08.- Tejones en guerra

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Estaba dormido, o mejor dicho, semidormido. Flotando en lo que los muggles llamaban duermevela. Estaba pequeño, indefenso y de alguna forma, se sentía amado y protegido. Unos brazos cálidos y amorosos abrazaron al bebé que era Tom en ese momento.

La suave voz de la mujer que lo cargaba, estaba cargada de un afecto infinito, al igual que las amorosas palabras dirigidas a él. Tom abrió entonces los ojos y vio a la mujer: tenía el cabello rojo y una sonrisa permanente en su rostro, olía a flores y canela, sus labios le dieron un beso en la frente y eran cálidos y suaves. Era el epítome de una madre y era suya.

Su madre le decía a Tom cuánto amaba a su bebé y cuánto lo había esperado. "Espere tanto por ti, mi bebé", Tom tenía ganas de llorar, porque sabía que su tiempo con su madre era limitado y que pronto tendría que abandonar este lugar donde había calidez y amor. Tom lloró en su encarnación infantil y despertó.

Era la segunda vez esa semana que tenía el mismo sueño, exactamente el mismo y Tom sabía que aquella mujer no podía ser su madre, ya que nunca la conoció, ni siquiera por foto o pintura, pero estaba seguro de que su madre no era pelirroja ni tenía esa voz llena de ternura. Tom sabía que era solo un sueño pero deseaba que esa mujer fuera en realidad su madre.

Estos sueños comenzaron luego de que Elliot se le pego como un patito cuando no estaban en clase. Elliot había decidido que Tom era el chico más genial en todo Hogwarts (a los ojos de Elliot) y que lo tomaría como su modelo a seguir. Lo que indudablemente llevo a otros tejones a mirar a Tom de nuevo. Ahora Tom parecía una especie de maestro de kindergarten con todo el primer año siguiéndolo por todos lados y pidiéndole consejo en sus materias.

Tom, a pesar de todo, se sentía bien de ayudar a los pequeñines y descubrió con horror algo más de sí... quería niños. Su mente recordaba sus antiguos planes y revisándolos encontró que los hijos no estaban en su ecuación, pero ahora, en este tiempo, quería hijos, varios... quería una familia grande y amorosa como esos Weasley... pero sabiendo sus inclinaciones sexuales, veía ese extraño deseo frustrado.

Las mujeres no eran lo suyo. Desconocía si lo que era completamente Tom, Futuro Señor Oscuro del Pasado, era homosexual, pero lo que era Tom, Hufflepuff de Sexto Año, si lo era. Mientras estuvo en Umbra tomando su entrenamiento, paso a conocer más de Harry y le intrigaba el chico. Era valiente, pero no se lanzaba sin pensar por contrario que pudiera parecer. Tenía inocencia pero no ignorancia y una inteligencia que si bien no competía con las del Trío Investigador Las Brujas de Macbeth (Hermione, Luna y Ginny), era bastante buena y estaba el resto de él, un cuerpo delgado y tonificado que clamaba por ser llevado a pecar con propiedad.

Harry le gustaba, sobre todo, desde un entrenamiento donde Harry lo derribo y quedo justo encima de él, aprisionando a Tom entre sus muslos para inmovilizarlo, pero la mente de Tom conjuro otro escenario donde los muslos de Harry podían aprisionarlo si querían, al tiempo que Tom se enterraba en ese cuerpo pecaminoso.

Desde ese día en el entrenamiento, había estado algo ansioso alrededor de Harry, y si no fuera por esa ocasión en que supo de las actividades nocturnas de Harry y Ron, Tom hubiera pensado que Harry era totalmente heterosexual.

Tom entonces decidió ponerse manos a la obra, tenía varias cosas que hacer. Primero que nada, eliminar al comecaramelos de limón y a su encarnación reptiliana de la ecuación, segundo, ayudar a Harry con su sueño de un mundo sin etiquetas para la magia (lo cual allanaba mucho su propio sueño de una separación del mundo muggle del mágico), y tercero, tener a Harry debajo suyo mientras lo poseía y lo esté gritaba su nombre en medio de la pasión. Simple.

