Maldición Eterna - Capítulo 22

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Selene va tras Zeeb, que abre la puerta y los dos salen del despacho de vuelta al pasillo. Solo un poco más allá está la valla del espacio de la escalera. Caminan por el pasillo, pasan junto a la valla y a continuación bajan las escaleras a la planta baja, donde recorren el pasillo en dirección a la entrada hacia la primera puerta desde el vestíbulo a mano izquierda, donde entran a la espaciosa cocina.

Esa cocina es tres veces más grande que la antigua cocina que tenía Selene en su casa en Fuerteventura, es que la cocina que tenía no llega a ser ni la mitad de lo que es esa, ni si quiera tenía el suficiente espacio como para poner una mesa en la que comer, por lo que siempre Elena y ella comían en una mesa del salón, el lugar más grande de la casa.

―No hace falta que te diga lo que es esto― le dice Zeeb con una sonrisa.

―Evidentemente.

―Por esta otra puerta está la despensa― le dice yendo a la puerta del fondo de la pared a mano izquierda mientras ella va tras él.

Zeeb abre la puerta mostrando la despensa, a mano derecha hay una ventana bajo la que hay una estantería con comida y al fondo, pegada a la pared hay una estantería alta con varias flilas de comida, mientras que en la pared a mano derecha hay otra puerta. Zeeb cierra la puerta tras entrar los dos.

―Y por esta otra está el comedor― le dice yendo hacia la otra puerta seguido de Selene.

Él abre la puerta mostrando un comedor con una gran y alargada mesa rústica de forma rectangular en el centro con cabida para doce personas. Las paredes son de madera hasta media altura. En ambas paredes hay vitrinas de madera del mismo estilo rústico con puertas dobles con ventanas que dejan exibirse a una hermosa colección de vajilla de porcelana, que se lucen a través de los cristales como si de trofeos se trataran. Al fondo hay otra puerta.

Selene se sorprende, pues no entiende el cómo pueden tener un comedor preparado para recibir a tantas personas si tan solo vivían ahí Zeeb y Mikel y aunque ahora esté su madre y ella es demasiado grande, sobra mucho espacio.

―Normalmente comemos en la cocina, este lugar solo se usa para ocasiones especiales, en comidas que hace mi padre con empleados del hotel una vez al mes y ese tipo de cosas― le explica Zeeb como si acabara de leerle el pensamiento a Selene mientras que va hacia la otra puerta con ella.

Los dos salen por la puerta del fondo de vuelta al pasillo y él la guía hacia la puerta que hay en la pared de enfrente, justo delante de la de la cocina.

―Esto es el garaje― le dice Zeeb abriendo la puerta y entrando.

Selene entra tras él viendo que el garaje tiene cabida para dos coches, de hecho hay un coche un Seat Ibiza Tech de color gris azulado metalizado, que se ve nuevo. Ella está segura de que ese coche no tiene ni un año y si lo tiene está muy cuidado. A su izquierda está el portón y en la pared de su derecha, un poco más allá hay otra puerta.

―Y este es mi coche― le dice apoyando uno de sus brazos sobre el techo del coche con una sonrisa― La verdad es que no lo uso mucho, no lo necesito.

―¿Y para ir al instituto?

―Está cerca, a unas cuantas calles nada más.

―En invierno supongo que irás en coche porque con el frío que hace…

―Pues no, me abrigo y ya está, me gusta ir dando un paseo para espabilar, yo si a esas horas cojo el coche soy muy peligroso, acabaría estampado contra una casa porque del sueño ni veo.

―Vale, lo tendré en cuenta para no pedirte que me lleves en coche― le dice haciendo una pequeña pausa― Prefiero pasar frío antes que tener un accidente.

Zeeb sonríe.

―Bueno, sigamos la ruta turística― le dice yendo hacia la otra puerta del garaje.

