Capítulo 4.- Duett (Das Minnelied Der Incubi)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Balancéate, balancéate, balancéate en el baile
Ven y déjame enseñarte
Vuela, vuela, vuela, ten fe.
Porque el mañana está muy lejos

Amanecer
Cuando la luz amenaza la noche
Porque solo en sueños
Puedo estar contigo
Y me desvanezco al amanecer.

*Duett (Das Minnelied Der Incubi) - ASP*

~~~~~~~~~~*****~~~~~~~~~~

El punto de quiebre para ambos hombres vino de la mano de una ocasión que debió haber sido alegre. El pueblo estaba haciendo su festival de otoño, para celebrar el inició de la estación. La mayoría de los jóvenes que estaban estudiando en la universidad ya se habían ido pero solían regresar el fin de semana del festival.

Dean Thomas se había ido a la Universidad de Dublín, pero estaba emocionado de verse con Seamus Finnigan. No se habían declarado uno al otro pero su relación de amistad ciertamente se había hecho más profundo y había estos momentos cuando estaban a solas que parecía que Seamus quería besar a Dean, pero algo siempre lo detenía.

Bueno, Dean tenía el plan de coquetearle a algún otro chico, a ver si Seamus finalmente lo veía como algo "no tan seguro" y se atrevía querer más.

Seamus no entró a la universidad, no por falta de potencial sino porque él hace tiempo había decidido hacerse cargo de la granja de la familia. Le gustaba la vida del campo y era una de las razones por las que no había hecho un movimiento con Dean. Con Harry, sabía que solo era pasar un rato agradable pero si hacía esas cosas con Dean... Seamus sabía que no habría vuelta atrás. Él nunca podría volver a ser amigo de Dean si no funcionaba y a la vez, tampoco se veía casado o junto a alguien que no fuera Dean.

Seamus tenía miedo de perder a Dean y Dean se estaba impacientando, no importando que el Padre Severus le dijera que no hiciera nada precipitado y que ir lento, haciendo crecer la amistad y los sentimientos era un buen camino para construir una relación. Dean temía que Seamus al final prefiriera a alguien más.

Como Seamus había tenido sexo con Harry (los chismes por una vez eran bastante ciertos), Dean se sentía... insuficiente en el departamento de apariencia. Así que para curar un poco su ego herido, Dean decidió que coquetearía con Harry y luego vería si Seamus finalmente hacía algo.

El festival era efectuado en un amplio callejón que estaba en la parte más antigua del pueblo. Las casas ahí ya no tenían pobladores y aunque podían ser habitadas, nadie en realidad quería vivir ahí. Parecían casas atrapadas en tiempos medievales y eran bastante pintorescas, pero no tenían las comodidades modernas de las otras casas, que si bien tenían fachadas de estilo antiguo, por dentro tenían servicios modernos.

Había estado lloviendo y había ese olor a hierba y tierra mojada tan agradable. Los puestos de comida y artesanías estaban por doquier, el callejón tenía decoraciones de la cosecha y luces decorativas, alusivas al otoño. Y al fondo del callejón estaba una tarima muy grande donde habría un espectáculo de saltimbanquis y baile irlandés tradicional. Harry estaba entusiasmado por los espectáculos pero como faltaba para eso, se dedicó a andar pululando entre puesto y puesto.

Saludo a sus amigos del pueblo y al Padre Severus que estaba platicando con los ancianos "cascarrabias" de Arabella y Argus. A Harry le caían muy bien los ancianos. Arabella y Argus solían invitarlo al té y hablaban con él de los últimos chismes del pueblo y Harry les pasaba los que él conocía.

Ese día el Padre Severus se había dejado el cabello suelto y Harry quería suspirar tan mal al ver al hombre verse tan sexy, incluso con esa ropa secular, que aun así lo indicaba como hombre de la Iglesia. A veces se preguntaba cómo se vería el hombre en algo tan normal como un traje o un suerte con gabardina. Su mente le proveyó la fantasía y Harry tuvo problemas para no ruborizarse por la imagen tan sexy de Severus en Gabardina.

Sin embargo no fue tan hábil y Severus captó aquel sonrojo y la timidez del joven que hizo se volteara con pudor. Si bien el joven coqueto y resuelto había sido una tentación muy fuerte, este joven más tranquilo y tímido, más consciente de sus emociones cambiantes y contradictorias, que aún quería llamar la atención del hombre pero de buena forma, era una tentación como la manzana que Eva le ofreció a Adán.

Si podía decirse, este comportamiento más cercano a su edad, la timidez y candidez de su juventud, la inocencia que aún existía detrás de aquellos ojos atormentados, esos gestos adorables como su sonrojo, hacían que el Padre Severus tuviera muchos, muchísimos problemas para mantenerse ecuánime.

Incluso en medio de toda esta gente, poniendo atención a la plática intrascendente de algunos que insistían en contarle chismes viejos como si fueran aún vigentes, Severus no podía dejar de notar al joven.

Cuando el espectáculo de baile comenzó, Severus vio otro rasgo adorable del joven, el asombro. Al parecer al chico le gustaba ver estos espectáculos que para muchos jóvenes eran aburridos. Pasando de conversación en conversación junto con su mentor, Severus observó discretamente a su objeto de deseo y cuando el espectáculo acabo y empezó el de los saltimbanquis, de nuevo estaba esa carita casi infantil de asombro y una fe en que esos trucos eran magia real.

Los parientes del chico estaban hablando con distintas personas. Vernon estaba hablando con un par de pescadores, los que tenían las mejores casas. Petunia estaba hablando con el club de costura, ya que las mujeres aun no le habían invitado a unirse (aquellas mujeres eran muy observadoras y no querían a Petunia por ser "esa clase de mujer", amargada, envidiosa y perra). Dudley estaba tratando aun de ligarse a algunas chicas que le respondieron como se debía, alejándose rápidamente de él y viajando en grupos mixtos para que Dudley no se hiciera idead equivocadas sobre perseguirlas si eran grupos exclusivos de mujeres.

Cuando acabaron los dos espectáculos, Harry aplaudió y en cuanto se desbando la pequeña audiencia, Harry fue hasta un puesto de comida por un bocadillo. Afortunadamente, el pueblo no era tan tradicionalista con la comida y había cosas como sándwiches, Fish & Chips, fresas con chocolate, brochetas de carne y empanadas de Cornualles, así como refrescos y algunos ponches de frutas.

Mientras Harry comía un sándwich, Dean Thomas se le acercó y parecían estar hablando de algo. Harry estaba sonriendo amablemente pero nada muy coqueto o pronunciado. Dean parecía estar frustrado con algo y en cuanto Harry terminó su bocadillo y tiró el plato desechable, Dean lo tomó del brazo y en un momento dado lo beso. Harry apenas tardo un segundo en separarse y darle una bofetada.

Luego empezó una pelea a gritos y entonces entró en escena Seamus Finnigan. Ahora la pelea a gritos era entre los dos amigos. Harry, sabiamente, se mantuvo al margen y estaba por irse hasta que Dean lo señalo y acuso a Seamus de ser un "pito fácil" y acostarse con la nueva ramera del pueblo.

La declaración del joven hizo un silencio sepulcral y las jóvenes amigas de Harry lo rodearon protectoramente, ya que el joven parecía a punto de llorar. Seamus dijo que se lo llevaran, ya que él tenía algo que hablar con Dean y la gente del pueblo ahora estaba cuchicheando sobre si al fin Dean se rendiría con Seamus o Seamus finalmente aceptaría los sentimientos de Dean.

Nadie en el pueblo parecía estar interesado en que hubieran llamado a Harry una ramera, ya que casi todos en el pueblo lo conocían y sabían que habían sido las palabras de un joven enamorado, desesperado por llamar la atención de su amado y arremetió contra quién no tenía culpa. Nadie culpaba a Harry porque esos dos no se juntarán. Incluso había una apuesta en el pueblo de cuando finalmente se juntarían esos dos, Harry solo había sido una relación pasajera y fue consensuado por ambas partes.

Sin embargo, no todos en el pueblo veían a Harry como una pobre víctima, ya que su tía seguía viéndolo como el origen de todo lo malo que había en su vida y estaba decidida a que su sobrino se sintiera lo que ella sabía que era: un pecador sin remedio, un hombre que merecía sufrir el resto de su vida.

