VIII. Confidencias, recomenzar, ¿latidos de amor?

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Reír nos hizo invencibles. No como los que siempre ganan sino como aquellos que no se rinden —Frida Kahlo.

El día domingo no tenía pinta de que sería soleado, pero eso no evitaría que saliera con su madre; primero, a hacer las compras de la casa y luego ya buscaría un lugar para mudarse lo antes posible, tenía ahorrado el dinero para hacerlo porque es algo que venía pensando desde hace meses.

No pretendía estar mucho tiempo en casa, como suele pasar sus domingos con su madre, porque probablemente, el primer lugar en el que Juwon podría aparecerse era en casa de Charlotte, su falsa preocupación por saber dónde dormía estaba bien disfrazada de sus ansias de querer controlarlo y lo conocía lo suficiente como para saber que aquello solo era una trampa para él asegurarse de que no mentía respecto al lugar y con quien estaba, porque él ya lo sabía y solo preguntaba: 1. Para confirmar, 2. Para tratar de convencerlo de que fuera adonde él pudiera tener control de él.

Todo aquello, siempre lo disfrazaba con preocupación y un tono de voz apacible, era manipulador, pero han estado juntos por un poco más de ocho años, así que lo conocía como a la palma de su mano.

Ya era mediodía cuando llegaron al supermercado, mismo que estaba bastante concurrido como para ser un domingo casi lluvioso en el que la mayoría de personas se supone que deberían quedarse en casa por el ambiente, pero no, había fila para pagar, ya eso era suficiente.

Almorzaron juntos en el restaurante de comida inglesa que a su madre tanto le encantaba, no se quejaba de la comida, pero prefería el picante del pollo dakgangjeong, el queso en el ramyeon, la mayonesa en el arroz con algas y bulgogi, pero también era un británico con rasgos más asiáticos que británicos que amaba la comida coreana.

Como era de esperarse, su madre eligió ese momento para tocar el tema del que ha estado tratando de escapar desde que llegó a casa, pero no tuvo otra opción que contarle todo lo que sucedió con Juwon, sin dejar de lado lo que hizo su esposo como para que él tomara la decisión de divorciarse.

Por supuesto que Charlotte se sorprendió cuando escuchó el relato de su hijo, nunca se imaginó que Juwon fuera capaz de hacer algo como eso, pero lo que más le sorprendía es que su hijo no parecía tan afectado al respecto. Taehyung siempre ha sido un niño fuerte durante su niñez y adolescencia, pero aun así esperaba que él mostrara algún signo de dolor, pero en su rostro sólo pudo ver decepción.

Es un hombre responsable y cada vez que lo veía sentía que crecía más, aunque ella lo viera como su niño, aunque tuviera treinta, él siempre ha sido su hijo consentido porque es el único que tiene y de solo pensar en que podría pasarle algo, se sentía enferma.

Su hijo siempre fue muy valiente, incluso mientras le contaba que estaba divorciándose del hombre con el que ha estado por tanto tiempo. Recordaba la primera vez que él fue a su lado y le dijo: «Mamá, hoy besé a un chico y me gustó, creo que me gustan los chicos".

Su esposo ya lo sabía y ella tenía la sospecha también. Mientras vivieron en Europa fue maravilloso hasta que tuvieron que mudarse a Corea, porque la madre de su esposo estaba al borde de la muerte y nadie más podía cuidarla además de él. Fue como un choque para ella y para Taehyung que solo había estado allí de visita, la vida era completamente distinta y fue difícil para él acostumbrarse a no tener la misma libertad que tenía en Europa respecto a su sexualidad, incluso en ese momento, él fue valiente.

A Charlotte le costó mucho más cuando su esposo partió para siempre, fue difícil sacar adelante a su hijo sola. Tenía una carrera que prácticamente empezaba desde cero cuando su inglés no era suficiente como para conseguir un trabajo que pagara lo que realmente merecía una diseñadora de interiores.

Tenía el bar y aunque en muchos momentos difíciles pasó por su mente el venderlo, se retractaba de inmediato porque era lo único que le quedaba de su esposo, era su felicidad y sabía que a Taehyung le encantaba.

Por más difícil que fue, logró establecerse en el mercado, empezando con empresas pequeñas que le dieron la oportunidad de abrirse camino en trabajos de medio tiempo, hasta que logró tener su propia oficina. Su coreano mejoró muchísimo desde la muerte de su esposo y su estabilidad económica volvió a restablecerse, no eran precisamente ricos, pero vivían con lo suficiente y necesario para vivir cómodamente

No le sorprendió cuando supo que Taehyung decidió usar sus ahorros de la universidad para reabrir el bar al que su padre le puso tanto empeño. Al principio no fue fácil, tenía pocos clientes hasta conseguir tener música en vivo y todo fue en aumento; con el dinero que empezó a ganar hizo su carrera en la facultad de negocios, donde conoció a quien hasta ese momento era su esposo, Lee Juwon.

—¿Estás seguro que quieres divorciarte? —cuestionó—. Tu sueño es formar una familia, tener hijos.

—Me tomaré un tiempo para mí y pensaré un poco más acerca de mis sentimientos antes de volver a iniciar —contestó mientras estacionaba su auto frente a la oficina de su madre que se encontraba cerrada los domingos.

—¿Eso quiere decir que hay alguien? —preguntó mientras entraban al lugar.

—No, como crees, Mom.

—Por como acabas de sonreír, parece que si —concluyó colocándose detrás del escritorio.

Su oficina era bastante elegante y moderna, sus paredes estaban pintadas de beige con diseños geométricos y repisas sencillas en las que tenía fotos de él y su padre. Era acogedor y bastante profesional.

—Solo es alguien con quien me gusta estar. No lo sé, quizás sea la esperanza de poder empezar una nueva vida, no significa que sea algo romántico, solo me gusta su compañía —admitió pasando sus dedos por los cuadros de diseño que colgaban encima del sofá blanco de dos plazas.

—Eso es bueno. Al menos te gusta alguien.

—No me gusta, Mom —se quejó en voz baja.

—Soy tu madre, príncipe. Lo sé —expresó—. Pero como tú madre, puedo decirte que no está mal el que tengas ojos para otra persona aun cuando ante la ley sigues casado, pero lo mejor es que te asegures de cerrar ciclos antes de empezar otro.

—Es lo que intento hacer, es lo que quiero.

—En fin, imagino que quieres un lugar tranquilo, pequeño y cómodo —determinó.

—Sí, y que tenga lugar donde pueda dejar el coche.

Su plan inicial era conseguir una casa y cuando la tuviera darle los papeles del divorcio a Juwon y luego marcharse. Ahora iba de un lado a otro con todas sus cosas empacadas en maletas y cajas, lo único que dejó en esa casa fueron las lágrimas que derramó en la habitación del bebé que nunca tuvo.

Dejó aquella habitación como parte de su pasado y de lo que alguna vez quiso construir. Estaba por iniciar una nueva vida, y empezaría desde cero, con nuevos propósitos para su vida, dejando el único que probablemente nunca cambiaria, formar una familia. Era conocedor de que se tardaría para lograrlo, pero en ese punto estaba dispuesto a esperar un poco más.

Durante el resto de la tarde pudieron atender varias citas en apartamentos de Gangnam que según la reseña de los demás, era de los mejores lugares para vivir cómodo, eso y que no estaban lejos del bar, lo que por supuesto le facilitaba las cosas.

—Encontré esto en el asiento. No creo que sea de Juwon.

Su madre le extendió lo que parecía ser la uña de una guitarra cuando llegaron a casa, solo pudo pensar en Jungkook, es el único guitarrista que ha estado en su auto, y sonrió al leer lo que tenía grabado en la uña de su guitarra: "Life is a song... love is the lyrics".

