XII.- Sentimientos reprimidos

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Ser egocéntrico y poseer un carácter fuerte no significa que Leia sea una mala persona.

Cuando me refiero a Leia de egocéntrica, es algo que no más allá de tener un amor propio un tanto desmesurado, pero no afecta realmente a alguien más. No tiene nada de malo ser algo egocéntrico, no esta mal creer que eres el mejor en algo, siempre y cuando no andes por la vida haciendo sentir inferiores a los demád, pero eso sí, el ego nunca será la causa de la baja autoestima de otros.

Y cuando me refiero de un carácter fuerte, Leia tiene la capacidad de mantener su propia elección y controlar sus emociones, a pesar de las adversidades.

Estos dos aspectos muy marcados en su personalidad lo heredó única y exclusivamente de Lola, siendo que su madre era mucho más egocéntrica con varios puntos de egolatría que su hija.

Leia tenía una espantosa relación con su madre, tanto que el ambiente se volvía muy incómodo para cualquiera que estuviera presente cuando ellas dos hablan. Sin embargo, apesar de todo lo dañino en su vida, podía hacerle frente a su Lola, pero a veces no tenía el valor de hacerlo.

•~{ ❀ }~•

Para muchas niñas y uno que otro niño se preparan para demostrar quien es el mejor de lo mejor en lo mejor en el certamen de belleza infantil. Tras bambalinas, muchas mamás y uno que otro papá mayatón a listan a sus bendiciones para el concurso, pero esto no era lo importante.

Había una fila donde en su gran mayoría los padres se encontraban formados porque una escuadra de niñas se encuentran en un negocio.

Esas niñas vendían los vestidos que usarían en el concurso de belleza

Leía tenía el trabajado de recibir el dinero y asegurarse que no fueran falsos. Seguido, le entrega el dinero a Marsha quien registra el ingreso en su tableta y después lo guarda en una caja de metal. Cuando veía que los adultos pagaban, Cindy le entrega el vestido en especifico que solicitaron. Y por último, Gwen se dedica a vigilar que ninguno de los cuarentones se quiera pasar de listo e irse sin pagar.

Las niñas recibieron una excelente paga por los vestidos, ya que fueron hechos por la marca de ropa de Leni, siendo la mejor calidad que podía existir en ropa en el continente. Además, Leia pudo conseguirlo a precio de fábrica solo por hecho de ser la sobrina de la dueña.

Cuando terminaron de vender toda la mercancía, la cuatro salieron de tras bastidores y subieron a las tribunas para comenzar a dividir las ganancias.

Marsha tomó la tercera parte de lo que ganaron y lo dividió en cuatro partes iguales dentro de sobres de papel para repartirlo entre las cuatro. El resto del dinero lo metió en dos sobres en cantidades equitativas porque uno iba para Leni y el otro para financiar su negocio de galletas del club de exploradoras.

Después, notaron que Leni había llegado al teatro a recogerlas.

El grupo de niñas se fueron del teatro y en el auto Marsha le entregó su parte a Leni. Y por amabilidad, la modista las llevó a qué comieran un poco de helado.

...

Cuando llegaron a la casa Loud, Leia llegó con sus amigas para planear su siguente trabajo fácil y también de nuevas propuestas para ampliar su club de exploradoras.

Al entrar su habitación, notaron al instante que en el sillón del cuarto se encontraba la supermodelo y madre de Leia. Y sin decir una sola palabra, Lola se levantó y se acercó a su pequeña hija intimidando a sus amigas por su mera presencia.

Lola miró a su hija directo a los ojos una sencilla sonrisa, algo que Leia no estaba muy acostumbrada, pero aún así se mantenía firme ante su madre. Sin embargo, no se podía decir lo mismo de las demás niñas, ya que Cindy, Gwen y Marsha le tenían un profundo temor a la supermodelo.

— Leni me comentó que fueron a un certámen de belleza – dijo Lola mirando a su hija. — ¿Cómo te fue en el concurso?

— Yo nunca participaría en certámenes ya lo sabes muy bien, fuí a vender los vestidos que están usando en este momento — respondió Leia manteniendo la postura seria.

Ese interés de Lola desapareció y con una fría mirada habló:

— Oh... ¿Enserio?... Que gran estupidez...

De pronto, el ambiente en la habitación se volvió muy pesado, esa linda sonrisa que valía millones se borró del rostro de Lola y esos ojos azules de felicidad se volvieron en una mirada de completa decepción.

— No te puedes imaginar lo decepcionada que estoy de ti Leia... Me da tanta vergüenza de pensar en tan solo el hecho que pierdes el tiempo en algo que simplemente es patético.

— No es patético señorita Lola – habló Cindy defendiendo a su amiga. — Ganamos 5,000 dólares en un sola ta...

Rápidamente, Gwen calló a Cindy debido a que no era el momento y el sitio de que ellas hablarán, ya que era una discusión entre Leia y su madre.