Todo era cuestión de organizarse y Tom decidió que esta pequeña broma a Snape podía tener más usos que el que le había dado originalmente.

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Severus Snape no pensó que se repetiría, pero lo hizo, excepto que esta vez, la broma no fue solo dirigida a él, sino que se extendió a sus serpientes. Alguien había alterado de alguna forma la entrada a la sala común de Slytherin y todo Slytherin que saliera de la sala común era hechizado de alguna forma. Nada realmente grave, solo pequeños cambios en la fisonomía: narices largas, barbas, orejas puntiagudas como elfos, cabello de colores o largo, ojos de gato... nada que pudiera considerarse humillante realmente, pero aun así, alguien había hechizado a toda la Casa Slytherin... y eran pocas las personas que conocían la entrada a la sala común fuera de los Slytherin mismos.

Harry Potter era uno de ellos, pero luego de haber hablado con Black en la broma anterior, Severus tenía que aceptar que esto no era del estilo de Harry. El chico simplemente era amante del juego limpio, a excepción de su grupo subversivo al cual ya estaba integrado. No, esto era obra de alguien que creía no ser atrapado y evidentemente, alguien que buscaba una abierta declaración de "guerra". Su broma a su persona había sido un atentado, pero la broma a la Casa entera era una abierta provocación diciendo "Ven por mí, estoy esperando".

Severus estaba en sus cavilaciones cuando alguien tocó a la puerta de su oficina. Decir que se sorprendió de ver a Orpheus era decir poco, pero Severus apenas pudo contener la risa cuando vio lo que la broma había hecho con Orpheus Black, mejor dicho Sirius Black. La broma lo había convertido en un híbrido de perro negro y humano, dejando solo los rasgos más evidentes del animal. Así que "Orpheus" exhibía cola, orejas y algo de pelo en las manos que le daba apariencia de patas. Severus ahora supo la razón de no ver a Black en el desayuno. Black estaba temblando de furia en esos momentos.

—Se quién fue—.

Severus levantó una ceja—¿Y podría decirme quién cree que fue señor Black? —Orpheus notó que seguía en el pasillo y entro al "hábitat" del murciélago de las mazmorras. Lo necesitaba. Esta vez tendría que tragarse su orgullo y solicitar la ayuda del Maestro de Pociones ya que su enemigo le llevaba ventaja. Orpheus se sentó frente al escritorio al tiempo que Severus se colocaba en su lugar habitual—¿Y bien? ¿Quién crees que fue? —Dentro de su oficina, no había necesidad de fingir, ya que sus protecciones eran a prueba de directores metiches.

—Riddle—.

—Dudo mucho que el Señor Oscuro participará en una broma...—.

—El otro Riddle, nuestro Riddle—.

—Ahh, ¿Y cómo llegaste a esta conclusión? —Severus estaba genuinamente intrigado por como Orpheus Black llegó a esta conclusión medianamente lógica.

Orpheus bufó—Ningún Slytherin hechizaría su casa por entero, si tienen un problema con alguno de los suyos, se hechizan puertas adentro y nadie fuera de Slytherin se entera. Así que debe ser un foráneo y fuera de Harry, Ron y Hermione, solo hay otra persona que conoce como llegar a la Sala Común—.

—Riddle—.

—Exacto—.

—Pero ¿Por qué hacer una abierta declaración de guerra? No tiene sentido—Ahora Severus de verdad estaba intrigado. Riddle era el candidato lógico, pero no veía cual podría ser el plan de Riddle para esta declaración de guerra.

—Lo he pensado y creo saber la razón... Dumbledore—Severus arqueo una ceja y Orpheus lo tomo como una señal de que continuara—Antes de venir a Hogwarts, ¿recuerdas la última reunión de Umbra? —.

—Ah, ya veo... la distracción para mantener a Dumbledore fuera de los asuntos mientras hacíamos nuestras misiones—.