Selene va con él, que abre la puerta entrando a un alargado cuarto de lavandería. A su izquierda hay una ventana, mientras que en la pared del fondo hay una lavadora, junto a ella un fregadero con armario debajo, en el que se guardan los detergentes y lejía para lavar la ropa, junto a ese mueble está la secadora y por último, al lado hay un armario donde se guardan un par de escobas y un par de fregonas con sus cubos y una aspiradora. En el centro hay una tabla de planchar, sobre la que hay una plancha. En la pared que queda a su derecha hay una puerta y haciendo esquina hay un cesto de ropa sucia.

―La lavandería, como ves, y ahora vamos por aquí― le dice yendo hacia la otra puerta.

Ella va con él, que abre la puerta y salen de nuevo al pasillo, justo frente a la puerta del comedor. Los dos siguen caminando por el pasillo pasando junto a la escalera y el espacio que hay bajo ella está ocupado por una especie de banco sofá con cojines de colores. En la pared de enfrente hay otra puerta, que abre Zeeb enseñando otra habitación algo más pequeña que las demás.

―Esta es la habitación de invitados, casi nunca se usa, solo cuando los compañeros de trabajo de mi padre beben mucho y no pueden volver a casa en coche― le dice pasando al interior y tras él Selene.

Tiene una cama pequeña bajo cada ventana, que son tres. Todas las camas a ambos lados tienen mesita de noche con lámpara. A ambos lados de la habitación hay un armario junto al que hay un sofá pegado a la pared. En la pared a mano derecha hay una puerta junto al sofá.

―O sea, que montan buenas fiestas.

―Sí, cuando celebran alguna de sus tonterías de trabajo… ― le dice haciendo una pequeña pausa― Ahora vamos por aquí― le dice yendo hacia la otra puerta.

Ella va tras él, que abre la puerta mostrando un salón con las paredes pintadas de color azul pastel. En la pared a mano izquierda y al fondo hay varias ventanas que darían más luminosidad de no ser por el nía tan nublado y neblinoso que hace. En la pared del fondo hay una puerta trasera y en la pared lateral izquierda hay unas puertas corredoras de cristal que dan a una especie de jardín o patio interior y tienen apartada a un lado una cortina.

Ese salón es aun más grande que el de la planta de arriba. A un lado de la puerta, un poco más allá hay un mueble con una televisión de pantalla plana. Junto a ese mueble hay un gran cuadro abstracto. Enfrente hay una mesa baja y cuadrada, frente a la que hay dos sofás en forma de ele unidos formando una especie de u en la que en medio se encuentra la mesa.

Un poco más haya, tras los sofás hay una mesa rectangular con ocho sillas a juego y un jarrón en el centro con unos claveles artificiales de color blanco, pero se ven muy reales. Luego, en la esquina a mano izquierda del fondo hay un mueble esquinero con estanterías en las que hay bebidas alcohólicas.

En el lado derecho del salón, junto a la puerta doble principal con ventanas que da al pasillo, hay una chimenea con fuego encendido consumiendo la leña. A ambos lados de la chimenea hay un mueble alargado lleno de leña colocada de forma ordenada. Frente a la chimenea, en el suelo hay una alfombra grande y oscura de trapillo con flecos frente a la que hay un oscuro sofá con una pequeña mesa cuadrada sobre la que hay una lámpara junto al lateral.

―Otro salón― le dice Zeeb entrando.

―Es aun más grande que el de arriba― le dice Selene mirando a su alrededor.

Selene ve la chimenea y se acerca con una sonrisa. En cuanto se pone enfrente siente el calor envolviéndola de una forma muy reconfortable. Le dan ganas de echarse sobre la alfombra con una manta contemplando el fuego hasta sumirse en un profundo sueño durante el resto de la tarde de lo a gusto que se siente ahí. Estando ahí ni si quiera se fija a un lado en lo que es un patio interior

A Selene la da por mirar la hora viendo que ya pasó casi una hora desde que llegó y prefiere acabar rápido de conocer la casa para ponerse a deshacer la maleta, pues no quiere dejarla para otro día, prefiere acabar esa tarde todo para luego descansar, además, mucho no debe de quedar por ver.

―¿Queda mucho? Porque quiero ponerme a deshacer las maletas.

―Ahora queda lo mejor, son solo dos cosas.

―Vale, pero rápido.

