• Capítulo 2 •

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Leonardo

Ocurrieron muchas cosas en estos últimos cuatro años: Karai se unió al equipo, inicié una relación con ella y obtuvimos la aprobación de Splinter, pues es su hija de sangre. Abril completó su entrenamiento, controlando sus poderes telequinéticos a la perfección; pero hay algo que no me deja dormir hasta el día de hoy...Destructor desapareció.

Desde que decidió utilizar mutágeno para "fortalecer" su cuerpo, de vez en cuando sufría deformaciones inesperadas, causándole dolor. Me daba un poco de pena ver cómo eligió malas decisiones en su vida, pero por otro lado esperaba que eso lo hiciera reflexionar profundamente.

Él desapareció, sus secuaces desaparecieron, los mutantes desaparecieron, ahora las calles solo eran merodeadas por los Dragones Púrpura y de otros Neoyorquinos que lamentablemente querían seguir sus pasos.
Es por eso que no he podido conciliar un sueño tranquilo, ya que temo cada día por la vida de Sensei, de mí padre.

¿Quién sabe cuándo el mal tocará nuestra puerta? Juré protegerlo con mi vida; Karai, Abril, Casey y mis hermanos se unieron a mí promesa, es por eso que las patrullas no han cesado.

Ahora, cuatro años después, sin ninguna novedad, llega esta chica diciendo de que viene de otro Clan, que su padre conoció a Tang Sheng y que desea ver a nuestro Sensei... ¿acaso no tengo derecho a dudar?
Tal vez no sea como Rafa o Abril, quienes la miran amenazante y no sueltan sus armas, pero si dice la verdad, es mejor escucharla.

–¿Qué te parece Nueva York, Jin? – Mikey no haparado de conversar con la nueva. Hay veces que me gustaría tener su confianza, tal vez eso me ayudaría a descubrir cosas por mi cuenta– ¿A gusto?

–Debo decir que de noche es todo un espectáculo – Se oía feliz.

–Ese espectáculo al que te refieres, es lo único que conocemos – Donnie se acercó más a la chica, llamando su atención–. Lamentablemente los mutantes como nosotros no somos bien vistos en el día.

–Siento mucho que no tengan esa oportunidad – Pues sí, somos prácticamente mounstros para las personas–. En Japón no tenemos mutantes, pero sí tenemos leyendas sobre ellos, así que diría que no nos asustaría ver a uno de ustedes merodeando por nuestras calles.

–Lo supuse – dije con una media sonrisa–. Al vernos no reaccionaste a la defensiva.

–Pues sí. Algo que he aprendido de mi madre es que, antes de juzgar, debes conocer.

Aterrizamos uno seguido del otro en un callejón no tan iluminado. Tenía solo dos postes de luz, pero lo que predominaba eran los botes de basura y grafitis hechos por Casey. Dijo que eso le daría un toque "personal" a nuestro territorio.

Deslicé la tapa metálica del suelo y miré a Jin.

–Es por aquí.

Ella asintió. Se aproximó a la entrada y, agachándose, bajó las escaleras. Mikey le siguió los pasos, luego Donnie, Abril, Rafa y finalmente yo para cerrar la entrada a cualquier intruso.
Cuando llegamos al suelo, guíe a todos por las alcantarillas, dando giros seguros por ductos que conocía a la perfección. Segundos después ya nos encontrábamos caminando sobre los rieles del subterráneo abandonado, dándonos la bienvenida a un lugar mejor iluminado y amueblado a nuestro estilo.

–Bueno, pues – Los demás iban entrando, mientras que yo me quedaba al lado de la chica–... ¿bienvenida? No sé que decirte...

–Tranquilo Leo, no es necesario – Me dedicó una sonrisa sincera, calmando mis nervios, pues no era el lugar más agradable para los humanos–. Es muy original, me gusta.

–¿De verdad?

Jin se adentró a nuestro hogar, viendo cómo Mikey se tumbaba en el sofá verde para encender la televisión. Hace semanas que encontró un canal nuevo en dónde distraerse.

–¡Oh, sí! – Puso ambos codos en sus rodillas– Leo, te apuesto dos rebanadas de pizza a que Brock Lesnar le gana a Ryback.