~~~~~~~~~~*****~~~~~~~~~~

La pelea a gritos se sincronizó con los primeros acordes de una lluvia torrencial. Por fortuna los puestos del festival ya habían sido retirados y solo lamentarían en el pueblo la perdida de las luces decorativas que se habían hecho para la ocasión.

Esta pelea a gritos tenía lugar en la casa de los Dursley, con Petunia gritándole a su sobrino lo mala persona que era, lo promiscuo de su actuar, lo depravado de su comportamiento y que no parecía arrepentido por las cosas que provocaba. Harry le respondía que era una perra viciosa, que no se las diera de Santa cuando todas las señoras en el pueblo la odiaban y que su comportamiento no era la causa de que Dean y Seamus tuvieran problemas sino la tensión sexual no resuelta entre ellos.

Luego ella le dijo que si no fuera porque se acostó con Seamus, este nunca hubiera pensado en enamorar a su amigo Dean y ambos podrían estar ya en relaciones normales y aprobadas por Dios con señoritas decentes. Harry entonces la acuso de ser una mojigata hipócrita, ya que sabía que Vernon tenía amantes y su tía sabía. ¿Cómo se le llamaba entonces a una mujer que prefería que su esposo se follara a otras mujeres que divorciarse de él?

Entonces ella le dijo que él era un engendro de Satanás que no dudaría en seducir a cualquier hombre, incluso al Padre Snape. Fue en este punto que Harry abofeteo a su tía y la mujer montó en cólera, agarrando a su sobrino del pelo y arrastrándolo hasta su cuarto, donde lo lanzó y luego cerró la puerta con llave. Le dijo que estaría encerrado ahí, sin comida, ni agua, durante 3 días, para ayunar y purificarse de su homosexualidad, que pensara en pedir perdón a Dios por sus pecados.

Harry le gritó algo como ¡Vete a la mierda perra! Y Petunia empezó a despotricar incoherencias a su sobrino.

Petunia en realidad no era homofóbica. No le podía importar menos que dos hombres o dos mujeres estuvieran juntos. Era solo que cuando su sobrino mostraba alegría o felicidad, incluso aceptación, ella quería romper esa sonrisa tan mal. Harry, aunque tenía rasgos prominentes a su padre, era todo Lily tanto en su comportamiento como en ciertas cosas como los ojos y la sonrisa.

Lily siempre fue ese tipo de persona que atraía a otras como la luz a las polillas. Ella era radiante, bella y elocuente, vivaz como pocas personas y siempre veía algo positivo en cualquiera. Incluso los maleantes de su ciudad natal siempre dijeron que a Lily no se le tocaba, ya que pensaban que una "Pollita" tan linda como ella, no debía sufrir ningún contratiempo.

Había más cosas que Petunia odiaba de su hermana y siempre que peleaba con Harry, recordaba cada una de ellas mientras bebía un licor de ciruela que le gustaba mucho. Petunia (y Harry) sabía que terminaría borracha, durmiendo en un sillón de la sala, y su marido llegaría tarde, ya que tenía que ver a su amante de turno en el poblado vecino.