—¿Qué mejor distracción que una guerra de la Casa con los magos más oscuros y la Casa más linda y agradable de Hogwarts? ¿Quién se imaginaría a un Tejón siendo un bromista y mucho menos contra Slytherin y su Jefe de Casa? Es el tipo de conflicto que desbalancearía a Dumbledore—.

—Cierto, la idea tiene mérito. Aunque eso no resuelve nada si no podemos confirmar a Riddle como el bromista—.

—Podríamos pedir una sesión de Umbra el fin de semana. Es de Hogsmeade y si somos discretos, podríamos ausentarnos al menos la mitad de los miembros de Umbra—.

Severus suspiró mientras pensaba en lo dicho por Orpheus, aunque era difícil concentrarse cuando este estaba "literalmente" paseándose como perro encerrado—Muy bien, haz la llamada y esperemos que tu teoría sea cierta. El podio de Umbra sería el lugar ideal para que Thomas confiese sus planes o al menos si es que tu teoría es correcta—.

Orpheus asintió y activo el ópalo de su cuello llamando a una reunión de Umbra el fin de semana. Cuando Black se fue de su oficina, Severus sintió escalofríos con un pensamiento que lo asalto al final de la conversación con Black: Black se veía "lindo" con esas orejas.

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Tom esperaba algo más de tiempo para tener que revelar sus planes, sobre todo porque era muy divertido ver a Severus y "su querido hermano" siendo víctimas en vez de victimarios. Por las historias que había oído de Sirius cuando estaba algo borracho, él había sido un consumado bromista. Según Harry, las bromas de Sirius rayaban más el comportamiento criminal que las bromas. Luego estaba Snape, quién si bien no hacía bromas, si victimizaba a los niños con sus "particulares maneras de enseñanza".

Ahora Tom estaba en el podio, explicando el potencial de una guerra de bromas entre Slytherin y Hufflepuff, haciendo énfasis en que las bromas no debían subir nunca de intensidad al grado de provocar "sed de venganza" en ninguno de los miembros de las Casas. Pomona no fue feliz con la idea, pero aceptaba que tenía merito, Severus quería colgar de sus gónadas al pequeño Señor Oscuro y Harry sopesaba lo dicho por Tom.

Mundungus necesitaba un tiempo libre junto con un equipo táctico para robar el gabinete y Harry necesitaba una distracción en Hogwarts para que todos los miembros de Umbra disponibles buscarán la pareja del gabinete, poniéndolo muy lejos del alcance del Cara de Hurón y forzándolo a buscar por fin la ayuda de Snape u Orpheus, o ambos. Cualquiera estaría bien.

Quizás la idea de las bromas tenía mérito y así lo hizo saber Harry. Se sometió a votación y el resto de la reunión improvisada fue ocupada en discutir los términos de la guerra de bromas para evitar confrontaciones inútiles entre los miembros de las Casas.

Severus votó a favor, pero por dentro, estaba planeando una cruenta venganza sobre el mini Señor Oscuro. ¿Qué podría dolerle más sin que implique Cruciatus o venenos mortales? ¿Cuchillos? ¿Cuerdas? Quizás podría pedirle a Filch sus cadenas...

Orpheus sonreía y Severus conocía esa sonrisa. No necesitaba vengarse de Thomas, Orpheus se encargaría de hacerle la vida un infierno a su "querido hermano".

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La nota llegó de forma "anónima" a un Slytherin de Quinto Año. Era un simple pedazo de pergamino pero era toda la chispa que necesitaban para iniciar la guerra. El chico de Quinto corrió hasta el Gran Comedor y le entrego la nota a su Jefe de Casa mientras veía de reojo a la profesora Sprout, inseguro de cómo está tomaría las noticias sobre su propia Casa.

