Capítulo 6.🥃

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Intereses

Quién iba a pensar que me tendrías así. -Anónimo.



CUATRO MESES DESPUÉS DEL COMA



Alessandro

Hailee Bennett llegó a Palermo hace aproximadamente dos horas. No sabía que llegaría, por lo que me tomó por sorpresa cuando un auto negro llegó a Mondello y mis hombres se pusieron alerta, si no hubiese salido a recibirla, era muy probable que disparar al auto hasta hacerlo explotar.

Por como ella reaccionó al verme y enterarse de lo que pasó, Gianna no estuvo muy feliz, por lo que decidió ir a la piscina y relajarse un poco, según ella, no quería estresarse por el bien de Alessia. Decidí no pelear y después con más calma decir quien es ella y por es así conmigo.

Hablamos un poco de lo que pasó, de lo del accidente, de mi relación con Gianna, incluso me abrí un poco y le dijo todo aquello por lo que pasamos, además del triangulo amoroso que ella mismo formó. Y que a pesar de todo hoy parece que somo una pareja sólida.

Evité decirle de todas las inseguridades que dan vueltas en mi cabeza, es mejor no pensar en eso.

No hablamos por más de una hora por una llamada a mi teléfono referente a Tesori, y mientras yo atendía eso ella a estado en su teléfono. Hace cinco minutos que estoy desocupado y ella por fin decide levanta la vista que tenía en el aparato.

Ya me sonríe y hasta parece que se prepara para decirme algo.

—Me voy a casar —el entusiasmo en su voz es bastante notable y es un dato que en verdad no me esperaba.

—Vaya —me inclino hacia adelante— ¿y puedo saber quién es el afortunado?

—Seguramente lo conoces —su sonrisa se hace más extensa—. Mattia Testa.

—No me jodas, ¿cómo es que te casarás con él hijo mayor de la Sacra? Y un hijo de puta.

—Fue reciente, bueno está claro que ya tenía una relación cercana él desde hace mucho, pero jamás me pasó por la cabeza casarme con él. Pero mamá estaba obsesionada con que tengo que tener un marido, creo que buscaba casarme contigo, pero...

—Ya estoy casado —miro el anillo de mi dedo con una sonrisa.

Feliz mente casado. —Quisiera decir

—Mamá se decepcionó que el gran Alessandro Russo no sería mi esposo —se ríe— pues mi madre al parecer fue amiga de infancia con Romeo Testa y resulta que su hijo mayor estaba soltero.

—¿Cómo lo toleras? Lo conocí un par de veces cuando dirigía a la Camorra.

—Bueno, pues si es un hijo de puta, intentó golpearme cuando fue a vivir conmigo a Las Vegas, hasta que le disparé tres veces en la pierna, después casi muere por una pelea conmigo y le dije que no me importaba si moría, que no lo necesitaba. Se arrepintió de todo eso y ahora es un lindo hombre conmigo. No amamos, de verdad. Joder, pensé que jamás me pasaría.

—Se enamoró de ti —me río irónico. Casualmente eso me pasó a mí.

Dejamos todo por amor. Nos convertimos en otras personas.

—Soy irresistible, cariño —me guiña un ojo

—Entonces, ¿solo vienes decirme que te casarás? No creo que solo esté en Palermo para visitar, no eres así.

—Bueno, él no lo sabe aún, me lo pidió ayer y no sabía que decir y por eso estoy aquí.

—Pero ¿ya lo decidiste?

—Es el hombre perfecto. Solo quiero que sufra un poco, ya sabes, dar algo de drama a todo eso.

—Entonces, como no me vas a decir porque estás aquí y cambiando un poco de tema. ¿Sabes algo de tu primo?

—¿Por qué preguntas? —puedo notar lo incomoda que se pone.

—Salió una conversación con mi esposa hace un par de meses, preguntándome como es que tengo ayuda del FBI y la Interpol. Incluso me dijo que a ella también le pidió ayuda para recuperar Las Vegas.

—Kyle ahora solo es un dolor en el culo. Y bien que hayas cambiado él tema, pues justamente es a lo que venía —cruza sus piernas y se pone cómoda en el sofá donde está.

—Vienes para hablarme de Kyle Bennett —afirmo.

—Hace un par de semanas, pedí un par de armas y me llegaron días antes, llamé a mi contacto y me dijo que tenía problemas. No me especificó de que se trata, pero puede adivinar que se trata de Kyle. Ya sabes que lo tengo vigilado para que no haga ningún movimiento extraño. Me dicen que anda paseando de Nevada a California que es donde está mi contacto. Entonces vengo por ayuda.

—Mi ayuda... —levanto una ceja.

—Sí, mira ya sé que me proteges desde que mi padre murió, fue lo que te pidió en su lecho de muerte.

—¿Cómo te enteraste de eso?

—Mi madre me lo dijo y ella fue la que me dijo que venga hasta aquí. Kyle está cegado por la venganza, su historia es muy trágica y solo quiere recuperar lo que era de él. Y como sabes yo jamás le daré Las Vegas. Pero no solo va contra mí, sino que también contra Julián, quien es mi contacto.

—¿Por qué lo ayudaría a él?

—Porque te dará armas —lo dice como si fuese obvio.

—Ya tengo armas.

—Sí, los rusos —se ríe— Julián es fabricante, te puede dejar todo a mitad de precio si lo ayudas.

—¿Por qué él no está aquí?

—Tiene un hijo de cuatro años y su esposa está embarazada, no quiere dejarla sola por culpa de Kyle, hay una historia trágica detrás de eso y es algo de lo que no necesitas saber por ahora. Solo queremos tu ayuda, sabemos lo poderoso que era y los contactos que puedes tener para acabar con él. Quizá yo te he dado hombres de la Interpol, pero tu te has ganado a la gente y tienes más poder con ellos que yo.

—¿Qué clase de ayuda quiere?

—Habla con él —se levanta y me deja una tarjeta en mi escritorio—, mira a que pueden llegar, estaría encantada que lo hagan. Sí lo ayudas a él, me ayudarás a mí.

—¿Por qué no me lo dices tú?

—Él te lo explicará mejor que yo. Además, tengo que hablar con tu esposa, quiero dejarle claro de que no soy una amenaza para su matrimonio, que tú y yo solo somo como mejores amigos— me río mientras ella sale de mi oficina.

Claro que se dio cuanta.

Mis ojos van directo la tarjeta.

Julián Pindter.

Decido marcar su número.

PRESENTE

Nunca había visto a mi hija tan concentrada en las cosas de su alrededor. Recuerdo que cuando empezó tener más control de lo que hacía estaba sorprendida con todo lo que encontraba en la casa o fuera de esta. Incluso cuando hace un mes fuimos a Bacoli, parecía tan sorprendida por todo, pero esto no se compara a como señala cada objeto que se nos cruza en nuestro viaje hasta Addaura, que es donde está el hipódromo.

Señala todo a su alrededor, le repito como es que se pronuncia lo que señala. Pero lo único que dice es: osa. Mi esposa asegura que trata de decir cosa.

Aun así, no me detengo en repetir lo que ve y sonríe con ella cada vez que suelta un suspiro de admiración.

Gianna va en el teléfono revisando la nueva mercadería que llegó, un nuevo producto que enviaron como muestra desde México y promete ser un gran producto. La verdad no estoy tan interesado en las drogas. Claro que ganamos buen dinero, pero estoy ya muy acostumbrado a lo bien que van las drogas sintéticas que recibo, incluso prefiero las carreras en Dimora, todo lo que genera las aduanas y la aerolínea, además del mercado negro.

La venta de drogas solo son un pequeño porcentaje de todo el dinero que hago.

—Según Damien es bastante fuerte y ya estuvo en el mercado —escucho a Gianna—. En los Estados Unidos.

—¿Segura quieres trabajar con eso?

—¿No crees que rente?

—No es eso, pero... —me quedo callado. Parece que olvida que su abuela tuvo problemas con una droga peligrosa y muy cotizada en América—. Está bien si quieres invertir en eso.

—¿Sabes de que me he dado cuenta? —ya deja el teléfono a un lado—. Que odias traficar con drogas.

—No dan demasiado dinero como el mercado negro. Un solo órgano cuesta millones.

—A mí me parece una buena inversión, así comenzamos y no quiero perder eso. Las drogas con la base del negocio.

Tiene un buen punto, de todas maneras, no me voy a oponer si ella quiere invertir en una nueva droga. Su abuela comenzó de la misma manera con una droga que mató a muchos. No diré nada, solo para comprobar que tan ambiciosa se pone la situación, o ella.

Pero sé que puede llegar muy lejos y me gusta.

Para cuando me doy cuenta, el auto se detiene en la entrada principal del hipódromo. Hombres de seguridad se bajan de los autos y se colocan en diferentes posiciones e informando casi de inmediato que todo está despejado. El auto solo avanza unos cuantos metros más antes de detenerse una vez más. Me termino por bajar del auto con mi hija en brazos, ya grita de pura emoción. Es tan feliz ahora mismo. Justo después de mí, baja mi esposa y ya está a mi lado tomando de mi mano.

—¿Hembra y macho? —pregunta sin apartar la mirada del frente.

—Sí. Ambos tienen cuatro años, pero no han sido papás.

—Esto me recuerda a mamá, habría amado este lugar.

—La extrañas —afirmo

—Fue mi madre después de todo, y quizá si se arrepintió de todo. De amar a un hombre que jamás le correspondería.

—Está en el pasado y ya no es tiempo para lamentarse.

—Lo sé —suspira.

En pocos minutos más llegamos hasta el dónde están las caballerizas y donde ya varios hombres nos esperan, entre ellos Tony, quien es el encargado de administrar este lugar.

—Señor, señora —saluda el hombre rubio.

—Buen día, Tony —pongo en los brazos de mi esposa a Alessia.

—Sígame señor. La señorita Ivanna ya está en esperándolo.

—¿Mi vendedora es mujer? —miro a Gianna varios segundos.

—Ivanna Vasíliev. Es una empresaria bastante reconocida en Gales. Es de padres rusos. Amigos muy cercanos a la Bratva. Y de Andrew Brosovik.

Interesante.

—¿Cómo me conoce?

—No sabe que pertenece a la mafia, señor. Y ella no sabe la información que tenemos. Según sus palabras, solo visitaba Palermo cuando le contaron de Dimora. Nos contactó y le comunicamos.

—Perfecto.

No creo que ella no sepa a lo que me dedico, o al menos sospecha lo que hago. Si esta mujer no desaparece tan rápido como apareció, será un maldito dolor de cabeza. Llegamos al lugar donde una mujer de cabello rubio nos espera junto a más hombres, detrás de ella ya veo a dos hermosos ejemplares negros, con el pelaje más brillante que he visto. Y es en ese momento donde Alessia grita emocionada al ver los caballos que hay. Sonrío una vez más.

—Parece que comparte tus gustos —dice la rubia que se está acercando hasta donde estoy— supongo es tu hija.

El acento que tiene es exquisito. Una mezcla de ingles británico con ruso.

—Supones bien —ofrezco mi mano— Alessandro Russo.

—Te conozco, un joven empresario dueño de una importante aerolínea. Y tú eres Gianna Greco —mira a mi esposa— esposa de ese guapo hombre.

Gianna la mira de cierta manera y me preocupa la forma en que lo haces. Porqué es estos son pocos estos momentos así, ya sé que Ivanna es muy confianzuda y Gianna es muy celosa. Si se pasa de la raya, se lo hará saber.

—La misma —sonríe hipócrita— Gianna Russo.

—Soy Ivanna Vasíliev. Soy dueña de una importante empresa equina. Tengo miles de ejemplares que son para exhibiciones y en su mayoría para competencias, en Gales, Inglaterra y Escocia.

—Me parece maravilloso. ¿Por qué no me presentas a esas bellezas?

—Por supuesto —camina hasta donde están los dos caballos—. Estos son Kentucky y Dakota. Sus nombres son por qué los dueños de sus padres son de esos lugares.

—¿Especificaciones?

—Kentucky mide aproximadamente 1.73 y pesa 489 kilos. Tienen todos sus papeles en orden y se los di a tu empleado —mira a Tony, este asiente— y Dakota mide 1.66 y pesa 465 kilos. Ambos tienen cuatro años.

—Bien, quiero escuchar precios.

—Son ejemplares puros, Dakota ya ha ganado dos competencias. No te saldrá barato.

—Escucho —pongo los ojos en blanco. Como si el dinero fuese importante para mí.

—Noventa mil —me sonríe.

—Ochenta mil y no me das los papeles de las competencias de Dakota.

—Apostarían más por ella si saben que ganó.

—No sabes cómo funcionan las cosas aquí. Ochenta mil o puede regresar a Gales con tus caballos. —Me mira por varios minutos con una sonrisa algo pervertida y mira por solo unos segundos a Gianna, quién está entretenida con Alessia y otros caballos.

—Bien —se acerca un poco más a mí— pero quiero el dinero en efectivo.

—¿Para comprobar que soy algo más que un empresario? —sus ojos se abren—. No me creas ingenuo, sospechaste cosas.

—¿Qué cosas?

—Que quede a tu imaginación. Pero si metes la nariz donde no debes habrá consecuencias.

—¿Me estás amenazando? —se cruza de brazos.

—Para nada. Un pequeño aviso, nada más. Tony, págale a la señorita Ivanna los ochenta mil por cada uno y llama a la doctora para que revise a los caballos. Estaré en mi oficina.

—A sus órdenes, señor.

—Un gusto conocerte Ivanna —hago una pequeña reverencia y me retiro con mi esposa a quien hago una señal para que me siga.

—Sabes que será un problema ¿verdad? —tomo a Alessia en mis brazos.

—¿Para ti o para mí? O ¿para la mafia?

—Para todo. Es una zorra y una niña muy curiosa. Incluso por cómo se para, diría que tiene entrenamiento policial. No es solo una mujer con una empresa equina como lo dice ella.

Yo también ya sospecho de ella, la mantendré vigilada, y si se mete donde no debe sufrirá las consecuencias. Así manejo las cosas.

—Bueno, pues si se mete donde no debe ya sabemos que hacer. Y tú podrás deshacerte de ella.

—¿Tan despertada me veo? —se ríe una vez entramos al edificio principal.

Yo también solo me río y entro en la oficina que me pertenece dentro de Dimora.

🥃🥃🥃

Ahora nos dirigimos al centro de Palermo donde está Ginevra, el motivo de la visita es un nuevo edificio que se construye como hotel canino.

La idea de un refugio en la mitad de la ciudad fue idea de mamá, aprovechamos el espacio para que los hombres entren. Todo está bastante pensado, por supuesto que los más de 200 perros tiene su espacio y nadie los molesta, y mientras que en una inmensa bodega a prueba de sonido bajo tierra están los, por ahora cincuenta hombres que servirán como seguridad en los diferentes establecimientos con los que contamos.

Así que, ahora vamos a supervisar que la obra vaya en orden y con las especificaciones que pedí, porque no solo será el hotel para perros si no qué habrá bodegas para nuevas armas. Que Julián enviará en un par de días.

Nos bajamos del auto. Orlando ayuda a Gianna a bajar con cuidado ya que mi hija decidió tomar su siesta en medio camino. Decido tomarla yo en mis brazos, porque, aunque mi esposa domine los zapatos de tacón, tengo miedo de que pueda caer con la niña.

—Señores —aparece Piero, el encargado del refugio y veterinario del lugar.

—Piero. ¿Cómo va todo?

—Llegaron las nuevas armas, señor —joder, me hacen enojar por segunda vez en el día.

Hoy todos decidieron ponerse de acuerdo para desobedecer mis órdenes.

—¿Y puedo saber por qué no me lo han dicho?

—Sabíamos que iba a llegar, preferí decírselo en persona.

—Qué no vuelva a pasar. Se me tiene que informar todo de inmediato —me adelanto hasta la oficina donde suelo estar cuando vengo a este lugar. Gianna me sigue de cerca

—Mis disculpas, señor —escucho que dice.

Gianna me quita a la niña una vez más y decide quedarse en la oficina, diciéndome que vaya a ver que todo esté en orden. Le hago caso y la dejo con vigilancia de Leo.

Piero me guía por detrás del edificio principal, rumbo a un pasillo que llega a la bodega donde deben estar las armas. Varios hombres ya están custodiando las puertas y a sus alrededores.

—¿Hace cuánto llegó? —miro a Piero, brevemente.

—Hace unas pocas horas de que usted llegara, señor.

Me molesta que esto pasé, se supone que las armas iban a llegar a más tarde del viernes, o sea en dos días, me molesta que Julián no me haya informado que llegarían hoy, y me molesta de que no me dijeron que llegó para supervisar que hayan llegado todas.

De todas formas, estoy me hace sospechar lo que pasa con Julián, Recuerdo que Hailee me había comentado algo parecido a esto.

Sospecho que Kyle apareció después de varios meses.

—Señor —Orlando está ya a mi lado— una llamada.

—¿Quién? —tomo el aparato.

—Hailee Bennett. Está en Bari y llegará a Palermo en las próximas horas.

Joder, está claro que algo anda mal.




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