Dudley quién sabe dónde estaba y Petunia solo rumiaba su mala suerte, que en realidad era la consecuencia de sus malas decisiones de vida.

~~~~~~~~~~*****~~~~~~~~~~

Mientras afuera de la casa parecía que estaba diluviando mientras algún Dios pagano lanzaba rayos hacia la tierra, Harry estaba en un estado extraño. Nunca se había atrevido a hacer nada más que contestarle a su tía en sus peleas pero cuando lo acusó de estar tentando hombres como al Padre Severus, algo dentro suyo explotó y de mala manera.

Lo cierto es que Harry se sentía enloquecer. Por un lado sabía que no podía tentar a un hombre de Dios y por él otro lado quería tan mal hacerlo. quería que Severus perdiera el control con él y constantemente había estado tratando de llamar la atención del hombre, al grado que incluso había cambiado su ropa por algo más normal.

Pero el Padre parecía ser de hierro y Harry continuo su ataque de coqueteo hasta incluso haber llegado a quitarse la camisa y el Padre parecía inmune a sus encantos.

Era el primer hombre que se le resistía y Harry hasta luego pensó que estaba mal lo que estaba haciendo. No debería desear a un hombre que prometió su vida al Señor... pero lo hacía.

Si bien su interés había empezado como un interés sexual, poco a poco, en estos meses que se habían conocido, Harry encontró que le gustaba el hombre. No solo gustar su cuerpo, sino su mente, su alma. Harry conoció a un hombre que le gustaba en muchos sentidos y quería ser algo más para el Padre que un simple feligrés, incluso más que un amigo.

Harry sabía que iba a huir de su casa y quedarse en casa de una de sus nuevas amigas. Luego le escribiría a Sirius y sus amigos de Londres. Pero en la casa de cualquiera de sus amigas no podía usar sus juguetes, así que se dedicó a calmarse con uno de ellos.

Este lo había comprado hace un tiempo, ya que había estado sin novio un buen rato y solo había un tamaño algo grande. Harry lo introdujo en su esfínter hasta la empuñadura. Ya había estado trabajando su entrada y el juguete se deslizo cómodamente entre bastante lubricante. Había ruido en las ventanas y el techo por la lluvia, y en la sala se escuchaba el televisor. Petunia seguramente ya se había emborrachado y estaba durmiendo en el sillón de orejas de una plaza.

Petunia era predecible y Harry sabía que ahora podía gimotear y decir lo que quisiera, ya que entre tanto ruido, nadie iba a oír. Entonces Harry empezó a meter y sacar el juguete que estaba en la vibración más alta que permitía. Harry gruñía y gemía, mientras el único nombre que escapaba de sus labios era el de Severus.

Siempre era el nombre de Severus desde hace semanas.

Cuando finalmente el juguete fue demasiado, Harry se corrió gritando el nombre del Padre y una vez que recupero la vertical, Harry supo que finalmente había enloquecido. No solo quería al hombre, se había enamorado de él.

Harry se sentía culpable luego de la pelea con su tía, no por Petunia sino por el hecho de que intento de verdad tentar a un hombre de Dios, un hombre bueno que no debería haber sido cargado con sus deseos impuros.

Harry decidió que primero hablaría con el Padre y luego se iría a casa de Susan. Susan era la chica más cercana a su domicilio y además su tía sabía usar una escopeta que siempre tenía a la mano. Si Petunia se ponía demasiado impertinente, la mujer no dudaría en amenazarla con hacerle un agujero en medio de los ojos.

Así que Harry, ya con un plan, se vistió, guardo sus juguetes en su escondite secreto, sacó una maleta de gimnasio impermeable donde metió un poco de ropa, su celular y un álbum de fotos de sus padres (no fuera a ser que Petunia lo encontrara y lo destruyera), tomó su impermeable y salió por la ventana.

Petunia nunca se dio cuenta que su sobrino ya no estaba en casa y que estaba enfrentando a los elementos en un extraño intento de llegar hasta la iglesia para hablar con el Padre Severus.

~~~~~~~~~~*****~~~~~~~~~~

Severus Snape estaba despierto a altas horas de la noche. Aunque el festival acabó en una nota agridulce, ya que si bien Dean y Seamus finalmente se habían dejado de tonterías y decidieron darse una oportunidad, Dean no tuvo la oportunidad de disculparse con Harry, quién ya se había ido del festival.

Seamus le hizo notar a Dean que debió hablar con él antes de hacer algo tan estúpido como intentar darle celos. Seamus y Harry simplemente habían sido "algo pasajero" y ambos no tenían sentimientos uno por el otro. Dean se había hecho una telenovela en su cabeza y nunca pensó en hablar con Seamus, pensando que Seamus diría que no sentía nada por él.

Como fuera, ambos jóvenes finalmente eran una pareja y eso debería hacer que las cosas funcionaran mejor. Severus pensaba que él no necesitaba ver telenovelas, teniendo a estos jóvenes revoltosos como entretenimiento.

Lo único que le preocupaba era Harry. Nunca había visto al joven hacer esa cara de desolación, como si hubiera sido herido en lo profundo y quizás eso había sido. Si bien Harry era bastante liberal, por lo que sabía del joven, él nunca se metería con alguien que ya tuviera pareja, y tampoco fingiría sentimientos que no tenía.

No era una "ramera", sino solo un jovencito que disfrutaba su sexualidad. Eso no era realmente un pecado, aunque sus superiores no lo creyeran así. Quizás mañana lo buscaría para hablar con él y llevaría a Thomas, para hacer que la disculpa de Dean no fuera tan incomoda.

Justo en eso estaba pensando cuando escucho que alguien tocaba frenéticamente la puerta de la iglesia. Albus ya se había tomado sus pastillas para dormir y el hombre caía como tronco. Severus fue a abrir la puerta, ya que la casa parroquial estaba unida a la iglesia y descubrió que era Harry, pareciendo un gato callejero muy mojado, quién estaba tocando la puerta con frenesí y una mirada embrujada.

