Capitulo dos

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Se encontraban dos hermanos rehaciendo sus vidas en una época diferente, con amistades diferentes.

Los hermanos Salvatore se mantenían jóvenes y encantadores.

El menor de los hermanos buscaba al otro por toda la ciudad. Hasta que se le prendió la lamparita y fue a buscarlo en el Mystic Grill donde usualmente iba a beber unos tragos, clásico de su hermano.

Stefan antes de entrar al lugar se volteó y vió a lo lejos a una joven sentada de espaldas a él, alguien que le resultaba familiar. Pero no podía ser quien él creía, así que decidió ignorarlo y entrar al grill.

—Quiero algo suave, por favor —ordenó el más tranquilo de los Salvatore ya adentro mientras se acercaba a su hermano.

—¿Que tal con tu vida aburrida hermanito? ¿Viste solo a tu hermano y decidiste acompañarme? —habló sarcástico sin voltear a verlo.

El lugar se encontraba vacío.

—Solo quiero pasar tiempo con mi hermano —se defendió.

—Prefiero que la chica que está escuchando "fairy tale" en el parque me acompañe —al darse cuenta de lo que había dicho formó una expresión de extrañesa—. Qué clase de joven de esta época escucha ese tipo de canciones. Si no fuera porque murió hace mucho tiempo diría que es ella.

De inmediato los rostros de los hermanos Salvatore formaron una sonrisa triste recordando a la chica con gustos y actitudes extraños.

Ya había terminado la canción.

En ese momento una joven entró a Mystic Grill. Los hermanos no se molestaron en mirarla ya que estaban muy concentrados recordando momentos tan felices de sus vidas con ella.

Un joven fue a la mesa de la chica.

—Nueva en el pueblo ¿eh? —le dijo con una sonrisa amistosa—¿Qué te sirvo?

Sin respuesta alguna, el mesero le trajo lo más fuerte que tenía.

La chica lo bebió de un solo trago y salió del lugar. Damon vio por el reflejo de un objeto a la chica salir sin interés alguno. Pero en cuanto lo hizo reconoció una larga cabellera oscura y un cuerpo muy delicado.

—Creo que ya me estoy volviendo loco —dejó el quinto trago sin terminar a un lado.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Stefan con las cejas juntas.

—Porque juraría que ví a... —se detuvo de inmediato sin intenciones de pronunciar su nombre—. Creo que me estoy volviendo loco.

—¿A Jane? —dijo lo que su hermano no se animó a decir.

—Sip —suspiró.

—Damon, tal vez creas que me estoy burlando de tí, pero podría jurar que la ví —habló con toda la sinceridad del mundo.

Sus miradas se encontraron. Pero no fue que reaccionaron hasta que ambos oyeron un silbido, uno que entonaba una melodía única y vieja.

Una canción de cuna antigua.

—¿Escuchaste lo mismo que yo? —preguntó el mayor de los hermanos.

—Creo que sí, Damon.

Ambos voltean, pero se decepcionan al no ver a alguien detrás, sin saber que alguien los estaba escuchando desde la esquina.








[...]

Los hermanos Salvatore habían reunido a todo un grupo conformado por las personas en las que mas confiaban. Estaban apunto de revelar un dato importante de su pasado. Cuando una vampiro rubia y a la moda cruzó la puerta, el menor de los hermanos inició con la reunión.

—Se preguntarán por qué están aquí —comenzó mientras intercalaba su mirada en su hermano y las personas a las que había citado para que los ayudasen.

—Sí y espero que valga la pena —se quejó la única rubia del lugar con un tono arrogante.

—Cállate y escucha, Caroline —intervino casi gritando el menos paciente de los hermanos.

La rubia solo bufó en respuesta.

—La razón es que Damon y yo necesitamos encontrar a alguien —continuó desde donde se había quedado antes de ser interrumpido.

—Pero ustedes son vampiros, ¿eso no debería ser fácil? —cuestionó la doppelganger con cierta confusión, aunque de hecho todos allí estaban en la misma situación que la castaña.

