O7. SIETE

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Reproducir canción
en multimedia para
una mejor lectura 👆🏻





Allison creyó que seis años era demasiado tiempo y probablemente muchas cosas habrían cambiado. Se levantó esa mañana con intenciones de hacer un recorrido por toda la casa, y no fue hasta que llegó a la cocina, que comprendió la terrible idea que había sido.

En realidad, lo único distinto que encontró fue ella misma y eso la obligó a adoptar un aspecto deprimido. Sentada alrededor de la mesa, acompañada solamente por una taza de chocolate caliente, el pensamiento de que ya no encajaba en aquel mundo, fue más fuerte que nunca.

Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero cuando intentó secarlos ya era demasiado tarde. Scott había entrado y la había visto. Entonces pudo comprobar que otra cosa que no había cambiado, era la tendencia del alfa a preocuparse por los demás.

—¿Estás bien? —le preguntó, tomando asiento cerca de ella.

—¿Existe algo llamado estrés postzombie? —contestó con una sonrisa amarga en lo que terminaba de secarse el rostro—. Estoy bien, solo... abrumada con todo esto de volver de la muerte. Ya sabes.

—La verdad es que no lo sé —negó, divertido— He estado muerto un par de veces, pero nunca durante tanto tiempo como tú.

—¿Has muerto?

—Es una larga historia, pero sí —dijo, soltando un largo suspiro—. Ahora se siente tan lejano... casi como si le hubiese sucedido otra persona.

Ella lo observó con tristeza.

—Algo parecido es lo que siento yo —confesó—. Cuando miro las paredes de tu cuarto, me doy cuenta de que todo sigue igual. Al menos para mí. Quiero decir, la vida siguió su curso normal después de todo; ustedes envejecieron, se fueron a la Universidad como se suponía que lo hicieran, y ahora yo... —su voz pareció quebrarse—, yo sigo siendo la misma Allison Argent que soñaba con terminar el Instituto y posiblemente estudiar Arte en la Universidad de Nueva York. Duele cuando pienso que ya no tendré esa oportunidad.

—¿Quién lo dice? —el verdadero alfa se hundió de hombros—. Si alguien puede hablar de oportunidades, esa eres tú. Estás aquí después de todo.

—¿Y qué pensarán las personas cuando me vean? —negó con la cabeza—. No puedo pasearme por ahí como si no llevara bajo tierra casi seis años.

—Con todo lo que han visto los habitantes de este pueblo, no creo que se sorprendan.

—¿Y qué haremos con respecto a mis documentos personales?

—Los falsificaremos y nos mudaremos a otro país; uno en el que no hagan demasiadas preguntas.

Allison esbozó una sonrisa pequeña.

—Eres demasiado positivo, Scott McCall —él alargó una mano por encima de la mesa, tomó la suya y la acarició.

—Tan solo intento que sepas que no estás sola —le aseguró—. Los demás te ayudaremos a pasar por esto. Verás que con el tiempo será como si nunca te hubieras ido.

La ex cazadora suspiró y asintió. Bajó la mirada hacia la mano de Scott como si acabara de advertir que estaba allí, e hizo que entrelazaran los dedos.

—Eso espero.

El hombre lobo no pudo pasar por alto el tono de tristeza con el que había dicho la última frase. Quería hacer algo más para reconfortarla, pero no lograba pensar qué. Entonces, en un impulso, algo se le ocurrió.

—¡Tengo una idea! Sube a mi cuarto... a tu habitación y vístete. Te llevaré a un sitio que estoy seguro te gustará.

Allison comprobó la hora en el reloj de la cocina.

—Scott, son apenas la siete de la mañana. Además, no tengo ropa, tuve que dormir con una camisa tuya que Melissa me dio.

—El lugar a dónde vamos no tiene horario fijo, al menos no para mí. Busca en mi armario, encontrarás una blusa y unos jeans que son de tu talla.

Aunque toda la conversación le pareció extraña, comenzando por el hecho de que Scott tuviera ropa de mujer entre sus posesiones, Allison no puso más objeciones y obedeció.

Él tenía razón: la blusa y los jeans encajaron perfectamente con su figura. En el armario encontró además unos shorts que de seguro le hubieran servido. Quiso preguntar a quién pertenecían, pero nada más vestirse se subieron a la moto de él y partieron, dejando una nota en el frigorífico para avisar a los otros de que saldrían. Chris y Isaac todavía dormían, mientras que Melissa había tenido guardia esa noche en el hospital.

Cuando llegaron al lugar de destino, la joven se sorprendió al encontrar la pista de hielo tal cual le recordaba. Scott, Stiles, Lydia y ella habían estado allí varios años atrás y era uno de los momentos más divertidos que atesoraba en su memoria. Si cerraba los ojos, podía ver al alfa perder el equilibrio demasiadas veces y acabar dándose de bruces contra el hielo... o bien contra cualquier cristal.