—Potter, ¿Qué te paso? ¿Estás bien? —La mirada de preocupación de Severus hizo que Harry se sintiera aún peor que antes por haberse enamorado del hombre y se rompió.

—¡No! No estoy bien. He cometido un terrible pecado Padre. Necesito que me absuelva. Me voy a condenar si no me da la absolución, ¡Por favor, Padre! ¡Por favor! —Harry había caído de rodillas y Severus lo levantó como pudo, arrastrando a un lloroso joven que a su vez arrastraba una maleta de lona, de esas para gimnasio.

Severus sabía que era probable que el joven hubiera huido de casa. Ya se esperaba algo así, ya que según las señoras del pueblo, Petunia era (y con perdón de la palabra proferida en su presencia) una verdadera perra. Siempre que podía, la mujer lanzaba chismes viciosos sobre su sobrino. No nada condenatorio, pero sí que harían que cualquiera dudara sobre el joven y su gentil presencia. Por fortuna para Harry, las señoras del pueblo creían en juzgar las acciones y no los chismes sobre la persona, aunque les encantaba escucharlos.

Veían al chisme como un entretenimiento inofensivo mientras una persona fuera capaz de separar la verdad de la ficción. Petunia lanzaba insultos velados, mentiras descaradas y en verdad parecía creerse lo que decía sobre Harry. Las señoras simplemente la dejaban hablar y luego ignoraban lo que sea que hubiera dicho.

Harry, mientras Severus estaba sumido en este pensamiento, había sido sentando en el confesionario. Severus ya le había explicado que la absolución de un pecado empezaba con la confesión, ya que ayudaba a limpiarse el alma, luego estaba la penitencia que debía cumplir (aunque no se ejecutaba inmediatamente), finalmente la promesa de no volver a cometer ese pecado y entonces se daba la absolución.

El Padre Severus finalmente salió de sus pensamiento y empezó haciendo la señal de la cruz mientras recitaba—In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen. Dime hijo, ¿Cuál es tu pecado? —.

Harry tomó aire, ya más tranquilo y pensando que esto servía igual que lo que había pensado de solo hablar con el Padre—Confieso Padre que he pecado. Deseo a un hombre de Dios—Severus estaba estupefacto, no podía ser...—Deseo que este hombre me tome en sus brazos, me bese y me haga el amor de muchas y variadas formas—Harry incluso había juntado sus manos en señal de oración—Padre, por favor, perdóneme por desearle, por querer que tenga deseos impuros por mi cuerpo. Le deseo tanto que duele e incluso he llegado a más que solo desearle—.

Severus ya no estaba seguro de como respirar—Padre, confieso que he cometido un pecado aun mayor que desearle y ese es haberme enamorado de usted, un hombre de Dios—.

Un rayo cayó a la tierra en ese momento e ilumino a los dos hombres que estaban en el confesionario.

Severus observó a Harry cuando el rayó iluminó su rostro y era un rostro que no quería ver nunca en aquel joven. Le recordaba fuertemente al suyo cuando tocó fondo siendo un joven casi de la edad de este joven.

—No puede ser... Harry, no creo que sientas eso por mí—Severus decidió dejar la confesión para otro momento. Amar no era un pecado pero no podía ser que este joven se hubiera enamorado de él. Quizás solo era una infatuación que pasaría en cuanto llegará alguien más que le llamará la atención.

Harry estaba llorando ahora—No, Padre, no. Lo amo. Me enamore de usted... ¡Me enamore de ti, Severus! ¿No lo entiendes? No puedo sacarte de mi cabeza, de mi corazón. Incluso cambie mi ropa para ver si te agradaba más. Deje aquellos coqueteos por que parecían no agradarte y entre más cambios hacía, más deseaba verte desearme a mí. Quería que me vieras como yo te veo—.

—Harry, está mal... —Harry pensó que aquí es donde Severus le decía lo de su devoción a Dios—Soy un hombre mayor y tú eres un joven en la flor de su edad. Encontraras a alguien más acorde a ti—Harry no esperaba esto. ¡El hombre no le estaba diciendo sobre su fe o sobre que él no sentía lo mismo! Solo le dijo que era "mayor".

—La edad nunca me ha importado... Severus—El corazón de Severus se saltó un latido. Su nombre en aquella boca se escuchaba demasiado pecaminoso y sensual—Solo te quiero a ti—.

Severus tenía su rosario en su mano y lo estaba apretando tanto que le iban a quedar marcas—Por favor, Harry. Se razonable. Soy un hombre mayor y no debemos...—Las manos del joven estaban aferradas a la rejilla del confesionario. Las lágrimas ya no fluían pero pendían de aquellos hermosos ojos—Harry, por favor... piensa bien esto...—.

Por toda respuesta, el joven se levantó y caminó hasta donde estaba Severus, haciendo que la rejilla de madera ya no fuera un problema. Abrió la cortinilla que ocultaba al Padre y entonces Severus lo pudo ver. Había lagrimas sin secar en aquel hermoso rostro, pero ya no fluían de sus ojos esmeralda. El joven frente a él tenía una mirada resuelta a pesar de que tan solo unos instantes antes, parecía como si lo hubiera estado persiguiendo el Diablo en persona.

El joven entró en su espacio y le tomo de las manos. Severus apretó aún más su rosario mientras aquel joven solo frotaba sus mejillas contra sus manos apretadas. Era como si fuera un gato enorme, marcando a su humano. Luego el joven beso ambas manos y lo miro con una intensidad que recordaba a un fuego fatuo.

