La historia continúa...

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Después de que estuvimos un par de semanas sobreviviendo a partir de la carne de animales parlantes, declarándole la guerra a unos mocosos reyes y dándole un aventón a un viajero del alba, volvimos a mi casa y todo se tornó normal. Excepto por Susy, a ella la encerramos en la caseta de mi perro, que murió por causas naturales. Le di un hueso de vez en cuando y estuvo muy bien. Lo que era un peligro cuando la sacaba a pasear, a la gente fina le molestaba que estuviera mostrándole los dientes a los bebés y a las vírgenes, pero nada que un buen bozal no pudiera arreglar.

Ese día era jueves, y a mí los jueves se me daba por hacer artesanías salidas de algún canal ruidoso de YouTube. Filiberto acababa de traer las compras para el almuerzo y me observó con la computadora.

Había decidido venirse a vivir conmigo porque su compañero de piso estaba realmente enfermo. Entre algunas de sus maldades, le contó el final de la última temporada de Peppa Pig, maldito desgraciado. Ya se lo había hecho antes con Elmo y sus amigos, pero aquella vez en serio, en serio se había propasado. ¡Nadie se mete con los programas y de un hombre!

—¿Qué haces? — Apartó uno de los montones hecho con miles de trozos de cartón, tijeras sin filo, pelusa y puntas de lápices.

—Un pentagrama —puse la regla en posición y tracé la línea. Pero la porquería esa estaba irregular por usarla tanto (me gasté el dinero de los útiles escolares para Susy, ahora tenía un mp3).

Se acercó a observar sobre mi hombro y luego le dedicó un vistazo al tutorial que brillaba en mi PC.

—Lo que tú quieres hacer es un pentágono —. Levanté la cabeza, haciendo tronar mi cuello. El sonido de las vértebras saliéndose de lugar llamó su atención— ¿Hace cuánto que estás con esto?

Rasqué mi cabello, teniendo que arrancarme unos pelos para despegar la mano del pegamento y la lapicera que había perdido en el primer intento. Después me peinaría con el cepillo, a ver si no se rompía.

—No sé... ¿Aún es jueves? —Sus ojos se abrieron de par en par— Bah, da igual. Esto es un pentagrama —. Señalé la figura geométrica de cinco lados.

—Es un pentágono.

—No, un pentagrama. El pentágono es otra cosa...

Soltó el aire con exasperación y buscó entre todas las cosas, una tiza blanca.

—Mira —se agachó en el piso y comenzó a dibujar una estrella de cinco puntas encerrada en un círculo alrededor suyo. Yo me puse con él.

En eso, el Señor vampiro zombi árbol (llamado Carl. Sí, además de todo, extranjero) apareció por el pasillo. Él también se mudó, éramos las únicas personas capaces de soportar su hediondez, sus desenfrenados deseos de sangre y lo que era peor, esa cara espantosa. Tuve serias dudas sobre quemársela y probar si se veía mejor, pero el acosador terminó por convencerme, ¿carne asada podrida? Llamaríamos a los perros con eso, ¡y ya bastante teníamos con los buitres, siempre cagando las ventanas esos infelices!

—¿Qué están haciendo? —El pobre traía una mascarilla de kiwi y manzanilla, ahora, además de las moscas comunes, las de la fruta se ensañaban en adherirse a su superficie. Ah, pero no sería yo quien le rompiera la ilusión...no, mejor echarle la culpa a otro.

—Discutiendo —. Comenté naturalmente.

—No estamos discutiendo...—Murmuró el chico, concentrado. En cuanto dejó de apoyar la tiza sonrió de forma pedante— ¡Listo! Esto es un pentagram...

No terminó la frase cuando el dibujo se iluminó, envolviéndonos en una luz blanca. Oh, genial, el tipo era alquimista.

—¡Carl, sácame de aquí! —Sentía como iba desapareciendo lentamente. ¡Al menos que me permitieran acabar mi bello canasto tejido en diario!

El horrendo de facciones, en un ataque de pánico, corrió hacia nosotros.

— ¡Eh! ¡No me dejen solo!

Y nos esfumamos. ¿Por qué tenía el presentimiento de que nos teletrasportaríamos a una aventura donde seguro aprenderíamos valores sobre la amistad, la colaboración y demás niñerías? Nah, poco después descubrí que en realidad era un eructo. No debí comer ese sándwich.

Caí en un suelo blanco y lustroso, tanto así que observé mi reflejo, el cual había cambiado considerablemente: Llevaba un vestido rojo, y la mugre de mi cabellera se había eliminado. ¡Oigan! ¡Aún podía recuperar ese bolígrafo!

Me levanté y comencé a caminar, haciendo lo que cualquier persona en esa situación haría; jugar con el eco:

—¡HOLAAA! ¿HAY ALGUIEN?

Casi inmediatamente, mi voz resonó:

—¡HOLAAA! ¿HAY ALGUIEN?

Me reí. A ver, sabía que probablemente estaba en problemas, pero son pocos los lugares con aquella acústica, era menester aprovecharla.

—¡SOY LA MEJOR!

—¡SOY LA MEJOR!

—¡SUPERCALIFRAGILÍSTICO ESPIRALIDOSO!

—SUPERCAL...¡Maldición!

¿Eh? Ok, no me jodas. ¿Eco defectuoso?

— ¿Quién eres? —Alguien acababa de arruinar mi infancia, me dolió.

Un ser rojo con cuernos y patas de cabra, se materializó:

—Soy el Rey de la oscuridad, la miseria corpórea, la encarnación del mal, el...

—Oh —cubrí mi boca y retrocedí— si eres algún pariente del hombre cabra, falleció bajo extrañas circunstancias que nada tienen que ver con mi sobrina y un tenedor— Sonreí. Ya, no era buena en artesanías, ni en ocultar verdades. Tampoco se me daba bien escuchar los discursos malvados y redundantes, que no revelan más que algo ya conocido por todos.