Tuve que dejar de lado a nuestra invitada por un momento, solo para volver a la misma rutina. Mikey apostaba a que un luchador de la WWE vencería a mi favorito, pero hasta ahora nadie se había ganado ese derecho, por lo tanto, mi hermano siempre terminaba perdiendo.

–¿Dos rebanadas? – Reí mientras me cruzaba de brazos– Quieres perder de nuevo, ¿cierto?

–No – Giró a verme–... ¿y tú?

Su sonrisa confiada me causaba gracia. Puede que haya crecido, pero su obstinación no se había ido del todo.

–Que sea una caja completa – Finalicé.

–Hecho.

Y sin más, volvió a mirar su pantalla.

–Leo – Su voz me hizo girar a verla–, ¿me puedes llevar con él?

–Eh – Me fijé sobre su espalda. Rafa estaba observándome, pero movió sus ojos en dirección al dojo, dándome a entender de que él también iría–...claro, sígueme.

Nos alejamos de la sala y llegamos hasta una puerta de seda con marco de madera. La deslicé lateralmente, dejándome ver a mi padre, sentado en el centro de la habitación, con ojos cerrados y en aparente paz.

–Maestro Splinter – Levantó su cabeza y me miró con serenidad. Un semblante clásico en él–...hay alguien que desea hablar con usted.

–¿Alguien? – Levantó una de sus cejas– ¿Y se puede saber quién es?

Y justo cuando estaba por darle una buena explicación...

–Soy yo, Sensei Yoshi – Se abrió paso entre Rafa y yo, dejando sorprendido al Maestro–. Me llamo Jin y vengo en nombre de mi padre, Katsu Kimura.

–¿Kimura? – Se puso de pie y se aproximó a Jin, tomándola de los hombros con asombro– Tang...

–Sí, Tang Sheng – Sonrió–. Mi padre me contó mucho sobre ella...bueno, de ustedes.

Splinter le devolvió la sonrisa, pero esta parecía nostálgica.

–Hijos míos, déjenme a solas con Jin, por favor.

Asentí a su orden y di media vuelta. Rafa no se movía, la seguía mirando fríamente, así que tuve que tomarlo del brazo y sacarlo a regañadientes.

Cerré la puerta a mis espaldas, encontrándome con un rostro enojado.

–¿Qué? – pregunté.

–Y encima lo preguntas – Suspiró–, ¿qué no te das cuenta que dejamos a Sensei solo con esa extraña?

–Rafa, en primer lugar, esa "extraña" tiene nombre – Rodó los ojos– y en segundo lugar, Sensei parece conocerla, ¿acaso no viste cómo reaccionó?

–Sí, lo vi, pero lo que también vi fue a una chica que apareció de la nada, interrumpiendo nuestro patrullaje, buscando de nuestro padre, después de haberlo protegido durante cuatro años – habló rápidamente y con enojo.

–Escucha, yo también desconfíe al principio, pero escuchaste a Donnie – Señalé en dirección al laboratorio de nuestro hermano–, Sensei es el único que nos puedes sacar se dudas. Bueno, por lo que acabo de ver, no debemos desconfiar de Jin.

–Piensa como quieras, Leo – Me dio la espalda y se fue caminando hasta la sala–...y déjame pensar a mi.

Jin

Le entregué la carta a Yoshi y él la leyó atentamente, a la vez que acariciaba la fina trenza que conformaba su barba.
Esperé pacientemente a que terminara y, cuando fue así, dejó el papel doblado a su derecha, dirigiéndose a mi.

–Debido a la demora a la respuesta de mi carta, pensé que jamás llegaría a conocerte.

–Lamento eso, pero debía completar mi entrenamiento antes.

–Entiendo, no debes culparte – Sirvió agua caliente en la taza que tenía frente a mí, luego colocó un sobre con polvo, dando paso a la creación de una infusión–. Así que, ya conociste a mis hijos.

–Pues sí, en cierto modo – Reí al recordar cómo fue nuestro encuentro–. Al parecer no le caigo bien a Rafael.

–Eso temía. Mi hijo desconfía mucho de personas que no pertenecen a nuestro vínculo de amistades y esa desconfianza ha aumentado con el tiempo.

–No lo culpo, digo...yo también desconfiaría si alguien que no conozco viniera a ver a mi padre de repente.

