Capítulo 13.🥃

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La mala

Busco a ciertas horas aquellos sitios en los que un día fui feliz. -Fiódor Dostoyevki.



Gianna

No ha pasado mucho tiempo desde que Alessia despertó, pero ha estado inquieta ya por varias horas, la excusa que me ha dado mi suegra es debido a que sigue emocionada por el viaje que tuvimos. Amo a mi hija, pero jamás la había visto tan energética y me está cansando.

A pesar de que me levanté mucho después de Alessandro y que por mi mente paso ir detrás de mi esposo, decidí quedarme por Alessia por hecho de que pensé que mi hija estaría cansada del viaje y dormiría todo el día, y yo junto con ella. Claramente no es así. Desde que le di el desayuno ha estado gritando y saltando en los muebles de la sala de estar. Solo quiere jugar y salir de la casa, esto lo sé porque constantemente señala la puerta de entrada.

Así que mi opción es que Regina venga para que mi hija puede distraerse un poco del querer salir de casa. Mis hombres ya la traen de camino, así que espero junto con ella en el sofá

Hoy en la mañana pude hablar muy poco con ella, sobre cómo se ha sentido, pero sigue evadiendo con "ya no sé qué pensar". Incluso me cambio el tema de cómo van las cosas con Alessandro, al final le dije todo y que estoy dispuesta a hacer que mi matrimonio con él sea hermoso.

Aun así, no voy a mentir que me preocupa aquella frase que me dijo. Regina siempre me ha contado todo lo que siente, siempre me dice lo que piensa. Me preocupa que no me diga nada y solo repita es frase.

—Señora —Leo aparece en mi campo de visión— está pasado algo en las calles de Palermo.

—¿Algo como qué?

—La policía informa que tres motocicletas están conduciendo a grandes velocidades. Además, que detrás del teatro mayor hay una especie de meta con luces neón...

—¿Se ha informado de esto a Alessandro? —me pongo de pie con mi hija en brazos quien no para de moverse

—No señora. Orlando informo que no debemos molestar. Por eso acudimos a usted...

—Joder...

Es para ese momento en el que la puerta principal se abre, dejándome ver a Regina con dos hombres detrás de ella. Mi amiga luce mejor a como la vi hace días, luce como ella una vez más, llena de glamour y con una gran sonrisa.

—¿Dónde está la hermosa princesa? —ya está en mi dirección con los brazos extendidos.

Alessia ya grita y se sacude en mis brazos para ir con Regina. Mi amiga ya la sostiene.

—Tengo que salir —ya estoy tomando mi teléfono— hay problemas...

—Si dices por la carreta de motos, lo sé. Ya están en todas las noticias. La policía no les alcanza.

—Lo siento sí...

—Tú tranquila, es tu trabajo. Ve, yo me quedo con esta niña hermosa...

Sonrío aliviada y me despido rápido de ella, además de darle un beso protector en la frente mi hija. Pietro y Leo ya vienen detrás de mí cuando me direcciono a la salida. Franco ya está listo en un auto blindado.

Ya salimos de la propiedad.

—¿Puedo saber por qué demonios la policía no los ha capturado?

—Los conductores parecen conocer Palermo, han tomado rutas inesperadas. Todo esto lo sabemos a las cámaras de seguridad de los alrededores. Los pierden de vista rápidamente.

—¿Dónde están ahora?

Arenella. En la costa. La policía espera en el norte. El comandante Olivetti está a cargo.

—¿Olivetti?

Pensé que ese hombre había desaparecido del mapa, así fue después del accidente. No supimos de su paradero.

—Llegó hoy a Palermo, el señor Russo aún no lo sabe.

—Solo vamos a Arenella —miro a Franco.

El auto acelera y en la mitad del tiempo llegamos a Santa Maria Dei Rotoli's Cemetery. Que es donde se supone está la policía. Y así es. Varias patrullas ya están en el lugar. No tiene escapatoria.

—Dos minutos —informa Leo. Asiento.

Acomodo mi vestido y mis lentes de sol antes de salir del auto ya en compañía de Pietro y de Leo. Me uno a la patrulla con los oficiales, quienes me saludan respetuosamente y espero pacientemente a que lleguen las motos.

—Señora Russo —el comandante ya aparece y se coloca mi lado.