—Bueno, no importa —La criatura movió su mano con gesto amplio, y a medida que lo hizo, fue formándose una mesa con diversos alimentos de aspecto apetecible, sobre todo golosinas. Vaya, yo adoraba las golosinas, hasta me había conseguido implantes dentales para así no preocuparme por las caries—. Todo esto es para ti, querida.

Aplaudí como niña pequeña, pero me paré en seco en cuanto me di cuenta. Si algo aprendí en esta vida, es que nada es gratis, mucho menos la comida que un ser misterioso te pueda ofrecer (como mi madre, esa mujer pretendía que lavara los platos después de comer).

—Alto ahí... ¿Qué quieres a cambio? —Alcé una ceja.

Puso los dedos en su pecho, ofendido:

—¿Yo? ¡Nada! Son muestras de mi tienda, y me encantaría que una bella mujer como tú las...

—Estoy en el Infierno, ¿verdad? —Me crucé de brazos y golpeé el suelo con el pie, impaciente.

Los negros ojos de la bestia aumentaron en tamaño, y se atoró con su propia saliva, tosiendo por al menos un minuto:

—¿Cómo lo supiste? —Su rostro, antes amable, lucía enojo y frustración. Dios, qué infantil.

— Se te olvidó borrar el logo de la empresa —Apunté hacia el mantel, "Infierno's Company" a todo lo largo. Él se golpeó la frente con la palma y bufó— Ah, y deberías mejorar la ambientación, esto está demasiado vacío.

—No, es que estamos en mantenimiento —chasqueó los dedos, y lo que nos rodeaba se transformó en el interior de un volcán lleno de estalactitas, estalagmitas, demonios, espectros, sangre y demás cosas horribles— ¿Qué tal ahora?

Olfateé el aire, puaj, desagradable.

—¿Azufre? Creo que sería mejor un sutil aroma a flores de Azahar.

—¿Flores de Azahar, en serio? —Sacudió la cabeza en negativa— ¿Qué tiene eso de malvado?

Me rasqué la barbilla. Lo de ser decoradora de interiores podría convertirse en mi nuevo trabajo:

—Piénsalo, rompería con el cliché y atraería a las mujeres.

—¿Golfas, perras y súcubas? —Se frotó las manos lascivamente.

—Sí, y tal vez alguna que otra adolescente aburrida y estúpida.

Sonrió y cambió el olor. Juro que hasta yo me vi tentada a quedarme.

—Vamos, fuente inagotable de sabiduría, ¿qué otra cosa puedo hacer? ­—Observé el entorno con atención. Criaturas azotando a unos hombres flacuchos y tristes— A esos hazlos más musculosos y brillantes, y que en vez de gritar suelten gemidos — me detuve en la lejanía—. Un atardecer rojizo y negro no quedaría mal...allí, en frente, agrega un río de lava con esqueletos de salmones saltando, eso sería grandioso.

—¿Algo más? —Parecía un niño con tanto entusiasmo. Y yo súper feliz, remodelando el Averno.

Lo miré de arriba abajo, desaprobando su aspecto:

—¿Esta es tu forma original?

Se vio los brazos y el tórax, luego levantó la mirada:

—No, es esta —. Un demonio se puso a tocar un órgano de tubo (dejé que lo conservara) mientras un humo extraño emanaba de la figura del Diablo hasta cubrirlo por completo. Cuando se disipó, las hormonas, la calentura y la depravación se me subieron a la cara. Hermoso no, ¡perfecto! Un sex symbol con alas oscuras y emplumadas, vistiendo simplemente un pantalón negro, y dejando al descubierto su torso envidiable.

Limpié la baba de mi boca y me acerqué a tocarlo.

—Y... ¿POR QUÉ NO LA USAS? —Golpeé sus pectorales con los puños. Tuvo que atrapar mis muñecas para frenarme.

—Porque no parezco temible, sino la clásica figura de novela juvenil para niñas excitadas.

Bien, le daba la razón en ese punto.

—Bueno, podemos arreglarlo...— me arrimé a su oído y le susurré un par de consejos— ¡Con eso no puedes fallar! —Palmeé su espalda —Ahora...—acaricié sus músculos con deseo contenido — ¿Me dejarías volver a casa con mis amigos? —Mordí mi labio inferior. No me juzguen, vivo con un psicópata y un putrefacto.

Sonrió de costado y me derretí entera, eso, o se debía a que se acababa de abrir un cráter de lava al lado mío.

—No es posible, querida... Ellos también están aquí. Y no escaparán hasta que superen las pruebas, o mueran —. Soltó una carcajada que sí me dio miedo.

—E-estás mejorando —reí con la esperanza de que fuera mentira, pero su rostro permaneció frío después de eso. Caminó hacia la mesa que aún continuaba frente a nosotros, llevándome con su mano en mi espalda baja —. ¿Qué...qué vas a hacerme?

Me dejó allí y volvió sobre sus pasos. Intenté seguirlo, chocándome contra una pared invisible que casi me rompe la nariz. Ok, se le estaba yendo la mano al maldito Lucifer sensual — ¡Oye! ¿Así me pagas mis servicios? ¡Inmundo ser de las tinieblas, te odio! —Grité.

Antes de desvanecerse, me regaló un guiño:

—¡Buen provecho, y gracias por los cumplidos!

Me giré y observé los alimentos. Bueno, tampoco era el fin del mundo, ¿comer lo que me gusta? ¡Seguro! Sin problemas.

Tomé una galleta oreo y la abrí, lista para rasparle lo blanco con los dientes.