Seguido, Lola volvió hablar:

— El dinero no lo es todo niñita – habló Lola refiriéndose a Cindy. — Formar tu carácter por mérito propio es lo mejor que puede formar a una persona, lastima que no puedo decir lo mismo de ti Leia — seguido, se agachó para estar a la altura de su hija y después le acarició la mejilla. — Tanto talento y belleza natural que me esforcé en darte y tú no le das el uso correcto... Que desperdicio...

Lola se incorporo, acomodó su blusa y simplemente se fue.

Cuando la modelo bajó las escaleras, las niñas expresaron un enorme alivio porque tenían el miedo de decir algo que no debían y de alguna manera perjudicar a Leia.

— Cielos Leia... – decía Marsha un poco más tranquila. — No tengo idea como logras aguantarla.

— Mmm... Estoy acostumbrada – decía Leia dirigiéndose a su laptop.

— Oye Leia – habló Gwen llamando la atención de la rubia sentándose con las demás en una mesita de en la alfombra. — Desde que conócemos a tu mamá siempre he tenido una duda... ¿Siempre fue así?

— Ni lo sé ni me importa – Leia se sentó en con ella, abrió su computadora para que Marsha siguiera con el registro contable. — Ahora hablemos de otra cosa...

Leia dejó de lado los comentarios de su madre y prosiguió con el resto del día.

Cuando las madres de Gwen y Marsha vinieron a recogerlas y Cindy se fue con Sonette, Leia se quedó a solas con el peor enemigo del ser humano, su propia mente.

Siempre al estar solos, es inevitable que pensemos en retrospectiva sobre si nuestra vida fue buena o mala, sin embargo, se intenta seguir adelante. Para Leia es más común de lo que parece y luego decidía no darle más importancia, hay días en las que ya no podía más y este era uno de ellos.

•~{ ❀ }~•

Lincoln entró a la cochera con saco de croquetas para perros sobre su hombro, ya que tenía la obligación de comprar comida para la nueva cachorro de Lizy debido a que tenía la culpa de que ella tuviera un perrito.

Al dejar el saco de croquetas a un lado de la puerta alcanzó a escuchar un curioso ruido. Creyó haber escuchado mal, pero cuando estaba apunto de irse a descansar, volvió a escuchar el mismo ruido.

Seguido, el albino cerró la puerta y sin hacer ruido con sus pisadas, comenzó a buscar el orígen de la anomalía.

Estando atento al ruido, caminó hasta el fondo de la cochera y entre la mesa de carpintería y la caja de herramientas, la encontró sentada y llorando completamente sola.

El albino se acercó a la desconsolada niña y se colocó en cuclillas para estar en la misma altura que Leia.

— ¿Leia?... ¿Qué haces aquí sola?

Leia llora desenfrenadamente frente y sin consolación, ya que esta vez su madre fue demasiado cruel con ella y el único lugar donde podía desahogarse sin que nadie pudiera escúchala era la sucia cochera, sin embargo, no esperó que si tío la encontrara.

Lincoln no tuvo respuesta de la pequeña niña, así que decidió darle un poco de su afecto. Se acercó y cargó a Leia entre sus brazos dándole un cálido abrazo que toda persona necesitas por lo menos una vez en la vida. Leía no entendía como su tío la encontró si se supone que nadie la vió entrar en la cochera, pero cuando la abrazó, agradeció que la hubiera encontrado.

Leía ahogó sus dolorosos llantos hundiendo su cabeza en el pecho de su tío para que nadie pudiera escúcharla.

Pasaron unos largos minutos estando en la misma posición, pero cuando Lincoln notó que Leia dejó de llorar y tan solo había espasmos se incorporó sin dejar de abrazarla.

No importa que tan fuerte seas, a veces hay malos días en que no puedes más y simplemente lo sacas de la manera buena o mala.

— ¿Ya... Te encuentras un poco mejor cariño? — preguntó el hombre de la manera más amable posible.

La en pequeña niña respondió separado su casa del cuerpo de su tío y mientras se limpiaba las lágrimas asintió con la cabeza.

— Okey... – Lincoln siguió. — ¿Por qué estabas aquí sola?

— Mi... Mi mamá es mala conmigo... – respondió la niña sintiéndose muy mal consigo misma.

— ¿Por qué piensas eso?

— Quiere que sea una modelo y... participe en certámenes belleza como ella, pero yo no quiero... También piensa que juntarme con mis amigas no sirve de nada – decía Leia sin dejar de abrazar a su tío.

— ¿Y entonces... qué es lo que te gustaría ser?

— Yo quiero ser una mejor empresaria que la tía Lori... – respondió la niña un poco sonrojara, ya que quizás su tío pensara tampoco valía la pena, pero no fue así. — Aunque suene patético...

