando un hechizo? Recuerda que eres prefecta.

─ ¡Cállense! ─nos espeto ella, mientras nosotros sonreíamos.

─ ¿Qué hacen ahí atrás? ─preguntó Ron, quien había regresado sobre sus pasos, mirándonos con desconfianza.

─ Nada. ─contestamos al unísono, y lo acompañamos adentro.

El olor de la comida en el almuerzo me hacia marear, pero ahora mismo, todo podría ser un manjar para mi. Tengo mucha hambre, así que pretendo comer un montón.

Dimos un par de pasos hacia la mesa de Gryffindor, pero justo cuando ibamos a sentarnos, el profesor Slughorn se plantó delante de nosotros.

─ ¡Harry! ¡Milan! ¡Me alegro de encontrarlos! ─dijo con una voz tronante y tono cordial, retorciéndose las puntas del bigote de morsa ─. Lamento tu caída en el entrenamiento, señorita Lupin, si necesita descansar, lo entenderé. ¡Pero necesitaba pillarlos antes de la cena! ¿Qué me dices de venir a picar algo a mis aposentos? Vamos a celebrar una pequeña fiesta; sólo seremos unas cuantas jóvenes promesas y yo. Vendrán McLaggen, Zabini, la encantadora Melinda Bobbin... ¿La conoces? Su familia tiene una gran cadena de boticas. Y por supuesto, espero que la señorita Granger me honre también con su presencia.

Y le dedicó una leve reverencia a Hermione. Era como si Ron fuera invisible; ni siquiera lo miró. 

─ No puedo ir, profesor ─se excusó Harry ─. Tengo un castigo con el profesor Snape

─¡No me digas! ─exclamó Slughorn componiendo una cómica mueca de disgusto─. ¡Vaya, pues yo contaba contigo, Harry! ¿Sabes qué? Voy a hablar con Severus y le expondré la situación. Estoy seguro de que lograré que aplace el castigo. ¡Descuida, nos vemos luego!

Y salió precipitadamente del Gran Comedor.

─No lo logrará ─dijo Harry en cuanto Slughorn se hubo alejado─. Este castigo ya se ha aplazado una vez; Snape lo hizo por Dumbledore, pero no lo hará por nadie más.

─ Pues ojalá puedas venir. ¡No me apetece nada ir sola! ─se quejó Hermione, al menos hasta que le di una dura mirada de indignación ─. Si, porque tu iras a descansar a enfermería, o al menos a la habitación. A medio día fue tu caída y no es posible ni prudente que estés aquí.

─ Hermione, existe la magia ─le recorde ─. Y lo único que me molesta el el dolor del brazo, el de mi pierna ya paso.

─ No te creo, pero está bien. ─murmuró ella.

─ Aunque no creo que estés sola, supongo que también habrá invitado a Ginny. ─apuntó Ron, a quien no le había sentado nada bien que Slughorn lo ignorara.

Yo me solté de Harry y me acerque al pelirrojo, pasando mi brazo bueno por sus hombros, y sonriendo le dije:

─ No te preocupes, tu eres mi Weasley favorito de todos los tiempos.

─ ¿Enserio? ─vi como sus ojos se iluminaron.

─ Pues claro, hombre ─aseguré de inmediato ─. Si tuviera que elegir entre tu amistad y un trozo de chocolate, elijo tu amistad y luego regresamos los dos a robar el chocolate.

Al parecer eso mejoró un montón el humor de Ron, pues estuvo haciendo sus chistes habituales durante la cena. Y me alegraba verlo así, pues suficiente tiene en su casa con que lo comparen con sus hermanos, incluso con la menor: Ginny.

Incluso un par de veces logre escuchar que su madre lo compara con Harry. Es decir, no digo que la señora Weasley sea alguien malvada, pero a veces sus comentarios se cruzan la línea, como con Fleur todo este verano.

En fin, luego de comer, nos dirigimos a la torre de Gryffindor. Encontrándonos con la sala común abarrotada, pues la mayoría de gente había terminado de cenar, pero afortunadamente, encontramos una mesa libre.

Me sentí un poco mal al ver que Ron otra vez con su mal humor, aunque lo comprendía. Se debe sentir feo. 

Hermione por su parte, cogió una ejemplar de El Profeta Vespertino que alguien había dejado en su silla, y se puso a hojearlo, mientras yo intentaba zafarme del cabestrillo, pero con mi novio al lado, era imposible.

Ese chico me tiraba suaves golpecitos en la mano cada vez que yo lo intentaba, y me amenazaba con devolverme a enfermería. Lugar al cual no quería ir, pues aunque amaba a Poppy, ella era muy estricta con sus indicaciones.

─ ¿Hay alguna novedad? ─preguntó Harry, tomando mi mano buena para que no intentara arrebatarme el cabestrillo.

─ Pues no... Mira, Ron, aquí está tu padre... ¡No, no le ha pasado nada! ─se apresuró a añadir, pues el chico la miró con cara de susto ─. Sólo dice que ha ido a investigar la casa de los Malfoy: «Este segundo registro de la residencia del mortífago no parece haber dado ningún resultado. Arthur Weasley, de la Oficina para la Detección y Confiscación de Hechizos Defensivos y Objetos Protectores Falsos, declaró que su equipo había actuado tras recibir el soplo de un confidente.»

─ ¡Toma, el mío! ─soltó Harry ─. En King's Cross le hablé de Draco y de su interés en que Borgin le arreglara una cosa. Bueno, si esa cosa no está en casa de los Malfoy, Draco debe de haberla traído a Hogwarts...

─ Eso es imposible. ─le dije.

─ ¿Porque? 

─ Nos registraron al entrar.

─ Pues a mi no me registro nadie.

─ No, a ti no, porque llegaste tarde. Pero a los demás mortales ─comencé a contar, recordando el momento ─. Filch nos paso un sensor de ocultamiento cuando llegamos al vestíbulo, y fue muy tétrico.

─ Si, Filch habría detectado cualquier objeto tenebroso; me consta que a Crabbe le confiscaron una cabeza reducida. Es imposible que Malfoy entrara en el colegio con algo peligroso. ─continuó Herms.

─Entonces se lo habrá enviado alguien con una lechuza ─dijo Harry, rehusándose a que su hipótesis sea errada ─. Su madre, por ejemplo. 

─ También revisan a las lechuzas ─replicó ─. Filch nos lo dijo mientras nos pasaba esos sensores de ocultamiento por todas partes

Yo sacudí mi cabeza, mirándola. ─ ¿Nos revisan las lechuzas?

─ Si, nos lo dijeron.

─ Yo no escuche.

─ Estabas jugando con Ron a guerra de pulgares. 

Yo fruncí el ceño, y se que Hermione estaba a punto de preguntarme sobre eso, pero Harry la interrumpió, dejándola con la palabra en la boca.

─ ¿Se te ocurre alguna manera de que Malfoy...?

─ Déjalo ya, Harry ─le cortó su amigo con malos modos

─ Oye, que yo no tengo la culpa de que Slughorn nos haya invitado a Milan, Hermione y a mí a esa estúpida fiesta. Ninguno de los tres quería ir, ¿vale? 

─ Vale, pero como a mí no me han invitado a ninguna fiesta, creo que voy a acostarme. 

Yo me levante de inmediato. 

─ ¡Ron!

─ Déjalo, Milan.

Mi mejor amigo siguió avanzando, e incluso de lejos podría notarse su tristeza disfrazada de enojo. 

Quería ir a verlo, estar un rato con él, pero lo conozco demasiado bien como para saber que en principio va a querer estar solo, y despues, vendrá a hablar o algo así.

─ ¡Hola, Milan! ─saludó Alyna, aquella pequeña que es mi viva imagen, es más, le tomare foto y se la mandare a mi padre.

─ Hola. ─sonreí.

─ Oh, bueno, quisiera quedarme a charlar, pero traje un mensaje para Harry Potter.

─ ¿Del profesor Slughorn? ─preguntó él, enderezándose. 

─ No, del profesor Snape ─dijo Alyna ─. Dice que te espera en su despacho a las ocho y media y que le tiene sin cuidado las fiestas a que te hayan invitado. También quiere que sepas que tendrás que separar los gusarajos podridos de los buenos para utilizarlos en la clase de Pociones, y... que no hace falta que lleves guantes protectores. 

─ Muy bien ─se resignó Harry─. Gracias, Alyna.

─ ¡No te olvides que te ayudare a estudiar la próxima semana! ─le hice recordar, pero probablemente no me escucho, esa niña es tiene mucha energía, y anda de un lado al otro.

Cada uno siguió a sus cosas. Yo trate de atarme el pelo, pero fue inútil. Y en ese momento, cuando quise cortarme el brazo, Harry tomo mi mano y comenzó a llevarme a quien sabe donde.

Comenzamos a bajar las escaleras bajo el manto de la tranquilidad, porque todo es mundo ya debe estar en sus salas comunes.

─ Si pretendes que te acompañe a tu castigo...lo haría sin duda, pero antes que un pie mío pise ese salón, el profesor Snape me asesina.

─ Quería hablar contigo sobre lo que paso en el entrenamiento.

─ No quiero hablar de eso. ─murmuré, evitando miradas con él.

─ Milan, antes de irnos donde Hagrid te dijimos que no quedaste en el equipo...y has estado más que normal ─señaló con preocupación ─. Y se que tu querías en verdad quedar.

─ Ya no quiero estar en el quipo.

─ ¿De donde salió eso?

Giré a verlo con un poco de molestia. ─ Basta, Harry. No quede seleccionada y punto.

Claramente lo hice sentir mal con el tono de voz que use, pero aunque no fui mi intención contestarse así, tampoco me disculparía.

─ Katie quería que entraras, pero los demás estaban diciendo que si lo hacia era por preferencia...ya te contamos como se puso Cormac con lo de Ron, y...

─ Ya, para. No intentes disculparte. No es tu culpa ─aseguré, empezando a retroceder sobre mis pasos, en principio para que el no llegue tarde a su castigo, y también para no seguir conversando sobre esto ─. Iré a recoger la carta de mi padre.

─ ¿Te escribió?

─ Madame Pomfrey me traiciono, y le conto todo a papá. ¡Yo le dije que no le contara nada para no preocuparlo! Pero no me hizo caso.

Lo vi asentir, comenzando a irse por aquel pasillo que llevará a las mazmorras. 

Mientras yo me dirigí a recoger mi carta, pero me di cuenta que no había ninguna carta. Tal vez él esté ocupado con la Orden. Así que no le di importancia y me dirigí a la habitación para arreglarme e irme a la reunión junto a Hermione.

















MI MAÑANA COMENZÓ MUY NORMAL. Me levante, me cambie, intente peinar sin un brazo, y aliste todo para este día de clases. Procuraba no olvidarme nada, porque subir y bajar escaleras por mis cosas, no era algo que quería hacer hoy.

Una vez lista, baje a la sala común, dándome cuenta que ninguno de mis amigos estaba aquí. Así que sin preguntar o algo por el estilo, decidí salir y bajar sola, dirigiéndome al Gran Comedor para así desayunar e ir a mi primera clase del día.

─ ¿Cómo te encuentras? 

La voz de Theo Nott se escuchó, haciéndome sobresaltar. Estaba a un lado de la escalera, con los brazos cruzados y con su uniforme ya puesto. Además de su mochila colgada en un brazo, listo para irse a clases.

─ Bien ─respondí ─. ¿Qué haces aquí?

─ Solo quería ver como estabas. 

El silencio reino el lugar, y mientras bajamos, lo único que pensaba era en tener una conversación seria con Nott. Es decir, yo le agradezco que me ayudara y que se preocupe por mi, pero no quiero darle falsas esperanzas.

Mi madre ya no envía cartas, y tal vez ya se harto de mi y no me molestara más, así que...por el bien de ambos, deberíamos tener esa conversación.

─ Tengo hambre.

─ ¿Estás yendo desayunar?

─ Si, creo que mis amigos están ahí, no los vi en mi sala común...─de pronto deje de hablar, girando solo para señalarlo con mi dedo índice ─. Tú no solo viniste para preguntarme si estaba bien.

─ No se de que hablar, Mills.

Entrecerré mis ojos, sin dejar de apuntarlo. ─ Te conozco, no olvides que te conozco. Ahora, dime que paso.

Soltó un suspiro.

─ ¿Te acuerdas cuando nos encontramos ayer?

─ Si, cuando venía con Hermione, directo a enfermería.

─ Vi a Draco venir de afuera, estaba asustado, como si hubiera hecho algo.

─ ¿Eso tiene que ver conmigo por...? ─pregunté sin entender nada.

Malfoy siempre es extraño. Y más este año, se la pasa por todos lados, solo que sin sus amigos. Es un lobo solitario la mayor parte del día.

─ No estoy seguro de esto que voy a decir, pero escuche decir que todos los que dieron las prueba de los golpeadores, se estaban quejando de las bludger y las quaffles. Y como vi a Draco venir así yo...

Él me había preguntado preguntado días antes sobre las pruebas de Quidditch, y había ido a molestarme.

Sabe cosas sobre mi madre y no me sorprendería que supiera que esa mujer me envía cartas...¿Y si a él le encargo algo?

¿Sería muy loco de pensar?

Grey no quería que yo siga con el Quidditch, lo dijo en uno de sus escritos. Tal vez no era tan descabellado pensar que en eso, y más porque al parecer ella es un mortifagos importante, y me ha insinuado que yo la debo ayudar con algo relacionado con Harry.

Merlín.

─ Maldito idiota. ─murmuré de pronto, dejando caer mi mochila a un lado.

Comencé a bajar las escaleras a la velocidad de la luz. Estaba enojada porque gente con la que yo no me metía, solo se ocupaban en arruinar mi vida. 

Draco Malfoy es una de ellas, y si cree que me quedaré sentada al saber lo que trata de hacer, esta muy equivocado.

Estaba tan furiosa que no se como bajé tantas escaleras tan rápido, y no me explico como llegue al Gran Comedor en tan poco tiempo, pero lo hice. Y entre a paso firme, con la mirada en la mesa de Slytherin, buscando aquella cabellera rubia que tanto aborrezco.

Una vez lo encontré, apreté los dientes con coraje, y avance rápidamente en aquella dirección mientras me quitaba el cabestrillo del brazo y lo lanzaba a un lado. 

Él al verme a su lado, puso una expresión de asustado...¿o arrepentido?. No, eso pudo ser un espejismo mío. 

Porque casi al instante, vi esa actitud de siempre. Giró con sus sonrisa arrogante en rostro, y antes que pueda decirme una de sus tonterías como "Buenos días señorita Grey", lo agarre del cuello de la camiseta, y con una fuerza que no se de donde saque, tiré de él, apartándolo de la banca donde se sentaba.

─ ¿Que quiere la princesita de Gryffindor? ─preguntó, sin mostrarse muy nervioso por mi actitud, confirmándome que su primera expresión que percibi, solo era una completa farsa que creó mi mente ─. Dijiste que no eras señorita Grey, te estoy buscando apodos.

Él levantó una ceja, y junto a su actitud arrogante, solo hizo que aumentara mi frustración. Ya no podía contenerme, y cómo me importaba estar en un lugar público como era el Gran Comedor, ni siquiera me fije si profesores estaban viendo esto, pero como nadie me detenía, creería que no.

─ Eres un idiota Draco Malfoy. ─escupí, empujándolo y haciendo que quedara en el suelo.

Titubeo, pero no fue lo suficientemente rápido para levantarse y huir, así que me coloque encima de él, comenzando a golpearlo donde podía, en el rostro, en el pecho.

─ ¿Lo hiciste tu, verdad? ─pregunté con rabia, sujetando sus brazos para que nos los use para apartarme.

De un momento al otro, alguien me tomo de los brazo, tirando de mi hacia atrás. Moví mis piernas y use mis brazos para tratar de zafarme del agarre, pero era imposible, y poco despues descubrí que era Ron quien me apresaba.

─ ¡¿Que paso aquí?! ─la voz de la profesora Mcgonagall se escuchó desde la entrada del Gran Comedor.

Giré mi cabeza, viéndola acercarse.

─ Señor Malfoy, señorita Lupin, ¿me pueden decir qué sucedió? 

─ Que le diga él. ─lo mire con desdén.

Era claro que la profesora no sabía que estaba pasando aquí, nadie lo sabía. Pero tampoco se lo iba a contar, sabía que no podía hacer mucho y no tenía caso decirlo, esto solo lo podría solucionar acabando con aquella mujer, que apareció en mi vida solo para arruinarla.

─ Ya que ninguno quiere hablar ─comenzó a decir la profesora ─. Señor Malfoy, vaya enfermería a que le curen era nariz, y luego al despacho de su jefe de casa. Y usted, señorita Lupin, si lo requiere, vaya a enfermería, y si no, venga conmigo.

Ron me soltó luego de unos segundos, cuando se dio cuenta que yo ya no intentaba huir. 

─ ¿Estás bien? ─preguntó el pelirrojo, fijándose en mi brazo.

─ Si, estoy bien. 

Justo Draco en ese momento pasó por mi lado, susurrando un:

─ Claro que fui yo.

─ Púdrete, Malfoy.

















AL DÍA SIGUIENTE, tuve que ir toda la tarde a orden en salón de transformación, limpiarlo y acomodar todos los libros. Ese había sido mi castigo por parte de la profesora Mcgonagall, además, claro, de una carta a mi tutor, contándole los hechos.

─ Creo que es suficiente ─la voz de la profesora me hizo levantar la mirada ─. Vaya a descansar, directo a su habitación.

─ Prometo intentar no meterme en más problemas. ─le dije.

─ Que lo intentes está bien.

Sonrió ella, así le le devolví el gesto y comencé a salir del salón, no sin antes fijarme en la hora, dándome cuenta que eran las once de la noche.

Apenas salí de ahí, solté un largo suspiro, preparandome para ir a mi sala común, solo que antes de llegar ahí, me iba a tomar mi tiempo para pensar en lo que estaba pasando actualmente en mi vida, en las decisiones que iba a tomar pronto, y en como estas me destruirían eventualmente.

