Capítulo 1

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La música estaba en su punto ideal para la velada, no muy alta para que la gente pudiera hablar pero tampoco tan baja que uno pusiera verdadera atención a la conversación. Severus Snape no disfrutaba especialmente de estos bailes a los que lo invitaban pero su trabajo lo requería.

¿En dónde más encontraría uno la información adecuada para sus negocios si no es en los bailes? Y no es que no pudiera conseguirla en otros sitios, es solo que sus clientes tenían un perfil tan alto que los bailes, las fiestas temáticas y demás idioteces con que quisieran mostrar dinero los ultra-ricos, era el mejor lugar para encontrar los mejores chismes de la alta sociedad mágica.

La fiesta actual era una especie de mezcla entre un baile veneciano de máscaras, un cotillón sacado directo de un libro de Jane Austen y un toque de bacanal romana. Había pequeños escarceos amorosos aquí y allá, pero nada como un desnudo o siquiera un pezón asomando. No, los magos ultra-ricos jamás se rebajarían en hacer algo tan vulgar como una orgía pública.

Esta fiesta se parecía más a las fiestas swingers de los muggles y que algunos mágicos ya habían adoptado pero no llegaba a algo así. Para empezar, aunque era un matrimonio quién organizo esta fiesta, todos los asistentes eran anónimos, lo que implicaba que si alguno estaba casado con su acompañante u otro asistente, solo ellos lo sabían y por ende, cualquier participante ignoraba su estatus, a menos que alguien dijera algo.

Así, algunas habitaciones de la mansión tenían fuertes hechizos de silencio y eso indicaba que había una pareja o un trío o un grupo incluso, teniendo sexo.

Severus mientras tanto, desfrutaba viendo a estos magos perderse en el placer carnal, siendo lúdicos y felices, como una ofrenda al Dios Baco, quien seguro estaba derramando sus dones sobre estos magos que disfrutaban por esa noche, el ser simplemente mortales.

Ya había obtenido bastante información sobre varias familias importantes y sabía con qué gente usar dichos rumores cuando observó a una criatura celestial.

Vestía una sencilla túnica blanca con un tocado de laureles plateados, sandalias a juego del mismo color y un antifaz negro lleno de estrellas que tenía un fuerte hechizo de glamour. Sin embargo, los ojos eran algo que difícilmente podía hechizarse. Podía cambiarse el color, pero la forma, el brillo, eso no podía cambiarse con magia y esos ojos eran hermosos. No es que el resto del joven no lo fuera, pero esos ojos tenían fuego. Y a Severus le gustaba jugar con fuego.

El joven estaba alrededor de la mesa de bocadillos y fue fácil llegar a él, Severus iba vestido con un sencillo traje de diseñador pero su mascara era la de un cuervo. Severus odiaba los disfraces elaborados de muchos. Casi nadie recordaba porque los disfraces empezaron a ser usados en Samhain, pero era flexible dado que aún no era esa noche, solo una de las muchas fiestas alusivas a Halloween que daban algunos ricos y famosos del mundo mágico, ya cercanos a la festividad.

—Hola—El joven volteó hacia él mientras sostenía su plato lleno con fruta y un par de pastelitos.

—Hola—Severus hizo una pequeña mueca que resulta era su sonrisa de aprobación. Le gustaba la voz del joven. No tartamudeo como otros ante su imponente presencia, ni denoto interés, pero tampoco aburrimiento. Sonaba genuinamente curioso por él y eso era excitante.

—Me preguntaba, ¿Te gustaría hacerme compañía un rato? —Ahí estaba, un pequeño cebo.

—¿Y que ganaría yo con eso? —¿Eh? Eso no era lo que Severus había esperado—Digo, si me quedo rondando la mesa de bocadillos, puedo tomar lo que yo quiera... a menos que me des algo mejor que este pastel de chocolate—Dijo el joven, mostrándole el decadente pastelillo cubierto de betún negro y decoraciones de fondant de murciélagos, lunas y estrellas.

—¿Y si te dijera que puedo convertirme en el Zeus de tu Ganímedes? —Severus dijo esto al joven mientras le lanzaba su mirada patentada de "puedo hacerte gritar". El joven no se inmuto, sino que lo miro atentamente, recorriéndolo de arriba hacia abajo y luego de unos momentos que parecieron eternos, asintió con aprobación.

—Diría que entonces tenemos un trato Señor Hugin, ¿o sería Munin? —Severus parpadeó. Casi todos los que se acercaron a preguntarle por su disfraz, supusieron que era un cuervo común o un cuervo celta.

—¿Cómo te diste cuenta? —.

—Es difícil no notar el patrón rúnico en las plumas doradas que sobresalen en los costados. Una representación de Morrigan tendría trísqueles o árboles y un cuervo común no tendría patrones de plumas, sino serían en sólido negro—.

Severus sonrió y tomó el plato de bocadillos de manos del joven, llenándolo con otras pequeñas Delicatessen de la mesa y también tomó un par de botellas, una de vino tinto afrutado y otra de champaña—¿Nos vamos Ganímedes? —.

—Guía el camino, Hugin—.

Mientras caminaban, Severus preguntó por qué pensaba que era Hugin. La respuesta del joven fue que Munin era la memoria, entonces él habría dado datos sobre conocimientos arcaicos en vez de entablar una conversación para obtener información. Eso solo dejaba el pensamiento, es decir, Hugin.

A Severus le agradaba este joven. Parecía tener alrededor de unos 25 o 26 años, una lengua afilada y una mente inteligente. El cuerpo era hermoso, atlético más que musculoso, algo delgado pero no como para considerarlo femenino y sin embargo, sus rasgos eran un tanto andróginos y no tenían que ver con su antifaz, eran suyos de verdad. Labios suaves y rojizos, piel sedosa besada por el sol y un rostro ovalado que parecía más acorde a una mujer que a un hombre, pero que le quedaba bien a su estructura.

Si, el joven tenía un aire andrógino que haría a muchas mujeres palidecer por su belleza, y sobre todo aquello, esos rizos desordenados que parecían invitar a pasar las manos por ellos, desordenarlos aún más durante la pasión.

Finalmente, ambos hombres llegaron a una habitación que no estaba llena de hechizos de silencio, lo que indicaba que estaba libre. Severus abrió la puerta y ambos hombres observaron una habitación decadente, con una cama enorme con dosel y una decoración de mal gusto que derrochaba dinero en todos lados. Sin perder tiempo, Severus lanzó algunos hechizos de silencio sin varita y sin palabras mientras el joven entraba a la habitación siendo seguido por él.

Oh, bueno, para lo que necesitaban la habitación, no importaba la decoración. Severus observo como el joven se subía a la cama mientras invitaba a Severus a hacer lo mismo. Sin embargo el joven tomo el plato de manos de Severus y puso las botellas de vino en el buró del lado derecho.

—¿Qué haces? —Pregunto Severus mientras era llevado hacia la cama y empezado a ser desnudado mientras el joven se colocaba a horcajadas encima de él.

—Cumplir mi trabajo como copero, Hugin—El joven desnudó completamente a Severus pero sin quitarle el antifaz y convoco un cáliz de oro liso. Luego destapo la botella de vino afrutado y lleno el cáliz, para ponerlo justo enfrente de la boca de Severus. Severus abrió los labios y disfruto de que le dieran vino de esta forma.

Luego el joven tomo un racimo de uvas que estaba en el plato y arranco una, para ponerla luego entre sus labios y ofrecérsela así a Severus quién tomo la jugosa fruta, para luego sentir la ambrosía de aquella joven boca.

El joven sintió una electricidad enorme recorriendo todo su cuerpo. Severus, a quién él llamaba Hugin, era un excelente besador. Sintiéndose valiente, el joven desabrochó el broche que sostenía la túnica en su hombro y cayó hasta sus caderas, donde había un cinto que impedía que cayera aún más abajo.

