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El sonido de la máquina de tatuajes retumbaba por las paredes más el quejido de alguien y el lloriqueo de algún otro.

Eran las 3:55 de la tarde, habían pasado 5 horas de su jornada laboral y aún les faltaba 4. Sin embargo a esa hora una cabellera rubia ya debería estar deambulando de ahí para allá sin cesar pero esta no había hecho acto de apareción en todo ese tiempo.

Después de terminar el tatuaje y limpiarlo, le informo al cliente los cuidados necesarios para la sanación de el tatuaje para así luego recibir el dinero y un nuevo cliente satisfecho. Se quito los guantes y subió a su estudio donde sacó su celular y marcó. Un tono, dos tonos, tres y desistió. Normalmente al tercer tono la línea contraria respondía, decidió volver a llamar pero pasó lo mismo.

En ese punto se empezó a preocupar, reviso los chats de whassap creyendo que quizás tenía un mensaje que no vio en notificaciones, pero al abrir la conversación se dio cuenta que estaba igual a cómo la había dejado antes de empezar a trabajar. No había ni un mensaje borrado. Respiro profundo, quizás sólo estaba exagerando y no era nada solo un retraso momentaneo y quizás se le acabó la carga al celular por no haberlo cargado bien. Habían explicaciones si, pero esas se fueron perdiendo cuando fue pasando dos horas y aún nada.

– Nam —llamó al moreno el cual sólo dejó salir un "mm" dándole a entender que lo estaba escuchando— ¿Jimin no te ha llamado o al local de casualidad?

—el moreno levantó la vista de lo que estaba haciendo y observó al mayor— No, la verdad es que no. De hecho te iba a preguntar si hoy no iba a venir, es raro que no esté por aquí.

El pelinegro está vez comenzó a alterarse. Jimin siempre le avisaba cuando no iba a poder llegar, no importaba cuan ocupado se encontraba el menor siempre encontraba una forma de avisarle a su novio que no iba a estar con él, así que al no tener señales de él por horas decidió que no iba a dejar pasar más tiempo.

– Nam, te dejo a cargo en lo que falta de la jornada —dijo mientras subía a su estudio— Dile a Jungkook que cierre él.

Llegó a su estudio y tomó su mochila y celular rápidamente, revisando si en ese lapso el rubio había mandado señal de vida pero no había ninguna notificación. Sintió un mal sabor de boca.

– Yoongi —lo llamó el Moreno desde el mostrador— Llevate mi camioneta, me la devuelves después.

Le lanzó las llaves y el pelinegro solo asintió en modo de agradecimiento para luego salir del local e ir en busca de su pequeño novio.

Ya había pasado dos horas y media desde que lo estaba buscando y no aparecía. Tampoco le contestaba el teléfono y Yoongi sentía que se le iba el alma del cuerpo. Lo había buscado en el departamento pero nada, lo fue a buscar a la universidad e incluso entró hasta la facultad del chico pero le dijeron que en cuanto terminó la última clase del día el rubio se había ido con rapidez. Lo busco en los parques a los que ambos acostumbraban a ir cuando paseaban, en el árbol donde a veces se sientan a platicar, en las heladeras cercanas incluso fue donde su amigo Jin pero no lo encontró. Por último fue a la pequeña montaña que el rubio le enseñó la vez pasada que no pudieron entrar a su departamento, pero no estaba ahí y entonces Yoongi se desespero.

No sabía a dónde ir más, buscaba en su memoria algún lugar que él rubio pudiese acudir pero no encontraba otro. Y no quería pensar lo peor, estaba aterrado de dejar que esos pensamientos lo invadieran.

Se encontraba sentado a la orilla de la acera de alguna calle que ya no conocía, con la cabeza hundida en sus manos tratando de relajarse. El sol ya se había ido y solo quedaba un cielo lleno de grises nubes. Parecía que iba a llover en cualquier momento. Pero entonces sintió su bolsillo vibrar, sacó su celular de este rápidamente pensando que quizás era su novio, pero en lugar de leer el apodo con el que había guardado el contacto de este se encontraba un número desconocido. Con algo de duda atendió la llamada.

– ¿Hola?

– Buenas noches, ¿es usted Min Yoongi? —contestó una voz masculina del otro lado.

– Si soy yo, ¿que quiere?

– Se le habla desde la comisaría de Seoul, necesitamos que venga de inmediato.

– ¿Por qué?, ¿qué tengo yo que hacer ahí? —dijo con el corazón en la garganta.

– Verá, se han detenido a unos jóvenes hace no menos de una hora al encontrarlos agrediendo a un muchacho. El nombre de la víctima es Park Jimin y este nos ha pedido que lo llamasemos a usted.

Sintió como su hubiesen arrancado su corazón de su pecho. ¿Agresión dice?, ¿agredieron a Jimin? ¿a su niño?, ¿unos imbéciles se habían atrevido a tocar a su chico?