—Ella tiene razón, ¿por qué necesitarían a una bruja inexperta como yo, una chica vampiro impulsiva como Caroline, una humana común como Elena, un licántropo en el no confían demasiado como Tyler y un profesor humano extraño como Alaric? —habló tan rápido que pocos entendieron todo lo que había dicho.

Nadie entendía lo que sucedía, nadie mas que ella. Y no estoy hablando de la castaña antes mencionada.

—Eso es lo que Stefan trata de explicarles, pero no escuchan —se molestó el de ojos celestes exagerando sus palabras con sus manos.

—Lo siento, continúen —habló la doppelganger.

—Hace años, antes de conocer a Katherine —inició Stefan obteniendo por fin la atención de los presentes—, nuestro padre recibió a una duquesa bastante y le permitió quedarse en nuestra casa hasta que la suya se terminara de construir —se tomó unos segundos para respirar profundo—. Su nombre era Jane, Jane O'connel.

—Solíamos llamarla señorita Jane Salvatore, ¿recuerdas, Stefi? —agregó con melancolía luego de un sorbo de su ron.

—Como olvidarlo —respondió con la cabeza baja.

—¿Y por qué la llamaban así? —preguntó curiosa la chica Gilbert.

—No estés celosa, Elena —agregó un toque de humor a la situación haciendo a la chica rodar los ojos con molestia—. Ella era como una de nosotros.

—La deben haber querido mucho para hablar así de ella —comentó la bruja resaltando su empatía.

—¿Bromeas? La amabamos —hablaba como si fuera lo más obvio del mundo, como si aquella joven de la que hablaban fuese la coda más extraordinaria que haya existido—. Parecía una niña pequeña, y nosotros sus muñecas. Disfrutábamos ser sus muñecas.

—Turbio —admitió de brazos cruzados al mismo tiempo que sus ojos se abrían más de lo normal.

—No, rubia tonta. No nos acostabamos con ella —la juzgó con la mirada, ella solo alzó las cejas incrédula—. No todo en la vida es sexo. Casi todo, pero no todo.

—Damon tiene razón, Caroline. Jane no era como Katherine —aseguró Stefan dándole la razón a su hermano mayor.

—No sabría decirte si mejor o peor —terminó su vaso de ron de un solo trago.

—Esperen, ¿por qué hablan de ella en pasado? —preguntó acercándose a los hermanos, ella quería saber más.

—Porque ya no está con nosotros, Elena —Stefan le respondió más triste y melancólico que pasivo y calmado.

—¿Y dónde está? —insistió la castaña llevándose una mirada de advertencia por parte de sus amigas.

Damon tiró su vaso de ron y este se estrelló en la pared de enfrente.

—Muerta —dijo y desapareció dejando a todos impactados.

—Él la quería mucho —comentó la bruja observando a Stefan con lástima.

—Ambos lo hacíamos —afirmó mirando al suelo—. Pero él no superó su muerte.

—Lo siento, Stefan, de verdad —habló culpable la castaña llevando una mano al hombro del vampiro, este solo asintió sin decir nada.

—¿Y... cómo murió Jane? —preguntó cuidadosa la bruja.

—Ella estaba dentro de la iglesia donde quemaron a los vampiros —confesó mirándola sintiendo sus ojos aguarse, pero se negaba a derramar lágrimas.

—Pero si Katherine sobrevivió, Jane pudo salvarse de alguna forma —concluyó Elena intentando arreglar la situación.

—Exacto, y es por eso que los llamamos —coincidió sintiendo cierto alivio porque al fin entendían lo que había querido explicarles desde el inicio—. Damon y yo vimos a alguien indentica a ella, tenía su cabello, su figura...

—Pero ¿y si solo fue una confusión? —dijo la chica Forbes dudando de las posibilidades que creían que había.

—Créeme, rubia, Jane es única —se reincorporó el mayor de los Salvatore con un nuevo vaso de bebida alcohólica.

—¿Ya se te pasó el enojo? —preguntó sarcástica Caroline rodando los ojos y cruzándose de brazos.

—No, así que cállate si no quieres que te rompa el cuello —le respondió haciendo una mueca que duró unos segundos, antes de darle un trago a su bebida.

—Inténtalo —intervino el chico Lockwood poniéndose en frente del Salvatore, este vio la sonrisa orgullosa de Caroline.

—¿Saben qué? Mejor encontremos a Jane así ella le rompe el cuello —mantuvo su mirada en la chica rubia.

—No quiero tener que matar a tu amiga —dijo el licántropo subiendo su ego.

—No podrás —habló como si supiera lo que decía, y sí que sabía.

—Recuerda que solo basta una mordida —recordó el licántropo con un orgullo demasiado estúpido para la opinión de Damon.

—Lo sé, lobito —dio un sorbo a su bebida—. Y ni siquiera un rasguño podrás hacerle antes de que ella te corte la cabeza.

—¿Tan fuerte podría ser? —intervino Saltzman acercándose al vampiro y al licántropo.

—Lo es, Ric, lo es —aseguró acabando su bebida y dejando el vaso el una mesa.

Forbes y Lockwood pudieron bajar su orgullo y ego sin problemas.

—Wow, nunca te había visto tan esperanzado —admitió pensando en las veces en las que Damon tiraba todas las esperanzas de todos al suelo, y vaya que eran muchas.

—Pues disfrútalo porque será la única vez. Ahora, encontremos a Jane —habló con rapidez colocándose al lado de su hermano.

—¿Y cómo lo harán? —preguntó la rubia con curiosidad.

—Esperabamos que Bonnie nos ayudara con eso —Stefan le sonrió a la bruja y esta le respondió con un suspiro junto a una sonrisa.

—Bien, ¿tienen algún objeto de ella? —aceptó sin problemas, quería ayudarlos, además de que sentía que debía, que era su obligación encontrar a esa tal Jane.

—Hay un baúl con sus cosas que Damon y yo enterramos en el bosque justo donde los tres hacíamos picnics —informó mirando a su hermano y a la bruja.

—De hecho, hermanito, guardé algo por todos estos años. No se lo digas —dijo antes de desaparecer con su velocidad vampírica.

Elena miró a Stefan buscando una explicación, y este la miró de la misma manera.

—¿Y adonde fue? —preguntó la bruja al hermano del vampiro más viejo en la casa.

—No sé, nadie entiende a Damon mejor que Jane —levantó sus hombros con una mueca en su rostro que reflejaba las esperanzas que tenía en encontrarla.

Damon llegó con la misma velocidad y con un pañuelo celeste de seda fina en sus manos.

—Su pañuelo favorito, Damon, va a matarte —abrió la boca a modo de sorpresa y luego la cerró mientras intentaba tomar el pañuelo, pero Damon no dejaba que lo tocase.

—No me importaría si ella lo hace —admitió sin intenciones de entregar el pañuelo a la bruja.

—No lo voy a dañar —aseguró ella, él le entregó el pañuelo de manera lenta.

—Cuídalo mientras esté en tus manos —habló dramático haciendo reír a la bruja.

Apenas las manos de Bonnie tocaron el pañuelo, ella sintió una sensación enorme en el pecho, como si ese pañuelo fuera el objeto más mágico en la tierra. Pero el pañuelo no era el problema, hasta que la vió. Al instante lo soltó en las manos de Damon.

—¿Que viste o qué sentiste? —preguntó Stefan buscando los ojos de la bruja.

—Ella es hermosa... —habló dejando una pausa debido al shock—, pero muy poderosa.

—¿Pero está viva o no? —habló directo Damon insistiendo.

—¿Cómo podría estar muerta si matarla es lo difícil?

Elena ayudó a la bruja a sentarse en una silla.

—¿Qué quieres decir, Bon? —preguntó con paciencia la chica Gilbert.

—La tragedia de la iglesia no le provocó ni una sola herida —soltó recordando las imágenes que había visto de la chica.

Recuerda, Jane... es peligrosa.











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Holaaa

Comentando y votando me ayudarían mucho mucho. Espero que en la noche Jane aparezca en sus ventanas.

Besosss

❤️

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