Es entonces cuando Zeeb guía a Selene a las puertas corredoras y abre una entrando al patio interior justo en un camino de piedras que lo cruza de forma curva dividiéndolo en dos partes más o menos iguales. Alrededor del camino hay unos maceteros con largos y gruesos palos de bambú colocados al azar. El resto del suelo, a no ser el camino, está cubierto de césped artificial que se ve muy real. A ambos lados del camino hay árboles artificiales repartidos de forma aleatoria y se ven tan reales que de lejos sería imposible decir que en realidad son falsos.

La pared a mano izquierda y del fondo está cubierta de piedra de distintos tamaños e irregulares cubiertas por algunas partes por falsas enredaderas de hojas y flores. Luego, el techo está pintado de color negro y tiene un montón de pequeñas luces en forma de punto repartidas que vistas desde el suelo casi parecen ser estrellas dando un aspecto nocturno a ese lugar.

A la izquierda del camino, en medio del césped hay una mesa de madera que por sillas tiene dos bancos, la típica mesa que hay en los camping. Un poco más allá, en la esquina, dando con otras cristaleras de puertas corredoras hay una parrilla. Desde luego ese lugar está muy bien preparado, incluso para hacer una buena parrilla fingiendo estar al aire libre.

Al lado izquierdo del camino, algo más al centro hay un pozo artificial hecho de piedra con unos horcones que lo cruzan por encima y una polea fija con una cuerda atada a lo que es una especie de funda de baso, en vez de un cubo, donde meter un baso para coger agua. Un poco más allá, cerca de la pared hay un banco colgante de madera.

Luego, junto a la pared del fondo hay un pequeño estanque artificial con agua en donde flotan verdes nenúfares falsos. Por último, conforme se va yendo a la esquina izquierda del fondo los árboles van en aumento y ajuntándose más formando un pequeño bosque, en donde se puede ver cómo una hamaca cuelga de árbol en árbol. Frente a esa especie de bosque hay una fuente artificial.

Selene se queda sorprendida con ese paraíso interior en donde todo a pesar de ser falso parece real, nunca vio nada así. Le da la impresión de estar en un pequeño parque, casi le parece oler el olor a tierra y a plantas de lo realista que es ese jardín artificial.

Selene se queda sorprendida con ese paraíso interior en donde todo a pesar de ser falso parece real, nunca vio nada así. Le da la impresión de estar en un pequeño parque, casi le parece oler el olor a tierra y a plantas de lo realista que es ese jardín artificial, además escucha el sonido del viento meciendo las ramas y las hojas de los árboles, la armoniosa melodía de pájaros cantando y revoloteando de rama en rama y de árbol en árbol, pero todo eso no forma parte de la imaginación de Selene, pues ese relajante sonido proviene de unos altavoces casi invisibles en cada esquina del techo que reproducen esos sonidos haciendo del lugar algo casi real.

―Este lugar es maravilloso...― dice Selene impresionada.

―Sí, está muy bien para relajarse, de hecho si se corren las cortinas de la cristalera parece como si fuera de noche y es muy bonito― le dice haciendo una pequeña pausa― Pero lo mejor de todo está por llegar― le dice con una sonrisa― Vamos a seguir este camino.

Los dos recorren el camino tranquilamente como si estuvieran dando un paseo por un parque hasta que llegan a otras puertas corredoras de cristal y pasan al interior de otro lugar, sin duda, lo más sorprendente hasta el momento. La pared del fondo y a su izquierda es de espejo dando la impresión de que se trata de un lugar más grande, mientras que a mano izquierda hay otra puerta en un pequeño espacio ocupado por un pequeño cuartillo, pero con las paredes de espejo. En la pared del fondo hay varios alargados paneles azules por por los que cae agua como si se tratara de una fina cascada haciendo un sonido muy relajante. En la pared espejada a mano izquierda hay un equipo de música y colgando del techo una gran televisión.

Mientras que en el centro de ese lugar se encuentra lo más sorprendente, una humeante piscina termal en forma ovalada rodeada de piedras falsas y muy reales, entre las que hay velas artificiales. A un lado de la piscina ovalada hay un círculo perfecto, el jacuzzi que tiene integrado, con una apertura para pasar al resto de la piscina termal. A los extremos hay unas escalerillas para subir y entrar. A ambos laterales de la piscina hay dos elegantes tumbonas.