— No... No es patético... Es excelente que tengas metas en la vida y quieras cumplirlas, eso te hace en mucho mejor que yo... En cuanto a tu madre, ella siempre fue independiente y todo lo que tiene ahora lo consiguió por si misma sin ayuda de nadie, puedo entender que sea muy orgullosa y vanidosa, pero no en como es contigo... — Lincoln notó que Leia no se animó por lo que dijo, así que tomó la decisión de hablar con Lola. — Escucha, si sirve de algo intentaré convencer a tu mamá para que ya no sea mala contigo ¿Si?

— ¿Enserio? – la niña se sorprendió.

— Cualquier cosa por mi pequeña princesa.

Con una sonrisa, Leia le dió un fuerte brazo al albino sintiendo agradable alegría y así aliviando un poco con su dolor.

•~{ ❀ }~•

Por su trabajo, Lola tenía costosa costumbre de adquirir semanalmente un nuevo conjunto de ropa con la única intención verse espectacular en todo momento, siendo para ella un ligero gasto debido a que factura muy bien al año.

En su propia habitación dentro de su amplio armario, Lola se encontraba muy tranquila colgando su ropa sin estrenar para después acomodar sus múltiples zapatos por tamaño y colores.

De la nada, vió que su hermano mayor entró junto con ella en el armario cerrando la puerta con seguro.

— Vaya... ¿Enserio aquí? ¿En mi armario? – habló la modelo mientras sonreía. — Sabes, siempre he tenido la fantasía de hacerlo en el armario de Lori mientras ella duerme, pero puedo imaginarme la situación si decides seguirme la corriente – la modelo miró a su hermano mayor y este no parecía estar contento. — ¿Por qué estás enojado?

Lincoln se sentía tan furioso con Lola que no parecía intentar razonar de alguna manera, pero tenía que mantener la postura para que nadie más los escuchara adentro del armario. Después, prosiguió hablar:

— Encontré a Leia llorando en la cochera.

— Oh... ¿Y por qué? – dijo Lola un poco desmotivada.

— Sabes... Me estás haciendo turbos emputar. No puedo entender que seas cruel con Leia, apenas tiene seis años.

— Lincoln, tu jamás lo entenderás... A su edad yo fui reina de belleza y comencé hacer temida por todo el mundo, Leia solo pierde el tiempo en ridiculeces que ni llega a nada constructivo.

— ¿Acaso no lo puedes llegar a entender? Leia jamás será como tú, ya te pareces a Leni.

— ¡Oye! No me parezco a ninguna de mis hermanas, que no te quepa la menor duda.

— Baja la voz no quiero que nos escuchen... Tienes razón no te pareces a ninguna, ya que por lo menos entienden sus errores y logran disculparse.

— ¿Estás diciendo que no tengo corazón?

— No lo sé, tu dímelo...

— ¿A dónde quieres llegar con esto Lincoln? ¿Qué cambie de opinión en darle un muchísimo mejor futuro a mi hija solo por qué no le gusta las mismas cosas que cualquier niña a su edad?

Lola era una maldita roca de emociones que con los años se volvió cada ve más resistentes casi penetrable. La única opción que le quedaba al albino es jugar sucio.

— Te... Te acuerdas cuando de enseñé a leer... – dijo el albino cambiando de táctica.

— ¿Eso que tiene que ver? – dijo Lola un poco sacada de contexto.

— Mucho... Tenías tanta inseguridad que preferías ser una analfabeta que intentar esforzarte a leer... ¿Y yo te reproché eso? No... Te ayudé sin importar que no fuera mi estilo, lo hice porque era algo que tú querías hacer y jamás te hice menos... Ahora dime ¿Por qué sería diferente con Leia?

Lola miró al suelo intentando pensar alguna manera de justificar sus métodos de crianza, pero no lo logró.

Lincoln salió del armario sin previo aviso dejando sola a Lola con sus pensamientos, ya que por lo menos le dió algo en qué pensar y tal vez en intentar hacer lo correcto, disculparse.

•~{ ❀ }~•

Había pasado un par de días y Lola cambió un poco de su comportamiento exclusivamente con su hija, ya que con el resto de su familia seguía sien exactamente igual.

Lola se encontraba peinado a su hija frente al espejo, cuidadosamente deslizaba el peine en el cabello sedoso de su pequeña hija siendo uno de los momentos que pasaban juntas como una madre e hija normal.

Cuando terminó de hacer las coletas qué tanto le gusta a su hija, Lola le dió un cálido beso en la frente.

— Te quiero mi amor... Perdóname si fuí muy cruel contigo — acto seguido Lola se arrodilló y le dió un fuerte abrazo a Leia.

Feliz, Leia abrazó a su madre sintiendo una fuerte gratitud hacia su tío porque la hizo cambiar de opinión en cuestión de días. Además para Leia, su madre siempre fue su gran inspiración e incluso en momentos de crisis, ya que era muy fuerte apesar de las adversidades.

Sin embargo, Lola también tenía malos días en los que ya no podía más, pero con la diferencia que ella sabía ocultar sus sentimientos para que su niña no se sintiera triste al verla...

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