un buen día parte I

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Amenadiél y lucifer avanzan por las calles de Chicago con Hachico y Laila, que están medio confundidos y asustados.

Lucifer intenta mantenerse calmado, pero sabe que los perros no son su fuerte.

Lleva a Hachico atado a una correa y tiene la certeza de que va a tirársele encima en cualquier momento.

Ambos llegan a la veterinaria y los dos canes al darse cuenta, se encuentran aún más asustados.

—tranquila linda, vas a estar bien -dice Amenadiel a Laila acariciando su cabeza.

Hachico mira a su compañera e intenta llegar hasta ella, pero la correa se lo impide. Lucifer afloja su agarre y deja que Hachico se acerque.

El perro se da cuenta de que su captor no es tan mala persona. Incluso, puede que le agrade.

Un hombre de aproximadamente 40 años, alto, flaco, de tes morena y ojos azules les atiende y se presenta como Neisan Jones, el veterinario.

Los dos perros se tranquilizan mientras los hermanos le explican al veterinario lo que le ocurre a Laila.

—es muy probable que tenga parásitos, pero me gustaría revisarla para estar seguro -exclama el hombre pensativo

—si – responden los hermanos al unísono.

Mientras el hombre examina a Laila con cuidado, Lucifer lucha contra Hachico para tranquilizarlo.

Mientras tanto, en otro lugar de Chicago.

Sherlock y Helen caminan por las calles tomados de la mano.

—entonces... ¿quieres cambiarte el apellido? -pregunta Sherlock a su novia con la mayor suavidad posible.

—si

—es una gran decisión

—lo sé. Quiero dejar atrás el pasado y continuar con mi vida -dice Helen decidida

— Sherlock le sonríe de forma lánguida. Por dentro, sabe que Helen es una mujer ejemplar y está tan contento de ser su todo y que comparta con él este momento tan importante.

Llegan al registro sivil y Helen le sonríe en forma de agradecimiento a su novio. Está feliz de que haya aspptado venir con ella. No solo es un avance más para él, si no la más tierna forma de demostrarle su amor y apoyo.

Y ahora se podrían preguntar ¿qué hacía dios mientras tanto?

En ese mismo momento, en el 221 C de Baker Street.

El todo poderoso ha regresado al pequeño departamento que compró en Londres. Está pensativo, con la mano sosteniendo la mejilla y tiene las facciones totalmente sin expresividad.

Sabe que hace cada persona de la vida complicada de su hija y en todo el mundo. Incluso, escucha las oraciones de esos pequeños y esas madres que le ruegan su ayuda, ya sea para encontrar a sus hijas perdidas, o para que los padres sean mejores con sus pequeños.

Esas y otras cosas más son las que pasan por su cabeza en esos momentos, pero ni este narrador puede explicarles su método de enceñar a sus hijos, porque sigue siendo un misterio

Pero de lo que el redentor está seguro, es que todo llegará a una buena conclusión y aunque tome tiempo, tendrá su final feliz.

Sale de su departamento y persive un olor muy agradable.

Viene del departamento de la señora Hudson -piensa.

Decide seguirlo y termina, como ya había predicho, en el 221 de Baker Street.

—¡hola! ¿señora Hudson?

—disculpe, quien es usted -dice la señora Hudson abriendo la puerta

—soy el...el vecino de al lado -se corrige.

Se supone que no debe mentir porque es dios, pero no puede decirle porque podría pasar algo malo. ¡por que los humanos tienen que ser tan difíciles!

Aunque técnicamente, no está mientiendo porque si es su vecino de al lado.

—ah, ¡mucho gusto! ¿cuál es su nombre?

¡por él mismo!

Esto es demasiado. No puede seguirle mintiendo.

—soy dios.

por fin.

Ese mismo día, en el registro civil de chicago.

Después de unos trámites, Helen y Sherlock salen del registro civil charlando animadamente.

—entonces ¿cuál es la palabra mexicana para decir que algo está increíble? -preguntó Sherlock a su novia

—se dice que está chido -respondió ella en un perfecto español

—es interesante este idioma -concluyó Holmes

—si quieres, te puedo enseñar -sugirió Helen.

—puede ser

Ambos sonrieron y pasaron por un pequeño local, en donde se escuchaba mi bendición de Juan Luis Guerra.

—muy latina ¿no crees? -observó Helen

—si, pero a mi parecer, los dueños deben ser migrantes

—es posible

Dicen que las flores no dejaban de cantar tu nombre.

Tu nombre, cariño.

Que las olas de los mares te hicieron un chal de espuma

De nubes y lirio

y la luna no se convenció

y bajó al mirarte el corazón

y al mirarte dijo que no había visto un sol radiante

más vello que mi vendición

tenerte

besarte

andar de la mano contigo

mi cielo

mirarte

decirte un te quiero al oído, yo te lo digo

que bendición.

Dicen que las palmas aplaudían al oír tus pasos.

Tus pasos, cariño.

Que los ríos se salían de su cause

A contemplar tus ojos

Tus ojos divinos.

y un lucero no se convenció

y bajó a mirarte el corazón

y al mirarte dijo que no había visto luna llena

más bella que mi bendición

tenerte

besarte

andar de la mano contigo

mi cielo

mirarte

decirte un te quiero al oído, yo te lo digo

que bendición.

La canción seguía y ambos se detuvieron para terminar de escucharla.

Sherlock, llevado más por sus emociones, tomó a su novia por la cintura y le dio un apasionado beso en los labios.

Helen hiso lo mismo y ambos se miraron a los ojos.

La chica se acercó a el inglés y comenzó a cantar dulcemente en su oído.

—Cuando me hablas oigo un coro de amor para dos

El falsete de un te quiero pegado a tu voz

Que bendición

Tenerte

Besarte

Andar de la mano contigo

Mi cielo

Mirarte

Decirte un te quiero al oído, yo te lo digo

Que bendición

Tenerte

Besarte

Andar de la mano contigo

Mi cielo

Mirarte

Decirte un te quiero al oído, yo te lo digo, que bendición.

Que bendición

Sherlock abrazó a su chica y le dio un beso en la mejilla. Ya no podía evitar que su amor le llegara hasta el alma.

—te amo mini Keller

—te amo, mi detective de ojos grices

Mientras tanto, en la veterinaria de la misma ciudad.

—si, lo que su labradora tiene son parásitos. Le daré medicamentos y vendrán a verme si algo más sucede. Es muy común, así que no se preocupen -exclamó Neizan más seguro de su diagnóstico.

—vaya ¡que alivio! El susto que nos diste -exclamó Amenadiel

—si, que suerte que está bien -respondió Lucifer a su hermano mientras dejaba que Hachico avansara hasta Laila.

Ambos pagaron al veterinario y se marcharon con los dos perros.

—¿y ahora? -preguntó Lucifer a su hermano.

—creo que lo mejor será llevar a los perros a casa de Helen y luego podríamos volver a los ángeles -propuso Amenadiel.

—si, buena idea. ¿crees que debamos dejar a padre solo?

—vive junto aldepartamento de Sherlock. Estará bien.

Lucifer asintióy ambos caminaron hasta la casa de Helen.

Soltaron a los dos perros y sin que Lucifer se lo esperara, Hachico lamió su mano.

—lo ves, si le agradas a los perros después de todo -dijo Amenadiel sonriendo.

—sí, creo que sí. Que te puedo decir, soy irresistible -dijo Lucifer con una risa

—claro, hermanito

En ese mismo instante, en la casa de la señora Hudson.

—¡pero que dice!

— —si, lo soy

— —no, no le creo -exclamó la señora Hudson confundida y asustada

— —como puedo comprobártelo, mi dulce Megan.

— La señora Hudson cae inconsciente al suelo y dios la levanta para recostarla en una cama.

— ¡que acaba de hacer!

— No sabe si irse o quedarse, pero obta por la segunda.

— Unos minutos después, ella abre los ojos lentamente.

— —¿qué pasó? -pregunta algo desconcertada.

— —te desmallaste pero ya estás mejor. Tranquila, todo va a estar bien -le dice su creador para tranquilizarla.

— —¡no puede ser! ¡de verdad eres dios!

— —si, Megan. Así es. Pero no e venido por ti, eso es seguro -responde a sus pensamientos.

— —ay, que alivio.

— —será mejor que descanses -aconsejó

— —no, ya estoy mejor. Dejé comida en la estufa así que debo terminarla -responde amablemente mientras se levanta.

— Dios no se opone y la sigue hasta la cocina.

— —¿le gustaría... le gustaría almorzar conmigo? -pregunta la señora Hudson dudosa —no es lo que usted se merece, pero es lo que puedo ofrecerle

— —¡por supuesto! Nada es mejor que una comida preparada con amor -responde dios con una sonrisa.

— Y así, ambos se sentaron a comer animadamente.

— Ese mismo día, en una tranquila calle de Chicago.

— Helen y Sherlock caminan abrazados hacia la casa de la joven.

Después de ese momento tan romántico, ambos decidieron ir a comer.

Ahora, Sherlock acompaña a Helen a su casa para después irse a Baker Street.

No tardan mucho en llegar, pero es lo suficiente para que Sherlock tome una decisión.

Le propondrá matrimonio a Helen en cuanto termine la universidad.

No le faltan muchos meces y aunque al principio no estaba convencido, se dio cuenta de que no puede pasar ni un segundo sin ella. Se ha convertido en su razón de ser y ya no puede contenerse.

Helen y Sherlock entran en la casa y ven a los dos perros jugando en el patio.

—parece que Lucifer y Amenadiel volvieron a los ángeles -deduce Holmes

—sí, es probable -responde ella.

De repente, el teléfono de Sherlock suena. Es su hermano Microft

—¿sí?

—Sherlock, necesito tu ayuda con un caso

—¿un caso?

—¿sí. Puedes venir?

—si, está bien. Voy para allá

—muy bien

Sherlock cuelga y su novia asiente.

—nos veremos luego, preciosa

—sí, pero no olvides que yo voy a estár vigilándote

—si, claro

Ambos se dan un beso y Helen tele transporta a Holmes a Londres.

¡holaaaaaa!

Espero que les haya gustado el capítulo. Un nuevo personaje aparecerá para poner el mundo de Helen de cabeza.

¿quién será?

Descúbranlo en el siguiente capítulo.

Y les haré una pregunta.

¿cuál creen que sea la reacción de Sherlock cuando vea a dios en su departamento?

Cuídense, se les quiere.

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