—Dime algo más. Dime que tu fe es demasiado grande y que no deja que haya otro tipo de amor en tu corazón. Dime que no sientes un amor erótico por mí, sino algo como Ágape o Philia y que no podrías cambiar nunca ese amor por mí. Dime algo así y me alejare. Dime que tu amor por Dios te llena tanto que mi humilde cuerpo y alma no pueden siquiera competir con Él. Dime eso y me iré. Nunca volveré a pedirte que me mires e intentare sacarte de mi corazón. Pero no me digas tonterías Severus. No me digas cosas tan tontas como tú edad o la mía. No abarates mis sentimientos con esas falsedades—.

Severus sabía que era mala idea. Sabía profundamente que una vez que se atreviera a cruzar la línea, no habría vuelta atrás y que todos los pecados que aún le faltaba por expiar, iba a sumarse otro: el de haber roto su voto de castidad.

No se sentía tan fuerte como para no llevar sus deseos hasta las últimas consecuencias.

No se conformaría con un beso. Sería como solo lamer la manzana y tanto Eva como Adán no se conformaron con eso. Así era Severus. Una vez que probara aquellos labios, querría más y más. Por eso se había contenido, por eso había evitado intentar algo más con el joven. Había notado el ligero interés en él, pero nunca pensó que aquel pequeño gusto se hubiera transformado en un amor así de intenso... tanto como el de él por el mismo jovencito.

Sus manos finalmente se relajaron y había cierta tranquilidad alrededor de Severus, quizás un poco inquietante. Harry pensó que Severus ahora si le diría lo de su fe, así que estaba empezando a retirar sus manos cuando aquellas manos tan relajadas, de repente apretaron las suyas. Harry observó al hombre y de pronto ya no estaba el Padre Severus, aquel Padre serio pero agradable. Lo que estaba frente a Harry era una bestia voraz que lo miraba con hambre escrita en cada rasgo de su rostro.

El Padre... No, Severus lo jaló hacía él y Harry no sabía qué hacer. Estaba asombrado y excitado, asustado y feliz. Todo al mismo tiempo y aquella bestia hambrienta hizo que el joven se sentara en su regazo, de forma que estaban enfrentados. Fue solo un breve instante en que sus ojos de ambos hombres se miraron profundamente antes de que sus cuerpos se estrellaran uno contra él otro. Sus bocas se juntaron y el fuego que anidaba en sus pechos finalmente encontró la chispa para convertirse en una hoguera.