Seguimos conversando un rato más. Él me contaba más a detalle su vida junto a Sheng, también me contó el como Karai se redimió y volvió a su lado, además de que nació un enamoramiento entre ella y Leonardo.
Tampoco omitió mencionar a Abril, quién empezó siendo una damisela en apuros a ser una miembro oficial del equipo, junto a un tal Jones.

Después de terminar nuestro té, ordenó el lugar y llamó al resto; mandó a qué tomarán asiento en hilera, pero a mí me dijo que me quedara de pie.

–Jin, sé que viniste con un propósito y admiro tu disposición para ello – Asentí en agradecimiento–...así que, si no te molesta, me gustaría que demostraras tu dominio de pelea con mi alumna.

Sabía a quién se refería. Nuestras miradas se conectaron, ella mostraba un semblante retador, mientras que yo me abstenía a quejarme, pues algo me decía que no le agradaba en absoluto.

–Abril...

–Sí, Sensei – Se puso de pie, caminó hasta mí y se detuvo a una distancia prudente.

La pelirroja sacó su tessen y después de abrirlo de golpe, clavó sus ojos en los míos. Por mi parte, tomé el tubo adherido a mi espalda y lo apreté en mi mano.

–¿Vas a pelear con eso? – dijo en son de burla.

Presioné el botón y el bō apareció rápidamente. Logré asustarla un poco, así que aproveché dicha reacción para contestar:

–Sí, pelearé con esto.

Miré de reojo a los demás presentes, Donnie estaba mirándome fijamente, parecía asombrado. Al notar que lo estaba observando, desvío la mirada con disimulo.

–¡Hajime!

Yoshi no había ni terminado de hablar, pero Abril ya se había abalanzado hasta mi. Lanzaba golpes con su mano derecha y con la otra, en dónde tenía el tessen, intentaba dejar cortes en donde pudiera. Yo movía mi bō en ángulos precisos, escudándome, para evitar ser lastimada con ese arco de metal. Esquivaba sus golpes y me trasladaba a otro lado del dojo para cansarla.

Ella pareció notar mis intenciones, así que, no sé cómo, pero su arma empezó a volar cuál ave enojada. Cuando miré a Abril, me di cuenta que sus manos se movían de la misma manera... ¡ella es telequinética!

Sorprendente, pero eso no significa que tiene la victoria asegurada. Si desea lograr intimidarme, debe hacer más que eso.
Algo que aprendí de mi padre es que, para sembrar temor en tu oponente, debes volver sus ataques en su contra; ¿cómo? Miren.

–¡Vamos, Abril! – Rafa decía con gritos al aire, provocando que la mencionada tomara más agresividad en sus ataques.

Aproveché que utilizaba su fuerza para cansarla. Volví mi arma al tubo que era antes y le hice una seña a la chica, indicándole que se acercara. Ella gruñó y obedeció. Cuando se acercó amenazante, me moví a la izquierda, hice un barrido y cayó al suelo de cara. Se dio la vuelta y antes de que se pudiera levantar, hice aparecer mi bō, apuntándola con eso a milímetros de su rostro.

–¡Yame!

Coloqué mi arma en su lugar y extendí mi mano para ayudarla a levantarse. Dudó por un momento, pero luego aceptó y desvío la mirada.

–Bien hecho – felicitó Sensei–. Jin, fuiste astuta al ver el punto débil de tu oponente.

–Gracias, Sensei.

–Y Abril – Le miró–, fallaste al creer que tenías la batalla ganada, celebraste antes de tiempo y eso cegó tu vista antes los ataques de Jin.

–Descuida, Abril – Mikey levantó su pulgar–, diste lo mejor.

–Es cierto – Apoyó Yoshi–, pero procura estar más atenta para la próxima.

–Sí, Sensei – Oía tristeza en su voz.

–Jin – Me tomó de los hombros y sonrió–, oficialmente estás dentro del equipo.

–¡Sí! – Celebró el de naranja y vino a darme un abrazo, al que correspondí con gusto. Sentía que me llevaría muy bien con él.

–Definitivamente, fue asombroso – Donnie se acercó–. Jamás había visto ese tipo de armamento.

–Podríamos hablar de eso, si quieres.

Sonreí al mutante, pero este respondió con un tartamudear repentino.

–Cla-Claro, me encantaría.

–Imlresionante, Jin – Leonardo me ofreció su puño–. Siento que será agradable tenerte entre nosotros.