—No... —Empalidecí. Carecía de relleno, sólo eran dos tapas. Las demás también estaban igual. Agarré un paquete de surtidas y...todas de vainilla— No...—Un pastel de chocolate, pero del blanco. Cupcakes con cobertura irregular y sin cereza en la punta (tenían la marca de su ausencia, sabía que estuvieron ahí). Pero nada se comparó con lo que sentí cuando mis manos temblorosas hicieron fuerza en el envase del helado (de tres sabores), y me topé con la mayor aberración jamás concebida. Allí sólo yacía la condenada frutilla —¡NOOOOOOOO! —Un alarido ensordecedor escapó de mis cuerdas vocales. Jamás me recuperaría, jamás.

NARRADO POR CARL:

—¿Hola? ¿Amigos? —Había aparecido en una habitación blanca de dimensiones inexplorables, solo. Empecé a caminar, lo bueno de que no hubiese punto de referencia, era que no tenía cómo darme cuenta de la lentitud con la que me desplazaba.

De repente, la sala empezó a oscurecerse, siendo invadida por sombras y bruma. Los vellos de mi torcida nuca se erizaron con una brisa sorpresiva— ¿Qué es esto?

El viento aumentó, y unos aullidos salvajes reventaron mis oídos. La oscuridad se concentró en un punto, y se extendió más allá, formando una figura imponente y fantasmagórica que clavó el temor en mis huesos (y ramas). Un monstruo de ojos amarillos y cuernos descomunales, un silencio tirante antes de que desplegara sus fauces rebosantes de colmillos y rugiera, haciéndome caer (y mojar un poco los pantalones).

Aquella cosa funesta se evaporó, generando un ser nuevo entre oscuridad y polvo, un elegante hombre de traje y alas negras. Maldición, ¿todo tenía que ser más bello que yo?

—Hola, Carl...—Sonrió y caminó lentamente hacia mí. Obviamente, como corresponde en estas circunstancias, intenté arrastrarme en sentido contrario.

—¿Q-quien eres y cómo sabes mi nombre? —Sentía que iba a desmayarme ahí mismo.

O al menos así fue hasta que lo vi saltar emocionado y chillar, lleno de alegría.

—¡Sí! Esa reacción me encanta. Tendré que darle las gracias a la chica después —habló para sí, y luego se dirigió a mí —. Soy el Rey de este lugar, soy...

—¿Dónde estamos? —Él rodó los ojos y chasqueó los dedos, mostrándome un Infierno extremadamente sexualizado. Mierda, en ese momento me dije "Carl, recuerda que estás muerto y eres contradictoriamente inmortal, no hay condena para ti" —Oiga señor Belcebú, según mi naturaleza yo...

Vi como aquel hombre se me quedó mirando con repulsión, al tiempo que sacudía su cabeza lentamente:

—Pero qué feo estás —Arrugó la nariz y remangó su labio superior. "Ah, claro, pisotea mis sentimientos, no importa"— y además... ¿Qué porquería te pusiste en la cara? Me distraes a los demonios —cuando quise acordar, tenía a tres bichos lamiéndome. Los tuve que apartar con un par de manotazos. ¡Creía que funcionaba! Maldita sea... ¡Última vez que confío en la tailandesa de la tienda de cosméticos!

—¡Ya, ya! ¡Soy horrible! ¿Bien? —Cubrí mi cara y me alejé —He intentado acabar con mi vida incontables veces, pero siempre termino aburriéndome de esperar, flotando en algún río o en las vías del tren, y armándome de nuevo.

—Oh...—se frotó el cuello— Esto es incómodo, espera un segundo —sacó un celular y marcó un número, sonriéndome apenas— Aló, ¡Parca! ¿Qué haces? ¿Tiempo muerto? Sí...tengo un cliente tuyo bastante insatisfecho —. Se aproximó a mí y me pegó una olfateada, inclinándose hacia atrás inmediatamente— Guácala, se te pasó en serio... ¿Qué? Está bien —Quitó el aparato de su oreja y me habló— ¿Cuál es tu nombre completo?

Levanté la cabeza con un poco de nerviosismo:

—Carl...el zombi vampiro árbol.

Asintió:

—Sí, Carl, el zombi vam...Claro. Sí, te entiendo. Sí, yo haría lo mismo en tu lugar. Tienes razón, por supuesto. ¡Nos vemos! Ah, después ven con Guerra y Discordia, les quiero mostrar los cambios. ¡Adiós! —Cortó, dejando sus labios en una fina línea— Bueno, las cosas son así...

—¿Mi parte vampiro es la que interfiere? —Pregunté, derrotado.

Elevó los hombros y movió la cabeza a un lado:

—Ehhh...no —carraspeó—. Tu cara asusta y la idea de tocarte es peor. Lo siento —. Mis hundidos ojos lechosos lloraron pus por tan triste realidad — ¡Por mi ex papá! ¡Llega a ser más horripilante! —contuvo una arcada y prosiguió— Oye, tranquilo, sólo firma esto y lo solucionaré —sus comisuras se levantaron en una invitación mientras en sus dedos surgía un contrato. Ajá, un pacto con el Diablo, ¡qué original! Ahora me plantearía la idea de ser bello...eso sería caer en la superficialidad, en la pobreza espiritual, en la...

—Te haré más bonito.

—Ok —. Escribí mi nombre allí.

—Serás tan bello...—alcé mis peludas cejas torcidas, súper ilusionado— ¡Tan bello como Justin Bieber!

—¿Eh? ¡Fabuloso! —Extendí mis brazos. Además de ser más hermoso, cumpliría mi sueño de Belieber al cien por cien, un secreto de años... ¡Adiós a las carísimas cirugías plásticas!

Cuando el vapor místico se disipó, me tendió un espejo y efectivamente, era Justin (el actual, no el pelele con corte de honguito). Vaya, lucía genial— Like a baby! (¡Como un bebé!) —Cubrí mi boca, asustado. Deseaba una explicación— Was I a fool to let you break down my walls? (¿Fui un tonto al dejarte derribar mis muros?)

—Sí, yo diría que lo fuiste —frustrado totalmente, agarré un trozo de piedra y rayé el suelo, escribiendo: "¿No pudo ser un cantante de habla hispana?"

—No, nuestra política aún no maneja latinoamericanos o españoles, de no ser por las colaboraciones.

—What do you mean? (¿Qué quieres decir?) — Mis músculos se contrajeron (oh, no sabía que eran capaces de eso).

—Que hablarás a través de las canciones de Justin.

Forcé a mi aguado cerebro a formular un insulto:

—M...Baby, baby, baby oh! — Ganas de arrancarme la lengua hasta las amígdalas no me faltaron.

Se rio en mi cara y agregó:

—Ah, nada de escritura, amigo, eso no es divertido —. Desapareció, llevándose mi roca consigo. Y, ¿entonces qué? Lloré otra vez, lamentándome con las vocalizaciones exageradas de los estribillos.

¡QUERÍA SALIR DE AHÍ!

NARRADO POR FILIBERTO:

—¡Wow! —¿Eso era sangre? ¡Genial! Oh...no podía creer que fueran cuchillos tan grandes.

Una cabeza llegó a mis pies.

—¡Pásala, mortal! —Algunos monstruos saltaron desde la cancha.

—¡Claro! —De una patada la envié directo al centro— ¡¿Me dejan jugar?!

Pronto estaba de delantero, siendo animado por sexys mujeres sacudiendo tripas como pompones. El marcador iba: Alados 1, Cornudos 0. (Formaba parte del último). Las bestias intentaban apuñalarme y morderme para evitar que llegara al arco, incluso me chupó el pie la pelota estúpida, sin embargo, la fe de mis compañeros cayendo sobre mi espalda, la sonrisa del pequeño Jimmy (un niño demonio lisiado) queriendo que ganara para comerse las almas de los contrincantes...fue el mayor incentivo. Teníamos que ganar, ¡íbamos a ganar!

Pues perdimos. Pero afortunadamente me robé el balón y escapé antes de que la lengua del mocoso me alcanzara.

Continué recorriendo los rincones más alejados del sitio, admirando cada cadáver y cada trozo de infortunio, sin ser el sector de las suegras cascarrabias, demasiado...perturbador.

Pensaba subir a ese puente de madera colgante, justo arriba del estanque de lava, cuando mi cuerpo chocó con el de alguien un poco más grande.

—¿Te gusta lo que ves? —Alcé la vista. El tipo estaba bueno, pero no soy gay, así que...

—¿Yo qué sé? ¡Pregúntale a una chica! —Lo empujé para avanzar con la mano que no sostenía la pelota, aunque al tocarlo me quemé—¡Auch!¡Estás que ardes! —Bueno, sonó extraño.

El individuo misterioso sonrió de lado:

—Lo sé, soy Satán...Y tú eres el chico que abrió el portal, ¿no es así?

Mierda, otra metida de pata. Primero descubrí una ruina Maya maldita por limpiar el jarrón de mi prima, después ocasioné la tercera guerra mundial en el futuro por tratar de arreglar el auto de mi abuelo (y encamarme con la hija del Jefe Supremo), llegué a Narnia por esconderme de una loca, ¡y ahora abría la puerta al mismísimo Infierno! ¿El Universo conspiraba en mi contra?

—Lo que hice fue un pentagrama, ¿cierto?

Estaba seguro, ¡segurísimo! Pero la enfermiza insistencia de ella me puso nervioso.

—Tu misión es buscar a tus amigos, y encontrar la salida a mi reino.

—Sí, genial, responde mi pregunta...—¿Qué me importaba lo otro? ¡Qué sacara mis dudas!

—Nop —. Y se fue.

Ah, ¡gracias! Me tachó de héroe rescata compañeros. ¡Soy un acosador! A-CO-SA-DOR, ¿tan difícil es entender eso? No salvo vidas, ¡espío por las ventanas!, ¡observo debajo de las camas! ¡HUELO BRAGAS LIMPIAS! (Soy enfermo, no sucio). Posiblemente fuera mi aspecto, una máscara tierna no ayudaba en nada. Fue por eso que decidí cambiar mi look, a partir de entonces, la gente le tendría miedo a Filiberto.

NARRADO POR CARL:

—Ahh...uhhh-uhhh...oh,oh,oh —había depositado mi firme trasero en el borde de un acantilado, donde el fuego evaporara mis lágrimas y así no daría tanta lástima.

—¿Justin? ¡Sabía que te merecías esto, bastardo! —Me di vuelta al oír una voz familiar. Un hombre encapuchado, usando una máscara de hueso muy macabra, fue quien habló. Me costó reconocerlo, pero ese tic de sacudir la pierna izquierda cada tanto tiempo era de Filiberto. Sip, Filiberto.

—F...oh baby, baby! —Ahí caí en la cuenta de que no podría reconocerme al hablar. Me puse pie y empecé a hacer mímica con la esperanza de que entendiera.

Tres horas después, había al menos diez condenados intentando adivinar junto a él:

—¿Son tres palabras?

—¡Uvas!

—¿Mocos?

—Ya sé...¡Cuatro bodas y un funeral!

Arrastré mi rostro con las manos:

—¡Desesperación, horrible!

Con eso tuve una idea monumental... Si mi belleza era un impedimento, entonces tendría que hacerme feo de nuevo.

Prácticamente me tiré al suelo y empecé a revolcarme por ahí, raspándome con la suciedad. También me golpeé contra las rocas más grandes, y sumergí mi cabello en las llamas.