Dejó de escuchar al operador, simplemente salió corriendo como alma que lleva el diablo hacia la camioneta. La comisaría le quedaba lejos, pero eso no le importo, no lo pensó, ni siquiera lo medito. Todo lo que tenía en su mente es llegar donde estaba Jimin, ver que Jimin estuviese bien, Jimin Jimin, Jimin. No podía pensar más que en él y llegar a su lado.

Después de 25 minutos al fin llegó a la comisaría. Entró como un tornado y se acercó al mostrador con la cara sudorosa y el corazón atorado en su garganta.

– Señorita, estoy buscando a Park Jimin. Me llamaron diciéndome que esta aquí, dígame donde esta —dijo con mucha insistencia y alterado.

La chica trató de calmarlo pero él empezó a gritar preguntando donde estaba el rubio, que no necesitaba que lo calmasen él necesitaba ver a su chico sano y salvo.

– ¿Joven Min Yoongi? —habló alguien detrás de él, alzando un poco la voz para que este dejara de gritar y notará su presencia.

—el pelinegro volteo con brusquedad encontrándose a una mujer castaña con varios folder en brazos— Si, soy yo.

– Soy la policía Kim Yang mi, compañeme por favor.

La mujer se dio la vuelta y comenzó a caminar, algo aturdido aún el chico pálido se apresuró a seguirle el paso ansioso.

– Señorita, ¿puede explicarme que paso? —preguntó cuando alcanzó a la castaña.

– Hace aproximadamente dos horas y media dos policías que estaban de guardia encontraron a un grupo de chicos agrediendo física y verbalmente a otro muchacho. Llamaron a patrullas y pudieron arrestar a todos, siendo cinco los atacantes. El joven Park, siendo la víctima, se encontraba en el suelo con algunas heridas y sollozando. Los policías lo trajeron aquí al ver que no presentaba heridas graves o alguna fractura —explicó la castaña mientras caminaba por pasillos con el pálido siguiéndole.

– ¡¿Hace dos horas y media?! —habló gritando— ¿Se puede saber porque hasta hace un momento me llamaron?, ¿por qué tardaron tanto?

– Calmese por favor —pidió parándose en frente de una puerta— El joven Park no podía darnos o decir información alguna, se encontraba en un mal estado emocional. No fue hasta que se pudo calmar que lo único que nos dijo y pidió fue llamarle a usted. De ahí no ha dicho palabra alguna.

– Pero...¿esta bien?

– Como dije, no tuvo heridas graves, aquí se le trató las que tenía. Algunos raspones y cortadas, por lo que se ve también tendrá moretones pero nada que no se cure fácilmente. Los guardias llegaron antes de que pasara a mayores.

– ¿Y está ahí dentro? —dijo mirando la puerta en la cual se habían quedado parados frente a esta.

– Si, puede pasar a verlo.

Sin decir nada más ni necesidad de escuchar alguna otra cosa, Yoongi abrió la puerta velozmente. Justo cuando terminó de abrirla vio a su chico sentado en una silla al fondo de la habitación con una manta alrededor de su cuerpo. El menor al verlo se levantó y salió corriendo a su encuentro.

– ¡Yoonie!

Yoogi también quiso correr hacia él pero cuando menos se dio cuenta, su chico ya se había tirado a sus brazos y él solo lo recibió con los brazos abiertos. Lo apretó con fuerza a su cuerpo, de igual forma tratando de no lastimarlo pero no podía evitarlo, había estado tan preocupado.

– Yoonie, Yoonie, Yoonie —comenzó a repetir su nombre mientras restregaba su rostro en el cuello ajeno.

– Ya tranquilo mi vida, estoy aquí. Ya estoy aquí amor —repartió algunos besos en la cabellera del chico— Estás bien, ya estás bien.

– Los dejaré a solas un momento —anunció la oficial mientras se retiraba.

El pelinegro comenzó a caminar aún con el rubio en sus brazos hacia la silla donde antes se encontraba este. Se sentó en ella y el menor se sentó encima suyo, escondiendo rápidamente su rostro de nuevo en su cuello. Yoongi tomó la manta que había quedado tirada después de que el rubio la lanzará y la coloco sobre el chico sentado en su regazo.

No dijo nada más, no preguntó nada. Sabía que lo que su chico necesitaba en ese momento era sentirse a salvo de nuevo, necesitaba calor y comodidad, así que no dijo nada. Jimin después contaría todo.

Llevó su mano a la cabeza del chico y comenzó a acariciarla lentamente, intentando brindar paz y calma. El rubio sólo se mantenía aferrado al mayor, aspirando su aroma y disfrutando de las caricias, sintiéndose por fin seguro.

Después de unos minutos, la oficial entró nuevamente a la habitación encontrándose a la pareja en la misma posición. Yoongi entró en pánico por un momento, pensando que la castaña reaccionaria como ellos hicieron, pero en su lugar optuvo una cálida sonrisa de la muchacha, haciendo que el pálido se relajara.