Selene tiene la sensación de estar dentro de un sueño al estar en ese lugar, es tal la impresión que incluso se queda con la boca abierta. Zeeb la mira y suelta una risa, pero Selene ni si quiera es capaz de hablar, no tiene palabras, se ha quedado sin habla.

―Aquí en Islandia en los tiempos libres para relajarnos nos damos un baño en las aguas termales para relajarnos, muchas familias van a las piscinas termales públicas, pero hay gente, como nosotros, que tiene la suerte de tener una en casa.

―¿Estoy despierta o estoy soñando?― logra preguntar más sorprendida que nunca.

―Estás despierta en el paraíso― le dice con una sonrisa.

―Sí…

―En ese cuarto de allí están las sales aromáticas para echar al agua― le dice haciendo una pequeña pausa― Y para acabar vamos por aquí― le dice yendo a la puerta a mano izquierda.

Selene va tras él, que abre la puerta entrando a lo que parece una especie de pequeño vestuario, con dos bancos en ambas paredes y batas y toallas colgadas de percheros de pared y una puerta al fondo.

―Cuando quieras venir a darte un baño termal te cambias aquí y coges una toalla y una bata de estas.

―Vale.

―Bueno, pues ya acabamos― le dice abriendo la otra puerta y saliendo con ella al pasillo, donde un poco más allá, en la misma pared hay otra puerta― ¡Ah! ¡Que se me olvidaba! Ese es el otro baño― le dice refiriéndose a la otra puerta― Y ahora sí que ya hemos acabado ¿Qué te parece?― le pregunta mientras caminan por el pasillo.

―Que esto es... Es...― le dice sin saber qué decir― Que no tiene palabras para describirse lo fantástico que es este lugar.

―Me alegro de que te guste, ahora con la compañía tuya y de tu madre esta casa no estará tan vacía― le dice llegando al pie de las escaleras.

―Bueno, ahora me voy a deshacer la maleta y a colocar las cosas― le dice comenzando a subir las escaleras rápidamente.

―¿Te ayudo?― se ofrece.

Selene se sorprende con la pregunta, pues lo que hay en su maleta y sus bolsas son cosas de ella, ropa de chica entre otras cosas de chicas, lo peor de todo es que Zeeb suena enserio. Selene se vuelve en mitad de las escaleras a él, que la mira desde abajo a la espera de una respuesta.

―Sí hombre― dice con sarcasmo― Me vas a ayudar a colocar las bragas por colores― le dice en broma.

―Si quieres...― le dice con una sonrisa pícara― También te puedo ayudar con los sujetadores.

―¡Cerdo...!― dice en bajo mientras se vuelve.

Se lo dijo en un tono tan bajo que es imposible de que lo escuchara Zeeb, pero ella con lo que no cuenta es que el oído de Zeeb es mucho más superior al de cualquier otro humano.

―Lo propusiste tú― le dice riéndose.

Ella se sorprende de que la haya escuchado, le parece imposible, pues fue un susurro casi inaudible. Se detiene en el final de las escaleras y lo mira algo raro. Nadie desde abajo podría haber escuchado lo que dijo, desde luego Zeeb sí que tiene el oído fino. Selene se da la vuelta dándole la espalda y va a su habitación. Justo en ese momento, de la puerta de enfrente de la suya sale su madre.

―¿Ya viste la casa?― le pregunta con una sonrisa.

―Sí, ya me la enseñó Zeeb.

―¿Te gusta este lugar?

―Sí, pero para mi gusto es demasiado grande.

―No me digas que te gustaba nuestra antigua casa― le pregunta sorprendida.

―Claramente es mejor esta.

―Te acostumbrarás― le dice haciendo una pequeña pausa― Ahora yo voy a meter el coche en el garaje porque está empezando a nevar y tu ponte a deshacer las maletas.

―Sí, a eso voy.

A continuación Elena baja las escaleras en dirección a la puerta de entrada y Selene entra al interior de su nueva habitación.

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