—¡Poseído!

Rompí mi nariz y dejé un ojo negro. Igual, lo peor era gritar de dolor cantando, muy, muy frustrante.

—¡¡¡UHHH- YEAH- UHHH!!!

Finalmente, cuando quedé irreconocible por golpes, cortadas y laceraciones, me embadurné en caca de diablillo y caminé con lentitud hacia mi amigo.

—¡Eh! Te pareces mucho a...—en sus ojos hubo un brillo de comprensión— ¡¿Carl?! —Se quitó la máscara y corrió a abrazarme, o eso quiso hacer hasta que recordó con qué me cubrí las facciones. Para disimular tal falta de respeto, se metió las manos en los bolsillos— ¿Qué te pasó? —No quise hablarle, ¡anda a saber con qué letra le salía! —¿Una maldición? —Sacudí la cabeza a duras penas— Vaya, eso está mal...luces peor como Justin, y todos odian a Justin.

—Whe-whe-whe-whe-where are you now? (¿Dónde estás ahora?) — Encima con remix, estúpido Satán con sus estúpidos contratos engañosos.

Filiberto observó a su alrededor antes de responder:

—Estamos en alguna parte del Infierno, debo rescatarlos a ustedes dos y encontrar una salida.

¡Al fin! ¡Alguien se preocupaba por mí!

—Let me love you! (¡Déjame amarte!).

—¿Eh? No seas idiota. Vámonos de aquí.

—I'm sorry! (¡Lo siento!) —Dios, deseaba morirme ya.

NARRADO POR ELLA (Su nombre es el más grande misterio del Universo, ni Filiberto lo ha averiguado aún, y yo tampoco):

Jamás me había sentido tan insultada en toda mi vida. La comida, lo más sagrado, se transformó de un segundo a otro en bazofia sin sentido. Pero mi interior gritaba que tenía que superar esta prueba para encontrarme con ellos. Soporté el vacío de una oreo sin relleno, aguanté las de vainilla, al tiempo que la nostalgia de las surtidas reales anudaba mi garganta. Incluso comí los cupcakes desprolijos, rompiéndome el corazón en miles de pedazos. Sin embargo...aquel monstruo ruin, aquella pesadilla sin nombre fue sostenida entre mis fríos brazos, siendo incapaz de avanzar.

Frutilla. Helado de frutilla. Esa leche congelada de color rosa, ese olor nauseabundo e inservible... ¡Un sabor que casi nadie quiere! No, era imposible. Que me mataran, que me arrancaran los labios y me ahogara en mi sangre, pero jamás pondría eso en mi boca.

—¡Eh! —Filiberto y un tipo deforme vinieron a mi encuentro— ¡Qué bueno que te encontramos! Tengo que sacarlos de aquí...

—Espera, espera —lo corté— ¿Cómo que "Tengo"? La chica linda es la protagonista, ¡no el ex acosador con problemas de infancia! —Algo andaba mal, muy mal.

Rodó los ojos y se cruzó de brazos:

—Yo también me quejé, no estoy de acuerdo con los cambios.

Mi vista se fue hacia el otro:

—¿Este quién es? — Cielos, estaba horrible...espera, ese pelo exageradamente teñido, ese cuerpo lleno de tatuajes, esos ojos negros— ¿Justin? —Sonreí con sorna y aplaudí—¡Sabía que terminarías aquí! —Todos odian a Justin Bieber, es un hecho. Aunque sentí un poco de pena por él, parecía un atropellado.

—Nop, es Carl...—lo señaló con el pulgar, usando cara de póker.

—¡¿Carl?! —Tomé una cuchara y empecé a comer, esto se había puesto interesante, necesitaba oír más, y, ¿qué mejor que llenar la garganta para mitigar la ansiedad? —¿Cómo así?

­—Bueno...no ha podido decir mucho.

—¿Por qué? —Saco más comida y adentro.

—No lo sé.

—¿Y cómo sabes qué es él?

—¡Míralo! —mueve los brazos a lo largo de su destruido cuerpo. Sí, tiene razón— Ahora dinos, ¿cómo podemos sacarte de aquí? —Puso una mano en el vidrio. En ese momento la campana se rompió en pedazos.

—Las paredes... ¡De tu laberinto! —Se sorprendió Carl, con un acento español lamentable.

Filiberto se echó para atrás y observó sus dedos, incrédulo.

Iba a felicitarlo, hasta que entendí qué pasó...el pote vacío y la cuchara que andaba sosteniendo, pertenecían al inmundo helado. ¡Asquerosa costumbre de alimentarme sin mirar! Ya tuve que haber aprendido aquella vez en la que me tragué una cucaracha y no una barra energética (sí, en mi casa son bastante grandes).

Ignorando mi estómago y sus gritos agónicos de sufrimiento, comenzamos a caminar sin rumbo fijo. Avanzamos por las cumbres borrascosas, seguimos a las cincuenta sombras más oscuras y, por último, nos detuvimos al final de la escalera, viendo el resplandor de la puerta de una mansión despampanante. Intentamos abrirla, mas fue absolutamente en vano. Dispuestos a dar la vuelta, Carl pegó un salto y gritó:

—¡Manuscrito! —Argh, donde siguiera de baboso con ese tonito, mi hermoso zapato de tacón terminaría en su cuello.

Prestamos atención, resulta que un papel estaba colgado en una de las columnas de mármol.

—Parece escritura antigua —mi compañero no cantante, achicó los ojos para leer.

—A ver —lo empujé y revisé yo, bah... — ¡Es latín satánico!

—¿Eh? —Filiberto perdió un poco la tonalidad de la piel.