Choqué mi puño con el suyo.

–Digo lo mismo.

Miré por sobre su hombro, Abril y Rafa ya no estaban.

Rafael

Lamento que Leo no esté de acuerdo conmigo, lamento que mis hermanos estén a gusto con la nueva integrante, lamento que Sensei se haya encariñado muy rápido con ella... ¿qué quieren que haga? ¿Qué me engañe? ¿Que me crea toda esta historia de aquel Clan?

Siempre fueron Hamato y El Pie, solo esos; además, nuestro padre no se atrevería a ocultarnos algo así, ¿no? Digo, si estuvo gran parte de su vida con Tang Sheng, ¿no debió contarnos más acerca de ella?

–Argh – Golpeé el saco de box–...Sensei no se atrevería...

–¿De qué hablas?

Miro atrás mío y me encuentro con Abril, curiosa como siempre.

–Sobre la chica nueva, sobre Splinter, ¡sobre todo! – Caminé y me senté en el espaldar del sofá– ¿No te resulta extraño que exista otro Clan además de los que ya conocemos?

–Sí, Rafa, yo fui la más cerrada para creer eso...pero, ¿no crees que es verdad? ¿No crees que tal vez Splinter lo hizo para protegernos?

–¿Protegernos? ¿Protegernos de qué?

–No lo sé – Acarició su brazo derecho–. Si hubiéramos sabido antes de Clan Kimura, es posible que haya existido la oportunidad de aliarnos, pero eso no solo nos beneficiaría, sino que crearía más oponentes y blancos para Destructor.

Arqueé una ceja.

–Jin era inexperta en el ninjistsu, como nos contó – Se aproximó a mí–...aliarnos, justo en el momento de su debilidad, hubiera sido un peligro para ella y un error nuestro.

–Sí, hubiera sido un peligro...

–¿Por qué siento que estás siendo sarcástico?

–Porque no le creo nada a esa chica, ¿de acuerdo?

–¡¿Qué pruebas, además de la confianza que mostró Splinter hacia ella, necesitas para creer?! – Abril levantó las manos exasperada.

–¡No lo sé! – También me acerqué, causando que ella retrocediera asustada– Escucha, lamento el humor que tengo en estos momentos, es solo que quiero proteger a Sensei, ¿entiendes?

–Rafa – Tomó mi hombro–, claro que te entiendo, es lo que queremos todos, pero ahora que tenemos una aliada, ¿no crees que Splinter estará más seguro?

Tenía razón, tenía toda la razón. Ella vino a nosotros por motivación propia, ella quiere proteger a nuestro padre tanto como nosotros...tal vez...

–Debería confiar en ella – Me sonrió–, pero antes, merece una disculpa.

–Bien dicho...

–Una disculpa de los dos, Abril.

Suspiró y asintió. Fuimos los únicos que la juzgamos antes de tiempo y eso fue un error. Ella no merecía nuestro odio o burlas, todo lo contrario, merecía nuestra amistad y lealtad.

En este momento salían mis hermanos junto con Jin. Abril cruzó mirada con ella, causando que se detuviera a mi lado, así que decidí ser el primero en hablar.

–Eh...Jin – Capté su atención y, dejando a Mikey de lado, pues estaban hablando animadamente, se aproximó–. Lamento haberte tratado de forma tan arrogante, te juzgué mal, espero puedas perdonarme.

–Claro que sí, Rafa – Sonrió–. Entiendo perfectamente que hayas desconfiado de mí, pero quiero que sepas que soy confiable y que los ayudaré, ¿de acuerdo?

–Me parece bien – Reí.

–Yo – Abril se asomó por mi hombro, me separé de ella para que se pudieran ver–...también quisiera disculparme. Me burlé de ti y te traté con desprecio.

–Sí, lo noté – Bromeó Jin, causando que aumentara mi interés en conocerla–, pero descuida, no me gusta guardar rencor.

Le extendió el puño cerrado, la pelirroja lo miró con detenimiento.

–¿Amigas? – preguntó.

–Amigas – Abril chocó puños con ella y el ambiente volvió a ser el mismo de siempre: alegre y animado.

Leo, Jin y yo nos sentamos en el sofá respectivamente. Mikey estaba en su puf, Abril sentada de piernas cruzadas junto a él y, por último, Donnie se colocó a su lado, mirando con atención cada movimiento o reacción de nuestra misma amiga.

