Capítulo 15: Balas por aquí y por allá.

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—Nicoletta, quiero que me enseñes a usar un arma. —hablé de la nada dejando mi tarea de lado.

—¿Por qué? ¿Acaso pretende matar al señor Derek? —preguntó Nicoletta con media sonrisa.

—Ya quisiera, pero no sería algo oportuno. —afirme haciéndola reír un poco —Me gustaría tener un arma en caso de emergencia, después de todo, el verdadero trabajo de Derek pone mi vida en juego. —expliqué observando como ella cerraba el libro que estaba leyendo.

—Pienso que conmigo a su lado es más que suficiente para protegerla, pero ya que insiste, acompáñeme señorita. —Nicoletta se levantó de su asiento y nos dispusimos a salir de mi despacho.

Caminamos por los pasillos de la mansión hasta llegar a un sector del cual no tenía ni idea de que existía. Llegamos frente a una puerta de madera, al cruzarla me encontré con una habitación llena de armas de tanto colgadas de las paredes como en lindas vitrinas.

—Bienvenida a nuestra sala de armas de fuego cortas y armas blancas, por ello, aquí podrá encontrar pistolas, revolver, cuchillos, etc. —explicó la pelirroja a la par que se acercaba a una de las vitrinas —Le enseñare a usar una pistola, pero si gusta, luego de aprender podría seguir enseñándole a usar otro tipo de armas. ¿Le parece bien? —asentí efusivamente.

Nicoletta abrió la vitrina que estaba frente a ella y saco una pistola de color negro y dorado, con varios tallados blancos en todo su alrededor. Era realmente preciosa.

—Esta será su arma de ahora en adelante. No está cargada, así que puede manipularla con seguridad. —dijo extendiéndomela, y yo no dude en tomarla —Debe entender que el utilizarla podrá ser un poco difícil al principio, pero con el tiempo podrá acostumbrarse. —avisó Nicoletta observándome muy atentamente.

—¿¡Y cuándo empezamos con mis lecciones!? —pregunté totalmente emocionada.

—Ahora mismo señorita. —contestó la ojiverde bastante contenta.

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—Vaya...No le ha dado a ninguno. — comente observando como la mayoría de los árboles que nos rodeaban tenían balas incrustadas, en vez de las dianas que colgaban en ellos.

—¡Por favor! ¿¡Cómo es posible que no haya podido darle a ni una sola!? —exclamó Victoria completamente indignada.

—Le avise que sería difícil al principio señorita. Con la practica podrá volverse muy audaz, se lo aseguro. —le dije acercándome a ella con una sonrisa —Ahora sería bueno que tome un descanso, ya llevamos tres horas y no es bueno que se canse demasiado. —le recomendé extendiendo las manos para que me devuelva la pistola, cosa que hizo rápidamente.

—Nicoletta. ¿Por qué te volviste una mercenaria? —al escuchar aquella pregunta por parte de Victoria me quede en trance, ya que había sentido un déjà vu — ¿Nicoletta?—mire a Victoria con una sonrisa saliendo de mi trance.

—Lo siento, me quede pensando en una respuesta. —me excusé sentándome junto a ella sobre una piedra que había allí —Me volví una mercenaria gracias a mi padre, quien actualmente es un solicitado mercenario buscado en todos los lugares que te puedes imaginar. —respondí sonriendo un poco —A medida que se acercaba la hora de ir a la universidad, me di cuenta que absolutamente no me gustaba ninguna carrera. Todas eran tan convencionales y aburridas que no me podía imaginar trabajando en ellas, sin embargo, un día que mi padre fue a visitarme un ladrón llego a nuestro hogar. Papá pensaba que todas estábamos dormidas, pero yo estaba despierta en el momento justo que él asesino al ladrón, y ahí fue cuando lo dije... —mire a Victoria directo a sus ojos — Yo quiero ser como tú. —agregué recordando la mirada confusa de mi padre.

—¿Y no te arrepientes de tu decisión? —preguntó Victoria con mucha curiosidad.

—Para nada. Gracias a esa decisión puedo divertirme, proteger a los que quiero y ganar mucho dinero. —afirmé recargando la pistola que tenía entre mis manos antes de apuntar hacia las dianas que estaban en los árboles y disparar directo al centro —Y ahora puedo servirle. —al decir eso Victoria se me quedo mirando por unos segundos, para luego sonreír.

—Te quiero Nicoletta. —afirmó Victoria abrazándome, abrazo que rápidamente correspondí.

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—¡Lo he hecho! —exclamé contenta observando como los maniquís que estaban en la habitación tenían la cabeza atravesada por una bala, la cual yo había disparado.

—¡Excelente señorita Victoria! —me felicito Nicoletta acercándose a mí con una gran sonrisa en sus labios —¿Vio que practicar por dos meses si valió sus frutos? —habló abrazándome con fuerza.

—Así es. ¡Muchas gracias por enseñarme Nicoletta! —le agradecí con una gran sonrisa —¿Ya podemos ir a buscar mi recompensa? —pregunté deseosa de probar aquel pastel de chocolate que Nicoletta me había prometido si hacia mi practica bien, recibiendo un asentimiento por parte de la pelirroja.

Sin embargo, nuestra felicidad se fue al caño cuando escuchamos el sonido de disparos en ráfaga, las ventanas rompiéndose y a los guardias moviéndose de un lado al otro. Rápidamente Nicoletta me tomo de la mano y me saco de la sala de tiro para llevarme a mi habitación, camino que me resulto tortuoso ya que la soledad que había me inquietaba, esto indicaba que todo el tiroteo se concentraba en la planta baja.

—Señorita quédese aquí y no salga por nada en el mundo. —pidió Nicoletta empujándome a la habitación.

—Por supuesto que no lo haré, quiero acompañarte. —dije firme sosteniendo mi arma.

—No, no lo harás Victoria. ¿Crees que no sentí como te temblaban las manos al caminar? —preguntó con el ceño fruncido mientras que yo la miraba sorprendida, cuando no me tuteaba significaba que hablaba muy enserio —Tu pistola ya no tiene balas y con tu miedo no serias más que un estorbo. —confesó poniendo sus manos sobre mis hombros —Tú solo quédate aquí y déjame el resto a mí. Te prometo que vendré a buscarte tan pronto como todo acabe. ¿De acuerdo? —solté un suspiro a la par que asentía.

Nicoletta cerró la puerta con seguro dejándome totalmente sola en mi cuarto, apague casi todas las luces del lugar, solamente dejando una de las lámparas de noche encendida. No quería que la luz debajo de la puerta delatara que estaba aquí.

Pasaban los minutos y el sonido ensordecedor de las balas no cesaba, las imágenes de Mariella debajo del charco de su propia sangre llegaron a mi mente provocando que el miedo invada aún más mi cuerpo.

—Olvida eso Victoria O'Malley. —me dije a mi misma respirando profundo.

De la nada se escuchó un grito femenino y el sonido de las balas ceso, abrí los ojos de par en par mientras que la balacera se trasladaba al jardín delantero de la mansión. Rápidamente me levante de la cama para salir del cuarto con mucha precaución, camine por el pasillo hasta llegar a la escalera que me llevaría a la entrada de la mansión, lugar en donde vi lo que menos quería.

—Nicoletta. —susurré corriendo hacia ella y arrodillándome a su lado.

—Victoria...Te dije...Que no salieras. —susurró la pelirroja totalmente débil. Llevé mi mirada hasta su abdomen, en donde se había formado una gran mancha de sangre, por lo que le subí la camisa encontrándome con una herida bastante fea.

—Derek llego. ¿No es así? —pregunté al notar que solo nos acompañaban los cuerpos de algunos guardias, a la par que yo rompía mis vestimentas para armar una venda improvisada.

—Así es. —contestó cuando el puse la venda y llevé sus manos hasta ella para que la apretara.

—Quédate aquí y sostenla fuerte. —le ordene tomando su pistola.

—No Victoria...Es peligroso... —susurró Nicoletta tratando de detenerme, sin embargo, me levante del suelo y corrí hasta la salida.

Tenía el presentimiento de que Derek estaba problemas.

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¡Feliz lunes señoras y señores!

Espero que les haya gustado mucho el capítulo de hoy, que les haya dejado mucha curiosidad por lo que pasara en el siguiente y sobre todo, que les haya sacado una sonrisa OuO

Les ama: Blondegals.

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