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❛ғᴀᴍɪʟɪᴀ❜
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MARCABAN las cuatro y media de la mañana y cierta pelirroja de Slytherin se dirigía a el dormitorio de el chico Riddle para empezar con su plan. Esto era improvisado, pero si o sí tendría que funcionar... de no ser así acabarían en graves problemas y ninguno de los dos adolescentes quería eso, mucho menos querrían imaginar la decepción que tendrían las otras personas; aunque Tom sólo se centraba en su reputación. Al llegar al lugar tocó levemente la puerta y salió un jovencito con la piel más pálida de lo habitual y unos ojos con grandes ojeras. Sin decir nada la serpiente mujer entró a el cuarto y observó un enorme desorden; botellas vacías, lápices tirados, ropa tirada, cama sin hacer... todo de manera desordenada. La pelirroja no podía ver tan siquiera donde estaba la alfombra.

- ¿Por qué está todo tan... desordenado? - Preguntó, siguiendo su mirada a botellas de agua vacías.

- Lo siento por no ser perfecto, Cassday.

- Déjalo. - Finalizó el tema. - ¿Tienes la poción?

El serpiente soltó una risa irónica y se acercó a su contraria. - Hola Tom, ¿cómo estás? Bien, sí... bien. ¡Es la maldita madrugada, mujer! Un poco más de respeto a este pobre chico.

- Vale, perdón. ¿Tienes la poción sí o no?

- Sí, la tengo... pero antes una pregunta. - Hizo una pausa. - Eres una de las mujeres más poderosas que conozco, ¿por qué no hacerla tú?

- ¿Me creerías si te dijese que nunca aprendí a prepararla? - Comentó con cierta timidez.

- Sí. - Dijo, acercándose a su mesita de luz y sacando de ésta un frasco con una sustancia de colores oscuros.

- ¿Qué te debo?

- Horas de sueño, por favor. - Pidió, dándole el fresquito. - Úsalo con cuidado. Dura seis horas en total, eso significa que deberás tomar sólo un poquito al salir para que no haga tanto efecto.

- Sobrará mucho líquido.

- ¿Cuál pan molido? - Escuchó mal el chico, causando una carcajada de su contraria.

- Tontito... gracias. Vuelve a dormir. - Terminó la conversación, dirigiéndose a la salida. - Quizá nunca recuerdes esto pero... - murmuraba, dando una pequeña pausa antes de irse. - se te quiere.

Gwendolen negó bruscamente la cabeza y no tardó en salir de la habitación, sin antes beber la poción preparada por el Riddle de adentro que probablemente ya se había dormido. Una mueca de asco apareció en el rostro de la jovencita, gusto a un montón de sustancias extrañas que no había probado pero confirmaba que era un asco; esperaba que Tom no hubiera tratado de envenenarla, y se fijó en uno de los espejos del pasillo... no podía verse a sí misma, había funcionado, Cassday era invisible y podía pasar desapercibida por la escuela hasta llegar la salida y salir en dirección al bosque prohibido. Había repasado el camino mentalmente, según parecía Tom también lo había visitado para encontrar algunas respuestas por su investigación.

Gwendolen Cassday caminaba por los oscuros sectores del bosque prohibido, atenta a cualquier ruido y sin dejar de mirar a cada lado. No faltaba mucho y a su suerte recordaba lo que le dijo el Riddle, sin embargo no sabría como el señor se lo tomaría. No había sido de socializar con los adultos, sólo lo hacía con los profesores y su familia, como según su padre debería ser ya que 'las niñas con las niñas, los niños con los niños y los adultos con los adultos'. Totalmente patético, le resultaba. La jovencita planeaba amenazar al creador de todo el chisme sobre su familia para que admita que es mentira y hasta retire lo dicho si tendría que utilizar un giratiempos. Finalmente llegó al objetivo, podía ver una pequeña casita de madera algo gastada. La puerta recibía varios lados rotos y los vidrios estaban manchados por alguna razón extraña. Con algo de miedo la pelirroja se acercó y abrió la puerta, causando que ésta haga un ruido insoportable y que escuchara pisadas. Sin dudarlo una vez más, sacó su varita firmemente.

- ¡¿Quién anda ahí? - Preguntó una voz grave, mientras aquella se aproximaba cada vez más a la Cassday.

Sin decir una palabra Gwen caminaba directo a la voz, y sus ojos chocaron con el cuerpo de un señor barbudo. Luego lo miró a los ojos, no la lograba ver. - ¡Wingardium leviosa! - Exclamó la chica, causando que un objeto detrás de Levis se levante y choque con la cabeza de aquel, dejando que se caiga inconsciente.

No pasó mucho para que la Cassday mirara aún más asustada a Castro en el suelo, tirado inconsciente, a que ate sus manos y pies. No podía subirlo a una silla, era demasiado pesado, eso no evitaba las fuertes ganas de lograr que simplemente ese rumor deje de cesar. Luego de hacer las ataduras se sentó en una silla colocada frente a el cuerpo y espero que se despertara, que por cierto no tardó mucho. Fue como media hora, y el rastro de la ser invisible ya podía verse... la rojiza melena fue vista más claramente por el sol que iba saliendo, en aquel bosque lleno de árboles la vista era más clara que en el castillo. Y unos sonidos por parte de Levis Castro sacó a Gwendolen de ese mar de sustos.

- Niña tonta. - Murmuró el señor. - Desatame, ¡ahora!

- Lo haré pero con una condición. - Dió avance a un trato.

- ¿Qué condición ni que condición? ¡Debes desatarme! Llamaré al Ministerio.

- Oh, créeme que no lo harás. - Aseguró con superioridad la pelirroja.- Necesito que para mañana le digas a todos que lo de la magia negra de los Cassday es falso.

Su contrario soltó una risa y se la quedó mirando. - Claro... como no te reconocí antes. Gwendolen Cassday. Imagino que querrás lo mismo que los seguidores de tu padre.

- ¿Seguidores? - Murmuró confundida.

- He visto como han usado ese tipo de magia, conjuros que quien sabe quien inventó de todos. - Contaba con asco. - ¡Llevaron a mi hijo!

- Imposible. Mientes.

- Supuse que no me creerías, que nadie lo haría, si bien tengo entendido todos aman a los Cassday. - Intentó forcejear la soga que lo mantenía en el suelo.

- ¿Tienes pruebas?

- Claro que sí. ¿Qué estúpido acusaría de algo y no tendría pruebas?

- ¿Dónde están? - Hizo una pausa. - Las pruebas, ¿dónde están?

- Al fin verás la peste que es tu familia. En el primer cajón de la mesa, contiene papeles en donde tu padre me amenazaba con llevarme a mí... también una grabadora de voz donde explica lo que quiere hacer, como me va a destruir. Es un hombre tan psicópata.

Gwen se acercó a esa mesa y la abrió. Tomó el grabador de voz y al apenas escuchar un tono familiar la lanzó hacia la otra punta, sin olvidar tomar la varita y apuntar. - ¡Bombarda!

- ¡¿Qué demonios haces?! - Gritó el señor al ver explotar una de las pruebas.

- Uh, creo que no habrá más pruebas. - Miró los papeles y los empezó a leer, rompiendo uno por uno cuando terminaba. - No es personal, Levis, harías lo mismo por tu familia.

- ¡Eres una niña!

- Y estoy jodidamente loca. Tú no le harás daño a mi familia, no vas a bajarla. - Un destello de luz verde salió de los ojos café, provocando miedo en el Castro.

- ¿Qué le pasa a tus ojos? - Preguntó con temor, mirando aquella escena terrorífica. - Oh mierda, dime que no tienes la maldición.

- ¿De qué maldición hablas?

- De la de toda tu familia, Gwendolen, no eres la única loca... recuerdo la época de tu madre, estudié con ella, esa si era una loca.

- Cuéntame de esa maldición. - Ordenó, mientras fruncía levemente el ceño y seguía rompiendo papeles.

- No puedo. Hice un pacto para no hacerlo.

- Está bien, si así lo quieres... - Hizo una pausa y llevó la varita a el cuerpo del señor. - ¡Cruciatus!

El hombre se retorció de dolor y soltó varios gritos. - ¡Si lo hago me matará!

- ¿Quién te matará?

- El chico Riddle del otro día... ¡todos ustedes están completamente locos! No sé lo que pasó con los estudiantes de Hogwarts en años anteriores... ¡asesinos! - Respondió agitado.

Buenos bebés, sí, otro capítulo ♡. Siento que los capítulos no van tan bien... su estética no es bonita y tan siquiera tienen la trama suficiente :/ pero trataré de cambiar eso. Quizá haga capítulos de más palabras, ahorita estoy entre 1000 a 1500... ¿quizá llegue a 2000?

Gracias por leer, los amo.