—Comandante Olivetti —fijo mi vista en él.

Luce igual a como lo recuerdo, cabello negro perfectamente peinado y recortado. Su postura autoritaria y algo aterradora al igual que su expresión. Algunas canas ya adornan su cabeza, lo que me sorprende, porque no debe tener más de cuarenta años.

—Hace mucho que no le veía. Pensé que seguía en Roma.

—Así era, desaparecí unos meses por la llegada de una nueva integrante a mi familia —ya puedo imaginar de que se trata.

—Felicidades entonces. ¿Y que lo trae a Palermo?

—Mi primer día aquí. Ayudaré al señor Russo él lo que sea necesario. Viviré en la isla como parte de un acuerdo con su esposo.

—Bien. Entonces, ¿supongo está a cargo de esto?

—Así es —da un pequeño asentimiento— cuatro motocicletas deportivas llegaron hoy en la mañana desde Londres. No sé investigó a fondo, ya que tiene el permiso necesario para que entren al país. Incluso en la aduana se pagó todo.

—¿Una idea de quién es?

—No señora. No tenemos identidad. Pero aseguran son tres mujeres. Y por cierto la cuarta moto aún sigue en el aeropuerto...

La conversación que teníamos es interrumpida por el sonido de las motocicletas, quienes aparecen en solo segundos en una de las curvas poco pronunciadas. Ya se detiene a raya cuando ven la barrera y tratan de dar la vuelta, pero la policía que venía detrás también hace barrera. Quedan atrapadas.

—Es mejor que se bajen señoritas —me acerco despacio hasta las tres motocicletas.

Dos de ellas no se bajan, es una la que decide hacerlo. Camina despacio, con elegancia y haciendo sonar sus botas de tacón. Para cuando se quita el caso, veo una melena rubia y de ojos azules.

—No quiero problemas... —levanta las manos con el casco en una de ellas...

—Yo veo que tienes problemas desde que empezaste a correr con las motos —hago una señal para que capturen a las otras mujeres.

Otra rubia y una de cabello castaño.

—Solo paseaba por la cuidad —sonríe.

—A una velocidad más de la indicada con motocicletas deportivas. Claro...

—Podemos arreglarlo oficial...

—Piensas que soy de la policía —afirmo mientras me río— ¿piensas que me puedes sobornar o algo así? No conmigo, no a mí, ni a ningún policía de esta ciudad. Ahora es mejor que te rindas y dejes que los oficiales te lleven a una linda celda.

—Solo haré una llamada.

—No, no puedes. Comandante...

Antes de que la rubia haga cualquier moviendo, el comandante ya la está esposado y revisando rápidamente lo que sea que traiga en los bolsillos. Hacen lo mismo con las otras dos chicas.

—Señora... —el comandante me está entregando un glock de color rosa y una navaja mariposa del mismo color.

—Apuesto que no tienes licencia para esto.

—Es protección —se excusa ella—. Señora, en realidad no quiero problemas. Solo déjeme hacer una llamada y lo solucionamos todo.

—¿A quién llamarás? ¿a tu papi? —me río.

—No creo que puede hacer llamadas al infierno. Pero llamaré a mí esposo.

—Nombre. Yo lo llamo y le digo que lo has hecho.

—Es mejor que lo llame yo...

—¿Algo más su majestad? ¿Una taza de té? — no sé por que siento que intenta sacarme de mis casillas y acabar con la poca paciencia que tengo ahora mismo

—Estoy tratando de ser respetuosa ya me hubiera librado de ustedes. Mire, no me importa quién es usted, pero si no me suelta...

—No niña, no me amenaces, no te metas en problemas más de los que ya estás. Solo sáquenla de mi vista y las motos quedan decomisadas... Ya hablaré con Alessandro.

—Espera... —la rubia trata de soltarse del comandante y tratar de seguir hablando conmigo— ¿Alessandro Russo?

—¿Qué sabes tú...?

—Mi esposo debe estar con él. Andrew Brosovik...

—¿Me estás diciendo que tú esposo es Andrew Brosovik?

—Sí...

—Claro —me río... —llévala a la comisaría. Junto con las otras dos.

La rubia sigue insistiendo que la dejen hablar con su esposo y que si no la sueltan me arrepentiré. Hago caso omiso a sus quejas. Decido llamar a Alessandro, pero en las próximas cinco llamadas que hago, no hay respuesta de él. Y para cuando me dirijo al auto y que me lleven a Dimora. Pietro me da otra información, una que no me gusta escuchar del todo.

—Señora. Hay problemas con el señor Marino.

—No me digas que de nuevo llamando la atención. —joder, por que no solo se comporta antes de que yo misma lo mate.

—Sí señora... Creo que ha herido a varias empleadas. —Suspiro

—Que los soldatos lo retengan. Vamos de inmediato.

No es demasiado el viaje, por lo que en menos de quince minutos llego a Tre Tesori en compañía de mi seguridad. Leo es quien se adelanta hasta el pasillo que dirige a la habitación donde se encuentra Matteo, segundos más tarde ya se uno otro soldatos.

—¿Qué pasó?

—El señor llamó por un dolor de barriga —comienza el hombre que se unió hace unos instantes— entré y me dijo que necesita un médico. Dudé en llamar, pero al final llamé a la enfermera. Mientras lo revisaba, tomo el estetoscopio y tomo por el cuello a la enfermera. Amenazó con matarla si yo no bajaba el arma. Disparé en la pierna. Y no sé dónde sacó una navaja y apuñaló a la mujer, hirió a otro compañero que venía de refuerzo. Logramos inmovilizado.

—¿La enfermera?

—Fue llevada a la clínica junto con el otro compañero.

Aunque era una costumbre, esta vez ya no doy ninguna orden para que apaguen las cámaras del lugar, esta vez ya no tengo nada que ocultar a mi esposo, ahora quiero que se entere de todo. La puerta se abre y ya me deja ver a Matteo, amarrado a la pequeña cama y con dos hombres apuntando a la cabeza.

Me siento mal el verlo de esa manara. Si tan solo hubiese hecho caso, él estaría a salvo en Alemania con su madre y su hermana. Él ha tomado malas decisiones al igual que yo, debe asumir las consecuencias como ya lo he hecho yo.

—Gianna... —intenta levantar la cabeza, pero el cañón de las armas no le deja.

—No puedes matar a una mujer inocente. Tú no eres así —repito las palabras que un día me dijo...

—Amor...

—Basta con esa palabra. Tienes suerte de que Alessandro no esté en esté lugar. Sabes que no te voy hacer daño, pero estoy perdiendo la paciencia contigo. Tenías que haber hecho caso. Alessandro se meterá con la gente que amas.

—No te atrevas a meterte con mi hermana —se sacude en la cama...

—Yo no, pero mi esposo sí. Acabas de apuñalar a una mujer que solo tenía la intención de ayudarte. Te estás metiendo en algo que no vas a lograr...

—Mátame de una maldita vez Gianna, sabes que no voy a parar. Podrías ayudarme con todo esto, pero sigues cegada porque amas a otro hombre.

—Ya no hay más ayuda Matteo, solo debes dejar de pensar que nos puedes derrotar y no estoy cegada por nada. He decidido darte un final y lo sigo manteniendo, ya solo estorbas en mi camino y en mi felicidad.

—Bien, y yo he decidido que no voy a parar.

—Tu padre está bajo nuestro control así que no podemos hacer demasiado y dudo que te importe tu padre, la bella Paula vive encerrada en cuatro paredes con hombres follándola todo el día— miento, pero me fascina la cara de rabia que tiene— y su madre piensa que está en un internado. Tu madre...

—No te metas con ella...

Esta puede ser mi pequeña venganza contra Maximilian. Esto no tiene que ver con Matteo, su padre me quité a un ser que jamás pensé que me afectaría. Mi venganza será contra él. Lo juré, juré que lo haría pagar por a muerte de Bianca, esta es mi oportunidad.

—Pietro —llamo— quiero a la madre de Matteo en este lugar. Nada de secuestros. Solo díganle que su hijo quiere verla.

—A sus órdenes señora —no se demora en salir del lugar.

—Leo. Anota a Paula para la subasta.

—¿Qué subasta? —agradezco que las cadenas de lo sostenga con fuerza. Me mataría su pudiera. O si no me amara.

—Y tu mi querido Matteo —me acerco a él— estarás ahí. Viendo como tú hermanita se va con un viejo pervertido para que la folle todos los días.

—Gianna, deja de actuar como él. Tú no eres así. Él está lavando la cabeza.

—Me han hecho la mala, Matteo. Seré la mala. Solo has causado problemas y mi esposo te hará pagar.

—Russo te está metiendo pura basura en la cabeza. Puedes ser todo lo que quieras, pero te conozco mejor que él. Tú no piensas de esa manera.

Ya no soy nada de lo que una vez fue la Gianna enamorada de Matteo. Esa Gianna solo fue diseñada para él.

—Por cierto, y te lo advierto para que no te tome por sorpresa— decido no responder a lo que acaba de decir— Si esa mujer a la que apuñalaste, muere. Yo le voy a cortar la garganta a tu madre y es una promesa.

Dicho eso me retiro del lugar dando órdenes de que lo lleven a Tesori y lo mantengan, encadenado en los techos de piso subterráneo, desnudo y con comida una vez al día. Mi cabeza repite constantemente que debo hacer esto para olvidarme de él, para concentrarme en mi familia y que yo pueda ser feliz después de tanta mierda por la que pase.

Decido no irme, no llamar de nuevo a Alessandro a sabiendas que no me va a contestar. Me quedo en la barra del lugar con la mirada de todo el mundo sobre mí, pero por ahora no me interesa, yo solo quiero algo de alcohol.

Una vez termino con mi primera copa, el móvil suena dando la bienvenida a una llamada, no me sorprende ver el nombre de mi amiga en la pantalla.

—¿Todo en orden? — soy la primera en responder.

—Tu hija, se pudo insoportable, así que Beatriz llegó y la calmo, está dormida ahora y yo quiero saber dónde estás.

—Sigo en Tre Tesori, solo quiero despejar la mente.

—¿Has visto a Matteo?

—Solo está causando problemas....

—Es mejor que lo hablemos en persona, voy para allá.

Me cuelga de inmediato, yo por mi lado pido otra copa de vino y espero la llegada de mi amiga. No pasa mucho, solo son quince minutos más tarde cuando llega con una expresión como si fuese a matarme.

—Dime que no estás así por él...— se sienta a mi lado y ya pide algo de beber.

—Si por "él" de refieres a Matteo, no. Solo quiero no pensar demasiado en lo estúpido que él está siendo.

—Solo llama la atención, solo quiere verte y ...

—Ya lo sé, sé que solo quiere meterse en mi cabeza. A veces pienso que lo consigue, pero....

—Amas a tu esposo y no piensas en...

—No voy a ayudarlo más, Regina. Matteo ya tuvo su oportunidad y hecho todo porque Alessandro no le borre la cara de un disparo, pero eso se acabó. Hoy apuñalo a una enfermera y...

—Nadie se mete con tus empelados y vive para contarlo...

—No quiero que muera en mis manos, Alessandro lo matará, pero no sé porque no lo ha hecho ya...

—Creo que es obvio, sirve más vivo que muerto. En lo poco que lo conozco sé que reunirá a todos sus enemigos para matarlo.

—Sí, yo también lo creo.

—Pero cambiando de tema. ¿Qué tal las cosas con tu esposo?

—Todo parece ir bien, sé que no me cree completamente en que estoy dispuesta a todo por él y por Alessia, pero al menos lo intenta.

—No puedes culparlo.

—Lo sé, yo mismo le dije que lo quería aun a pesar de que era mentira. Sé que desconfía de mis palabras. Pero se lo dije y te lo dijo a ti. Estoy dispuesta a lo que sea por demostrar que siempre estaré de su lado.

Ella solo me sonríe como si no me creyera, como si lo que dijo es solo una mentira y que seguiré ayudando a Matteo. Pero no, al menos no lo ayudaré como antes. Esta vez dejaré que las cosas sigan. Distraeré a mi esposo de la atención de Matteo, pero si decide matarlo ahora mismo, no me voy a oponer.

Ya intenté ayudarlo una vez, él solo tenía que olvidar todo e ir a Alemania a tener una vida normal. Quizá después de eso hubiese regresado una vez más, pero para ese momento yo ya no tendría vuelta atrás con mi esposo. Al menos pudo a ver vivido un tiempo lejos de los ojos de Alessandro.

Ahora ya no puedo hacer nada por él. Ya no quiero hacer nada por él. 





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