—¡Sí! Lo aprendí en secundaria —me encogí de hombros—. Era eso o inglés, que es básicamente lo mismo...—puse mi índice sobre los símbolos y empecé a traducir— Por donde pasaron es la pista, a donde van, la salida. Nombra la palabra y podrás entrar.

Cuando me volteé, tuve a los dos a pocos centímetros de mi cara:

—¿Y? ¿Eso es todo?

—Sí...—los aparté. Que no creyeran que no los había visto, desde que me metieron en ese vestido rojo, los tenía demasiado cerca y pendientes. "¿Necesitas que te cargue?" "Ten cuidado, esa lava se ve peligrosa, mejor úsame de alfombra" "If I was your boyfriend, I'd never let you go (Si yo fuera tu novio, nunca te dejaría ir)", manga de raros.

—Pensemos esto un segundo, pasamos por...cumbres borrascosas— el acosador rascó su barbilla — seguimos a...—chasqueó sus dedos repentinamente— ¡Ya sé! ¡Son libros! —Sonrió, gritándole a la puerta. Mas no se abrió—¿Libro? ¿Historias?

Sacudí la cabeza. No, estos acertijos suelen ser más profundos, significativos y complejos. Algo que no cualquiera puede adivinar al primer intento. Mmmm, los títulos los conocía... ¡Claro! Los había visto en una librería, justo al lado de un anuncio que...ya lo comprendí.

—¡REVISTAS PLAY BOY GRATIS! —Chillé con todas mis fuerzas.

Los chicos se me quedaron viendo bien extraño y el silencio me hizo sentir ridícula, hasta que comencé a percibir un temblor en el suelo.

­—¿Qué demo...? —Tuvimos que apartarnos cuando filas interminables de criaturas invadieron la casa, destrozando la puerta y las ventanas mientras rugían: "¡Conejitas, conejitas!"

Sonreí, orgullosa de mi logro. ¡JA! Toma eso, estúpido cubo de Rubik, mira quien pudo resolver el acertijo.

Aprovechamos la conmoción e ingresamos a la sala. Un lugar lleno de mármol negro y decoraciones sádicas... uh, ese látigo lo iba a usar con el dueño de casa... ¡Para defenderme! Obviamente.

El lugar era enorme y daba mala espina a donde quiera que fueras, sin ser el baño, tenía su señor jacuzzi el maldito.

Tras darnos un baño cada uno, decidimos dejar de perder el tiempo. Ya, no es que alguno de nosotros tuviera un trabajo al cual llegar tarde, yo, por ejemplo, cobro la jubilación de mi abuela muerta (me olvidé de contárselo al sistema, total, que me siguió llegando capital), Filiberto aún es mantenido por su anciana madre, y Carl...ni idea, creo que es contador.

Revisamos cuarto por cuarto, aunque, al final del pasillo, encontramos un portón de madera labrada, con una placa dorada que decía "Jefe" (O bien el tipo era idiota, o bien lo eran sus empleados).

Me remangué la camisa imaginaria para hacerme la ruda, y puse cara de pocos amigos.

—Espérenme aquí, chicos —escupí—. Este cuervo asqueroso me va a escuchar.

NARRADO POR CARL:

Pensaba que yo era el histérico de la situación (no se puede esperar mucho siendo Justin), pero ahora que mis nuevos ojos veían a Fiilberto tratando de meter su cara en la cerradura, no sabía qué creer...

—Está demorando mucho...¿y si la mató? No, ¿verdad? No, sólo yo puedo matarla en caso de que se me chifle el coco. No me jodas, una vez que se pone sexy sin tener que espiarla en el baño, y se va. ¡Oh! ¡Oh! Ahí está...—Sonrió de forma estúpida. Era obvio el amor que le tenía, pero ella se negaba a aceptarlo debido a la aborrecible friendzone a la que la sometió— Maldición, ya no veo nada.

En eso, la puerta se abrió violentamente hacia atrás, golpeándole la cabeza y tirándolo. Nuestra compañera emergió con el vestido mal puesto, el labial corrido, despeinada y sumamente agitada.

—¿Qué te pasó? —Dedicó unos segundos a levantar a nuestro amigo medio inconsciente, y otros tantos en regularizar su respiración.

—Estaba preocupado por ti...—lo obligó a levantar la nariz para que dejara de sangrar—Tenía miedo de que te lastimara.

Ella sonrió con nerviosismo antes de hablar:

—Oh, no. Descuida, puse los puntos sobre las íes.

El Anticristo salió, también despeinado, con la camisa rasgada y mirada sorprendida. Cuando se dio cuenta de que le estábamos prestando atención, se apresuró en pasarse la mano por la boca, dejando un rastro de rojo por todo el lateral de su cara.

—Oh...—carraspeó y recuperó su seriedad— ¿Cómo han logrado penetrar en mis dominios?

Filiberto lo observó, observó a su interés romántico, y empezó a retroceder lentamente.

—¿Acaso tú... y él? No —alzó una ceja, sumamente molesto y sugerente. Es más, creo que una arteria en su ojo estaba a punto de explotar.

NARRADO POR ELLA:

—¡No! —Lo tomé de la mano y nos alejamos rápidamente por el pasillo— Simplemente hubo una pelea trascendental en la que yo descubrí tener súper poderes por mi marca de nacimiento.

—¿La verruga en tu culo?

Ok, ¿cómo supo...? Nah, olvídenlo.

— Exacto.

Pensé que lo tenía, ¡estábamos a punto de irnos! Pero entonces, la mano de Filibrto empezó a arder—¡Eh! — me giré a encararlo. No podía verle la cara, sólo una sombra hecha por su capucha— Filiberto, ¿estás bien?

Un silencio sepulcral hundió a la mansión entera, y después su propia risa resonó. Primero suave, luego espantosamente grave y mortífera. Ay no, otro poseído en la familia no, por favor.