—¡No puedo creer que estemos haciendo esto de nuevo! —exclamó emocionada mientras atravesaban la puerta principal.

—Salvé al hijo del dueño de una muerte terrible en una ocasión —explicó él como si fuera lo más normal del mundo—. Desde entonces, me deja las llaves y me permite venir aquí siempre que quiera. Es su forma de agradecerme.

Se pusieron los patines y entraron a la pista de hielo tomados de las manos. Scott claramente había mejorado mucho desde la última vez, al menos ahora lograba mantener en pie y de vez en cuando realizaba alguna pirueta.

La media hora siguiente se les fue entre charlas y risas. A pesar de que Lydia la había puesto al tanto con mucho de lo acontecido en los últimos años, en realidad eran pocos los detalles que Allison conocía. Mientras él se lo contaba todo sobre la emoción, el sufrimiento y las angustias que sufrieron, a veces sintió envidia y otras veces se alegró de no haber estado allí.

—¿Quién lo diría? Scott McCall tiene un beta —dijo, refiriéndose a Liam Dunbar— ¿Llegaré a conocerlo?

—Probablemente, pero no sé cuándo —contestó encogiéndose de hombros—. En realidad, no estoy muy seguro de que vaya a contarle nada acerca del Nigromante y los druidas. Mason, Corey y él están bien en la Universidad y, sobre todo, están a salvo.

—¿Y qué hay de Kira? ¿Volveré a verla?

Se dio cuenta de que había tocado un tema delicado para el alfa en cuanto lo vio tensar la mandíbula.

—Quiero creer que sí. Lleva demasiado tiempo con los Skinwalkers.

Allison sabía que Scott y Kira habían estado a punto de iniciar algo cuando ella murió. Y aunque pareciera extraño, siempre pensó que harían una linda pareja. Quizás la ropa de mujer le pertenecía a ella. Aunque las tallas realmente no coincidían...

—¡Sigue ahí! —sus ojos se abrieron fascinados al ver el fotomatón en el mismo lugar después de tanto tiempo. Dentro de aquella máquina se había tomado sus primeras fotos con Scott—. ¡Vamos!

Lo agarró del brazo y lo arrastró fuera del hielo. Dejaron los patines en un rincón y avanzaron hasta sentarse dentro de la pequeña cabina, el uno junto al otro. Depositaron una moneda en la rendija y empezaron a hacer distintas poses entre risas, cada una más tonta y ridícula que la anterior. Scott no recordaba la última vez que se había divertido tanto.

—Tus ojos ya no brillan —señaló ella, sujetando la primera tira de fotos mientras delineaba el rostro del alfa con un dedo.

—He aprendido a controlarlo mejor —asintió.

—Aun así, los verdaderos... —la ex cazadora se giró de frente a él y acarició su mejilla suavemente—, siguen teniendo un brillo especial.

Obedeciendo a un súbito impulso, Allison se inclinó hacia delante y lo besó. De repente, ambos sintieron que una descarga eléctrica les recorría el cuerpo con fuerza. El suave roce entre sus labios evocó en ellos los recuerdos de un amor puro, pero demasiado breve. Empero, al momento, Scott se apartó.

Ella estaba a punto de enfadarse con él, pero entonces advirtió que no era enojo lo que sentía, sino una inmensa tristeza.

» Supongo que algo que sí cambió fueron tus sentimientos por mí, ¿no es así? —dijo con un hilo de voz—. ¿Tu rechazo tiene algo que ver con la dueña de la ropa que encontré en tu armario?

El joven tardó en asimilar la pregunta, pero la observó con tristeza y con un dedo le levantó la barbilla para obligarla a mirarlo.

—Hay alguien, sí —contestó. Cuando ella se removió inquieta, él la forzó a permanecer tranquila—. Sin embargo, lo que siento por esa persona no cambia nada de lo que hubo entre nosotros. Tú siempre vas a ser mi gran primer amor, Allison.

—Un amor del que ya te olvidaste.

—No —replicó con dureza—. Perderte a ti, fue lo más doloroso que alguna vez me pasó. Y ni siquiera estoy hablando de la noche en que moriste... los dos sabemos que te perdí mucho antes.

Frunciendo el ceño, ella lo miró sin entender.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que era yo quien estaba allí, sujetándote entre mis brazos mientras tu corazón lentamente se detenía —Scott suspiró—. Estabas asustada, te sentías vulnerable y necesitabas aferrarte a un último sentimiento. Entonces me dijiste que me amabas y que era la única persona a la que alguna vez habías amado.

—¡Porque era así! —él siguió negando con la cabeza.

—Tardé en entenderlo, Allison, pero resulta que el verdadero amor no es siempre la primera persona a la que besas o la primera persona con la que sales. El verdadero amor es aquella persona a la que nunca superas, aunque piensas que has salido adelante, o esa a la que siempre buscas en las caricias de alguien más. Es la persona por la que estás dispuesto a perderlo todo... incluso la vida.

—Yo no morí por Isaac.

—Y yo nunca dije que estuviéramos hablando de él.

No, aquello era ridículo.

Allison murió intentando defenderlo, sí, pero hubiera hecho lo mismo por cualquiera de los que estaba allí. También era una coincidencia que cuando hicieron el sacrificio para salvar a sus padres, fuera el beta su conexión más fuerte para ayudarla a regresar... ¿o sí?

—Pero...

—Nuestra despedida fue aquella noche en la fiesta en el loft de Derek cuando me viste de la mano con Kira —la interrumpió él—
Recuerdo que me miraste fijamente y con los ojos me dijiste: «Está bien, ya es hora de que ambos avancemos» Y eso dolió como no te puedes imaginar, pero en el fondo sabía que era lo mejor para los dos.

—Entonces, resulta que después de todo... —ella le dedicó una sonrisa triste—, nunca fuimos el verdadero amor el uno del otro.

Scott dio un paso hacia delante y la abrazó.

—Mi mamá me habló de algo una vez —comentó, estrechándola suavemente— Ella dijo que tu alma gemela tiene una misión. Es una persona que pasa por tu vida y deja una huella que luego te guiará y te acompañará por el resto de tus días. Tú eres y siempre serás eso para mí Allison, y estoy seguro de que, para ti, yo significo lo mismo. Tu alma gemela no siempre es tu verdadero amor.

—Igual supongo que sería raro ahora que nuestros padres están juntos —bromeó la muchacha, intentando aligerar el ambiente mientras una lágrima se deslizaba por el hombro del chico—. Gracias por ser mi primer amor y alma gemela, Scott McCall.

Él dejó un beso en su frente.

—Gracias por ser mi primer amor y alma gemela, Allison Argent.

●●●


—¿Cuál es la orden?

—Ya sabes cuál.

—No será fácil matar a un verdadero alfa. Necesito más sombras.

—No quiero que lo mates, solo que le robes sus poderes. Tienes suficientes sombras para eso.

—No estará solo.

—Entonces eliminas a los otros.

—¿Y qué pasa si ella está con él?

—¡Deja de poner tantas malditas excusas solo porque eres incapaz de asesinar a tu amiguita de la infancia! —advirtiendo que sus gritos posiblemente habrían dejado descolocado al joven, la persona del otro lado de la línea rápidamente cambió su tono a uno más amable—. No quieres decepcionarme, ¿cierto, Lucas? Sabes que confío en ti.

—No, claro que no. Es solo que... —se interrumpió, pasándose una malo por el pelo—, no quiero hacerle daño. Ella era mi amiga.

—Tranquilo, te prometí que Malia Tate saldría viva y yo siempre cumplo mis promesas —contestó—. Además, ninguno de ellos tiene por qué morir si no comenten el error de entrometerse en mis planes. Y con el regreso de Allison Argent, dudo que lo hagan.

—¿Es por eso que usaste el poder del Nigromante con ella?

—Así es —se rió— No van a querer perderla de nuevo, especialmente Scott. Esa es chica es mi seguro. Todo saldrá bien.

—Eso espero.

—Haz lo que te ordené, Lucas. Busca a Scott McCall y usa las garras de Belasko para robarle sus poderes. Si todo sale bien, esta historia pronto llegará a su fin.

Los ojos de Lucas Gallardi se iluminaron en señal de que había comprendido. Pulsó el botón rojo para terminar la llamada y sostuvo el teléfono con fuerza entre sus manos.

Robarle el poder del verdadero alfa al famoso Scott McCall no podía ser tan difícil... ¿O sí?

Miró a las sombras que se mantenían firmes como estatuas a la espera de una orden suya.

—Pronto comenzarán a sospechar y entonces los cogeremos —sus ojos verdes se posaron sobre la sombra de Victor Snate, un hombre de mediana edad, cabello canoso y mirada perdida. Su prototipo más reciente—. Ya sabes qué hacer.

El aludido asintió. Seguidamente se tomó el brazo izquierdo y se lanzó al suelo, quejándose de dolor. Una sonrisa siniestra se dibujó en los labios del joven coyote.

—Alguien debería llamar al 911.










━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
❂ ☾ ☯
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Pensé que la canción de arriba iría perfecta para el momento Scallison, para que Scott y Allison se despidieran de ese amor que ambos tuvieron en la adolescencia.

Hasta yo ando sentimental, perdonen por eso jaja.

Saludos a todos,

Debbie

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro