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╭━─━─━─━─━─━─━╮
❛ᴄᴀʀᴛᴀs❜

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GWENDOLEN había vuelto de ese pequeño viaje, no le costó hacer un trato con el señor para que no la mandase al frente. Y aunque quizá tenga un rastreador por parte de sus padres sabía que no le harían nada, pues, aquellos conocían a su pequeña y sabían como reaccionaba ante cosas ocultas que tenía la familia. La pelirroja estaba enojada con todos, ya había empujado a más de tres personas luego de que se le salió el efecto de la poción un rato después de que entrara... pero debía ir a pedirle explicaciones a su supuesto amigo, y próximamente a sus padres que suponía que los vería al terminar el año. Aunque ella no sé hacía problema, una simple carta exigiendo unas explicaciones inmediatas y especialmente su padre estaría alado de ella cumpliendo su orden. Era una especie de manipulación extraña que la chica Cassday adquirió desde pequeña, lo solía hacer inocentemente y ocultando ese pequeño lado pero cuando se enojaba, -como en este momento-, se negaba a ocultar quien podía ser. Daba miedo o eso decían.

Intentando contener la ira, Gwen tronó sus dedos de ambas manos y siguió caminando hasta el gran comedor; eran las siete y mayoría de los alumnos se levantaban a desayunar lo más temprano posible y contener tiempo para hablar. Ya al llegar a aquel lugar se acercó acelerando aún sus pasos, recibiendo miradas de la mitad de los presentes e incluso más. Pero ella ignoró a los demás y cuando vió donde estaba el Riddle, lo tomó de los hombros y alejó del comedor; directo a los pasillos.

— ¿Qué demonios te ocurre? — Preguntó molesto el chico.

— ¿Qué demonios te ocurre a tí? — Contraatacó. — Al parecer me ocultas más cosas de lo que esperaba y si fuera mucho no las sabes ocultar, ¿qué clase de idiota crees que soy?

— Calmate y explícame de qué cosa hablas.

— Dime la verdad, Riddle... ¿cuánto sabes de mi familia?

— No sé nada... te juro que no sé nada.

La pelirroja frunció sus labios, aguantando su montón de groserías. — Mira, chico, tú no sabes todo lo que soy capaz de hacer por algo... es hora de que hables.

— No me sé la historia completa. — Confesó, con miedo a lo que diga su contraria.

— Entonces dime que sabes.

— Tú familia trata con alguien para hacerlos poderosos. — Hizo una pausa. — Juro que no sé nada más.

— ¿Por qué no me dijiste antes? Yo confié en la información que me dabas, e incluso te conté lo que sabía... — Hablaba con tono doloroso, olvidando su estado molesto.

— Te lo iba a decir... pero cuando tenía toda la historia completa.

— Tom... — Hizo una pausa. — ¿Nunca te ha gustado alguien?

— ¿Qué? ¿gustarme? — Cuestionó, elevando sus cejas y abriendo sus ojos sorprendido.

— Sí. Atraerte, enamorarte. — La Cassday se acercó un poco dudosa a su contrario pero una lechuza con una carta aterrizó en su cabeza.

— Salvado por el animal. — Murmuró el Riddle. — Oye me tengo que ir, todavía no terminé de desayunar... ¡Adiós, Cassday!

La chica lo miró extrañada, pero la dejó pasar y volvió a fijar su vista en el papel que el característico animal blanco de ojos grandes le había dado, podía recordar que la lechuza era de Abraxas. Antes de abrirla miró hacia sus costados levemente, asegurándose de que Tom ya se había ido. Para su suerte fue así y abrió la carta completamente, no sabía si aquella tenía cosas respecto al plan. Pero ya teniendo sus ojos en cada palabra pudo saber que era así.

    Querida pelirroja favorita:

    Te habla Abraxas Malfoy, tu amigo más bonito. Te preguntaría como estás pero seguramente responderías 'perfecta, como siempre'... así que iré al punto; ¿cómo la llevas con Riddle? ¿lo hipnotizas con tus encantos? Apuesto a que sí, siento que vas a terminar enamorada y te hablo para prohibirlo. Tom es alguien peligroso, pelirroja, no quiero que salgas lastimada y le tenga que partir la cara a ese idiota. Además de que acordamos que podrías tener novio sólo a la mayoría de edad, y no llegas ni a diecisiete. Suerte con todo enana, no olvides que existen las lechuzas para contactarte conmigo... hablo enserio, no me cambies por Tom el Riddle mafioso. Por cierto tontita, ¡Feliz Navidad! Espero mis relucientes regalos con tu delicioso perfume a fresa.

Una sonrisa escapó de los suaves y rojos labios de la pelirroja. Desde que habían ingresado a Hogwarts se llevaban bien, no existía problemas entre ellos y aunque a veces se peleaban por cosas tontas terminaban cenando juntos; o incluso desvelandose hasta la madrugada. Ambos se habían vuelto unidos de alguna u otra forma. Como en toda relación de chico y chica existía los rumores de que eran pareja, pero no llegaban a ser más que eso, Gwendolen sabía que Abraxas tenía cierto enamoramiento por una chica que la misma Cassday conocía... no iba a romper su época de chico enamorado.

La chica dobló la carta como lo estaba antes y se sentó en el frío suelo, mientras observaba como alumnos entraban al comedor apurados... mientras otros la veían sola y se reían o les resultaba extraño. Gwen no notaba esas miradas, en todo caso no le interesaba, sólo se puso a recordar la vez que había ingresado a la escuela. Abrazó sus rodillas y cerró los ojos, volviendo a aquel recuerdo que le había encantado. Mientras, su sonrisa no paraba de crecer y sin mostrar señales de apagarse.

Flashback:

Era el comienzo de las clases, la primera hora tocaba Vuelo. Cierta pelirroja que se apellidaba Cassday estaba emocionada, mirando a todos lados con brillo en sus ojos y aguantando gritos de alegría. Para ese entonces no había hablado con casi nadie, era el segundo día en la escuela y prefería no tener distracciones o eso le decía a los 'amigos'. No había olvidado su escoba, sus padres le compraron una de último modelo, fue a pedido suyo... y le había encantado. Ahora estaba directo a la profesora, con ese palo en la mano y frunciendo sus labios, ahogando cualquier tipo de exclamación.

La señora empezó a explicar que pasaría si no se concentraban, haciendo idea de una herida segura y con probabilidades de ser grave. Repartiendo miedo en cada chico o chica que escuchara eso antes de empezar. Luego fueron tranquilizados, pues, no eran como ellos pensaban que sería; primero les enseñarían a agarrar la escoba con un encantamiento el cual era 'Arriba'.

Los niños se separaron y a la orden de la maestra gritaron a la misma vez esa palabra, provocando que la mayor parte de los alumnos recibiera su escoba en mano luego de decir eso. 《Impresionante, necesito ser la mejor en esto》 pensó la pequeña Cassday, quien tenía una escoba con brillantina en sus manos. Luego estaba la parte de los que no lo lograron, y seguían intentando gritando una y otra vez 'arriba' sin ningún tipo de gracia y estresados... con la esperanza de que aquel palo de madera se levantara al menos unos centímetros. Pero no podían aunque intentaran.

Fin del Flashback:

Una pequeña y casi silenciosa risita se escuchó venir de Gwendolen, tras recordar como había logrado tener su primer escoba en mano. Negó divertida y se levantó, pidiéndole a Merlín que nadie la vea riendo inconscientemente. Era vergonzoso, los Slytherin no solían reír en público y la Cassday no sería una excepción. O los demás pensarían que está loca, y a aquella le parecía que era muy pronto para que piensen eso.

Sin saber a donde ir la jovencita dejó que sus piernas la mandaran donde quería, hoy no le importaba saltarse las clases. Se levantó temprano y hace unos minutos había vuelto de una situación intensa, lo que menos pretendía era estresarse aún más con hechizos que en un futuro no le servirían; tenía un entrenador personal en su casa sobre defensa y ataque, no necesitaba más que eso y quizá pociones. O eso es lo que pensaba.












































Caminaba por los pasillos, dejando de lado a los que la veían, hasta llegar a una vidriera que tenía los regalos de Navidad. Por un momento la chica se había olvidado de ellos, era lo normal que cuando te quedabas en casa para las fiestas simplemente al día siguiente aparezcan regalos por parte de cualquier de tu familia. Aunque esa no era información que Gwendolen tenía, prácticamente en esos eventos lo que menos quería tener era regalos; con una cena familiar le era suficiente, pero tal parecía que su familia se había esforzado con sus regalos... envueltos en papel con tonalidades verde y blanco, la mayoría pequeños pero con gran valor.

Agarró uno pequeño que tenía escrito su nombre completo, con cierta curiosidad. Y sin moverse de aquel lugar empezó a romper el papel que tenía, dejando ver una caja pequeña de color blanco. Al abrirla vió una carta y un anillo, pero había algo que destacaba en aquel y era una perla reluciente del color que sus ojos se habían puesto hace aproximadamente treinta minutos, en la casa de el señor.

Con su curiosidad aumentando abrió la carta, no quería ponerse el anillo antes de leer si tenía alguna advertencia. Y se centró en lo escrito, que era una hoja entera... dió un leve suspiro y empezó con el saber quien se lo había mandado, y no era nada más y nada menos que su tía Margott. Una extraña felicidad recorrió el cuerpo de la pelirroja, y siguió leyendo.

   Para mi Cassday favorita:
  
  Gwendolen, hace tiempo no nos vemos. Lamento faltar a tu cumpleaños el año pasado, como tu mamá te contó estuve con problemas de tu querida prima. No para de meterse en problemas pero ya, es necesario que sepas algo... aquel anillo que tiene la caja es un material poderoso de la familia, pasó de generación en generación. No le digas a tu madre que lo tenía yo. Oh, mi pequeña, tienes demasiadas cosas por saber... pero debes prometerme que no te vas a meter en los asuntos de tu padre ni aunque te amenace para ello. También prometeme que cuidarás a tu mamá, no busques información sobre tu propia familia. Si no te decimos las cosas existen las razones. Y aunque por mucha curiosidad que tengas no debes enterarte de esto, así estarás más a salvo.
                      Te quiere, tu tía Margott.

La chica miró el anillo, dudando el ponérselo. La carta no le había comentado si existía un tipo de riesgo al colocarselo, sin embargo lo hizo y esperó algún efecto secundario... pero como era de suponerse no apareció ni uno, era normal y corriente, brillante como cualquier otra cosa de la familia Cassday. Todo el tema de su padre y lo que había ocurrido con sus ojos en la casa de Levis le generó curiosidad, quizá tendría que hablar con su madre sobre lo ocurrido... o incluso con su padre, quien era más abierto con esos temas. Gwen había vivido manipulando, no entendía el porqué no podía lograrlo con sus padres... tenía una actitud extraña, desde que la pelirroja había preguntado sobre la Cámara a su madre algo había cambiado.

A lo lejos escuchó la voz masculina y grave de un adulto, tras eso se dió la vuelta y sus ojos se enfocaron en un profesor que se acercaba a paso acelerado y con el ceño fruncido. — ¡Gwendolen Cassday! — Exclamó, antes de tomar fuertemente el brazo de la mencionada. — A la oficina del director, ¡de inmediato!

— ¿Qué? Para, me haces daño... — Sollozó la pelirroja, intentando soltarse de su agarre.

— Usted ha roto las reglas del colegio, ¿cómo se le ocurre escaparse?

— ¡Yo no me he escapado! — Mintió, mientras notaba que las miradas se posaban aún más en ella. — Lo juro...

— Ha llegado una notificación del Ministerio en la cual dice que te escapaste y utilizaste una maldición imperdonable, ¿me quiere negar eso?

— Y-yo... yo no hice nada, lo juro.

— Eso se lo tendrá que decir al director. — Gruñó, empujandola hacia uno de los pasillos que daban a el despacho.

Algo impidió que siguieran caminando, la mano de un chico en el hombro del profesor. — No fue ella... fui yo. Yo me hice pasar por ella gracias a un hechizo y fui hasta la casa de Levis pero me atacó. ¡Fue en defensa propia!

— Tom... — Susurró la chica, negando.

— ¿Eso es cierto, Riddle? ¿cuáles son las pruebas?

— Preparé una poción de invisibilidad para escaparme fácilmente. — Hizo una pausa. — Quería hablar con el señor para repasar historia pero se lo tomó a mal.

— Muy bien. — Soltó a la joven de manera brusca. — Acompañame entonces tú.

La pelirroja cerró los ojos, y para cuando los abrió ya los dos chicos habían desaparecido. Gwen no sabía el porqué el Riddle había hecho eso, pero lo que importaba en ese momento era que había salvado su reputación... por arruinar la suya, cosa que quizá la Cassday negaba pero ya no podía hacer nada. El director probablemente le avise al ministro y lleven a Tom directo a una corte para aclarar lo sucedido, el hacer una maldición imperdonable fuera de la escuela provocaba problemas. Por último Gwendolen supo que le debía una a el Riddle, por todo lo que estaba haciendo por ella.

Mijos me estoy sintiendo super insuficiente con los capítulos 😥. No sé si es mi manera de escribir pero los siento como vacíos, sin chispa... igual voy a intentar mejorar y seguir 👌 obviamente no me voy a rendir, de hecho hasta pienso hacer una saga de esto ah.

Por cierto, tenemos portada nueva 😍 yo enamorada la verdad ah. Los créditos están en la descripción 😚.

Gracias por leer, los amo.

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