Me sentía tan confundida por no entender que quiere Malfoy conmigo, y porque hizo aquello en mi prueba de quidditch. Es decir, siempre supe que era un idiota, y apenas me toleraba cuando salía con Theodore, pero nunca me imaginé que llegaría a hacerme eso.

Es extraño ponerme a pensar en él. Se supone tenemos la misma edad, pero se siente tal alejado y tan diferente a mi.

Y creo que lo invoque...

No me había dado cuenta que estaba unos metros adelante mío. Él apenas me vio, pude notar como sus ojos se abrieron un poco, en señal de sorpresa. Y estaban vez yo no estaba loca, su expresión en general no era de odio hacia mi, o de arrogancia como suele ser; podía sentir incluso que se notaba avergonzado o arrepentido al verme.

Como lo dije ayer, tal vez yo esté loca al pensar eso.

Miro a todos lados luego de verme fijamente por unos segundos, y simplemente antes que yo pudiera reaccionar, giro sobre sus talones y comenzó a avanzar hacia el lado contrario a paso acelerado, llevándose una de las manos a la corbata del uniforme (el cual aún portaba), como si este le apretara mucho la garganta y no lo dejara respirar.

Yo en verdad quería irme de aquí, pero mi cuerpo al parecer no pensaba lo mismo. Así que cuando vuelva a reunirme con mi señor padre, le voy a regañar por educarme bajo el concepto de"ayudar a los demás".

Antes que mi cerebro pueda regañarme por lo que ahora, yo ya me encontraba caminando detrás de Malfoy. Y Luego de unos segundos, y reconociendo el piso y el lugar, me di cuenta que se dirigía al baño de prefectos.

Luego de girar en una de las esquinas, lo vi ingresar a aquel lugar, así que yo también lo hice.

Lo vi quitarse la chaqueta del uniforme, supongo para sentirse más libre. Seguido de eso, abrió la llave del agua, dejándola correr, mientras apoyaba sus manos en el lavabo, con la cabeza hacia abajo.

Se lavó la cara, pero eso no pareció calmarlo. Él comenzó a sollozar mientras intentaba quitarse la corbata, y en ese momento me di cuenta que era obvio que él no me había notado aún.

Avancé lentamente hacia él, sabía que le estaba pasando. Pase por lo mismo, y Hermione me ayudó en ese entonces.

No se sentía nada bonito.

─ Tienes que respirar profundo ─mencioné, haciendo que levante la mirada y me vea por el reflejo del espejo, girando de inmediato para enfrentarme ─. Se que es difícil, pero lo logras luego de unos segundos.

─ ¿Qué haces aquí? ─soltó entre confusión y furia, lo cual era totalmente normal.

Avancé incluso más hacia él, cuando apenas estuve a unos centimetros, mis manos fueron hacia su corbata y comencé a desatarla, dejándola a un lado.

─ Soy muy inocente, o muy boba para pensar que ayuda, lo merecen todos. 

No respondió nada ante eso, y no mencionó nada porque "una mestiza" lo tocara, así que puedo deducir lo mal que está con este ataque. Además que era evidente que antes de pelear conmigo (si lo quería hacer), intentaba calmarse primero, incluso giro para que no lo viera, pero perfectamente podía verlo por el espejo.

Espere por largos minutos.

Se notó mejor, incluso había dejado de sollozar, así que es ese momento me pareció correcto volver a hablar.

─ ¿Te pasa seguido?

─ No te interesa.

─ A mi me pasa regularmente. Generalmente me suelo calmar con flores, o uno de mis amigos me ayuda.

─ No pregunte.

─ Y no soy tu amiga por ayudarte, pero mi maldito corazón de pollo no me dejo abandonarte ─suspire ─. Si, tal vez sea más boba que inocente.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Sabía que no me daría las gracias, no estaba en su sangre, y tampoco lo iba a obligar a decirlo, porque en caso que yo ganara, sus "Gracias" no serían sinceras, y de todas formas, no sirve para nada.

─ ¿Porque lo hiciste? ─inquirí de pronto, pues ya que estaba aquí, no me quedaría callada ─. Si Harry no hubiera sido tan rápido como lo fue, pudé morir, yo estaba muy inestable arriba en aquella escoba. ¿Tanto me odias?

─ No te odio.

─ Wow, entonces no se como tratas a quienes amas. ─rodé los ojos.

─ Te envidio.

Ante sus palabras, trague saliva. Me esperaba cualquier tipo de respuesta menos esa. Incluso me llevé la mano al pecho para verificar que no estuviera muerta y esto solo sea una alucinación que Merlín me puso para burlarse de mi.

