Limpieza

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Un nuevo día comenzaba, los rayos de sol se hacían presentes en diferentes ubicaciones, pasando a través de una ventana qué daba a una habitación que se encontraba en desastre, en una cama que tenía bastantes objetos sobre las cobijas acompañando a un bulto que soltaba quejidos al recibir un par de rayos de sol.

—¿Quién encendió la luz en sábado?—preguntó la persona levantando las cobijas revelando ser Umi.

La chica levanto la cobija revelando tener una pijama de cuerpo completo que asemejaba a un tiburón, el gorro de la pijama asemejaba a la cabeza de dicho animal, en partes de la pijama se podían ver manchas de pintura pero sin parecer tenía la misma consistencia unas que otras.

—Oh, ya amaneció, supongo que eso explica la luz—dijo Umi soltando un largo bostezo.

La peliazul se estiro un poco para intentar terminar de despertarse, al hacer eso termino viendo hacia abajo viendo que su pijama tenía su cierre que abarcaba desde el cuello hasta el ombligo abierto, la chica se quedo procesando eso unos momentos para después cerrar el cierre a como debería de estar.

—Eso explica porque tenía frío anoche, bueno una noche con algo de frío no es el fin del mundo—decía restandole importancia al asunto para posteriormente levantarse de su cama.

La chica como si conociera perfectamente el desastre que había en su cuarto pisaba con exactitud los puntos sin basura o con algún objeto estorboso para llegar hasta la puerta y terminar saliendo de la habitación.

—Si que soy un desastre—decía Umi viendo afuera de su habitación.

Afuera de su habitación a una gran sala que mezclaba tanto sala de estar, cocina, zona de lavado de ropa y había dos puertas más aparte de la habitación de la chica, lo que caracterizaba el lugar no era que había ropa sucia desperdigada por diferentes partes formando pilas de esta, algunos trastes sucios qué por suerte se concentraban en su mayoría en la cocina y en una pequeña mesa, bastante basura por allí y por allá y aun más manchas de pintura por diversas partes.

Por si fuera poco una puerta comenzó a ser golpeada con cierto ritmo.

—¡Ahí voy!—grito la peliazul yendo a la puerta de la entrada principal—¿Quién es?—preguntó amablemente.

—Umi somos nosotros—decía Yagi del otro lado de la puerta.

—Oh, les abro enseguida—dijo Umi quitándole el seguro a la puerta.

La puerta se abrió revelando a Yagi y Neráida.

—Dios mío, ¿es idea mía o esta peor que la última vez?—preguntó Neráida sorprendida viendo el interior del departamento.

—No sabría decirte, solo se que Umi tiene un toque para el desorden—respondió Yagi ingresando al departamento.

—No es necesario que reafirmen eso—dijo Umi con un aura decaída por el comentario.

—Perdón, pero admitelo, no es natural tal nivel de desorden—decía Yagi señalando al departamento.

—Mejor hay que darse prisa, no quiero andar limpiando todo el día—decía Neráida con agotamiento.

—Bien...¿Y los demás?—preguntó Umi confundida.

—Sora esta ayudando a su mamá en la iglesia, Nahuel pese a que dijo que intentaría ayudar pero tuvo que ayudar a Jay nuevamente a estudiar—decía contando con sus dedos a sus amigos.

—Le pedí ayuda a Levy pero dijo que tenía cosas qué hacer, más no me dijo que—dijo Neráida confundida.

—¿Y el resto de nuestra clase?—preguntó Umi esperanzada.

—Todos querían centrarse en sus estudios, incluso trate con Rieka y bueno...no salió bien—respondió Yagi mirando a de reojo a Neráida quien hizo una mueca de enojo.

—Oh, ya entiendo, bueno, entonces intentaré ayudarles lo más que pueda—dijo Umi con una amplia sonrisa.

—¡No!—gritaron tanto Yagi como Neráida al mismo tiempo asustando a la peliazul.

—Ejem, lo que quisimos decir es que no puedes ayudar porque...—decía Neráida nerviosa.

—P-porque necesitamos que nos indiques donde debe de ir cada cosa, o bueno a Neráida qué ayudará con tu cuarto mientras yo me encargo de la sala y cocina—dijo Yagi siguiendole la charla.

—Eso tiene sentido, entonces no perdamos más tiempo—dijo Umi con animado jalando a Neráida hacia su habitación.

Yagi se quedo mirando la sala y luego la cocina.

—Esto siempre es de lo más difícil que hago—dijo Yagi atandose el cabello con una liga haciéndose una coleta.

El chico se dirigió a la cocina y comenzó a acomodar los trastes sucios de tal forma en que pudiera lavar con mayor facilidad, luego procedió a tirar basura para tener un lugar en donde poner los trastes una vez estuvieran limpios.

—(Esta es una tarea más difícil de lo que creí, espero que en lo que tenga que ayudar valga la pena el no venir)—pensó el pelinegro comenzando a lavar trastes mientras que en su comunicador ponía música.

En otro lugar de la ciudad se podía ver una edificación en medio de un parque cercado, dicha edificación era de un color amarillento tenía grandes ventanales qué formaban la imagen de una persona que parecía portar un largo vestido de color blanco, la entrada tenía una puerta doble hecha de madera y de gran tamaño, en el interior del lugar se veían varios asientos alargados en los que había unas cuantas personas sentadas, algunas con rasgos como orejas, cola, entre otros.

—Queridos hermanos—hablo una persona al frente de todos los asientos.

La persona era una mujer que vestía las típicas ropas de una monja, dejando solo ver que era una mujer de tez blanca con una pecas en sus mejillas, además de que usaba unos lentes qué acompañaban a sus ojos de un color verde lima.

—Con esto concluimos por hoy, agradezco tener a fieles creyente con nosotros que tratan a su allegados con el respeto y bondad qué predicamos en nombre de la diosa Karma, si alguna persona de las presentes carga con algun pesar que lo atormente enseguida se abrirán los confesionarios, agradecemos cualquier caridad que deseen otorgar—decía con una sonrisa gentil la mujer.

En ese momento Sora iba pasando con un cesto en sus manos en donde las personas depostivan unas cuantas monedas y de vez en cuando unos billetes, al cabo de unos minutos la gente se comenzó a levantar y retirarse del lugar, mientras una minoría se dirigía a los confesionarios antes mencionados.

—Muchas gracias por ayudarme hijo—dijo la mujer acercándose a Sora dándole una sonrisa maternal.

—No te preocupes, si puedo ayudarte lo haré con gusto—dijo Sora con una sonrisa.

—Eres el mejor hijo que una madre puede tener—decía la mujer dándole una abrazo al peliblanco.

El chico solo obtuvo un sonrojo de vergüenza ante la muestra de afecto de su madre.

—Disculpe señora Hikari, si no es mucha molestia nos gustaría ingresar al confesionario—dijo un señor fingiendo una tos para llamar la atención de la mujer.

—O-oh si, lo siento, enseguida voy—dijo la ahora conocida como Hikari—Sora, lleva las donaciones a las salas de atrás y ponlo con el resto, en un rato voy y comenzaremos a limpiar—dijo viendo a su hijo para posteriormente ir a los confesionarios.

—Ok—dijo Sora comenzado a caminar.

Sora llego a la parte trasera de la iglesia en donde había varias cosas que se usaban ahí, el peliblanco abrió la puerta de un mueble que había en el lugar, en el interior había una caja fuerte, una vez puesto el código esta se abrió.

—Veamos, esto va aquí, estoa con estos, este va aquí—decía Sora acomodando el dinero que había en el cesto con las monedas y billetes con las que iban—Nada como que las cosas estén bien ordenadas—decía con una sonrisa orgullosa.

El peliblanco se levantó y extendió los brazos, se había levantando temprano para ayudar a su madre en la iglesia así que estaba algo cansado, aún así el chico fue a un armario para sacar un par de escobas y un recogedor junto a una bolsa de basura.

—Debería irme adelantandome a barrer —dijo el peliblanco cargando las cosas lo mejor que podía el solo.

Sin que se diera cuenta una cucachara salió de las cerdas de una de las escobas, caminando hasta llegar a los zapatos de Sora quien al notarla de inmediato le lanzó un pequeño rayo que mato al insecto mientras un escalofrío le recorría.

—Que bueno que Yagi no estaba aquí, no quería que incendiara el lugar—dijo Sora con una sonrisa nerviosa soltando un leve quejido.

El peliblanco se retiro del lugar llevandose el equipo de limpieza y comenzando a limpiar en aquella iglesia mientras su madre atendía el confesionario.

Volviendo al departamento de la peliazul, específicamente en su habitación se podía ver a Neráida ayudando a recoger la basura que había en el lugar y poniendolo en una bolsa de basura.

—Espera eso no es basura—dijo Umi deteniendo a la peliazul de no tirar un pincel.

—Umi, este pincel esta todo destruido, incluso tiene un diente tuyo clavado en el—dijo la pelirrosa mostrando un diente qué quito del pincel.

—Ok, se va—dijo Umi tirando el pincel y tomando su diente caído.

—Me preocupa cuando hace qué ese pincel tenía tu diente y aun peor hace cuanto tienes ese pincel tan maltratado—dijo Neráida recogiendo más basura.

—Creo que no mucho—dijo Umi pensativa pero extrañamente sin recibir respuesta—Normalmente aquí preguntas que cuanto es no mucho para mi—dijo pensativa viendo a Neráida.

La pelirrosa tenía su mirada fija en algo en el suelo, varios signos de interrogación se ponían sobre su cabeza mientras su rostro estaba rojo.

—Ey, ¿estas bien?—preguntó Umi preocupada viendo las reacciones.

El rostro de Umi se tiño de rojo al ver que Neráida estaba viendo lo que parecía ser una revista qué estaba tirada en el suelo, la peliazul en un rápido movimiento tomo la revista y la arrojo a un cajón abierto para cerrarlo de una patada.

—¡¿Por qué tenías eso en el piso a plena vista?!—preguntó enrojecida Neráida.

—¡No estaba a plena vista, la oculte con basura!—grito avergonzada Umi.

—Finjamos que esto no paso—dijo Neráida con un sonrojo disminuido.

—Si por favor...no le digas a nadie por favor—pidió aun avergonzada la peliazul.

—No tenía pensado hacerlo ¿Por qué lo hubiera hecho?—preguntó Neráida ladeando la cabeza.

—¡Por eso eres la mejor!—grito la peliazul con una sonrisa alzando ambos brazos.

Por accidente golpeó una repisa en la que había detrás de ella con esa acción causando qué tanto a Umi como a Neráida les cayeran botes de pintura encima.

—Pfff tu cabello jajajajajaja—dijo Umi entre risas señalando al cabello de Neráida que tenía pintura gris y azul.

—¿El mío? Mira el tuyo jijiji—dijo Neráida señalando al de Umi qué tenía pintura negra y rosa.

Ambas chicas rieron por la situación, pasando de un momento incómodo a uno de risas entre amigas.

—Tendremos que tomar una ducha, dejame busco algo de ropa para ti—dijo Umi tomando ropa de un armario.

—¿No puedes usar tu agua para limpiar solo nuestro cabello?—preguntó Neráida con un signo de interrogación sobre su cabeza.

—¿Segura que quieres eso?—preguntó Umi extendiendo su mano formando una pistola, en la punta de sus dedos había un tierno tiburón de agua que soltaba algunos mordiscos.

—...tomaré la ducha—respondió con una sonrisa nerviosa la pelirrosa.

—Sabia decisión—dijo Umi dándole una muda de ropa a su amiga.

La pelirrosa salió de la habitación para dirigirse al baño mientras en sus brazos llevaba la muda de ropa y una toalla.

—Ey Neráida, ¿puedes ayudarme con...—decía Yagi volteando a ver a su amiga—No cuestionare porque estas cubierta de pintura—dijo tranquilo.

—Gracias, si me disculpas—dijo Neráida retirandose al baño.

—Oh vaya, si que eres rápido lavando—dijo Umi viendo sorprendida que los trastes ya estaban lavados.

—¿Gracias?—preguntó confundido el pelinegro viendo el cabello de su amiga.

—Por accidente tire pintura sobre mi y Neráida—respondió Umi viendo la confusión de Yagi.

—Eso lo explica, se suponía que debíamos limpiar y parece que que ensuciamos más—dijo Yagi algo burlesco.

—Si, gracias por ayudarme a limpiar cada mes—dijo Umi cierta vergüenza.

—No tienes que agradecer, todos estamos felices de ayudar, aunque, ¿me recuerdas por qué debemos de limpiar cada cierto tiempo?—preguntó Yagi secándose las manos.

—Porque si mis padres cuando vengan ven que no puedo si quiera mantener este departamento limpio me llevarán de regreso a casa al ver que no puedo ser responsable de mi vida individual—decía Umi con cierta preocupación.

—Aunque no es que se equivoquen, digo, mira tu departamento y dime que sin mi ayuda, la de Sora, Neráida y el resto de muchachos podrías mantenerlo igual de limpio—dijo Yagi señalando la sala.

—No, pero duele más cuando lo recalcas—dijo Umi haciendo un puchero.

Yagi soltó una risa ante las expresiones qué hacía su amiga, la puerta del baño se abrió y de esta salió Neráida quien vestía un vestido azul celeste con detalles azul marino en los tirantes y falda.

—Te quedo mejor de lo que pensaba—dijo Umi levemente sorprendida.

—Si, me queda relativamente bien, solo que un poco grande—dijo Neráida algo incomoda por usar el vestido.

—Bueno, me voy a bañar antes de que la pintura en mi cabello se seque—decía Umi tomando ropa del suelo al igual que una toalla para dirigirse al baño.

—...Creí que eso estaba sucio—dijo Neráida sorprendida.

—Hace tiempo que deje de cuestionarme si algo está limpio o no en este departamento, simplemente lo pongo a lavar—dijo yagi algo indiferente respecto a la situación.

El pelinegro se dirigió a la cocina nuevamente, sacando verduras y carne del refrigerador a su vez que ponía arroz en una olla.

—Siempre he notado que cocinas más ¿a qué se debe?—preguntó Neráida viendo al pelinegro.

—Si, como normalmente estoy solo en casa me debo de cocinar a mi mismo y aveces a mi familia que llega tarde, así que para que no fuera algo simple o repetitivo lo que hacía comencé a investigar recetas y eso, es un poco vergonzoso, se supone que soy un aprendiz a guerrero pero creo que me va mejor en tareas hogareñas—dijo Yagi con cierta vergüenza.

—Yo no le veo lo malo, creo que resaltar no solo como aprendiz de guerrero si no en otras cosas y más si te gustan es mejor—dijo Neráida con una sonrisa.

—Supongo que tienes razón, aunque me gustaría ser más fuerte como guerrero—decía Yagi cortando la verdura y carne en cubos.

—¿Has considerado no serlo?—preguntó Neráida con cierta esperanza en su voz.

—Por supuesto que no—respondió Yagi algo sorprendido de la pregunta—Desde pequeño siempre admire a los guerreros, fuertes, valientes y sin rendirse nunca, lo contrario a lo que yo era—decía con cierto pesar.

—Lo recuerdo bien, sin contar a tu madre el guerrero qué más admirabas era a un dragón que vestía un traje muy peculiar y colorido de colores cálido, incluso decías que querías jugar a ser el—dijo Neráida con cierta nostalgia.

—Si, lo recuerdo, ¡Con el poder de la luz, soy Stadragon!—dijo Yagi haciendo una pose en donde sus brazos formaban una especie de boca de dragón.

—Me sorprende que te sepas su frase—dijo Neráida con una leve risa.

—Es de mis guerreros favoritos—decía Yagi con una sonrisa mientras ponía en un sartén lo que había cortado.

—Si, lo notó—decía Neráida con una gran sonrisa.

—Y aspiro a ser un guerrero fuerte en quien la gente se pueda apoyar, algo como tu—dijo Yagi sin pensar.

—¿Cómo yo?—preguntó confundida la pelirrosa.

—Si, eres de las más fuertes, incluso escuche de algunos capitanes que posiblemente seas la más fuerte de esta generación, además eres una buena persona que no duda en ayudar y en la que varios confían—dijo Yagi comenzando a cocer la carne y verdura.

—Ya veo...no sabía que me veías así—dijo Neráida sorprendida junto a un leve sonrojo debido a los halagos.

—(E intentaré por lo menos llegar a tu mismo nivel...debo siquiera intentarlo)—pensó determinado el pelinegro.

—Por cierto ¿no huele a quemado?—preguntó Neráida confundida.

—...¡El arroz!—grito Yagi apagando el arroz.

—Que buen baño...¿Por qué huele a quemado?—preguntó Umi vistiendo con su vestimenta típica.

—No se quemo tanto, solo la parte del fondo, el resto se puede usar bien—dijo Yagi tranquilo.

—Eso es bueno entonces—dijo Neráida viendo como el pelinegro separaba el arroz quemado del qué estaba bien cocido.

—Por cierto Umi...¿Enserio?—preguntó Yagi viendo la vestimenta de la chica.

—Si Umi, entendemos que sueles usar eso para tus practicas como aprendiz a guerrera, pero creo que usarlo ya como ropa casual es mucho—dijo Neráida viendo a la peliazul.

—No es como que fuera a salir, además de que esto es casi tan cómodo como mi pijama—respondió Umi con una sonrisa.

—Al menos podrías intentar usar otra cosa—dijo Yagi serio.

—Tu usas la misma sudadera casi diario, incluso en la escuela en donde usamos uniformes—dijo Umi señalando la prenda.

—Es diferente, lo mio si es cotidiano, lo tuyo no, eres la única persona que conozco que usa un traje de baño—dijo Yagi serio.

—Bueno...eso es...—decía Umi sin respuesta debido a que no tenía contra argumento.

—Suficiente, centrémonos en lo que hacemos, que aún queda mucho por limpiar—dijo Neráida metiéndose entre ambos.

—Oh cierto, dejenme termino de cocinar para que la comida este hecha y ayudo—dijo Yagi tranquilo.

—Claro, podemos recoger la sala y creo que podríamos dar por finalizada la limpieza—dijo Neráida pensativa.

—Por mi bien—dijo Umi yendo por un cesto para la ropa sucia.

Ambas chicas decidieron comenzar con la limpieza, Umi ponía la ropa sucia qué encontraba en el cesto mientras que Neráida recogía la basura, la limpieza iba bien dejando limpia la mesa y su alrededor.

—Me sorprende lo rápido que pasa el tiempo—dijo Yagi llegando.

—No es tan tarde aun—dijo Umi pensativa.

—Umi, son las tres de la tarde—dijo Neráida checando la hora.

—Wow no me di cuenta—dijo Umi sorprendida.

—Y no podemos esforzarnos con el estómago vacío—decía Yagi.

Yagi había llevado un sartén grande que contenía arroz frito, una vez dejo el sartén en la mesa fue a por platos y cubiertos.

—¿Tiene carne?—preguntó Umi animada.

—Si, pollo—respondió Yagi sacándole una sonrisa a la peliazul.

—Me encargo de servir—dijo Neráida comenzando a servir el arroz en los platos.

—Gracias...oh cierto, olvidé comprar algo de tomar, enseguida vuelvo—decía Yagi saliendo del departamento a toda prisa.

—Si que se quiere encargar de la comida—dijo Neráida con una leve risa.

—Chi y no me quejo, cocina bien—dijo Umi comiendo del arroz.

—¿No lo vas a esperar?—preguntó Neráida levemente sorprendida.

—No desayune porque se me olvido, así que tengo hambre—respondió la peliazul comiendo.

—Eso lo explica, aun así creo que podrías esperar un poco, no creo que tarde tanto—dijo Neráida seria.

—Esta bien—dijo Umi con un leve puchero.

—Aprovechando ¿Qué piensas de Yagi?—preguntó Neráida.

—Me cae bien pero no es mi tipo—dijo Umi algo sorprendida por la pregunta pero intentando no verse nerviosa.

—No me refería a eso, mi error, me refería a como guerrero—corrigió la pelirrosa.

—Oh, en ese sentido, mmm—la peliazul se quedo pensativa unos momentos—Diría que Yagi se esfuerza bastante pero intenta ser responsable lo más que puede pero de buen corazón, como ayer que se ofreció a ayudar a encontrar a unos perros perdidos por decisión propia, aunque al final terminamos ayudando todos, incluso Rieka—dijo con una sonrisa.

—(Ya veo, entonces no suele estar en tanto peligro como pensaba)—pensó Neráida soltando un suspiro aliviado.

—¿Por qué la pregunta?—preguntó Umi ladeando la cabeza.

—Solo quería saber como le iba—dijo la pelirrosa con una sonrisa.

—¿Por qué no se lo preguntaste tu misma?—preguntó nuevamente la peliazul.

—Responder una pregunta de como te ves a ti mismo no suele ser fácil o acertada, así que mejor preguntarle a sus amigos cercanos—respondió Neráida.

—Me hace sentido—dijo Umi comprendiendo.

En ese momento se escucho como tocaban la puerta nuevamente, a lo que la peliazul fue a abrir a sabiendas de que muy probablemente sería su amigo, cosa que fue correcta y este ingreso con un refresco.

—Que bueno que hay tiendas cercanas si no me hubiera tardado más, aunque creo que empezaron sin mi—dijo Yagi viendo el plato de Umi a medio comer.

—Solo fui yo, perdón—dijo Umi apenada con una sonrisa nerviosa

—Bueno no importa, yo también tengo algo de hambre, así que deberíamos comer—dijo Yagi indiferente mientras se sentaba frente a la mesa cruzando las piernas.

—Me puedes recordar ¿por qué tu mesa no tiene sillas es tan baja?—preguntó Neráida algo incomoda por tener que sentarse en el suelo.

—Porque así no ocupaba tanto espacio—dijo Umi sentándose.

El pequeño grupo se había acomodado y comenzado a comer con relativa tranquilidad, contando algunas cosas que hacían en sus misiones.

—Por cierto, me enteré que mañana regresan nuestros compañeros—dijo Yagi al aire.

—Oh si, tuvieron una misión fuera de la ciudad—dijo Neráida recordando el tema.

—Si, debe ser emocionante el hacer misiones en lugares alejados de donde vives, conocer gente nueva, lugares nuevos y todo ello—decía Yagi con emoción y algo de celos.

—Tampoco debe ser divertido el volver a casa después de un viaje largo y el siguiente día ya tener exámenes—dijo Umi agotada por dicha idea.

—Si lo pones así me siento mal por ellos, por suerte no me ha pasado—dijo Neráida soltando un suspiro aliviado.

—No es justo, creo que nuestro escuadrón es el único que no ha salido de la ciudad por misiones—dijo Yagi con un puchero mientras comida un bocado de arroz.

—Tan divertido tampoco es, primero antes de tomar una misión que se dé fuera de la ciudad el capitán del escuadrón debe de informar al gremio y este debe de dar luz verde, una vez hecho eso el capitán debe de darles unas cartas a su equipo que deberán ser entregadas a los tutores de cada aprendiz en donde se da el consentimiento para que salga de la ciudad y se le asigna al capitán la responsabilidad de evitar que los jóvenes salgan lastimados de cualquier forma—explicó Neráida el tema.

—¡¿Te sabes eso de memoria?!—preguntaron Yagi y Umi sorprendidos.

—Lo hemos hecho varias veces así que me lo aprendí, aunque en parte mi mamá me obligó a aprendermelo por si acaso—respondió Neráida tranquila.

—Si sabia que hacían ese tipo de misiones pero no sabía que habían hecho varias—dijo Yagi algo sorprendido.

—No hablamos mucho de eso, excepto Sora y Nahuel por ya saben—dijo Neráida pensativa.

—Si que su rivalidad es fuerte—decía Umi levemente sorprendida terminando su comida.

—Si que lo es, por cierto Yagi, la comida estuvo deliciosa—decía Neráida con una amplia sonrisa.

—No es para tanto—respondió Yagi avergonzado por el halago.

Yagi tomo el sartén qué ahora se encontraba vacío con pocos granos de arroz en el junto a los vasos, para dejarlos en los trastes sucios.

—Hay que terminar la limpieza de una vez—dijo Yagi retomando la limpieza de la cocina.

—¿Tan rápido?—se quejo Umi.

—No te quejes, al fin y al cabo Neráida y yo lo haremos—decía Yagi habiendo limpiado las superficie de los muebles del lugar.

—Tampoco nos molesta tanto así que no te preocupes si lo hacemos todo nosotros—dijo Neráida recogiendo más ropa sucia.

—Aún así me sienta mal el que limpien mi departamento—dijo Umi yendo por la bolsa de basura y comenzando a depositar los desperdicios.

El pequeño equipo de limpieza habiendo retomado su deber iba avanzando con rapidez, lo primero que quedo listo fue la cocina debido a que era el lugar que más se había progresado desde el inicio de la limpieza, por lo que solo quedo la sala que iba relativamente bien dejando ya nula basura únicamente.

—Umi debes enserió dejar de comer tanta comida instantánea, en especial fideos con carne de cerdo—dijo el pelinegro tirando botes de lo mencionado.

—No es mi culpa que sean deliciosos—respondió Umi sin dirgirle la mirada.

—Debo coincidir con Yagi, hay una cantidad exagerada de botes de...fideos...—decía Neráida recogiendo uno hasta que su rostro palidecio.

Un grito de la pelirrosa se hizo presente alertando a sus amigos.

—¡¿Qué pasa?!—preguntó Umi exaltada por el repentino grito.

—¡E-eso!—grito la pelirrosa estando cerca del techo gracias a sus alas mientras señalaba al suelo.

A lo que señalaba era el bote qué estaba levantando, de este salió una cucaracha.

—...¡Muere ser del infierno!—grito Yagi asustado lanzando llamas hacia el insecto.

La llama iba pese a lo agitado del pelinegro no era tan poderosa como atravesar el suelo, solo dejo una pequeña  llama en donde debía de estar el insecto.

—Eso fue aterrador—dijo Yagi soltando un suspiro aliviado.

—¿No fue algo exagerado?—preguntó Umi creando una pequeña bola de agua en sus manos.

—A esas cosas hay que matarlas a la primera oportunidad—respondió el pelinegro señalando la llama.

Antes la mirada sorprendidos de todos la llama qué señaló Yagi se comenzó a elevar revelando que la cucaracha estaba intacta.

—Cucaracha de fuego y encima que vuela tenía que ser—dijo Yagi con temor.

El insecto comenzó a volar contra el pelinegro quien comenzó a huir de el asustado, cuando paso cerca de la pelirrosa esta también comenzó a huir del insecto, Umi por su parte se mantenía alejada usando la puerta de su habitación como escudo, el insecto pasaba por la sala hasta que peligrosamente se acercaba a un caballete que tenía un cuadro tapado por una manta.

—¡Eso no!—grito Umi lanzando una bala de agua desde sus dedos.

La bala de agua antes de impactar con el insecto se convirtió en un pequeño tiburón que se comió a la cucaracha haciendo que sus llamas se apagaran a su vez que por no poder librarse terminaría por ahogarse, la peliazul movío con cuidado el tiburon hasta abrir una ventana y hacer que saliera, deshaciendo el agua y su control el tiburón se deshizo cayendo su agua junto al insecto, una vez la situación se calmo todos sufrieron un escalofrío.

—Odio las cucarachas—dijeron los tres al unísono.

—Bien controlada la situación Umi—dijo Yagi levemente sorprendido.

—Hasta yo me sorprendí—decía Umi con nervios.

—Por cierto ¿qué hay en ese caballete?—preguntó Neráida acercándose al cuadro.

Umi se interpuso extendiendo sus brazos para bloquear el paso.

—Lo siento pero es algo personal y aun no me convence lo que llevo, así que no quiero que lo vean—dijo Umi avergonzada.

—Oh, no te preocupes, lo entiendo—dijo Neráida comprensiva.

—Yo también...pero quiero ver—dijo Yagi con curiosidad.

El pelinegro intentaba cruzar el bloqueo de Umi pero esta misma se movía para impedírselo repitiendo el proceso una y otra vez causándole unas risas a Neráida que mientras sus amigos estaban en lo suyo ella retomo la limpieza con ciertos escalofríos.

Al cabo de un rato la sala ya se encontraba limpia gracias a que Yagi y Umi dejaron de jugar y retomaron la limpieza para finalmente dejar que el departamento de la peliazul impecable.

—Al fin, siento que fue una eternidad—dijo Yagi soltando un suspiro agotado.

—Supongo que por que limpiamos desde temprano hasta el atardecer—dijo Neráida viendo por la ventana.

—Siento que dedicar todo un día a limpiar es horrible—decía Umi agotada.

—Al menos no nos deberemos de preocupar por esto hasta dentro de un mes—decía Neráida con una leve sonrisa.

—En eso tienes razón, creo que es momento de irnos, que aún tengo que hacer la cena—decía Yagi estirandose.

—Yo también ya debo de irme, prometí que hoy cenariamos juntos en casa y no quiero llegar tarde—dijo Neráida tranquila.

—Oh no se preocupen, ya los retuve mucho tiempo en mi casa—dijo Umi comprendiendo.

—Gracias, cuídate Umi—dijo Neráida dirigiéndose a la entrada.

—Y trata de evitar que tu departamento se vuelva un desastre por más de un mes—dijo Yagi burlesco siguiendo a su amiga.

—¡No prometo nada!—respondió Umi con una leve risa.

La peliazul al escuchar la puerta de su entrada se cerraba siendo indicativo de que sus amigos se habían retirado de su departamento, Umi se dirigió a su caballete y le quito la manta, tomando un  lápiz comenzó a dibujar en el con una sonrisa.

—Siempre me pregunto de donde sale ropa sucia si Umi usa la misma siempre—dijo Neráida pensativa.

—Ni yo lo entiendo, creo que desaprovecha el que tiene bastante ropa bonita—respondió Yagi alzando los hombros.

Ambos jóvenes se encontraban caminando por las calles de la ciudad viendo como algunos puestos de comida y bebida iban abriendo.

—Siempre me sorprendera lo viva que llega a estar la ciudad aveces—dijo Yagi alzando la vista.

La mirada del pelinegro se dirigió específicamente a un edificio uno cuyo logo se iluminó mostrando doce animales en un circulo, siendo el edificio de los Tierkreis, en donde su madre trabajaba.

—Oye Yagi—llamó Neráida al pelinegro.

—¿Qué sucede?—preguntó Yagi viendo a su amiga.

—Esto pues—decía Neráida con ciertos nervios para perderlos momentos después—Aquí es donde nos separamos, que tengas bonita noche—decía amable.

—Era eso, bonita noche, nos vemos el lunes en clases—dijo Yagi despidiéndose a la vez que comenzaba a caminar.

—(Tal vez no sea buena idea preguntarle el porque se fue el otro día)—pensó la pelirrosa con cierta preocupación caminando en una dirección diferente a la del pelinegro.

Al cabo de un rato el pelinegro había llegado a su hogar, en su rostro se veía alto de confusión al ver todas las luces apagadas.

—¿No mi tía iba a venir?—se cuestionó confundido.

Checando un poco en su hogar al llegar a la cocina vio una nota en la mesa, sin pensarlo la nota.

—“Yagi perdón por no poder ir a cenar ni ayudarte a entrenar, surgió algo en un hospital en otra ciudad, así que estaré un tiempo fuera de la ciudad, sigue practicando lo que ya hemos hecho, nuevamente perdón, con cariño tu tía favorita”—leyó Yagi en voz alta—Eres mi única tía—dijo con una leve risa.

El pelinegro comenzó a tomar cosas tales como pan, jamón y queso, además de un sobre de té que puso en una taza con agua caliente, con los primeros se hizo un sandwich qué acompaño con el té.

—Supongo que hoy no entrenare, estoy agotado—decía Yagi.

El pelinegro se quedo pensativo viendo un poco su hogar para soltar un suspiro y seguir comiendo, en su comunicador salió un mensaje de su amigo Sora diciendo que se lamentaba el no ir a ayudar con la limpieza.

—No te preocupes, tenías que ayudar a tu madre y lo entendemos, además no tuvimos muchos problemas—escribió Yagi en su comunicador.

Yagi comenzó a charlar con el peliblanco mientras cenaba contándole de lo que había sucedido el día, saltándose la parte de la cucaracha por vergüenza, acabandose los temas hablaron de diversos temas entre hobbys y los estudios, el día había finalizado al fin.

Continuará...

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