Snape hizo como que leía la nota, sabiendo de entrada su contenido. Pomona fue muy vocal sobre que debía decirla nota para que fuera creíble una "venganza" de parte de un Tejón, firmando la nota con un sencillo dibujo de un Tejón. Así que la escena estaba puesta y todos los actores en sus posiciones. Thomas estaba igual que siempre, rodeado de Primeros Años quienes se servían casi lo mismo que el chico en sus platos e imitaban sus modales al comer. Si Snape no supiera quién era en realidad Thomas, toda la escena podría ser considerada "adorable".

Orpheus estaba comiendo también y teniendo una conversación con Draco, quién estaba cada vez más relajado alrededor de Orpheus. Había algo vagamente familiar en Orpheus, que hacía que Draco bajara un poco la guardia. Quizás era el "Encanto Black", del que Sirius hizo mucho uso en su época adolescente, aunque Severus jamás supo que lo hubiera usado en hombres.

Como fuera, Harry estaba en su lugar habitual en medio de sus dos amigos, Tom siendo mamá gallina con un montón de Primeros Años y Orpheus siendo él mismo, conquistando las barreras del príncipe de Slytherin. Era hora del show.

Severus azoto su copa de vino en la mesa y le pasó de mala forma la nota a la profesora Sprout mientras siseaba, de forma que Albus estuviera muy atento pero no tan alto que los alumnos escucharan. No aún.

—¿Qué piensas hacer al respecto con esto Pomona? —.

—¿De qué estás hablando Severus? —Dijo la profesora Sprout, devolviéndole la "nota" a su colega—Puedo preguntar y disuadir a mi Casa por entero, pero no creo poder averiguar quién sería este Tejón. ¿Cómo sabes que es uno de mis tejones? Por lo que se, podría ser cualquiera, incluso alguien de tu propia Casa que intenta culpar a mi Casa—Terminó la profesora, mirando feamente a Severus.

Severus parpadeo, Pomona era buena actriz, pero él no tenía que fingir, llevaba años desempeñando este papel—¿¡CÓMO TE ATREVES!? —Se levantó Snape casi de un salto y puso toda su altura sobre la profesora—¿Insinúas que alguien de mis serpientes está intentando culpar a tu Casa? ¿Con qué objetivo? Ningún Hufflepuff ha tenido problemas con un Slytherin, ¡Nunca! ¡En toda su historia! —.

—Que tu sepas...—Dijo la profesora, sin inmutarse, sorbiendo más vino.

Las voces de los profesores ahora estaban elevadas y los murmullos de los estudiantes murieron, mientras el resto de la mesa de profesores estaba dividido entre lanzarse a reír o separar a los "combatientes" que ahora estaban en un duelo de réplicas. Severus era mordaz, pero la siempre alegre y bonachona profesora Sprout, también podía ser mordaz cuando quería.

Finalmente, uno de los Slytherin de Séptimo, hizo la conexión de los gritos y entendió lo suficiente de la pelea—¡Fue un Tejón! ¡El bromista fue un Tejón! —.

Ahora las miradas y murmullos estaban en la mesa de Slytherin y Hufflepuff, pero las otras dos mesas no se quedaban atrás. Ravenclaw debatía si era posible que un Tejón hubiera hechizado a toda una Casa mientras Gryffindor se sentía dividido entre alabar al Tejón bromista y compadecerse de los Slytherin, porque si bien no los querían, tenían el sentido del juego limpio muy en alto y bromear con gente inocente no les parecía correcto.

Albus estaba intentando mediar entre la pelea de sus dos profesores mientras Minerva se encargaba de silenciar los murmullos de los alumnos y los enviaba a sus clases. Al final del día, los Hufflepuff miraban con recelo a los Slytherin y viceversa.

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Los siguientes días fueron un caos. Albus estaba siempre lidiando entre dos o más alumnos envueltos en peleas, y esta vez no eran Slytherins y Gryffindors, sino Slytherins y Hufflepuffs. Al menos las bromas no habían escalado mucho. Se limitaban a bromas simples en masa y maldiciones sencillas, como piernas de gelatina y esas cosas.