Di unos pasos hacia atrás y me abracé a Carl, ignorando su pestilencia.

—Tú...—sus puños cerrados temblaban de forma inconsistente— Te mataré —. La voz no era la suya, salía de él, pero no era la suya.

—Satán, ¿te metiste en él? —Rodé los ojos. Qué cliché todo. A alguien se le estaba acabando la originalidad.

—Nop, yo estoy aquí —giré la cabeza, él también nos estaba abrazando, bastante asustado.

—Maldito... —gruñó. Una máscara de hueso salió levitando de su bolsillo y se le pegó a la cara— ¡TE ARRANCARÉ EL PELLEJO, MALDITO! —Realzó la cabeza, y dos lumbres amarillas parecían incendiar sus córneas.

El sexy ángel caído se sorprendió notoriamente, se rascó la punta de la nariz y luego frunció el ceño, farfullando:

—A, B, C, D, E, F, G, H...—sus cejas se arquearon tan bruscamente que por un momento temí que fuera a darle un calambre— ¿Cómo se llama él?

Oh, genial, lo que faltaba. Preguntas estúpidas en momentos absurdamente inoportunos.

—Filiberto...¿para qué cornos quieres saber? —Tuve que gritar, porque el señor máscara cool estaba muy ocupado flotando y creando un tornado a su alrededor.

Injurió en su lengua y a continuación, hizo algo que nadie esperaba.

Carraspeó, hizo crujir sus nudillos y dijo:

—¡Hijo!

Parpadeé, dejando caer mis brazos. Me había encamado con el padre de mi ex acosador, que además era hijo del Diablo. Sí, creo que Carl hubiese sido mejor.

—¡¿Qué?! —Arrojé al borde del colapso.

—¡Des-pa-cito! —También fue mucha información para el cara de Justin.

Lucifer caminó hacia el vórtice de destrucción y levantó vuelo, llegando hasta el ya muy deformado y ennegrecido cuerpo de su...de su vástago.

—Lamento mucho las molestias causadas, pero ahora pido que te tranquilices.

Y se dieron un abrazo.

Mentira, Filiberto lo mandó a volar con una sola mano. ¡Una sola mano!

El tipo se levantó con dificultad, justo a tiempo para esquivar un puñetazo, uno que hizo agrietar el suelo y formar un cráter. Pronto se volvieron puntos de energía rebotando a lo largo del inmenso pasillo.

—Carl, tengo una idea...—asomé la cabeza de mi escondite (una columna de granito caída) —Tú ve por la izquierda, yo por la derecha y...

—¡Uhhhh,uhhhh! —Muy tarde, el tonto salió corriendo ni bien lo llamé, canturreando desesperado y chillón. ¿Tenía que hacerlo todo yo?

Bien...

Que así fuera.

Buqué en mi sostén. "Ah, no, esas son las llaves del auto, la antena del wifi... ¡Eh! No, eso no. Con que ahí estaba mi perfume, wow".

—Ya está —retiré mi silbato, inhalé y lo soplé durante varios segundos. Al no escuchar ningún tipo de sonido, toda la frustración recayó sobre mí. ¡Ese vendedor ambulante tuerto!

Sin embargo, unos minutos después (cuando ya no había nada con lo que ocultarse, Carl se quedó sin éxitos Pop para expresar su pavor, y yo me cuestioné el sentido de todo esto) un grito salvaje y desgarrador nos caló hasta los huesos. Incluso padre e hijo se detuvieron.

Desde las entrañas de la tierra, mi sobrina problemática resurgió. Lo compré con la intención de llamarla (porque como toda joven, jamás contesta el celular), ya, es para perros, pero seamos honestos, ella es una perra cuando quiere.

Oh...mierda.

Olvidé que estaba con el período.

—¡¿POR QUÉ ME MOLESTAN CUANDO ESTOY COMIENDO?! ¡¡TODOS USTEDES MERECEN LA MUERTE!! —Un poco de espuma salió de su boca.

—Cariño, siempre estás comiendo —. Traté de tranquilizarla.

Y ahí se puso a llorar:

—¿Insinúas que estoy gorda?

—¡No! —Ay, Dios, la prefería poseída— Quiero decir que necesitamos ayuda...mira ahí—Señalé a aquellos dos, que ya habían comenzado a pelear de nuevo, incluso Filiberto intentaba desplumarlo como a un pollo.

Ella los observó e inclinó la cabeza:

—¿Padre? ¿Qué haces?

Aguarda ahí, ¿Cómo, cómo, cómo?

—No, tu papá es el esposo de...

—¡Hija! —Satán le sonrió con una boca llena de sangre y sin algunos dientes— Susy VIII, es un placer verte.

—¿Saben qué? Al demonio con todo —di grandes zancadas, ignorando al resto y su rarísimo escenario. Era horrible ser la única normal del lugar—. ¡Al demonio! Yo sólo quería hacer mi pentagrama de cartón.

—¡¡PENTÁGONO!! —Rugió Filiberto— ¡Es un jodido pentágono! —Soltó al ángel caído ya no tan sexy, y se acercó a mí hecho una furia, quitándose la máscara de un tirón y permitiéndome observar sus ojos brillantes, henchidos de poder— ¿Por qué nunca me haces caso? ¿Por qué nunca...? —La voz le tembló a esa altura— ¿Por qué te acostaste con él? —Y ahí sí, a llorar muchísimo— ¡Yo te amo! ¡Y preferiste a mi padre!

Ohh, no me lo esperaba...

—¿Sabías que era tu padre?

—¡No! —Explota— ¡Pero ese no es el punto! —Desvió la mirada— ¿No te sorprende saber que te amo? ¡Ya lo dije!¡Te amo! —Se llevó las manos a la cabeza, enloquecido—¡NUNCA VES LO OBVIO!