Severus notó que el joven estaba desnudo de la cintura para arriba y tomó en su boca uno de aquellos pezones que estaban erectos por la excitación de su beso. Con alegría observo que el joven estaba disfrazado "históricamente correcto" y no llevaba ropa interior debajo de la túnica, ya que se notaba la erección completa y no solo el bulto que debería verse si estuviera con calzoncillos. No es que él estuviera mejor. Su polla ya estaba algo adolorida de estar dura desde que aquel joven dijo "hola".

Ahora dicho joven estaba gimiendo bajo sus atenciones, dando los más hermosos sonidos de aquella boca roja. Las manos de Severus recorrieron entonces el contorno de aquellos costados y dejando una de sus manos en la breve cintura de su amante de ocasión, con la otra mano, arrancó el cinto de la túnica y el joven estaba completamente desnudo a excepción de la corona de laureles y el antifaz estrellado.

Severus paró sus ministraciones y el joven vió la oportunidad de continuar su juego de copero y tomo el pastelito de decadente chocolate que había llamado su atención originalmente y lo puso a la altura de los labios de Severus. Este dio un mordisco y luego tomo el pastelito de manos del joven y puso un poco del betún en uno de los pezones erectos, el que aún no había mordisqueado. Luego empezó a lamer dicho pezón, arrancado gemidos de placer de su amante.

No satisfecho con eso, Severus dejo el pezón y ofreció el pastelito a su amante, quién dio una mordida y luego se lamió los labios de una forma tan sensual que Severus tomo aquella boca y la asaltó deliciosamente.

Continuaron este juego hasta que Severus estaba a punto de estallar y la siguiente cosa que puso cerca de la boca de su amante fue su miembro, mientras seguía acostado contra el colchón. El joven sonrió lascivamente y lamio la punta como un gatito un par de veces antes de llevar la abultada cabeza dentro de su boca. Severus disfrutaba esta mamada agradable, hasta que notó que el resto de su miembro era llevado más adentro.

¡El joven tenía la polla de Severus completamente en su garganta hasta la empuñadura! La agradable mamada se convirtió en un garganta profunda en casi nada y no pudo más, tomo la cabeza del joven y empezó a follar aquella boca con fuerza.

Su amante estaba en el cielo. Pensaba que Hugin sería delicado y no pasaría de sexo común y corriente. Se alegraba de que no fuera así. Le gustaba el sexo normal, pero con este hombre quería fuerza, vigor. Después de todo, puso mucho esfuerzo en atraerlo hasta su red.

Severus Snape era el amor de este joven desde hace años y desde hace mucho quería hacer esto con él. Los amantes ocasionales no le llenaban y estaba seguro de que si tenían sexo al menos una vez, podría sacarlo de su sistema y empezar su proceso para olvidarse de su amor.

Y funciono, tenía la jugosa polla en su boca y pronto la tendría toda dentro de él. Unos movimientos más y Severus se vació en su garganta, y él trago toda la carga de la preciosa semilla de su amante. Severus estaba en el nirvana mientras su polla perdía dureza y la retiraba de aquella lasciva boca.

—Quiero estar dentro de ti—Dijo Severus, así que puso a su amante contra la cama, cambiando las posiciones, ahora su joven amante estaba contra el colchón mientras Severus bajaba hasta la erección que ya estaba un poco violácea por haber sido desatendida.

Por fortuna para este joven, Severus era excesivamente hábil en la magia sin varita y lanzó un hechizo de lubricación mientras tomaba en su boca la erección. El joven estaba agarrándose a los cabellos de Severus mientras aquella boca le succionaba hasta el alma, y sentía su puerta trasera siendo invadida por unos dedos maravillosos que tocaban su próstata en cada oportunidad que podían.

La preparación no tomo mucho tiempo y Harry se derramó en la boca de Severus, aunque no le hizo una garganta profunda como él. Sin embargo, el evento principal estaba por comenzar y Severus lanzó un hechizo sobre su mano donde apareció lubricante y procedió a embadurnar su inhiesto miembro. El joven agarro varias almohadas y las puso unas detrás de su espalda y un par debajo de sus caderas. No quería perderse esto por nada.

Severus, viendo que el joven quería ver, abrió sus piernas de forma que fuera clara la vista cuando su miembro apunto a la trabajada entrada y empezó a empujar dentro del anillo de músculos. El joven hacia pequeñas muecas y sonidos ahogados cuanto más se introducía Severus dentro de él. Fue una dulce agonía la espera, hasta que Severus tocó su fondo y no pudo avanzar más, ya que su miembro había desaparecido dentro del joven.

—¿Estas bien? —El joven asintió y Severus coloco sus manos a los costados del joven y sobre la cama, y empezó a salir y empujar.

—¡Más! —Fue todo lo que dijo el joven cuando empezó el lento vaivén—Dame más, por favor, ¡Más duro! —.

Eso fue todo lo que necesito Severus para tomar en sus manos las piernas de aquel joven y alzarlas hacia sus hombros para luego proceder a casi violar a aquel jovencito lascivo. Sus caderas se movían rápido y fuerte mientras la cama rechinaba por lo violento del movimiento. Sin embargo, el joven sonreía hermosamente y luego gemía como una puta en celo, pidiendo que le metiera hasta las bolas si fuera posible.

Fueron varios minutos de esta "violencia" hasta que Severus sintió como una bola de fuego se formaba en su vientre, sus testículos empezaron a elevarse y supo que iba a llenar a este joven con su semen por segunda vez, aunque ahora en otro agujero. Cuando el clímax explotó, el joven sintió como su trasero era llenado por el semen de su amante y eso precipito su propio clímax, haciendo que se corriera por segunda ocasión esa noche.

Ambos hombres colapsaron una vez que el clímax terminó y estaban jadeando, sudorosos y muy, pero muy satisfechos.

Luego de una siesta donde ambos durmieron como cucharas, siendo Severus la cuchara grande, tuvieron un par de encuentros más, igual de explosivos que el primero. El joven estaba seguro de que necesitaría muchas pociones para trabajar al día siguiente pero valía totalmente la pena por este pedacito de cielo que había vivido.

A la mañana siguiente y despertando temprano por que Severus tenía que trabajar, este despertó a su amante y empezaron a vestirse, ninguno queriendo terminar rápidamente con magia la tarea. Había algo muy erótico en observar las marcas de amor que ambos habían dejado en el otro. Severus tenía rasguños en la espalda y los costados mientras el joven tenía marcas de mordidas en los pezones y en el vientre, cerca de un lindo lunar que tenía justo en el inicio del vello púbico. A Severus le gusto dicho lunar y lo sensible de esa área.

Ambos se besaron largamente, cada uno sin querer despedirse, pero tenían que regresar a sus vidas.

—Adiós Hugin. Espero encontrarte otra vez—.

—¿Otra vez? —.

El joven rió musicalmente—Tengo invitaciones a toda la temporada de fiestas hasta Samhain. A esa última aun no estoy seguro de asistir. Los Malfoy suelen dar una buena velada pero... no estoy seguro de ir—.

—¿Y si te dijera que iré? Tal vez no a todas, pero seguro a la fiesta de los Malfoy—Dijo Severus pegando su ingle a la del joven.

—Entonces diría que será un placer asistir a algunas de esas odiosas invitaciones en mi buzón—Contestó el joven moviendo su cadera y frotando su miembro contra el del otro hombre.

—Aunque nada me gustaría más que regresar a la cama y profanarte unas veces más—El joven alzó una ceja en asombro. No una vez sino varias—Tengo que ir a trabajar—.

El joven sonrió tristemente—Si, yo también. Mi jefe es un tirano que me hace trabajar sin descanso pero me gusta lo que aprendo—.

—Bueno, no queremos que tu jefe se enoje contigo—.

—Entonces... ¿irás a algunas fiestas? —.

—Si. Si nos volvemos a encontrar, quiero ver si puedo hacerte gritar más alto—.

El joven rió pero solo contestó besando dulcemente a Severus antes de separarse de él. Severus suspiró. Esto había sido divertido y esperaba repetir la ocasión en alguna de las fiestas que seguirían. Oh bueno, era hora de ir a su mansión y cambiarse para la oficina.

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La oficina de Severus Snape era enorme e intimidante. Se parecía a la que cualquier muggle podría haber visto en una película de altos ejecutivos. Sin embargo, a Severus le gustaba intimidar. Eso hacía que los idiotas que contrataban sus servicios no hicieran peticiones estupidas que podían fácilmente lograr ellos mismos. No, todas las propuestas que enviaban sus clientes y socios eran retos por sí mismos, desde construcciones imposibles hasta conseguir información privilegiada.

La joya de la corona de esa oficina, era el secretario y asistente personal de Snape: Harry Potter. Harry era el hijo mayor de James y Lily Potter, magos ultra-ricos cuyo apellido abría puertas vedadas a otros y sin embargo, Harry rechazó la línea de sucesión y se la paso a su hermano James Sirius temporalmente. Nadie sabía porque había rechazado su herencia así (aunque fuera algo temporal), pero gracias a eso, y por una petición de Lily que alguna vez había sido su mejor amiga, Severus aceptó a Harry como su secretario temporal. Pero viendo sus habilidades, pronto se convirtió en su asistente personal, secretario y mano derecha.

—Buenos días, Sr. Potter—Dijo Severus hacia el joven secretario.

—Buenos días, Sr. Snape. Su café esta sobre su escritorio y los primeros puntos de la agenda ya han sido casi completados. Solo necesita verificar los documentos y si están correctos, poner su firma y los enviare con el mensajero de inmediato—.

Harry era un hombre lindo. Demasiado lindo. Lindo como un conejito esponjoso al que los niños quieren mimar y cargar como un juguete. Con sus lentes redondos y su cabello Potter, todo revuelto en todas direcciones y su cara inocente, era muy claro que el joven era una persona demasiado dulce y considerada. Pero ese carácter no afectaba a su productividad, así que a Severus no podía importarle menos.

—Muy bien, revisare los documentos y le avisaré, Potter—El joven solo asintió y siguió trabajando en su computadora.

El día avanzó lentamente y Severus rememoraba de vez en cuando su encuentro de la noche anterior. Aquel joven era delicioso e intoxicante, un demonio con cara de ángel. Severus se preguntaba si quizás habría un poco de sangre de íncubo en su linaje cuando una voz lo sacó de su ensoñación.

—¿Señor? ¿Se encuentra bien? —Severus notó que había estado ausente y se recompuso rápidamente.

—Si, si, solo un poco distraído Potter. ¿Qué necesitas? —.

—Solo estaba avisándole que es mi hora de almorzar. Le encargue del restaurante habitual su plato de los lunes, pasta al pomodoro con un t-bone y un poco de chianti—.

—Muy bien, bien. Te veré en un rato—Harry asintió y se dio la vuelta.

Por alguna extraña razón, Severus observó que el día de hoy, Harry estaba usando un pantalón más ceñido de lo habitual y vio, por primera vez, que Harry Potter, su secretario, tenía un buen trasero redondo. Si no fuera porque tenía la política de no inmiscuirse con sus empleados, estaría tentado a desacrar al heredero mayor de la Casa Potter.

Harry terminó de salir y Severus se rió por lo bajo. Nunca entendería porque James Potter pensó que estaba interesado en su mejor amiga, cuando el babeaba por Sirius Black cuando era adolescente. Afortunadamente, ese enamoramiento murió pronto cuando Black demostró ser un idiota, promiscuo y perra fácil de Potter Senior y Remus Lupin.

Encontrar a esos 3 en una posición comprometedora de un trío y una doble penetración a Black, ciertamente acabo con su enamoramiento. Le gustaban los retos y viendo que Black era una puta barata, su amor se desinfló.

Harry Potter era algo similar. Era demasiado dulce y tierno que sería como cortar una margarita. Una victoria sin chiste.

Severus se rió mentalmente por sus pensamientos absurdos y se dedicó a continuar su trabajo mientras llegaba su comida.

Harry Potter, por otro lado, estaba en el comedor ejecutivo para empleados y bebía sus pociones luego de haber comido un poco de sopa y pan blando. Ciertamente el pene de su jefe había hecho mella dentro suyo, pero no cambiaría la experiencia por nada.

Aun habiendo renunciado a heredar el manto de la Casa Potter de inmediato, Harry recibía constantes invitaciones a las fiestas de alta sociedad. James Potter, su padre, respeto sus deseos de no heredar apenas se había graduado de la Universidad, pero nada en el código familiar decía que debía ser eliminado de la familia o reemplazado por su hermano. Sus padres le enviaban una cantidad exorbitante de dinero en lo que conseguía lo que buscaba, pero él prefería trabajar.

Fue su madre la que insistió en que al menos trabajara para alguien conocido, pero Harry quería defenderse solo. Al final, fue su padre quién sugirió a Severus Snape, cabeza de la familia Prince y dueño de un gremio de información, construcción y diversas ramas. Un hombre que era imparcial y difícil de tratar. A Harry le encantó la idea y su madre actuó como intermediaria.

Cuando conoció al hombre, Harry estaba fascinado con la imponente presencia de su nuevo jefe. Los ojos de negro profundo, el cabello largo y atado prolijamente del mismo color, su nariz aguileña que lo hacía ver tan distinguido y esa voz... para Harry fue un flechazo instantáneo. Al principio Harry lo admiraba casi como un fan, pero ese sentimiento lentamente se transformó en amor de verdad y un día se descubrió masturbándose con la imagen de su jefe, haciéndole cosas sucias en su imaginación.

Luego de eso, no importaba cuanto porno, parejas ocasionales y juguetes hubiera tenido, nada le quitaba esa sensación de vacío. Era evidente que su trasero quería algo más, o a alguien más, y fue cuando urdió un plan para poder acostarse con su jefe.

El plan era simple, lanzarle la carnada perfecta a su jefe y cuando observo que casi todos los hombres con los que salía su jefe eran jóvenes muy inteligentes y algo mordaces, Harry sacó sus mejores dotes de Slytherin.

Consiguió diseñar varios disfraces para la temporada de Samhain pero se decantó por el de Ganímedes luego de escuchar el rumor de que era una fiesta más cercana a los swingers que a la bacanal romana. Ganímedes podría encajar en la bacanal romana, pero había un aire en el personaje que podría atraer a los hombres mayores.

Y no se equivocó, su Jefe lo localizo de inmediato y pico el anzuelo.

Esa noche fue todo lo que imagino y mucho más, pero ahora le dolía el trasero, su estómago solo estaba tolerando cosas blandas y caldos y sería así por unos días. Pero no cambiaría nada de la noche anterior.

Harry se levantó y notó que las pociones habían hecho su efecto y se sentía mejor que antes. Dejó su bandeja en la repisa designada y regresó a su escritorio.

El día transcurrió igual... excepto porque su jefe le lanzó una mirada final (pero discreta) a su retaguardia cuando se retiraba y Harry no lo notó.

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Cuando Harry salió de la oficina, no notó la insistente mirada de un investigador privado que lo vigilaba desde un auto a cierta distancia. Sin saberlo, Harry había llamado la atención de un hombre muy peligroso y muy poderoso que deseaba poseerlo.

Si como una posesión o como amante, no se sabía. El hombre había sido vago sobre sus intenciones con el detective y este investigó todo del joven, desde sus parejas sexuales hasta su historia personal.

Al final del día, los investigadores privados solo hacen eso y lo que sus clientes hagan con la información, es cosa de ellos.

Aun así, este hombre temblaba cuando recordaba al imponente hombre vestido de negro y rojo que lo contrató; un tal Tom Riddle.

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Nota al margen: al final me decante por el AU mágico. Aun no decido si será Omegaverse, pero mágico si es aunque de baja escala, es decir, hay mención de ella, se usa pero viven más como muggles con un poco de magia que como magos incorporando cosas muggles.

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