─ ¿Tú? ¿Envidia por mi? ─solté una risa fingida ─. Me aborreces por mi sangre, por ser gryffindor, y por mi padre.

─ Tú puedes salir de esto ─me dijo, y pude observar como su pecho subía y bajaba ─. Yo no.

─ N-no te entiendo. ─balbucee confusa.

No sabía a qué se podía estar refiriendo.

─ Lo sabes. Tú tienes a tu padre, yo no. Yo ya estoy dentro de esta mierda y no puedo salir.

─ No quieres ser ayudado.

─ No puedo salir de esto, tú sí ─repitió, mientras yo seguía sin unir cabos para darme cuenta a que se quería referir ─. Así que si vez como opción irte lejos de aquí, tómala.

Ese consejo de Draco en verdad me dejo pensando, y más porque sonó sincero. No se sintió como burla, o como insulto.

─ ¿Es por Grey, no? ─pregunté, dándome cuenta por fin a que quería llegar con todo esto ─. Ella te pidió hacerlo, ella conoce a tu madre...ella lo sabe. Me quiere por Harry y el señor Tenebroso, ¿verdad? Ella quiere hacerle un favor a él.

Tío Sirius me contó en una ocasión que los mortifagos siempre estaban queriendo lucirse, para ser los favoritos de Voldemort, también me habló un poco de su hermano menor (aunque no mucho). 

Y con todas las cartas que recibí de Grey, no me sorprendería que ella quisiera "subir de rango". Ya vi en el ministerio como al parecer ya era el mortifago de confianza, la que tenía la tarea de obtener la profecía.

Draco Malfoy no asintió, no me dió la razón ni nada, pero tampoco era necesario, yo tenía razón. Porque si yo hubiera estado equivocada, hubiera salto de inmediato.

─ Tienes la marca, ¿no?

─ No la tengo.

Nunca me lo confesaría así porque sí, no eramos amigos, y no creo que tampoco se lo hubiera dicho a su grupito de Slytherin. Mucho menos a Theodore, con quien ya no habla mucho.

Así que dando esta charla por culminada, retrocedí sobre mis pasos. Me di cuenta que me tarde tanto aquí, que puede que me encuentre con los demás prefectos en sus rondas, y si me pillan fuera de cama, le restaran puntos a mi casa.

─ ¿No me delatarás como prefecto por estar aquí a estas horas? ─pregunté, entrecerrando los ojos con un poco de gracia mientras me alejaba.

─ No hagas que me arrepienta, Lupin.



[...]

Harry estaba sacando el mapa del Merodeador. La verdad es que no tenía un motivo válido para hacerlo, pero ya serían casi las doce de la noche, y su novia no venía, o tal vez ya estaba en su habitación.

Pero como no tenía permitido ir al habitación de las chicas porque las escaleras se convertían en una resbaladera, decidió que era buena opción.

Tocó con su varita el mapa, y luego lo extendió sobre su cama sin temor alguno, porque los demás chicos de la habitación no estaban. 

─ Ron ─llamó de inmediato al ver el nombre de la rubia en el mapa ─. Milan está en el baño de prefectos.

El nombrado se levantó de cama de inmediato, esperando hacer chistes sobre una relación entre Milan y Hermione. Ya que era lo más probable. Granger era prefecta, y siempre dejaba entrar a su mejor amiga.

Solo que al ver el mapa, se dió cuenta que no era así.

─ Está en el baño de prefectos con Malfoy. ─terminó de decir Harry.

Era evidente. Los pasos de Milan y los de Malfoy se veían en el mapa, de hecho, estaban muy cerca. 

[...]

















ENVOLVÍA MI BUFANDA EN EL CUELLO, y escondía mis manos en mi abrigo, pues hacía mucho frío. Si mis extremidades estaban desabrigadas, se caían, no es broma.

En fin, habíamos venido a Hogsmeade, y la verdad no era un día agradable para salir de excursión, ya que el clima no estaba de nuestro lado, y el humor tampoco.

Discutí con Harry sobre mi pelea con Malfoy y sobre mi "encuentro con él" en el baño de prefectos. Sin embargo, luego de unas mentirillas de mi parte, logramos acabar con los pleitos y volvimos a la normalidad.

Y aunque mi relación con el azabache estaba ahora bien, no se hasta cuando estará así. No estamos en nuestro mejor momento, al menos yo no lo estoy. Es decir, ahora mismo me encontraba con mi novio y con mis amigos, pero siento que cada palabra que digo o cada acción, me alejaba mucho más de ellos.

─ ¡Mundungus!

La voz de Harry me hizo levantar las mirada de mis botas. Dándome cuenta que frente a nosotros estaba aquel mago que pertenece a la Orden, y que hemos visto muchas veces en el cuartel.

─ ¡Ah, hola, Harry! ─saludó Mundungus Fletcher con un aire de ligereza nada convincente ─. Bueno, no quisiera entretenerte.

 Y empezó a recoger del suelo el contenido de su maleta. Era evidente que estaba deseando largarse de allí.

Raro.

─ ¿Qué es esto? ¿Para vender?  ─preguntó Harry mientras Mundungus se afanaba en recuperar su surtido de objetos. 

─ Bueno, de alguna manera tengo que ganarme la vida... ¡Eh, dame eso! 

Me dijo, cuando tomé entre mis manos una copa que me resultó familiar, y más cuando reconocí aquel escudo.

Era de la casa de Sirius.

Al parecer Harry también se dio cuenta, pues lo agarró por el cuello y lo estampó contra la pared del pub. A continuación lo sujetó fuertemente con una mano y sacó su varita mágica

─ ¡Harry! ─gritó Hermione.

─ Eso lo has cogido de casa de Sirius ─lo acusó Harry con la nariz casi pegada a la suya ─. Tiene el emblema de la casa de Black. 

─ Yo no... ¿Qué...? ─farfulló Mundungus, cuyo rostro iba adquiriendo un tono azulado. 

─¿Qué hiciste, volviste allí la noche que lo mataron y desvalijaste la casa? 

─ Yo no... 

─ ¿No tienes un poquito de humanidad? ─le dije con enojo.

─¡No lo hagas, Harry! ─suplicó Hermione mientras Mundungus se ponía cada vez más morado. 

Se oyó un estallido y las manos de Harry se soltaron del cuello de Mundungus. Resollando y farfullando, el hombre recogió la maleta del suelo y entonces... ¡crac!, se desapareció.

─ ¡Vuelve, ladrón de...! 

─No pierdas el tiempo, Harry. ─Tonks había aparecido de la nada, con el desvaído cabello mojado por la aguanieve ─. Mundungus ya debe de estar en Londres. De nada te servirá gritar. 

─ ¡Ha robado las cosas de Sirius! ¡Las ha robado! 

─ Sí, pero de cualquier modo ─repuso Tonks, impasible ante esa revelación ─. Entren, hace frío...todos menos tú, Milan, tengo un mensaje de Remus.

─ Luego voy con ustedes.

Tonks una vez cerro la puerta, engancho su brazo con el mío, y juntas, nos alejamos un poco del pug, sentándonos en una banca alejada de cualquier persona.

─ Tú padre me pidió que te entregue un mensaje, pero su mensaje duraba como tres horas, y la verdad es que solo lo escuche por partes ─mencionó ella, haciéndome sonreír ─. Lo importante a decir es: Lo siente porque no quedaste en el equipo, y que te abrigues que no quiere que te resfríes.

─ ¿No te dijo nada más?

Su mirada se iluminó.

─ ¡Si! Que te quiere mu...

─ ¿No te dijo que golpee a Malfoy y que me castig...?

Me cubrí la boca con las manos. No le habían informado sobre mi pelea con Malfoy, solo leyó la carta de la enfermería contando que me enferme. Ni siquiera creo que le dijeron de mi caída, lo cual quiere decir que Poppy no me traiciono.

─ ¿Por qué golpeaste a Malfoy?

─ Bueno...

─ Milan. ─dijo muy seria, actitud no típica de ella.

─ No te lo puedo decir.

La joven bruja me miró con el ceño fruncido, tratando de intimidarme para así contarle lo que en verdad paso, pero aunque no intento, no pudo lograrlo, porque no le dije nada más. 

─ Estoy bien. Yo siempre me meto en líos ─conté con normalidad, tratando que no se preocupe más de la cuenta por mi ─. Seguro mi padre no te dijo nada más en ese mensaje porque ya esta acostumbrado a recibir cartas con mis castigos.

Eso la convenció, y me dijo que ya tenía que irse a seguir con sus labores. Plantó un beso en mi frente y desapareció, no sin antes decirme que regrese a las Tres Escobas y tome algo calientito para que no me enferme.

Pero la verdad es que en vez de dirigirme al pug, me comencé a volver hacia la escuela. 

Esta excursión a Hogwarts había resultado ser muy aburrida, y no quería pasar tanto tiempo con Harry. 

Eso sono muy mal.

Ya se que es horrible seguir con alguien cuando piensas terminar con él, pero es que se me hace imposible alejarme, porque yo lo amo, y no quisiera dejarlo.

Sin embargo, tampoco quiero traerle problemas, y se que Grey vendrá por mi cuando menos lo espere, y si lo que planeo hacer con ella sale mal, no habrá vuelta atrás para mi, y no quisiera que Harry este involucrado en todo eso, ni que se alguna manera se sienta culpable.

Ya vi lo que pasó con él porque no pude quedar en el equipo de Quidditch...no me imagino cómo se sentirá si yo llego a morir, o a estar del otro lado.

Es muy complicado, pero también lo hago por él. 

O eso quiero pensar.

"Luego voy con ustedes decía" ─una mala imitación de voz mía se escuchó ─. Por chicas como Milan, no tendre novia. Suficiente tengo con las mentiras de mi mejor amiga, como para aguantar la de otras chicas.

─ Eres muy dramático. ─murmuré, intentando mejorar mi humor para que ellos no preguntaran cosas.

Los cuatro comenzamos a regresar a Hogwarts, tratando de avanzar por el camino de nueve semi derretida.

Ninguno hablaba, pues hacia mucho frio, e incluso teníamos que agachar la cabeza para protegernos de los remolinos de aguanieve.

─ ¿Esa es la voz de mi amor platonico Katie Bell? ─pregunté, al escuchar entre el viento lo que me pareció su voz, también la de Leanne, otra chica de Gryffindor.

─ Primero Con Oliver Wood, ¿ahora con Katie Bell? ─inquirió Hermione ─. Si que tienes un tipo.

─ Que te puedo decir. ─me encogí de hombros.

Aunque ahora no quería bromear, ahora estaba preocupaba por las chicas de adelante, quienes al parecer discutían sobre un paquete que Katie tenía.

─ ¡No es asunto tuyo, Leanne! —exclamó Katie, antes de que ambas desaparecieran tras un recododel camino. 

Aceleramos el paso, y al doblar en el recodo, vimos como Leanne intentaba quitarle el paquete a su amiga, y esta trataba de recuperarlo, pero en el forcejeo, el paquete terminó cayendo al suelo.

De inmediato, Katie se elevó por los aires, ella estaba con los brazos extendidos, como a punto de echar a volar. Sinembargo, en su postura había algo extraño, algo estremecedor... La ventisca le alborotaba el cabello ytenía los ojos cerrados y el rostro inexpresivo.

Entonces, cuando estaba a casi dos metros del suelo, Katie soltó un chillido aterrador y abrió losojos. Sin duda lo que veía o sentía le producía una tremenda angustia. No paraba de chillar. Leanneempezó a gritar también, y la agarró por los tobillos intentando bajarla al suelo. 

Nos acercamos a ayudar, Harry y yo precisamente. Cuando logramos agarrar sus piernas, Katie se nos cayó encima.

Nosotros logramos atraparla, pero ella se retorcía violentamente y apenas lográbamos sujetarla. Latumbamos en el suelo, donde la muchacha siguió revolcándose y chillando, como si no reconociera anadie. 

Me levante, mirando a todos lados en busca de ayuda, pero este lugar estaba desierto.

─ ¡Quédense aquí con Katie, iré por ayuda! ─chillé, pero todos me miraron ─. ¡Soy más rápida que ustedes corriendo! ¡Ya regreso!

Comencé a correr hacia el colegio. Katie Bell es mi amiga, una buena, y verla así me hacía sentir muy mal. Parecía estar bajo el efecto de alguna maldición, pero no tenía sentido. 

Las medidas de seguridad es Hogwarts habían aumentado, incluso aurores se nos chocaban por ahí. Además de la Orden, claro esta.

En fin, de tanto pensar y correr, me termine encontrando con alguien.

─ ¡Hagrid! 

─ ¡Milan! ─exclamó él con una sonrisa, hace tiempo no me veía ─. ¿Como has estado? Yo vengo de visitar a Grawp, no te imaginas cuanto ha...

─  Hagrid, prometo ir a tu cabaña despues, pero ahora necesito tu ayuda ─solté, hablando demasiado rápido y preocupándolo ─. Hay una persona herida, estoy segura que le han echado una maldición.

─ ¿Que? ─dijo, agachándose para oír mejor, pues el viento rugía con fuerza y no ayudaba a mantener una conversación.

─ ¡Le han echado una maldición!

─ ¿Una maldición? ¿A quien? No habrá sido a Harry...

─ No, no a él. Fue a Katie Bell.
























































▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝

Buenassss. ¿Les gusto el cap?

pdta: Milan, cuéntale a uno de tus amigos que te pasa, porfa, no puedes hacerlo todo tú solita.

▬ With love, Lucy Lupin (Potter)
palabras; 6439.

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