—Eso no es su culpa —intervino el alado, levantándose y quitándose el polvo. Su cara, increíblemente, está como nueva— lo heredó de mí.

Todos nos dimos la vuelta, impactados. Hasta el demonio del fondo tocó el órgano, agregando el "Chan, chan, chaaaan".

—¡¿SOY TU HIJA?!

—¡¿ES TU HIJA?!

—¡¿ESE ES JUSTIN BIEBER?! —Mi sobrina salió corriendo hacia Carl, que no tuvo oportunidad de huir.

Se nos aproximó con parsimonia y nos abrazó a los dos:

—Sí, ambos son mis hijos.

—Mierda...—mustié.

— Tranquila, no son hermanos realmente, y tampoco fue incesto porque cuento con reservas de esperma divino, robado del taller de Dios.

—Pero... ¿te acostaste con mi madre? —Miré a la nada, simplemente miré a la nada.

—Obvio —. Se encogió de hombros.

—Y...no, no quiero saber —. Filiberto estaba igual de perdido y perturbado.

—Bueno, al menos no adquirí una enfermedad venérea —Intenté animarme.

—Eh...

Cerré los ojos y presioné los dientes:

—¿Sida, gonorrea, sífilis, hepatitis C? ¿Cuál tienes?

—Es mejor decir cuál no tengo —. Murmuró incómodo.

—¡Ay, no es cierto! —Lo empujé con violencia y empecé a rascarme a la altura de los calzones— ¿Ladillas también?

—Miles de años fornicando con humanas, ¿qué querías? No me afecta porque soy inmune.

—Haberlo dio antes —. Sonreí con alivio.

—No, pero tú no.

Fue el colmo.

Al final todos tuvimos nuestras razones para acabar con él, hasta Susy, cuando creyó que habían enviado a su ídolo allí abajo. Lo forzamos a devolvernos a la Tierra por medio de depilaciones con cera caliente y la venta indiscriminada de su colección de "figuras de acción" de My Little Pony. Aunque quedaron un par de puntos por abordar:

—¿Qué tiene que hacer Carl para que regrese a la normalidad? ¡Escupe! –Lo golpeé con la chancla en plena cara. Resulta que también tengo un súper poder, generar armas en mis manos (quería una pistola, pero aún trabajo en ello).

—¡Ya dije, tiene que confesar!

—¿Confesar qué? —Exclamé.

—¿Confesar qué, Carl? —Filiberto lo encaró y cruzó los brazos.

Él, aun siendo apretujado por Susy, abrió los ojos y empalideció.

—I'm sorry!

—No, dinos qué pasa contigo.

—Dilo, Carl.

—¡Dilo!

—¡Dilo ya!

Su boca se torció, sus pestañas bailotearon y finalmente, soltó:

—I'm a Belieber!

Se transformó inmediatamente después de un poco de humo y ruido de flatulencia.

Todos lanzamos una expresión del más puro horror (mi sobrina no, pero ella es la endemoniada, así que se le permite adorar a Justin).

—¡Cómo pudiste! —Las lágrimas escurrieron por mi rostro— ¡Después de regalarte el cerebro de mi pobre perro fallecido en tu cumpleaños!

—¡Me gusta su música! —Sacudió sus torpes y verdosos brazos— ¿Qué problema hay con eso? ¡Es lo único que me hace olvidar lo feo que soy! ¡Es mejor que llorar hasta quedarme dormido!

—Oh, viejo...no lo sabíamos —. Filiberto se arrimó a rodearlo con los brazos.

—Lo sentimos —. También se lo di. Es nuestro amigo, sea horrible o apeste, o quiera comernos una vez cada tanto.

—Yo también lo siento chicos, por querer decapitarlos con mi hacha —. Susy se unió. Supuse que la crema anti acné le haría bien.

—Y yo por revolcarme con todas sus madres —. Satanás también vino (anda a saber cómo se desató).

—¿Con la mía también? —Preguntó Carl con brillo en los ojos.

—¡¿Te dieron a luz?! Vaya...—le propinamos un codazo— ¡Auch! Digo...¡sí, sí! Ven aquí, "hijito especial".

Y así es como aprendimos que la amistad es lo que te puede salvar hasta del Infierno...

—Espera, espera, un pentágono es un polígono de cinco lados, ¿verdad?

—Sí, Filiberto —. Nuestro padre suspiró, ¡qué pesado!

Ok, eso también lo aprendí.

Ah, y también aprendí que las segundas partes de las historias apestan, sin excepción.

FIN.

Bien, ahí la tienen. Tardé muchísimo en hacerla y estuve a muy poco de tirarla a la papelera, pero salió. Ojalá les haya gustado :D. (No, no habrá una tercera parte >:v).

¡Saludos desde mi rincón! :D.

CARL: ¿Lo dices porque soy feo y no quieres volver a describirme?

YO: No, cariño...lo digo porque forman parte de una historia corta, no de un libro.

ELLA: ¡Ah, claaaro! Ahora nos vas a venir con que somos una historia gastada...

YO: ¡No! Por favor, cálmense todos.

FILIBERTO: Me niego a despedirme, mis fanáticos necesitan más de mí... ¿QUIÉN QUIERE MÁS DE MÍ? *Nadie responde* Ok...me voy.

YO: Filiberto, ¡espera, estás exagerando!

ELLA: *La mira mal* No tienes nada de tacto, ¿lo sabías? Vergüenza... *Se va*

YO: ¡¿Ahora qué hice?!

CARL: Eh...mejor me retiro.

YO: ¡A mí me respetan, que soy su madre! *Los persigue dando un sermón sobre la relación autor- personaje*


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