Finalmente, los Slytherins no querían dañar a los tejones, pero quienes jamás, hasta ahora, tuvieron problemas con ellos, pero tampoco estaban dispuestos a permitir que "El Tejón Bromista" ganara. Algunos Tejones estaban fascinados con este Tejón Anónimo, ya que como nadie sabía quién era, las otras Casas empezaron a cuidarse de la, hasta entonces, pacifica Casa.

Mientras Albus estaba distraído con esta guerra sin cuartel entre dos Casas antes amigables entre sí, una incursión al callejón Knockturn paso por debajo del radar de la Orden del Fénix, y las constantes desapariciones de Harry y varios alumnos del antiguo Ejército de Dumbledore fueron ignoradas gracias a las constantes peleas por causa de las bromas.

Para fines de Octubre, Umbra tenía en sus manos los dos gabinetes evanescentes, así como varios gabinetes que no deberían estar en Hogwarts. Dado que solo Mundungus y los miembros de Umbra que podían moverse con libertad, conocían el gabinete, los exploradores en Hogwarts fueron recogiendo cada gabinete que no estaba ocupado.

Tres de esos gabinetes eran sencillos muebles muggles, dos tenían un boggart que Harry sospechaba, eran los mismos que había usado Remus en su Tercer Año, cuatro de ellos tenían encantamientos diversos que respondían a quién los tomara como suyos (nada grave en general, pero eran gabinetes que debían ser parte de alguna herencia familiar por los escudos grabados en ellos y por ende, no debían estar dentro de la escuela) y finalmente, un gabinete roto que era el gemelo perfecto del que había robado Mundungus, según el último informe de este a Harry a través del ópalo.

Finalmente, una de las misiones de Draco estaba fuera de su alcance y por el nerviosismo del rubio, era evidente que ya se había dado cuenta de que su "señor" no iba a estar feliz con él.

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El siguiente fin de semana de Hogsmeade se veía lejano en el horizonte y Draco estaba pensando en escribir su testamento. Una lechuza de su "querida tía" le había avisado de dos cosas, de la incursión a Azkaban para liberar a su padre y de que el gabinete que debía reparar, el gemelo útil de Borgin & Burkes, había sido robado y el Lord no estaba muy feliz. Su tía le sugirió a Draco que se concentrara en su "otra" tarea y se diera prisa, de preferencia.

Draco estaba más pálido que de costumbre y se veía asustado como nunca. Su primer plan era enviar un collar de ópalos maldito que había conseguido pero con sus nervios destrozados, le era imposible lanzar cualquier hechizo sin problemas, mucho menos un Imperio.

Estaba jodido. Muy jodido.

El rubio estaba llorando en el baño de Myrtle mientras la fantasma lo consolaba. Era extraño que la chica fantasma fuera a últimas fechas su confidente, pero sabía escuchar y era agradable cuando no estaba siendo tan sensible sobre su muerte. A Draco le agradaba. Myrtle ya se había ido y mientras Draco se limpiaba las lágrimas, una figura lo veía desde la puerta.

Orpheus Black lo miraba con algo indistinguible en su rostro. No era compasión, ni lástima. Era... curiosidad.

—¿Qué haces aquí Black? —Dijo Draco, más por costumbre que otra cosa, ya que Black le agradaba un poco.

—Podría preguntarte lo mismo, pero no es mi asunto—Black ignoro al rubio y empezó a caminar hacia un lavabo del baño, buscando algo en el mármol—¡Aha! ¡Lo encontré! —Orpheus se acercó y siseo algo en pársel y el lavabo empezó a moverse.

—¡Hablas pársel! —Dijo Draco con asombro. Más asombrado por el pársel que por el lavabo que se movía.

—¿Qué? —Parpadeo Orpheus, levantándose con sorpresa pero se repuso rápidamente y volvió a su posición—No, claro que no. Harry nos contó sobre el basilisco, a mí y a Thomas, mientras estábamos en la Mansión Black. Nos intentó enseñar algunas palabras en pársel y más o menos las podemos imitar, al menos yo. "Tommy" pudo imitar casi todas las palabras que Harry nos enseñó... en fin, estoy divagando. Dije "ábrete" en pársel. Harry estaba seguro de que no habían clausurado la entrada a la Cámara de los Secretos—.