Ya no había marcha atrás, se iban a condenar juntos al infierno, pero harían que valiera cada maldito segundo.

~~~~~~~~~~*****~~~~~~~~~~

Severus sabía que sería bueno, pero no que sería glorioso. Sus labios finalmente estaban besando aquella boca que había plagado su mente durante semanas, sino es que meses. Se mentiría a si mismo si no aceptara que desde que vio al joven, algo dentro suyo se removió.

En este mismo instante, no era el Padre Severus sino aquel Severus de su juventud. Aquel joven que amaba con una intensidad que asustaba. Aquel joven que por amor casi pierde la vida y su libertad. Ese era el Severus que estaba asaltando aquella boca tan dulce como ambrosía. Y su cuerpo estaba despertando a un sentimiento que creyó perdido hace tiempo.

Sus manos hace tiempo que habían soltado su rosario y este había caído al suelo. Ahora sus manos estaban libres y vagando por todo aquel cuerpo que aún conservaba vestigios de la adolescencia. Su piel suave y aun húmeda por la lluvia, sus pezones duros por el frío sintiéndose incluso a través del impermeable y su entrepierna ya abultada que se frotaba contra la suya que también estaba dolorosamente abultada.

En medio de aquellos besos, Harry gemía por aquellas manos errantes que estaban yendo por todos sus recovecos. Se sentían tan bien sobre él, pasando por todos lados, tomándolo de la cintura, rozando su erección atrapada en la pesada y húmeda ropa.

Como pudo, Harry se quitó el impermeable, facilitándole a Severus el trabajo. Sin embargo, no era suficiente para Harry y también se desabotonó la camisa. Severus notó que ahora sus manos tenían menos resistencia y fue que notó a Harry desnudándose. El hombre mayor simplemente no podía permitir que Harry hiciera todo el trabajo, así que lo ayudo a desvestirse, teniendo que separar sus labios.

Harry casi lamento perder aquellos labios sobre los suyos, hasta que aquellas manos estuvieron sobre su piel desnuda y le ayudaron a liberarse de sus ropas. Sus tenis salieron volando hacia algún destino desconocido, su pantalón cayó con un sonido húmedo y ahora estaba solo con sus calcetines y su ropa interior.

La delgada tela no podía ocultar su excitación y Harry tampoco quería hacerlo, así que busco afanosamente aquella boca, pero el mayor de lo impidió. La mirada que le dio el hombre, hizo que Harry se quedara quieto y expectante.

Fue entonces que una mano del hombre deslizó la tela hacía un lado y libero su erecto miembro. El tacto del hombre era caliente y Harry sintió que su polla se iba a derretir tan solo por estar siendo sostenida en aquella mano.

Fue tan intensa la sensación que Harry cerró los ojos y entonces sintió algo húmedo chupándole justo en su cuello y hacia la clavícula. Severus estaba dejando besos por todo su cuello y hacia el centro de su pecho. Harry no sabía que su clavícula podía ser una zona erógena pero faltaba lo mejor.

Aquella mano nunca dejó de sujetar su polla y estaba moviéndose a lo largo del tallo, bombeando firmemente mientras aquella boca estaba enervando su piel. Con cuidado, dicha boca tomó el pezón izquierdo del joven y tomó el botón entre sus dientes, apretando con cuidado mientras su lengua torturaba al botoncito.

Harry apretó los labios, ya que no quería gritar pero esto era el paraíso. Ninguno de sus amantes serios o de ocasión podía haber hecho esto con él. Harry era un desastre feliz y a punto de ebullición. La otra mano del hombre sostenía su cintura y Harry nunca se sintió más cuidado o protegido que en esos momentos.

Finalmente un fuego blanco refulgió detrás de sus parpados y libero su semilla en aquella mano, mientras sus labios se apretaban tan fuerte que estaban blancos por la tensión. Sin embargo, aquella mano ni siquiera estaba cerca de terminar, ya que fue explorando hasta llegar a su entrada y el hombre pareció un poco sorprendido por encontrarla suave, distendida y con bastante lubricante.

Harry, en su premura y crisis, se había olvidado de limpiarse luego de masturbarse pero ayudaría para lo que seguía. Mientras Severus tomaba el otro pezón y procedía a torturarlo como al otro, su mano errante empezó a penetrar la ya trabajada entrada de Harry hasta dar con cierto punto que hizo brincar a Harry y abrir mucho los ojos.

No, nadie había dado antes con ese punto en particular, aunque había oído y leído mucho sobre él. Su próstata estaba siendo golpeada repetidamente mientras su pezón enviaba señales de dolor y placer a través de todo su sistema nervioso.

Pero Severus no dejó que el joven volviera a correrse, en su lugar, sacó sus dedos exploradores, soltó su "dulce" de su boca y levantó al joven de su regazo para empezar a bajarle la ropa interior que ya estaba secándose un poco.

Harry ayudo y los bajo completamente antes de sacar sus piernas y lanzarlo a algún lado. No le importaba en lo absoluto.

Si no fuera por sus calcetines, Harry estaría totalmente desnudo (que para el caso, ya lo estaba). Severus, sin dejar de observar a su amante, se abrió el pantalón y bajando su bóxer, libero su miembro de la prisión de tela. Por fortuna para Harry, Severus no traía aquella sotana o esto sería incomodo.

Harry se arrodilló entre las piernas abiertas de Severus, usando su ropa descartada como un cojín y tomó aquel miembro entre sus manos antes de llevarlo a su boca.

Si besar al joven y mapear su cuerpo había sido glorioso, sentir aquella boca tomar su miembro fue casi divino. Aquella boca estaba húmeda y caliente, enervando su ya sensible carne. El joven estaba sorbiendo, metiendo y sacando el falo, dejándolo húmedo y viscoso con su saliva. Severus sabía que no debía ir muy lejos o se correría antes de estar dentro de aquel cuerpo y no quería eso. Quería que su semilla se derramara dentro del joven, marcarlo como suyo aún más.

No había querido dejar marcas en su cuerpo, en alguna parte visible, temiendo que alguien pudiera verlas y preguntarse cómo se las hizo, así que pensó que su semilla dentro, debería ser suficiente marca de su presencia en el joven.

Antes de llegar al punto de no retorno, Severus alejó al joven de su miembro y simplemente lo levanto. Él hizo lo mismo y luego le indico al joven que se subiera al banco que servía para que Severus se sentara a confesar. El joven estaba de rodillas, pegado contra la pared y con las piernas abiertas en una posición altamente erótica y libertina.

Cuando el hombre entró en él, Harry contuvo un grito de sorpresa. Esta posición hacía que sintiera estrechamente aquel miembro que se abría paso dentro de él. Un gruñido salió de boca del hombre antes de empezar a moverse, lentamente, tanteando el terreno y esperando la reacción de Harry. Por toda respuesta, Harry uso una mano para acercar al hombre hacia él y Severus empezó a salirse poco a poco de él antes de volver a penetrarlo.

