Capítulo 1 Dublín.

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El dolor fue mínimo, pero no importó. La presión que sentía en su interior fue más deliciosa y erótica. Al fin fuí suya. Lo malo fué lo que vino después. Que humillación. Que dolor.

Un fragmento del diario de María E.

El viaje fue un tanto incómodo.

María E después de la adrenalina de la llamada y la posterior conversación con Gael. Ahora sentía que no había vuelta a atrás y como debía actuar frente a él. Los recuerdos doloroso golpeaban en su mente y agarrados de la mano con el único recuerdo sensual de esa noche. Se le había instalado una timidez inherente en ella.

Se habría equivocado al pedir su ayuda. Tendría mucho tiempo juntos y tal vez mucho tiempo a solas.

Estaban en el taxi que lo llevaría a su apartamento —otras de las mentiras dichas a Patrick—no lo había vendido ni mucho menos los muebles, esperaba que la llamada llegara y está llegó no bien tarde como había pensado.

Pero mejor así, aún no la había puesto en alquiler. Estaba vacío su piso y tenía tres habitaciones, más la sala, el comedor y la cocina. También tenía su terraza con un aparador para ver las luces de la ciudad en las noches. La vista que la reconfortaba en sus días más oscuro. Cuando la tristeza, el dolor y la soledad la asaltaban. Se temía que era todo el tiempo. De ahí su decisión de regresar a Galway.

El caso que llevaba, se había tornado difícil. Fue un error suyo. Y su frustración había llevado a más de uno de sus compañeros a la locura. Pero todos entendían su comportamiento. Y trabajaban codo a codo con ella.

***

El folio del caso estaba en la maleta de Gael.

El caso era muy complejo por lo que había leído. Era horrible e impensable pero cierto el hecho de que existieran esas clases de delincuentes. Tratas de blancas como esclavas sexuales. Tráfico de órganos. Secuestros de inocentes todo combinado para una investigación completa.

Que llevaba más de dos años. Una olla podrida que había reventado con un secuestro, el de la mujer que posiblemente habían localizado. De lo que no estaba seguro era. ¿Si esta mujer era víctima o victimario?.

Se iban a instalar en el apartamento de María E. Aún no estaba realmente convencido porque ha pedido su ayuda. En ese caso sería su hermano el más indicado que estuviera con ella para ayudarla.

Por otra parte, tal vez sería el momento de preguntar por esa noche. Ver en qué sitio estaba con respecto a ella. Sacudió su cabeza para despejarla. Dejó de pensar en ello.

Lo primero era resolver el asunto y después su vida y si en ella estaría la mujer que le gustaba.

—Ya falta poco para poder instalarnos—interrumpió sus pensamientos la joven—.Después de eso quiero ir a la jefatura.

—Me parece bien. Entre más rápido empecemos, más rápido lo concluimos.

—Perfecto. Esa es la actitud que busco.

Gael se acerca a su rostro.

—Así puedo dedicarme en lo que deseo.... y no lo dudes, lo que deseo lo tengo aquí al frente.

La joven se ruborizó entendiendo. Y se recompuso ignorando la insinuación.

—El apartamento queda en aquella calle. Te instalaras en la segunda habitación. Tiene su propio baño.

—Sé que me escuchaste cariño. Voy aprovechar esta oportunidad que me haz dado y no te vas a escapar de mi.

—Ya llegamos.

Gael soltó una carcajada y ni la mirada desaprobatoria del conductor lo detuvo. Pago el pasaje y entraron al edificio.

Le encantó el sitio, muy femenino y de buen gusto. En cada rincón estaba la esencia de la mujer. Cada cuadro y detalle era exquisito. No reconocía al pintor. Se acercó para mirar la firma y fue grata su sorpresa al registrar que la psicóloga era la autora.

—Eres una cajita de sorpresa Marie—comentó para si.

—Aquí están unas sábanas y toallas, ven te mostraré tu cuarto.

—¿Todas las pinturas son tuyas?

La pregunta le sorprendió. En realidad no pensó que iba a indagar en su apartamento.

—Si.

—Son increíbles. Nunca pensé que te gustara el arte.

—Gracias.

—¿Por que eres tan parca? Así no te podré ayudar.

—La ayuda que requiero Gael, es laboral. Lo personal lo dejaremos de lado.

—No estoy de acuerdo, debo saber que piensas y como actuas señorita. Nos podemos poner de acuerdo y cuando estemos en cualquier sitio o bajo presión, estaré seguro de que pensamos igual y no habrá peligro vital. ¿Entendido?.

—Laboralmente, si. No hay de otra.

—Cederé ahora, pero lo retomaremos. Muestrame la habitación y saldremos para la central.

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