– Minnie —llamó al menor, este levantó la cabeza con ojos somnolientos, al parecer se estaba quedando dormido— ¿Ya estas bien?

El rubio bostezo y frotó su rostro con sus manos, estirándose un poco. Luego observó al pelinegro y sonrió. Yoongi pudo observar que tenía el labio hinchado y partido.

– Sí, ya estoy mejor.

– Hola —llamo la atención la oficial— Soy la oficial Kim Yang mi —se presentó con el rubio, el cual solo le dedico una reverencia pequeña y una sonrisa— ¿Puedes contarnos lo que pasó?

Jimin se mantuvo callado un momento. El pelinegro sabía que era probable que el rubio no quiera decir nada aún, y sabía que quizás está experiencia le hiciera recordar a algunas pasadas y no quería que él rubio se volviera a sentir mal.

– Creo que...

– Está bien Yoonie —lo detuvo el menor antes que dijera que no era momento aún— Si lo contaré.

El menor se bajó del regazo de su novio y se sentó en una silla que estaba a la par, la oficial arrastró una silla de un escritorio que se encontraba en la habitación y la coloco justo al frente de la pareja, sentándose en ella observó al menor ya lista con una libreta y lapicero en manos.

– Eran las cuatro y cuarenta más o menos, a esa hora se suponía que debía estar ya en el local de Yoonie pero me había atrasado un poco porque hoy tenía un examen y salí después. Yo estaba en el bus sentado a la orilla del asiento, faltaban dos parados antes de la mía pero en eso tres chicos se subieron, dos de ellos se sentaron detrás mío y el otro se sentó al frente. Me había parecido extraño ya que el asiento a la par mía estaba libre y se veía que eran amigos, pero no le di importancia. Después llegamos a mi parada, yo baje del bus y ellos tres bajaron también, cuando empecé a caminar me di cuenta que caminaban a la misma dirección que yo y ahí me preocupe un poco.

...Para asegurarme de que no fueran cosas mías tome una dirección diferente, cruce la calle y ellos también lo hicieron, luego comencé a caminar sin rumbo y donde sea que yo giraba o caminaba ellos iban detrás así que empecé a correr. No sabía a dónde ir, me había perdido y me estaba desesperando. No sé cuánto tiempo estuve huyendo de ellos, pero en eso otros dos salieron de la nada de un callejón y me atraparon, arrastrandome a ese callejón. Los otros tres llegaron después. Yo me resistía e intentaba gritar pero me tapaban la boca y luego comenzaron a golpearme al ver que no me dejaba. Escuché a uno hablando por teléfono y estaba diciendo algo como que tenían a uno y que se apresuraran con él auto. Luego casi me escapó, pero me volvieron a agarrar y fue ahí que todos empezaron a golpearme. No lograron hacer mucho ya que llegaron los policías y de ahí no recuerdo mucho.

Después de terminar su relato se encogió en su lugar, se sentía coibido y con recordar el terror que pasó se le puso la piel de gallina. Sintió una mano posarse en su muslo, no tuvo que levantar la vista para saber quien era así que solo tomó la mano ajena y entrelazó los dedos. La oficial terminó de anotar en la libreta y luego dirigió su mirada al rubio.

– Tuviste mucha suerte. Esos chicos tienen antecedentes de robo y homicidios, así como infracciones varias. Los llevamos buscando desde hace semanas pero no encontrábamos su paradero. Se les hará juicio por sus acciones a cada uno —le sonrió al muchacho— No te preocupes, no creo que salgan de la cárcel por un buen tiempo.

El rubio solo asintió, aun sintiéndose mal otra vez. Después de unas cuantas preguntas más y llenar algunos papeles los dos al fin pudieron salir de ahí.

Ya eran las 10 de la noche y ninguno tenía energías de nada, subieron a la camioneta y se marcharon a su hogar.

Jimin se había quedado dormido en el asiento del copiloto, así que Yoongi, con las pocas fuerzas que aún tenía, lo cargo y lo llevó dentro del complejo de apartamentos. Llegando a su departamento, dejó el rubio en su cama matrimonial y se fue a cambiar para después encargarse de cambiar al chico.

Luego simplemente apago las luces y se tiro a la cama también m, exhausto. Estaba a punto de dormirse cuando sintió unos brazos rodearle delicadamente. Se incorporó mejor, poniéndose de lado, tomó las sábanas cubriendo a ambos y abrazo a su novio. Escucho un ligero y suave "Buenas noches, te amo Yoonie" a lo que él respondió con una sonrisa en su rostro "Buenas noches, yo te amo aun más" y así ambos cayeron dormidos.

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Escrito el 2 de noviembre de 2019
Terminado el 14 de noviembre de 2019
2464 palabras

Es el capitulo más largo que he escrito.

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