VI. ¿Cita, amor, Dios?

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Que puedo hacer si en mí, en lugar del corazón, me late ese miedo en el cuerpo —Franz Kafka.

Jungkook sacó su mano por la ventana, sintiendo la brisa atravesar sus dedos, sonrió cuando el viento movió su flequillo, era fría, pero no dejaba de ser agradable. La música influía mucho en las emociones de las personas, y estaba seguro que ese momento no era la excepción, Your Love Keep Lifting Me de Jackie Wilson se escuchaba a través de las bocinas del auto, lo que en definitiva lo mantenía mucho más tranquilo de lo que jamás a estado con Taehyung a su lado.

Se sorprendió cuando la capota del auto se alzó encima de su cabeza, desplegarse detrás suyo hasta esconderse por completo, lo que le permitió a la brisa que el antes disfrutaba sonriente, golpeara su rostro y moviera aún más su cabello.

Al llegar a su destino, Jungkook siguió los pasos de Taehyung hasta la tienda de conveniencia que tenía delante un terreno amplio perteneciente al parque que los rodeaba. Había pocas personas alrededor, tantas que podía contarlas con una mano.

El hombre frente a él no mentía al decir que la tienda tenía de todo, había muchas cosas de las que elegir, así que a sabiendas de que él insistiría en pagar, no tuvo timidez en tomar todo con lo que en ese momento podía acompañar el Jajangmyeon que tenía en sus manos listo para preparar. En cambio, su acompañante eligió ramyeon picante, una de las cosas que él no toleraba, comida muy picante.

Como supo que pasaría, al llegar a la caja registradora con el kimchi, jamon, el arroz, algas de nigiri y él soju, Jungkook tuvo que insistir más de lo que pensó que tendría, pero logró convencerlo de que él ya le había invitado dos tragos en el bar y lo que menos podía hacer era pagar por lo que ellos comerían esa noche/madrugada.

—¿Quieres comer adentro o en el parque? —cuestionó Taehyung con su envase lleno de ramyeon que se veía bastante rojo y picante.

—Afuera.

—Gracias por la comida —dijeron al unísono cuando se sentaron en uno de los bancos que daba como vista el rio Han, con el coche justo detrás de ellos.

Se sentía tranquilo, Taehyung no lo podía negar. Estaba plenamente relajado con la compañía de Jungkook, tan solo con su presencia se sentía de esa manera. Verlo sonreír a medias y comer sus fideos cerrando sus ojos al mismo tiempo que movía su pierna, incluso eso lo hacía ver tan tierno.

Se encontraban uno delante al otro, con sus platos en frente y las guarniciones a los lados. La brisa se volvió un poco más fría, azotando sus rostros y despeinando sus cabellos en el proceso.

—Suelo venir aquí cuando salgo del bar —comentó Taehyung.

—¿Y vienes así? —preguntó Jungkook antes de soplar el humo que salía de los fideos que se llevaría a la boca.

—¿Así como?

—Tan elegante —dijo antes de darle un bocado a su comida, lo que hizo sonreír a Taehyung al ver sus cachetes hinchados por la comida.

—¿Crees que soy elegante? —cuestionó antes de llenarse la boca con el ramyeon y un mordisco de la brocheta de jamón que compartían.

—Mmmh —Jungkook fingió pensar en su respuesta mientras miraba de arriba abajo a Taehyung, quien estaba levemente inclinado al frente para poder seguir comiendo, sonriendo al ver como el pelinegro frente a él, recorría todo su cuerpo con la mirada.

Su mirada viajó desde sus zapatos negros brillantes, su pantalón de vestir del mismo color, sin una sola arruga en ellos. Luego estaba su camisa blanca debajo de la gabardina marrón, su corbata azul marino, el reloj en su muñeca lo hacía ver más varonil. Por supuesto que estaba muy elegante, siempre lo estaba.

—Sí, lo eres —admitió Jungkook en un susurro, volviendo su mirada al plato casi vacío, volviendo a sentirse tímido ante la mirada de Taehyung—. Me siento raro no usando honoríficos, ¿de qué año eres?

—¿Por qué?, ¿crees que deberías llamarme hyung por cómo me visto?

