Capítulo 3: En la boca del lobo.

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Victoria observo nuevamente todos los papeles que estaban sobre su escritorio y soltó un gran suspiro de frustración. Allí se encontraban más de cien hojas las cuales debía leer y firmar, más no quería hacerlo. Sin embargo, su padre tenía una carta bajo la manga que la obligaba a hacerlo.

—Señorita. —Victoria despego sus ojos de los papales que tanto detestaba y llevo su mirada hasta Clara —Ya me voy, recuerde no irse muy tarde. ¡Feliz navidad! —se despidió la secretaria haciendo sonreír a su jefa.

—Feliz navidad Clara. —le deseo Victoria un poco feliz por la preocupación de su secretaria.

Ya era veintitrés de diciembre, a dos días de navidad. Esto ponía realmente contenta a Victoria ya que viajaría nuevamente a Perú para visitar a su madre, pero no iría sola, sino con Francesco quien no le desagradaba en lo absoluto.

Pero aun no podía cantar victoria, había un gran obstáculo impidiendo ver a su madre, y ese era su padre. Aún faltaba un mes para que ella sea mayor de edad, por lo tanto, necesitaba que su padre firmara un permiso para dejarla salir del país y él no estaba dispuesto a hacerlo. Aun así, Victoria no estaba dispuesta a renunciar a pasar tiempo con su madre, así que le propuso a su padre una apuesta: Completaría todo el papeleo que él había dejado pendiente antes de que dieran las doce de la noche, si no lo lograba se tenía que quedar.

—Por suerte es alguien de palabra. —susurró Victoria para si misma llevando su mirada hasta un pequeño marco que tenía en su escritorio, en donde se podía ver una foto de la rubia y su madre cuando apenas tenía diez años —Hazlo por ella. —se animó a si misma antes de ponerse a trabajar.

Luego de varias horas Victoria arrojo la pluma sobre el escritorio y tomo su teléfono a toda velocidad para marcar al número de su padre, quien al contestar lo único que pudo escuchar fue: Termine. Con tan solo decir aquello lanzo el teléfono en su asiento antes de comenzar a saltar por toda su oficina alegremente, pero por tan solo unos segundos.

Cuando termino en medio de su gran oficina miro el reloj que colgaba encima de la puerta, marcaba las once y media de la noche. Contenta se dignó a arreglar sus cosas para salir lo más rápido que podía de aquel lugar, apago todo y cerró la puerta con seguro, al igual que todas las demás puertas de la compañía.

—Buenas noches Richard. Feliz navidad. —se despidió Victoria del vigilante nocturno de la compañía, un hombre bastante humilde quien se había quedado con ella hasta que terminara su trabajo.

—Buenas noches Victoria. —se despidió el hombre con una sonrisa antes de dirigirse a su hogar, siendo observado por la rubia hasta desaparecer de su vista.

Victoria sintiendo su celular vibrar en el bolsillo de su pantalón, lo saco percatándose de que le había llegado un mensaje de su padre. Al abrirlo se enteró de que nadie podría ir a buscarla ya que su chófer acababa de irse y no quedaba ni un solo sirviente en la mansión, además de que él se encontraba en una reunión muy importante y Francesco estaba arreglando las maletas de ambos.

—Supongo que deberé llamar un taxi. —susurró escribiéndole un simple "Ok." a su padre.

Cuando estuvo a punto de marcarle a su compañía de taxis preferidas, el rugido de un auto la ensordeció totalmente y un BMW de color negro se estaciono frente a ella. La rubia arqueo una ceja algo insegura mientras que la ventanilla del auto bajaba lentamente, dejando ver poco a poco a cierto hombre de cabello castaño y ojos grises que Victoria no quería ver.

—¿Qué hace tan tarde por aquí señorita O'Malley? —preguntó Derek de forma coqueta.

—Estaba terminando un trabajo. —contestó Victoria cruzándose de brazos. —¿Y usted? ¿Qué hace por aquí? —preguntó tratando de sonar lo menos interesada posible.

—Solo pasaba, y al verla aquí no pude evitar detenerme. —respondió él con una pequeña sonrisa en sus labios. —¿Espera a alguien? —preguntó recostándose un poco en el asiento.

—Un taxi que me llevara a casa. —al decir eso Victoria observo a Derek: Traía un traje negro que marcaba su trabajado cuerpo, traía la corbata algo suelta y el cabello algo despeinado. Al parecer acababa de venir de una fiesta o una reunión bastante movidita.

—¿Y qué le parece si yo la llevo? —le preguntó Derek con un toque de emoción en sus ojos bastante notable.

Disimuladamente Victoria examino el interior del auto en busca de cualquier cosa que le pareciera sospechosa o que pueda atentar en contra de su persona, pero el auto estaba totalmente limpio. También pensó en si realmente le convendría, y la respuesta era sí, después de todo era la hija de una persona realmente importante y no sería una buena idea quedarse a la deriva a mitad de la noche.

—De acuerdo. —contestó la rubia entrando al auto.

En el camino se la pasaron hablando bastante, principalmente sobre de donde venía Derek, cosa que le hizo bastante gracia a Victoria ya que acababa de venir de una fiesta. Sin embargo, aquella gracia se fue al darse cuenta de que ya se estaban acercando a su casa, pero, aun así, Derek no disminuía la velocidad.

—¿Acaso no recuerda donde está mi casa? Es aquella de la esquina. —avisó Victoria con la esperanza de que Derek la escuchara, en cambio, lo único que logro es que él pasara su casa. —¡Maldita sea! —maldijo la rubia al darse cuenta de lo que Derek estaba haciendo.

De la nada sintió como un trapo con un olor realmente extraño le tapo la nariz y la boca, esto la asusto y empezó a luchar para tratar de liberarse de ese agarre, pero al notar lo fuerte que era su captor dejo de hacerlo. Al pasar el tiempo se sintió cada vez más débil y mareada, las ganas de dormir se intensificaban a tal punto que pudieron con ella dejándola en un estado de inconsciencia.

Empecé a abrir los ojos al sentir que el sueño abandonaba mi cuerpo, sentía algo totalmente suave sosteniendo mi cuerpo y deduje que era una cama. Me senté en ella para estirarme un poco, luego pasé mi vista alrededor de toda la habitación en la que predominaban los colores oscuros.

Me levanté de la cama con el fin de caminar hasta las cortinas que se encontraban a mi derecha, al abrirlas lo único que me pude encontrar fue un paisaje totalmente nevado que me hizo apretar los labios: Claramente ya no me encontraba en Bervely Hills.

Escuché el sonido de una puerta abrirse seguido de unos pasos, me di la vuelta encontrándome a mi captor recostado en el arco de la habitación que daba a un pequeño pasillo. Su rostro estaba adornado con una sonrisa socarrona, llevaba puesto un simple pantalón de tela negro y una camisa blanca junto a unos costosos zapatos perfectamente lustrados.

—Bienvenida Victoria. —al escuchar su saludo solté un suspiro.

—¿Dónde estoy? —pregunte con una ceja arqueada sin mover de mi lugar.

—Estas en Rusia. —contestó de forma simple dejándome desconcertada —Y supongo que ahora quieres una explicación de qué está ocurriendo. ¿O no? —preguntó cruzándose de brazos.

—Así es. —respondí de forma cortante empezando a observar cada uno de sus movimientos.

—Seres claro contigo: Estoy enamorado de tí. A mis ojos eres la perfección en persona, por lo tanto, eres apta para ser mi esposa. —habló acercándose a mi hasta quedar justo frente mío —Y ya que sabía que no aceptarías por las buenas, decidí ahórrame todo el drama y simplemente secuestrarte. —una mueca de desagrado se formó en mi rostro al oír aquella justificación, que al agregarle la forma tan calmada con la que la dijo, me dejo un muy mal sabor de boca.

—Aléjate de mí. —ordene llena de cólera al pensar que no podría ir con mi madre por esa tontería.

—Por cierto, ahora te diré las reglas de esta casa. —avisó tomándome con brusquedad de las muñecas y estampándome en contra de una pared —Aquí debes respetarme y obedecerme, si me llegas levantar la voz tan siquiera una vez te ira muy mal. —al escuchar su tono de voz tan frio toda mi piel se puso de gallina —Nunca deberás engañarme, si me llego a enterar que estas con otro hombre no dudes en que tu familia estará cinco metros bajo tierra en muy poco tiempo. —me susurró al oído agarrando mis muñecas con una mano antes de llevar la otra hasta mi trasero —Y por último, si haces alguna tontería como tratar de escapar o matarme... —me miro con aquellos ojos grisáceos fríamente antes de reírse con un tono bastante aterrador —¿Realmente debo decirte que te pasara? —rápidamente negué.

Esta era una situación terriblemente delicada, tenía a un loco aparentemente capaz de acabar con mi existencia y de las personas que amaba sin mucho esfuerzo y por nada. Me encontraba en un país que no conocía y en el que no me podía comunicar a menos que encontrara a una persona que hablara Español, Ingles, Italiano, Japonés, Alemán o Francés; cosa que a pesar de encontrarla no tenía la seguridad de que me creerían.

Entonces debía utilizar lo que tenía a mi alcance, y según sus palabras me quería y le gustaba que las personas lo obedecieran, un claro sentimiento de superioridad. Por lo tanto, no había que ser un genio para saber lo que estaba a punto de hacer.

—¡E-espera un segundo! —exclamé sonrojada al sentir como besaba y lamia mi cuelo.

—¿Qué sucede Victoria? —preguntó con seriedad dejándome ver claramente que lo había interrumpido cuando estaba en una parte emocionante.

—Y-yo...Como ya sabes...S-so-y... —aunque no lo crean, realmente estaba muy nerviosa.

—¿Virgen? —preguntó mirándome con una sonrisa burlona.

—¡Eso mismo! —contesté arrepintiéndome antes de tiempo de lo que estaba a punto de hacer —Entonces...Quería saber...Si... ¿Podrías ser suave conmigo? —pregunté totalmente avergonzada.

—Tus deseos son órdenes. —susurró Derek de manera dulce, tomo un mechón de mi pelo y deposito un casto beso en él —Mi reina. —de la nada me tomo en sus brazos para llevarme a la cama y depositarme en ella suavemente.

Esta sería una larga, muy larga noche...

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¿¡Cómo están mis seguidores preciosos!? Yo espero que estén super bien, super contentos. Y si no lo están, alégrense, porque les traje otro capítulo de esta maravillosa historia >u<

Les quería hacer una pregunta muy importante: Aun no me decido si poner escenas sexuales en esta historia o no, así que.¿Qué ustedes piensan? Si dicen que si, en el próximo capítulo habrá una 7u7

Les ama: Blondegals. 

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