—¿La Cámara de los Secretos? ¿El Sancta Sanctórum de Salazar Slytherin? —.

—¿Conoces alguna otra Cámara de los Secretos? —Dijo Orpheus con sarcasmo, pero sin malicia.

Draco bufo y Orpheus se encogió de hombros—Siempre puedes ir detrás de mí—Y sin más, con la varita en la mano, Orpheus se lanzó a la oscuridad de la entrada.

Draco debatió un par de segundos consigo mismo antes de lanzarse por el ducto y aterrizo encima de Orpheus que aún no se levantaba. Luego de algunos momentos en que ambos jóvenes se levantaron y acomodaron la ropa y revisaron que todo estuviera en su lugar, Orpheus lanzó un Lumos y dirigió el camino. Finalmente, llegaron a la puerta de la cámara y Orpheus volvió a sisear, haciendo que las serpientes fueran replegándose y abriendo la puerta.

Draco estaba maravillado por la cámara, a pesar del aroma a muerto que había aun flotando. Al final de la cámara se veía el cadáver del basilisco, ya casi en los huesos. Orpheus ahora era quién seguía al chico rubio mientras este exploraba con la vista todo a su alrededor. Estaba tan absorto en la cámara y los posibles tesoros ocultos, que no notó cuando Orpheus erigió una barrera de protección que se anido justo en las barreras propias de la cámara, haciéndolos virtualmente invisibles al mundo exterior.

>> Draco, se lo que Voldemort te pidió hacer—Draco se volteó, con la varita en mano hacía Orpheus y queriendo golpearse a sí mismo por haber bajado la guardia—Baja la varita, si quisiera hacerte daño, lo hubiera hecho desde hace semanas. En la mansión Black aún quedan libros muy oscuros que sobrevivieron a la purga de Harry—.

—¿Qué quieres Black? —Dijo Draco, aun apuntando con la varita a Orpheus.

—Quiero ofrecerte una salida, a ti y tu familia—.

—¿Trabajar para Dumbledore? No, gracias—.

—¿El vejete comecaramelos de limón? ¡Merlín, no! —.

Ahora Draco estaba intrigado, aunque aún en alerta—¿Entonces? —.

—Se de un tercer lado en esta guerra. Lo vi, estuve ahí, en su "Sancta Sanctórum". Es hermoso Draco, toda la magia que vi, todo lo que aprendí... no es luz, no es oscuridad, es libertad. ¿No quieres libertad? —Orpheus se iba acercando a Draco con calma, y la voz de Orpheus iba envolviendo a Draco en su encanto. Los Black no solo eran famosos por las Artes Oscuras, sino por su belleza en todos aspectos físicos.

Draco iba bajando su varita, relajándose ante la modulada voz de Black y empezando a aceptar lo que decía el joven. Una salida, libertad... magia sin etiquetas... todo sonaba hermoso...

>> Ven conmigo Draco—Dijo Orpheus, extendiendo su mano y Draco bajo su varita, extendiendo la mano hacia la de Orpheus. Draco estaba cansado, muy cansado. Solo quería dormir, descansar. Quería huir del Lord y de sus responsabilidades. Tomó la mano de Orpheus y este le sonrió mientras decía: "Umbra".

Ambos jóvenes desaparecieron de ahí sin ser notados en las barreras del castillo, mientras Dumbledore hacía una llamada por flu urgente a Remus Lupin. El maestro de Defensa que había contratado ese año, había dimitido luego de haber sido víctima de una broma dirigida a uno de los Hufflepuff y harto del ambiente hostil, decidió irse, sin importarle estar en medio del año escolar. Albus suspiró, mientras a su alrededor, sus planes tan hábilmente elaborados durante años, se estaban desmoronando. Solo que él ignoraba esto.

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