—No, no es eso —se corrigió Jungkook haciendo ademan con sus manos.

—Entonces, ¿qué es?

Cada que intentaba hacer una pregunta, Taehyung buscaba la forma de que las interrogantes fueran dirigidas a él, lo que lo ponía nervioso. Ya no solo era su mirada o su sonrisita, sino también la insinuación en su voz cuando le preguntaba, como si le gustara verlo nervioso, como si le gustara tener el control de la conversación en todo momento.

—No sé, solo algo me dice que eres mayor.

—Probablemente lo sea, pero dudo que por mucho.

—¿No va a decirme su edad?

—No lo haré, y no tienes que usar honoríficos solo por si acaso, puedes llamarme por mi nombre sin problema.

—¿Y si yo soy el mayor? —preguntó esbozando una sonrisa.

—Entonces te llamaría Jungkook hyung —consideró encogiéndose de hombros.

—No, se siente raro, mejor no —comentó riendo.

—¿Me estás llamando viejo, Jungkook hyung?

—No, no es así —dijo rápidamente aleteando sus manos al mismo tiempo que negaba con su cabeza.

—Bromeo, galán. Sé que soy mayor que tú, por tu solicitud para tocar en el bar.

—Ah, lo sabía. Entonces no debería ser tan informal.

—Yo te pido que si lo seas.

Mientras se terminaba la comida, Jungkook vio a Taehyung volver a poner música a un volumen prudente en el que solo ellos pudieran escuchar aun estando fuera del auto, el hombre se mantuvo de pie a su lado recogiendo los empaques.

—Hace falta un postre, ¿no? —cuestionó Taehyung, Jungkook levantó la mirada terminando de tragar el ultimo bocado, encontrándose con el rostro del castaño mucho más cerca de lo que esperaba que estuviera, aun recogiendo las cosas que iban a la basura.

—¿Qué dijiste? —preguntó Jungkook, llevando su mirada a los labios de Taehyung, solo había escuchado la palabra "postre", pero al tenerlo tan cerca que casi podía sentir el aroma de su perfume en su cuello, mismo que solo ha sentido como una suave brisa por su nariz.

—Un postre para ambos, ¿qué quieres?

—Mochis estaría genial —contestó Jungkook agradeciendo que su acompañante ahora se encontraba a una distancia con la que su cerebro podría trabajar mejor para contestarle sin que su lengua se enredara en el intento.

"Si alguien te invita a comer a una tienda de conveniencia, comen junto al rio Han y te ofrece postre, ¿es una cita?", escribió Jungkook en el chat que tenía con su mejor amigo, de quien no esperó una respuesta tan inmediata.

"Significa que quiere sexo, cógetelo amigo".

"¿De qué hablas? No quiere sexo, solo quiero saber si podría considerarse una cita o no".

"Claro que lo es, están solos, comiendo juntos en medio de la madrugada y si invita postre es porque quiere alargar el momento", recibió Jungkook como respuesta, una conclusión que tenía bastante sentido si lo pensaba.

"No descartes la idea de que quiere cogerte".

"Ni siquiera nos conocemos, Jim".

"Bueno, créeme que lo harán si se acuestan".

"Eres bueno dando consejos, solo a veces :)".

"Bien, lo siento. Si suena a que es una cita, es más informal, pero sigue siéndolo ¿no?"

Volvió a guardar su teléfono cuando Taehyung llegó a su lado con el postre que ya le había pedido, mismo que lo invitó a sentarse sobre el capo del baúl de su auto.

Desde su lugar podían ver como la Luna se reflejaba en el agua del rio, aun siendo una media Luna el cielo, brillaba tanto a causa de su esplendor. Taehyung se encontraba a su lado, con sus piernas cruzadas en forma de indio sobre su lindo y elegante coche negro, mientras que él se recostaba de este sin querer apoyar todo su peso para evitar dañar el auto.

Aun así, le pareció linda la manera en la que Taehyung movía su rostro hacia un lado para apartar el cabello que le molestaba a causa de la brisa, con su ropa formal y aun así luciendo tan dulce.

Quería mirarlo, ¿durante el resto de lo que queda de la noche? Porque era la primera vez que lo veía en esa faceta, despreocupado, agrandando sus ojos almendrados y ensuciando la comisura de sus labios con su postre. Era aún más hermoso de esa manera, no estaba coqueteando y siendo encantador, sentía que estaba frente a su versión casi desmaquillada, aunque no lo fuera del todo, le gustaba.

—Si tocas desde los 12, supongo que estudiaste música en la facultad —comentó Taehyung volviendo su mirada al chico a su lado.

—No, quería, pero no fue así. Hace menos de un año que empecé a tocar públicamente.

—Oh, ¿y que estudiaste entonces?

—Artes escénicas —dijo sin dudar.

De todas las carreras que él pudo mencionar, actuación fue lo último que le cruzó por la mente, no podía decir que lo conocía del todo, pero lo poco que conocía de él es que es bastante tímido, al menos es lo que ha podido ver en él. Por lo que, no se lo imaginaba actuando en alguna obra teatral o frente a las cámaras, aunque, debía admitir que tenía buen rostro y cuerpo para ello.

—¿Y te gusta?

—No, ni un poco. Seguro has notado lo introvertido que soy, me costó mucho terminar la carrera y ejercerla por un año, pero me detuve a tiempo —admitió antes de darle una mordida al Mochi en su mano.

—Vaya, ¿puedo saber por qué? —preguntó Taehyung curioso.

—En resumen, por complacer a mis padres.

—Oh, ya entiendo —dijo Taehyung comprendiendo perfectamente a que se refería—. Te he visto tocar y ahora también te escuché cantar a Elvis. Puedo notar que amas la música, pero... ¿cómo te sientes tu realmente?

—¿Con que?

—Con lo que estudiaste.

—Vacío. La música es lo único que hace que mi corazón se acelere, que me dé escalofríos. Componer es un dolor de cabeza cuando te obligas a hacerlo, pero es tan satisfactorio cuando encuentras las notas que tanto has estado buscando —expresó recordando el sentimiento que tanto le llenaba cuando tocaba o componía alguna canción en su guitarra—. La música está en casi todo lo que hacemos, cuando caminamos, cuando lavamos los platos, incluso los latidos del corazón son música, todo eso está compuesto por ritmo, melodía y armonía. Es parte de nosotros desde que nacemos hasta que morimos.

—Es hermoso —susurró Taehyung con su mirada aún puesta en Jungkook, impresionado en cómo acaba de presenciar la pasión evidente en sus palabras, y no era de dudar que hablaría así de la música cuando ya lo ha visto tocar de una manera tan apasionada que parecía dejar la tierra cuando tocaba la guitarra, en el que parecía que se volvía uno con el instrumento.

—¿Que? —cuestionó Jungkook ladeando la cabeza para poder mirarlo a los ojos.

—Es hermoso como hablas de algo que te apasiona.

—Hablé de más, perdón. Nadie nunca me había preguntado antes —comentó bajando la mirada a sus pies.

—No, podría escucharte toda la noche hablar de esa manera —confesó Taehyung, más que para hacerlo sentir cómodo, para que no tuviera miedo de expresar como se sentía, al menos no con él.

—¿Eso por qué? —preguntó Jungkook temeroso de la respuesta que podría obtener, sintiendo su corazón acelerarse de tan solo imaginarse cuál sería la respuesta.

—Porque me pareces alguien interesante, he de admitir.

No lo esperaba, estaba preparándose mentalmente, pero de todos modos le sorprendió su respuesta, a la que por supuesto no supo cómo responder. Tenía las palabras en mente, pero no tuvo las agallas suficientes para decirle: «También me pareces muy interesante».

Solo sonrió con la mirada nuevamente en sus zapatos, intentó reprimir el bostezo que se avecinaba, pero fue inevitable esconderlo del hombre que lo observaba con una sonrisa ladina.

—Te llevaré a casa, vamos —anunció al bajarse del capo, con Jungkook siguiéndole los pasos hacia el interior del auto.

El camino de vuelta fue mucho más tranquilo y pacífico, de fondo se podía escuchar la voz única de Amy Winehouse, bajito se escuchaba You sent me flying; escuchaba a Taehyung tararear en susurros y eso solo hizo que estuviera a punto de dormirse en el asiento copiloto.

Cerró sus ojos sólo un segundo, sintiendo la esencia de Taehyung en el aire, algo de lo que no se había percatado hasta que lo tuvo frente a frente, a una distancia en la pudo identificar los olores que conformaban su perfume. No era ni muy fuerte, ni muy suave, olía tan suave como el melocotón o la ciruela, junto a lavanda o tomillo ¿quizás? No podía decirlo con seguridad, solo sabía que era delicioso.

Tenía un aroma con él que podría dormirse fácilmente, más aún cuando ya tenía sueño.

—Gracias por venir conmigo —agradeció Taehyung en cuanto se estacionó frente al edificio en el que vivía Jungkook.

—Fue divertido, nos vemos en la próxima semana —se despidió el pelinegro haciendo una reverencia desde la entrada del lugar.

Cuando estuvo dentro volteó a ver si el auto seguía detrás de él, sonrió al ver que Taehyung no apartó su mirada, así que aleteó su mano en forma de despedida y subió las escaleras aún con aquella sonrisa en su rostro.

En cuanto ya no puedo ver a Jungkook, condujo hacia casa de su madre, aunque estaba mucho mejor que cuando salió del bar, sabía que en cuanto abriera la puerta de su casa, su madre saldría a ver, él era el único que podía entrar a esa hora de la noche. Por lo general, él iba a visitarla los domingos y siempre iba con Juwon, siempre y cuando este no tuviera algo que hacer.

Al llegar, solo cargó una maleta consigo e intentó hacer el menor ruido posible, pero conocía a su madre, así que claramente se despertó por el pitido de la puerta al colocar el código de acceso.

—¿Tae? —escuchó su voz fina y cálida.

—Vuelve a la cama, mamá —le pidió dejando su maleta en medio de la sala.

—¿Qué pasó?, ¿por qué estás aquí y con maletas? —cuestionó estrujándose los ojos y encendiendo las luces de la sala.

Sabía que ella haría toda clase de preguntas en cuanto llegara, por más que haya postergado ese momento, allí estaba, sin ánimos de decir que estaba divorciándose de su esposo, que ya no vivirá con él y que ahora prácticamente no tenía donde dormir.

—Mom, solo quiero dormir, hablamos de eso mañana, ¿sí? —comentó apagando las luces, guiándola por las escaleras que conducían a las dos únicas habitaciones de la casa.

—¿Estás bien? — cuestionó con el acento Londinense al que Taehyung estaba acostumbrado escuchar solo de ella.

Su madre era la única persona con la que hablaba en su segundo idioma, y sabía que era como un respiro para ella el poder comunicarse con su hijo en su lengua materna sin problema alguno. Aunque él hablaba en inglés una que otra vez cuando tenía clientes extranjeros, pero fuera de ello, solo con su madre.

Ellos se habían mudado a Corea cuando él aún era un niño de diez años, que fue donde su padre reabrió el bar. Aunque su madre apenas podía hablar el idioma, lo aprendió bastante rápido gracias a que él y su padre hablaban en coreano todo el tiempo, aunque luego de la muerte Young-su,
ella prefiere hablar inglés.

Siempre se comunicaba con ella en inglés, solo para que se sintiera cómoda con él, no le importaba hacerlo, de hecho, en cierta forma también lo prefería porque muchas veces olvidaba que su acta de nacimiento decía Londres, Inglaterra.

—Estoy bien, solo necesito dormir. Si Juwon te llama, dile que no estoy aquí —le hizo saber mientras caminaban por el pasillo.

—¿Pelearon? —cuestionó ella de pie en el umbral de la habitación, acomodando su cabello en una coleta, como siempre lo hace antes de dormir.

—Algo más que eso, pero te contaré todo mañana. Sigue durmiendo.

Hace tiempo que no dormía en su habitación de infancia, no era para sorprenderse que estuviera tan limpia y con las mismas cosas de siempre, sus posters de algunos artistas de jazz, la repisa con algunos discos de vinilo que coleccionaba. No había una sola cosa fuera de su lugar, su cama estaba tendida, bien arreglada; siquiera había polvo.

Antes de irse a la cama, Taehyung volvió a encender su móvil para finalmente responderle a Juwon solo para que supiera que estaba vivo, no necesitaba responder a más; conocía a su esposo y sabía que dentro de poco podría reportarlo como desaparecido si al menos no le respondía uno de los tantos mensajes que tenía acumulados solo de él, pidiéndole exactamente que al menos le dijera que estaba bien.

Su única intención al terminar de ducharse era dormir con el recuerdo fresco y viviente que tenia de él y Jungkook simplemente pasando el rato en el parque que el visitaba solo cuando no quería llegar a esa enorme casa y sentirse tan solo, esos pensamientos fueron eclipsados cuando envió el primer mensaje y tuvo como respuesta una llamada que esta vez sí contestó.

"Taehyung, deja de evitarme por favor, ¿estás bien?", lo escuchó decir en cuanto descolgó la llamada, podría decir que se escuchaba preocupado, pero no podría asegurarlo, ni siquiera estaba seguro de ello con él.

"Estoy bien, ya sabias que esto pasaría, así que no finjas estar preocupado por mi ahora", contestó.

"Amor, ¿Cómo dices eso? Claro que me preocupo por ti. Por favor vuelve y hablemos".

"No tenemos nada de qué hablar, al único acuerdo al que podemos llegar tú y yo es a tener un divorcio por mutuo acuerdo", consideró Taehyung.

"Al menos dime donde dormirás"

Claro que el querría saber dónde estaba, tan controlador como siempre, eso no lo cambiaria nunca.

"No tienes que saberlo, solo te escribí para que supieras que estoy bien".

"Debiste haber ido al hotel, allí estarás cómodo", sugirió bajando más la voz, en el fondo escuchó susurros y puertas cerrarse. Fue en ese momento que lo supo, no era estúpido, sabía exactamente donde él estaba sin que tuviera que decírselo.

"Ese Pent-house es tuyo, y no quiero estar donde probablemente llevaste a alguien más", dijo Taehyung alzando su voz más de lo que tenía previsto. "No sigas con esto, sé que estas cuidándola, en realidad deberías, pero deja de querer reclamarme a mí cuando tú eres el que fue infiel en primer lugar".

No tuvo nada más que decir, colgó e inmediatamente apagó el móvil. No necesitaba escuchar sus pobres excusas y falsas razones. Mentiría si dijera que no le importaba, puede que el amor entre ellos haya sido casi inexistente, pero aun así el saber lo que hizo le carcomía la consciencia y se preguntaba todas las noches: «¿No soy suficiente?», «¿Soy tan conformista en temas del amor que no soy capaz de buscar lo que necesito, sino lo que quiero?».

Y esas preguntas, seguían ahí.

═══🎸 ━━『🍸 °*• ♫Jungkook♫ •*° 🍸━🎸════

Aquella mañana de domingo abrí los ojos y la luz tenue que entraba por la pequeña ventana me indicaba que estaba nublado. Hubiera preferido quedarme acostado y descansar, pero una extraña curiosidad me invadió ¿Sería capaz de apreciar la belleza incluso en un día como este?
De verdad quería ver como se movía el mundo, solía correr por el mismo sitio y mi vida se había vuelto amante al ambiente nocturno de Tazzys. Era como un vampiro que solo vivía bien de noche, pero mi cuerpo aquella mañana me gritaba con una necesidad casi extrema que saliera sin importar el rumbo.

Mis pies me llevaron contrario a todas las calles que solía tomar y terminé en una especie de plazoleta donde había muchos señores jugando ajedrez o Go. Que fascinante se veía la vida ante mis ojos, la gente caminando a mi alrededor, aquella luz gris, el sonido de las aves probablemente anunciando lluvia.

Veía todo con tal fascinación que me sorprendió mi propia reacción. Seguí caminando y me detuve en un puesto a comer Tteokbokki; mientras comía escudriñaba el entorno, vislumbré una iglesia y no cualquier iglesia. Como si el día pudiera nublarse más de lo que estaba, mis pies como un acto reflejo me dirigieron ahí.

Cada peldaño que subía de la escalinata me recordaba como todavía tenía pequeñas espinas en mi interior.

Esos vitrales con figuras divinas me hicieron pensar en ¿qué le habrán dicho a él? ¿Qué le habrá dicho aquel crucificado que lo alejó de todos y tomó su corazón de un día para otro?

Solo había unas cuantas señoras en el lugar, supuse que rezaban y por un momento pensé: ¿Por qué tendría yo que rezar ahora? ¿Sería este mi momento de hablar con el ser que me arrebató a la persona por la que quise arrancarme el corazón para no sentir? Nunca recibí respuestas de parte suya, no podía escuchar su voz como otras personas aseguraban hacerlo.

¿Por qué aun en este momento te guardo rencor, Dios?
¿Por qué no me quitas el odio que siento por ti?

No sé cuánto tiempo permanecí sentado ahí, pero el movimiento de la gente al entrar me alertó de que la misa estaba por empezar y secando mis ojos llorosos le dije por última vez a Dios que si sacaba las espinas que sentía en mi interior lo dejaría de odiar, que realmente no quería odiarlo a él ni a nadie.

Lo dejaría de odiar por todas las cosas que me quitó, por el dolor, el sufrimiento, la humillación, por los dedos de aquellos que te siguen y continúan llamándome pecador por ser como soy, como si ellos mismos no lo fueran también, ¿acaso quienes amamos a personas de nuestro mismo sexo somos más pecadores que ellos por esa única razón? Me gustaría que fuera ese ser divino quien respondiera a esa pregunta, que me dijera por qué a mí no se me permitía estar en el que se supone es tu hogar, donde todos tienen un lugar, pero en cambio, ser echado en tres ocasiones de tú la iglesia es lo que no me permite dejar de reprocharte como lo hago.

Caminé por la concurrida calle de la avenida principal, no tenía un rumbo en específico hasta que recordé la razón por la que mi hermana no fue a buscarme la noche anterior a Tazzys, estaba muy enferma y mi plan antes de irme a dormir era comprarle algunas cosas y cocinarle algo que la hiciera sentir mejor. No cocino mejor que ella, pero estoy seguro de que podría hacerle algo bastante decente.

No pensé que el supermercado estaría tan lleno a las 12 del mediodía, es domingo, así que sé que la mayoría de las familias hacen sus compras los fines de semana y ese día casi nadie trabajaba, así que tuve que hacer una larga fila para pagar. En ese momento me arrepentí por no ir a la tienda de conveniencia solo por querer conseguir carne más fresca para ella.

El trayecto hasta el apartamento de Eun-joo al menos fue rápido, y antes de que el autobús se llenara me quedé en la parada más cercana del complejo de apartamentos en el que vivía con su prometido. El día seguía nublado, pero del cielo no había caído una sola gota de agua, la fría brisa movía mi cabello.

Esa tarde de domingo me sentía particularmente más sensible, podría atribuírselo al día gris, lo que solo me traía recuerdos de ese día en el que decidió llenar mi vida de confusiones y dudas que había dejado atrás, mismas que volvieron en el instante que él se fue.

Las nubes grises que escondían el sol, la gélida ventisca, era exactamente como ese día que cambió todo en mi vida, cuando desperté en ese hospital sabiendo que no lo volvería a ver nunca más, sin entender su decisión o las razones de la misma, respuesta que aún no tenía y dudaba que algún pueda tener.

No dejaba de preguntarme si habrá cumplido con el propósito para el que fue llamado, si lo había dejado o si siquiera estaba vivo, supongo que nunca lo sabré, aunque albergaba la esperanza en mi interior.

Bajé la mirada del cielo y me encontré con la sonrisa radiante del prometido de mi hermana, quien salía del edificio al que me dirigía.

Kim Seokjin es el chef personal de Eun-joo, repostero de la tienda en la que ella es propietaria, es el hombre que ha sido todo para ella desde hace mucho tiempo por no decir siempre. Aparte de ser el mejor amigo de mi vecino más ruidoso, también es el hombre que pronto será el esposo de Eun-joo.

Es una persona radiante, bastante afectuoso y a pesar de que tenemos la misma edad es bastante maduro y da los mejores consejos; fue la segunda persona con la que hablé antes de dejar de ejercer la carrera de actuación e irme de casa de mis padres. Siempre se dirige a mí con tanta amabilidad y cariño que no sabía cómo responder a todo ello, hasta que me acostumbré.

—¡Jungkookie! —gritó con entusiasmo, se notaba mucho más contento de lo usual.

Recibí el abrazo del pelinegro que abría sus brazos con una sonrisa de oreja a oreja, quien me arropó con fuerza. No podía negar que los mejores abrazos siempre los he recibido de Seokjin, son tan cálidos que por inercia cerraba mis ojos. Aunque nos vemos todos los días en el trabajo, un abrazo de mi cuñado es algo que recibía cada día como saludo y despedida, algo que definitivamente extrañaría cuando dejara de obtenerlos.

Entendía porque mi hermana se había enamorado de él en la facultad de Gastronomía y Artes Culinarias, es como un ser radiante y lleno de buenas vibras que tan solo al estar a su lado te sentías seguro y en calma.

—¿Cómo estás hyung? —le pregunté en cuanto nos separamos.

Siempre lo he tratado como alguien mayor a pesar de solo me llevaba unos meses, pero su comportamiento tan juicioso es lo que hacía que las cosas entre nosotros fueran diferentes.

—Muy bien, ¿Cómo te fue en tu presentación de ayer? —comentó arreglando mi cabello despeinado por el viento.

Esa mañana salí sin algo que pudiera sujetar mi largo cabello, así que supuse que estaría vuelto un desastre para cuando llegara a casa.

—Me fue bastante bien —contesté devolviéndole la sonrisa, recordando específicamente la salida con Taehyung que no mencioné por el bien de mi corazón —. Voy a hacerle un caldo para que mejore, me dijo que está enferma, pero supongo que tú ya estás cuidando de ella.

—Dudo que sea que esté enferma, pero ya la conoces, se rehúsa a hacerse la prueba de embarazo.

—¡¿Embarazo?!

—¿Tan mala es la idea de ser tío? —preguntó riendo—. Voy a la farmacia por la prueba y vuelvo, está vomitando como loca, cuídala por mi mientras voy.

La palabra embarazo retumbaba en mi cabeza, no podía imaginarme a mi hermana siendo madre, yo tío, es decir, ella nunca ha hablado de formar una familia, pero supongo que en el instante que aceptó casarse con Seokjin, formar una familia es lo que tuvieron en mente.

Familia, hijos, matrimonio, un conjunto de cosas que nunca ha pasado por mi mente hasta ese momento en el que posiblemente mi hermana estaba esperando su primer hijo, mi primer sobrino. Aunque ella nunca mencionó el querer tener hijos, supongo que la emoción de Seokjin significaba que ya lo habían hablado.

Me siento feliz por ellos, pero al mismo tiempo inevitablemente vuelvo a sumergirme en aquel enjambre de pensamientos antes de bajar del ascensor; pensaba en mi vida y que mis propósitos eran distintos a lo convencional ¿Realmente me proponía algo en este momento de mi vida? Solo seguir tocando en la banda, despertarme, correr, comer, pero... ¿No sé supone que lo más natural es compartir la vida con alguien? ¿No sé supone que él propósito biológico es la reproducción?

Pensar que mi cuerpo estaba hecho con ese propósito tan alejado de mis propios deseos me nubló la visión por la siguiente cuestión que me atravesó la sien: ¿Podría yo hacerme cargo de otro ser humano cuando ni siquiera estaba dispuesto a compartir la vida con nadie? ¿Sabía yo siquiera al menos cuidarme a mi mismo y a mi corazón? La respuesta era no y probablemente nunca lo estaría. ¿Hasta cuando estaría abrazando mis heridas? ¿Por qué me había acostumbrado a vivir sangrando?

Si yo fuera alguien mas tampoco quisiera estar conmigo, con alguien que lloró casi todas sus lagrimas por una sola persona, con alguien que sembró su corazón en entrañas ajenas... no, definitivamente me enamoré de las anestesias de la vida. Quiero volver a vivir, a vivir de verdad, como el que no tiene miedo a perder nada porque ya lo ha perdido todo.

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