Extraño...

–Así que, ¿tu padre también llegó a luchar con el Clan del Pie? – Leonardo se sentía a gusto con su compañía.

–Sí. La primera vez que los enfrentó fue el día del incendio – Bajó la mirada–. Mientras Destructor realizaba su venganza, mandó a que ninjas fueran a atacar nuestra aldea.

–¿Cuántos años tenías en ese momento? – habló Mikey.

–No recuerdo con claridad aquel momento – Miró hacia el techo, haciéndonos ver que estaba pensando–. Según mi padre, tenía unos cinco meses de nacida en aquel entonces.

–Pudiste salir lastimada – Abril se preocupó.

–Pude, pero no pasó nada. El Clan Kimura tenía una fortaleza secreta para protegernos ante cualquier ataque enemigo; se encontraba en las profundidades del bosque.

–Lamentablemente Tang Sheng no pudo ir – dije con melancólica, pues me hubiera gustado conocerla. Sería como nuestra madre.

–Lo siento mucho – Puso una mano en mi rodilla, yo solo pude sonreírle a medias.

–Por cierto, Jin – Abril se arrimó un poco más hacia nosotros, señalándola–, me gusta mucho tu traje.

–Oh, gracias. Aunque, debería quitármelo ya, no estoy en ningún sitio de batalla.

Nos dimos cuenta en como Jin miraba su traje, fue acercando una de sus manos a este...Mikey fue el primero en reaccionar.

–¿Te lo vas a quitar? ¿A-Aquí?

–¡Mikey! – gritamos Leo y yo, pues las mejillas de nuestro hermano estaban pintándose de rojo. Bueno, no solo las de él, Donnie trataba de disimular.

–Tranquilos, no es lo que piensan. Miren – Su dedo índice terminó posado en otro lugar, en la piedra de su collar. Al presionarlo, su traje se desvaneció de abajo hacia arriba, dejándola con una camiseta manga larga de color negro, un jean azul y tenis grises.

Todos nos quedamos boquiabiertos, nadie se lo esperaba.

–Guau – Abril tenía un rostro de emoción.

–¡Genial! – Mikey se levantó para estar frente de Jin, pero a la vez se arrodilló– ¡Tienes un collar mágico!

–No es magia – Rio–, es tecnología.

–¿Tecnología? – Ya sabía que él iba a emocionarse con esto. Donnie fue hasta ella, empujando levemente a Mikey para obtener toda la atención de la chica– Interesante, Japón es más avanzado en la tecnología que nosotros.

–Me encanta, es una forma más práctica. Me gustaría tener uno de esos collares.

–No es mala idea, Abril – La miró–. Puede que llegue un momento en que vengan de visita a Japón y le pida a mi tío Satoshi que te haga uno.

–Lo siento, pero recuerda que nosotros no somos de salir cuando el sol ilumina la ciudad – dijo Leo.

–Es verdad – Jin giró para verme–, lamentablemente somos unos mounstros para las personas.

–No creo que mi país los reciba de esa forma – No entendía–. Verán, nosotros tenemos leyendas de seres que eran parte animal y parte humana, entre ellos, tortugas.

–Oh, estás hablando de los Kappa – Intervino el líder.

–Sí, así es – Asintió–. Por eso, no llegarían a asustarse de ustedes, mas bien sentirían curiosidad en conocerlos más y querrían obtener su aprecio.

–¿Escucharon eso? En Japón no tendríamos que escondernos de nadie – Mikey se recostó en el suelo, poniendo ambos brazos como almohada–...podríamos tener una vida como cualquiera.

–Concuerdo contigo Mikey, pero recuerda que no podemos darnos el lujo de vivir tranquilamente hasta que nos ocupemos de Destructor – Donnie miró con tristeza a Jin–...es nuestra prioridad por ahora.

–Entiendo perfectamente – Jin depositó su mano encima de la de mi hermano, ocasionando que este abriera más los ojos–, es por eso que vine a darles una mano.

Se sonrieron mutuamente, logrando que en mi cabeza se proyectaran imágenes empalagosas de esos dos.

Sería bueno que Donnie tuviera otra oportunidad de ser feliz, pero, ¿el destino se lo permitiría?

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