Las estocadas eran firmes pero no fuertes. Había un cuidado reverencial en esto que superó a Harry y sus emociones estaban desbocadas. Se sentía centrado y disperso, todo a su alrededor estaba desdibujado pero no Severus, Severus era un punto firme al que asirse y las estocadas estaban empezando a tocar su próstata, aquel punto dulce que solo Severus había tocado.

Severus no estaba mejor que Harry, la estreches y calidez del chico estaban apretando dolorosa y deliciosamente su miembro. Quería tan mal dejarlo hecho un desastre pero no se atrevía a ir tan lejos. Quería llevarse este momento hasta el más allá, si era posible. Quería que se grabara con fuego en su memoria y alma.

Sus caderas se movían rítmicamente, entrando y casi saliendo del muchacho que con una mano se sujetaba de la pared como podía y con la otra acercaba a Severus hacia su cuerpo. Severus entonces volteó un poco la cara del chico y tomó aquellos labios que sabían a leche y miel.

¿Sería este sentimiento, esta sublime sensación, el éxtasis carnal que lo elevaba al paraíso y lo arrastraba al infierno al mismo tiempo de lo que hablaba Salomón en el Cantar de los Cantares? A Severus no le quedaba duda. Moverse dentro de esta criatura celestial era lo más parecido al Rapto que alguna vez iba a sentir.

Cuando aquel interior empezó a apretarlo más, sus caderas empezaron a moverse más fuerte y más rápido. Seguía besando a su pequeño ángel caído mientras sus manos agarraban aquella cintura y acercaban su trasero a su miembro en cada embestida.

Un gritó de ambos fue ahogado entre aquel beso compartido mientras la semilla de ambos se derramaba. La de Harry en la pared del confesionario y la de Severus dentro del jovencito. Sus labios finalmente se separaron y estaban jadeando. Severus se separó de Harry y saco su ablandecida polla de aquel interior.

El maltratado agujero estaba chorreando su semen y Severus supo que ya no había nada más que hacer. Se había condenado y a este jovencito con él, pero no se arrepentía de nada. Metió como pudo su miembro en su ropa y le dijo a Harry que esperara ahí.

Severus salió corriendo hacia la casa parroquial y sacó una cobija suave y cálida de su ropero. Regreso al lado del joven y lo ayudo a envolverse con ella, antes de llevarlo hasta su habitación. Harry no sabía que estaba haciendo Severus hasta que entraron a una habitación bastante espartana. Había una cama de tamaño matrimonial con un edredón verde agua, un ropero, un buró y una jarra de agua con un vaso.

El hombre le dijo a Harry que lo esperara aquí al tiempo que le quitaba los calcetines. Le dijo que pronto regresaría y dejó al joven a solas. Harry observó con más detenimiento la habitación y vio que no era tan sencilla como parecía a primera vista. Curioseando en el buró, Harry encontró cierto juguete que no esperaría uno encontrar en posesión de un sacerdote. Eso hizo sonreír a Harry.

Levantándose de la cama, empezó a moverse por el lugar con cuidado de ser silencioso y encontró el baño, parecía adecuado con una regadera y un retrete. Cerró esa puerta y luego vio un escritorio con una computadora y un teléfono celular al lado. Al parecer, el Padre no era afecto a la tecnología pero no la negaba como algunas personas maduras.

Severus regresó a la habitación y observo que el chico se había envuelto como una especie de burrito. Eso le pareció entrañable pero quería hacer otras cosas más con el joven, así que prendió la calefacción y espero a que el calor se diseminara por su habitación.

En el tiempo que dejó a solas a Harry, Severus había limpiado la "escena del crimen", rezó varias oraciones pidiéndole perdón a Dios por haber pecado en su Casa y llevó la ropa del joven a la lavadora/secadora para que tuviera algo que ponerse al día siguiente. Esa noche dormiría con uno de sus pijamas y ya verían que harían luego.

Esa noche le pertenecía al placer carnal.

Harry aún no había dicho nada, esperando a que cayera el otro zapato como dicen, pero solo sentía más y más calor gracias a la calefacción. Era afortunado que en el pueblo se estilara que solo las fachadas fueran antiguas. Una vez que el cuarto tuvo una temperatura agradable, Severus se recostó al lado del joven y Harry se quitó aquella cobija.

Severus se levantó de la cama y sin dejar de ver a Harry, fue quitándose cada prenda de ropa. Harry no podía creer que aquel hombre tan sensual hubiera estado con él. No había duda de por qué Harry se había infatuado primero por él. Fue su interior lo que terminó de cautivar a Harry y si podía decirse, incluso esa aura bestial que había rodeado al hombre cuando finalmente cedieron a la pasión, lo enamoró aún más.

Ahora ambos hombres estaban desnudos y Severus aprovechó que el joven estaba absortó en él para irlo cubriendo con su cuerpo mientras lo acostaba boca arriba en el colchón. Si la sensación de tocar el cuerpo de Harry solo con sus manos había sido sublime, el contacto de sus pieles desnudas fue como haber entrado al jardín del Edén.

Harry tenía la piel suave y sus maltratados pezones sobresalían en aquella piel ligeramente bronceada de todo aquel trabajo bajo el sol que hicieron juntos. El cabello siempre revuelto ahora estaba francamente más parecido a un nido de pájaros y eso lo hacía ver aún más libertino. Sus ojos refulgían con amor y Severus no dudo de aquellas palabras sobre amarlo con intensidad.

Los hombres unieron sus labios mientras sus ojos se cerraban, exacerbando las sensaciones al máximo. Severus ya no solo tocaba a Harry con sus manos sino que todo su cuerpo se frotaba contra el chico, haciendo que Harry quisiera gemir.

—Hazlo, gime. Nadie nos escuchara. Albus toma pastillas para dormir y duerme al menos 9 horas, muy profundamente—Harry entonces no contuvo el gemido y para Severus fue una revelación escuchar aquella boca gemir bajo sus atenciones.

—Ahh, más—Harry pensó que su encuentro previo había sido demasiado bueno pero esto estaba llevándose fácilmente el premio. Nada se comparaba a sentir la piel desnuda del hombre sobre su propia piel desnuda.

Ambos hombres parecían más serpientes retorciéndose una contra la otra que humanos. No se distinguía donde empezaba uno o terminaba el otro. Severus estaba cubriendo de marcas a Harry en partes donde la ropa fácilmente podría cubrirlas. Unas pocas en su pecho, otras debajo de la cadera y en su vientre.

El inhiesto miembro del jovencito se levantaba orgulloso en un nido de pelo negro que a Severus le parecía agregaba sensualidad al ya de por si sensual chico. Su joven amante se retorcía con sus caricias y su boca le regalaba los más hermosos sonidos que alguna vez escucho. Esos gemidos, lloriqueos y letanías de umhs y ahs eran una música celestial.

Harry no sabía ya donde poner sus manos. Entre las caricias de aquella boca y las manos del hombre que tocaban todos los puntos correctos, su cerebro no estaba funcionando. Solo atinaba a gemir y jadear. No podía articular una sola palabra y con cada caricia, su cuerpo parecía iba a entrar en shock.

De repente, el hombre disminuyo la sobrecarga sensorial, subió su cuerpo hasta cubrir totalmente a Harry y con una mano, buscaba afanosamente algo en el cajón de arriba del buró. Harry apenas registró que se trataba de un tubo de lubricante.

Observo como el hombre destapaba el tubito y dejaba caer una generosa capa en su mano. Dicha mano empezó a masajear su entrada y deslizó algunos dedos cubiertos del viscoso líquido. Harry solo alcanzó a agarrarse de las sábanas, retorcerse y gemir. Los dedos de sus pies se doblaron cuanto más aquellos dedos escarbaban en su agujero y daban con su punto de máximo placer.

Cuando pensó que iba a morir de placer, Severus retiró su mano y Harry tuvo tiempo de tranquilizarse un poco mientras el hombre dejaba caer una aún más generosa porción de lubricante en su mano y procedió a embadurnarse la polla.

El jovencito pensó que se había convertido en un muñeco de trapo, ya que Severus abrió sus piernas con una facilidad pasmosa. Su cuerpo no ofreció ninguna resistencia al acto y en cambio, parecía que su cuerpo quería ser maniobrado por aquel hombre. Severus dejó que aquellas piernas ya flácidas, se colocaran por detrás y encima de sus caderas.

El cuerpo de Harry obedecía la muda orden y sus piernas abrazaron aquella cadera al tiempo que el miembro de Severus se alineaba con su esfínter. Severus se sintió morir en cuanto se deslizo de nuevo en Harry y Harry estaba seguro de que estaba muerto y actualmente estaba tocando a las puertas del cielo.

Si en ese momento hubiera sido el fin del mundo, los dos hombres hubieran seguido en su acoplamiento mientras todo a su alrededor de derrumbaba. En esos momentos, el mundo no existía, solo ellos dos en ese pequeño fragmento de paraíso.

—Te amo—Aquellas palabras salieron de Severus sin filtro y sin pudor. Harry quería llorar de felicidad. No era solo que Severus lo deseara carnalmente, sino que también estaba dentro del corazón del hombre.

Por toda respuesta, Harry besó dulcemente al hombre y Severus empezó un vaivén lento que los estaba llevando lentamente a la locura. Severus apenas sacaba su miembro antes de volver a enterrarse.

La punta de su polla cepillaba aquel punto dulce y se retiraba antes de ser demasiado. Las manos de Severus estaban aferrándose a Harry mientras sus codos le daban soporte cuando sus caderas se movían contra su joven amante. Sus labios se buscaban con afán y se separaban cuando les faltaba el aire.

Harry solo alcanzaba a apretar más sus piernas y abrazarse al cuello del hombre mientras era llevado una y otra vez hacia la cúspide. A pesar de lo suave del vaivén, el placer estaba acumulándose y Harry ahora estaba jadeando dentro de los besos.

Severus abandono aquellos labios adictivos y observó apasionadamente a Harry a los ojos. Negro contra el verde, enfrentados y reconociendo aquel profundo amor. Las caderas de Severus habían subido su apuesta y estaban empezando a moverse más rápido, dando varias veces en aquel punto que convertía a Harry en una masa temblorosa.

—Ah, Dios. Ahh, ah, S-Sev... Severus, yo.. dame más, ¡Más! —Harry apenas podía pensar. Su encuentro previo apenas parecía ahora un aperitivo y esto el plato fuerte. Las sensaciones eran mucho más intensas y no estaba siendo tan apresurado como lo del confesionario. Esto era hacer el amor y Harry estaba soltando algunas lágrimas de profunda felicidad.

Severus obedeció la dulce orden y empezó a embestir en serio a su amante, llevando cada vez más fuerte las embestidas y en vez de palabras, de su boca solo salían gruñidos y jadeos. El obsceno ruido de piel contra piel, aquel chapoteo viscoso no hacía sino sumarle erotismo a la escena. Para Severus, esto era el nirvana, era como ver el arbusto ardiendo.

Alguna vez en su juventud, Severus leyó un poema que decía que solo los amantes, los verdaderos amantes, conocían el rostro de Dios. Por fin entendía aquellas palabras.

En estos instantes, en estos momentos, desnudo y unido de forma intima con este hermoso joven, Severus podía decir que estaba por conocer el rostro de Dios. Sintió en lo profundo de si, como un algo quería salir de su cuerpo y su clímax lo golpeo duramente, mucho más que en su acoplamiento previo y cerró los ojos.

Eran oleadas de algo indescriptible y por un instante, apenas una fracción de segundo, Severus estaba seguro de haber alcanzado el paraíso y ver el rostro del Divino. Su simiente estaba llenando a su amante mientras este sentía que había recorrido el mundo, muerto y vuelto a nacer porque lo que explotó dentro suyo no podía ser un orgasmo.

Harry sintió que su corazón se detuvo un instante mientras algo tomaba posesión de su cuerpo y convertía cada nervio en gelatina mientras sus ojos parecían irse hacia atrás de su cabeza. El placer fue tan intenso que Harry pensó que era probable que si hubiera muerto solo un segundo. Ahora sabía porque le llamaban "la petite mort".

Ambos corazones latían desbocados y sus bocas jadeantes se buscaron para besarse suavemente. Los minutos pasaban y sus cuerpos parecían recuperar la vertical. Severus se retiró de aquel cuerpo y abrazó a su amante mientras se dejaba caer a un lado. Harry solo se acurruco al lado de su amante.

Estaba cansado, física y mentalmente. Habían pasado tantas cosas en apenas unas horas y la noche aún era relativamente joven. Si el reloj del buró tenía razón, apenas era la 1 de la madrugada. Faltaban unas 6 horas para el amanecer y su tía seguramente estaría levantándose alrededor de las 10, pero Vernon y Dudley regresarían a casa hasta pasado el mediodía. Solo entonces Petunia se acordaría que debía revisar a Harry y notaría su ausencia.

Bueno, a Harry no podía importarle menos la mujer, pero ahora debía proteger a su amado. Aunque por el momento, el hombre ya había caído rendido y estaba respirando acompasadamente mientras sus brazos apretaban un poco el cuerpo de Harry. El joven pensó que una siesta sonaba bien y quizás fuera lo mejor. En esos momentos su mente era gelatina y no podía pensar coherentemente.

Una vez descansara, vería junto con Severus que hacer sobre su situación. Harry finalmente ya no estaba solo en el mundo. Había encontrado a un amor que le correspondía con la misma intensidad y Harry entendió por qué nunca pudo conectar con aquellas personas, a pesar de que algunos eran buenos y adecuados.

Su corazón estaba esperando a Severus y finalmente, Dios, el Destino o incluso el mismo Diablo, finalmente los había reunido. Teniendo al frente el pensamiento de que Severus le correspondía, Harry finalmente cedió al influjo de Morfeo y se dejó arrastrar al mundo de los sueños.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro