Capitulo 19 ¡Hic!..Tu Eres Mi Vida.

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Nunca es tarde
para pedir perdón.
Nunca es tarde
para comenzar
otra vez.
Nunca es tarde
para decir
me equivoque.

Son las tres de la mañana y llevo horas esperando por su regreso, por lo menos sé que lejos no se encuentra ya que mi auto está estacionado al frente del Pub que está al doblar la esquina. Yo misma comprobé al asomarme y le pedí a Carl mi buen amigo que lo despachara cuando lo viera necesario y me diera un toque de aviso.

Parece que no ha sido necesario y ya es la hora del cierre.

Mi celular suena en ese momento en mi mano haciendo válido mis pensamientos, en la pantalla aparece el nombre de mi cantinero preferido; respiro hondo antes de contestar la llamada.

—O'Neal al habla.

—Princesa de un cuentos de hadas— sonrío al escuchar su predilecta forma de llamarme—

—Gentil caballero— escucho las carcajadas al otro lado de la línea.

—Chica tu si que sabes adular, aunque sé que lo hace de cariño. Bien a lo fijo, tu galán acaba de entrar a tu edificio.

—¿Mi galán?

—Si, Tu galán. Buachaill maith (1), joven apuesto, cortés y educado. No debías preocuparte, en realidad no dio problemas en el Pub. Por cierto ha entrado al ascensor pronto estará ante tu puerta, besos mi niña.

Colgó antes de darle las gracias y empecé a prepararme para el enfrentamiento que se avecinaba, no iba a dejar pasar la ocasión. Lo primero era disculpame y aclarar los malos entendidos.

De alguna manera lo había lastimado más de una vez y lo justo era que diera un gran paso en la dirección correcta. Sólo esperaba que le diera una oportunidad para pedirle una sincera disculpa.

No creía que él fuera tan cerrado para no escucharla, apostaba por su mente tan analítica y abierta que da espacio a cualquier temática. ¡Dios!. Al menos eso esperaba.

Con tanta divagaciones no había anotado el hecho de que Gael no terminaba de llegar al apartamento. Decidió asomarse a la puerta para ver que lo podría haber detenido.

Se acercó hasta la puerta y la abrió para encontrarse a Gael sentado al lado de ella con la mirada perdida en una foto de bolsillo, una foto de ellos dos estando más joven, en el tiempo de la Universidad.

De esas fotos que salen en grupo de tres de la pequeña cabina en los centros comerciales.

Una foto de las pocas que se había atrevido tomarse donde estuvieran los dos.

Lo increíble era que el la mantuviera conservada.

Abrí el seguro para poder mantener la puerta abierta y así maniobrar con Gael cuando entraramos.

—Gael— levantó la vista hasta enfocarse en mi, sus ojos estaban de color rojos y secos; y no pudo evitar reír cuando le entró el hipo... hic—. Ven, voy a ayudarte para entrar. No puedes quedarte aquí.

Él asintió y colaboró cuando la joven le pasó un brazo debajo de sus hombros para levantarlo del piso, el hipo se empezó a hacer más continuo e incómodo para él.

—¡Hic!...perdón María E.

—No hay problema, vamos a la cocina tengo un remedio para esta clase de hipo.

Se dejó llevar.

Lo sentó al frente de la mesa donde lo pudiera vigilar mientras servía azúcar en un vaso plástico y una cuchara para poder comerla.

Llevo el vaso frente a él y lo conminó a comer despacio el azúcar, un truco que le enseñó Carl en sus noches de borracheras. Había confirmado que un poco de dulce le bajaba el tono a cualquiera y que era muy efectivo con el hipo que presentaba.

—Anda toma lo suficiente, te hará bien.

—Gracias. ¡Hic!.

—Bien. Tenemos que hablar Gael.

—Ahora no tengo mente para nada, ¡Hic!, lo podemos dejar para otro momento. La verdad es que no me siento muy bien que digamos. ¡Hic!... lo siento.

—Maldita sea, deja de decir eso.

—¿Qué cosa? ¡Hic!.

—Decir eso, que lo siento. La única que debe decirlo soy yo. No me he portado muy bien contigo. No te he dejado el que me digas tu parte, aunque no sé en qué cambiaría las cosas.

—Si eso es lo crees, ¡Hic! entonces no tengo nada que decirte que te pueda hacer cambiar tu pensamiento.

De momento se puso muy pálido y se levantó de la silla caminando en dirección al primer baño. Desde la cocina se escuchaba las arcadas de que era preso.

La joven se levantó para buscar otro vaso, y se tomó su tiempo preparándole una aspirina y un efervescente para terminar de bajarle los efectos de las bebidas que se tomó en el Pub.

Fue en busca de él en el baño, lo encontró sin su ropa que había desechado aún lado y una toalla anudada en sus caderas, lavandose los dientes para alejar el olor del vómito como lo hizo al echar productos de limpieza en el váter y al rededor.

—¿Te sientes mejor? — él asintió en respuesta—. No te hubieras molestado en limpiar.

—Mi desorden yo lo arreglo— contestó al terminar de enjuagarse y de pasarse una toalla para secarse las gotas de agua al haberse aseado—. ¿Qué tienes ahí?

—Toma, te hará mucho mejor para tu malestar. Esto te sentará mejor.

Tomó el vaso y se encaminó al cuarto que ocupaba, Maríe lo seguía de cerca.

—Gael realmente necesitamos hablar. Por lo menos yo debo hacerlo y cada vez que lo hago contigo siento que meto la pata.

Él gira a verme sorprendido de haberle seguido. Se termina de tomar el contenido del vaso para dejarlo en la mesilla.

—Anda hablemos entonces, siento que si no lo hacemos no me dejaras descansar.

Ella tragó saliva nerviosa y se secó las manos en sus pantalones.

Gael al ver la acción se apiadó de ella, le tomó las manos y la hizo sentar en la cama al lado de él.

—Maríe hablemos veo que esto es muy importante para ti.

—Y para ti también Gael. Quiero empezar por lo que pasó esa noche, esa noche en donde mis sueños te entregué y ese primer deseo te regalé, no quise guardar nada, nada que pudiera evitar darte. Y lo que recibí fue una humillación de parte tuya y cuando creía que recibiría una disculpa, fue tu silencio lo que se estrelló en mi pecho clavando la última espina y el último eslabón se rompió, en mi corazón— en sus ojos habían lágrimas reprimidas al recordar la noche de su primera vez pero, no era la única.

—En parte merezco tu odio pero no en lo crees, ¡Dios!... me odio a mi mismo— se frotó los ojos—. Lagartija, tu eres mi vida; que no te quede duda. Lo supe ese dia — suspiró hondo—. Me habían ofrecido una plaza en Inglaterra para tomar un cargo donde podía especializarme, ascender a teniente y demás cargos ascendentes, con un inmejorable sueldo. Todo eso para recibir el dinero de la herencia de mi padre, con el maldito requisito de comprometerme con una heredera de que se yo....creo que la hija de cuyo general me estaba ofreciendo el cargo.

—¿Estabas comprometido?

—¡¿Qué?! No, no. No lo estaba, tenía que aceptar para recibir mi herencia. Y ese día te elegí, aunque creas que no fue así, te elegí a ti por encima del dinero de mi padre.

—Valiente la manera de demostrarlo. Si, inusual pero valiente — comentó irónicamente.

Él sonrió tristemente.

—Esa noche los invite para celebrar mi decisión y con la firme decisión de declararme a ti— torció la boca en un gesto triste—. Tengo la culpa de haber tomado demasiado y olvidarme de todo, estaba tan contento y seguro de mi decisión que ni siquiera recuerdo lo que pasó esa noche.

—Maldito seas...

—Déjame terminar por favor. Te suplico que me escuches hasta el final.

—Lo intentaré— lo decía mientras temblaba de rabia y dolor.

—Estuve enamorado de ti por mucho tiempo y lo mantuve callado por respecto a tu hermano y como te repito había decidido declararme, lo que no te puedes imaginar es como me sentí a la siguiente mañana al darme cuenta de que estaba en la cama con una mujer, lo que nunca pensé es que eras tú; nunca imaginé en mi locos sueños que fueras tú. Te conocía muy bien María E, no te entregarías así como así por lo tanto como podría sospechar que eras tu. Me sentí sucio y no merecedor de tu amor a horas antes de declararme, recuerda que había quedado en recogerte en tu casa ese día— sacude la cabeza y suspira —, la eché groseramente, no me atreví a darle cara....a darte la cara a ti.
Dios— gimió—, necesito que me creas porque es la verdad. Más tarde después de limpiar mi apartamento de todo y de todos, te fui a buscar y fue horrible no te podía dar cara, sentía asco de mi mismo por haberte engañado. No soporte mi culpa y te regresé a tu casa sin poder pedirte que fueras mía.

—Esa actitud fue la que me decidió, me decidí en irme de Galway sin darle ninguna explicación a mi hermano, ¿sabes qué? Quedó destrozado por mi partida.

—No fué el único. Después de dejarte en tu casa ese dia me prometí con sangre y dolor no volverte a engañar y después de conciliar con mi culpa te fui a buscar al día siguiente. Para encontrar que te habías marchado— lo último lo dijo en un hilo de voz—. Hasta hace poco supe por Lucas que fuiste tú esa noche y desde ahí he intentado hablar contigo, dime que no es tarde para que me des una oportunidad.

El silencio poco a poco se hacía opresor, Gael se hundía al no recibir respuesta.

—Maríe, ayúdame aquí. Tu silencio me destruye sin piedad.

—Yo entre aquí con la ilusión de buscar una oportunidad, de decirte que me hagas el amor otra vez sin culpa ni remordimientos.

—Maríe, Maríe, Maríe — pronunció su nombre acompañado de besos que la joven correspondía.

(1) Buen chico en irlandés.

Espero que les guste el capítulo, espero comentarios y estrellitas.
También si hay algo coméntelo por favor.
A los que les guste los capítulos caliente viene en el próximo junto con un dato importante.
El comentario que más me guste le dedicaré el próximo capítulo.
Los quiero.

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