Aprovechando que la tenía aun cerca pudo escudriñar su expresión porque, aunque ya fuera un adulto le importaba como se sentía su madre al respecto, era la única persona con la que contaba de manera incondicional. Entendía que ella estuviera algo renuente a la idea de que él se divorciara de Juwon, al igual que él estaba decepcionada, pero también sabía que ella lo adoraba, al menos la versión que siempre demostró ser con ella. Charlotte no lo conocía como Taehyung si, solo conocía su versión encantadora, elegante, bueno.

Para Jungkook y Jimin, la mañana del lunes fue tan horrible como se esperaba, al menos hacía mejor tiempo que el fin de semana, pero el dolor de cabeza fue insoportable en el instante que abrieron sus ojos.

Jungkook solo pudo escuchar las quejas de su mejor amigo al despertar, aunque para él no fue distinto, al bajar los pequeños escalones que daban únicamente a su habitación que estaba prácticamente al aire libre; vivía en el mejor apartamento estudio que podía tener porque la sala, cocina y baño estaba en la planta baja, aunque el piso de la habitación estaba al aire libre, solo se podía apreciar la misma al estar allí arriba.

—¿Por qué me dejaste beber tanto? —se quejó Jimin moviéndose a rastras, dejando caer su cuerpo sobre él de Jungkook, quien estuvo a punto de caerse cuando su amigo se apoyó sobre su espalda.

—No me hiciste caso, métete a bañar primero. Haré café —le pidió estrujándose los ojos y apartando el cabello desarreglado de su frente.

—Tendré que ir a casa de Inah a buscar mis cosas, joder, siento que me va a explotar la cabeza.

—Merecido, me hiciste beber y tuve que limpiar todo tu desastre.

—Dime que no hice nada estúpido ayer —suplicó desde el umbral de la puerta, en el momento que puso su mirada en el retrete, tuvo vagos recuerdos de él vomitando con alguien más a su lado maldiciendo, es todo lo que recordaba.

—Si lo hiciste, pero dejaré que vivas con eso toda tu vida y no te contaré nada por hacerme beber más de lo que debería —se quejó Jungkook sirviendo el café que ya estaba listo—. Báñate rápido, tenemos que salir.

Para cuando ambos estuvieron listos para salir, Jimin estuvo más silencioso, esperaba que estuviera preguntando las cosas que hizo estando borracho o quejándose por el dolor de cabeza, pero fue todo lo contrario y pudo notar en su rostro que estaba sumido en sus pensamientos.

Salen apurados del apartamento cuando la hora no es muy favorable, Jimin tenía que dejarlo en la pastelería antes de irse a su casa para poder cambiarse de ropa e ir a trabajar, era obvio que no llegaría a tiempo y encima de todo eso era lunes, lo que significaba más tráfico, más trabajo, todo estaba al máximo.

En el momento que cerró la puerta, Jungkook se dio la vuelta dispuesto a seguir los pasos de su mejor amigo por las escaleras, pero este estaba con la mirada en la puerta de su vecino, mismo que los sorprendió cuando salió vestido con un traje negro, era primera vez que Jungkook no lo veía con ropa más relajada.

Jungkook temía que Jimin se echara a llorar en el pasillo, por su rostro creía que lo haría en cualquier momento, pero se sorprendió cuando este saludaba a Namjoon con una reverencia, evidentemente sin recordar nada de la noche anterior.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Namjoon con una sonrisa ladina, Jungkook quería empujar a su amigo fuera de allí, él era quien conducía y mientras él siguiera estudiando a Namjoon con el ceño fruncido no podrían salir de allí.

—¿Disculpa? —cuestionó Jimin mirando a Jungkook por una fracción de segundos, quien no dejaba de mover la pierna.

—Hyung, que tengas buen día, nosotros tenemos que irnos —comentó Jungkook empujando a su amigo hacia las escaleras, obligándolo a apartar la mirada del hombre que ahora caminaba detrás de ellos.

—¿Qué diablos fue eso? —preguntó Jimin en cuanto estuvo detrás del volante—. ¿Desde cuando tienes un vecino así de alto y que huela muy bien?

Jungkook se rio al escuchar sus palabras sabiendo que fue exactamente lo mismo que le dijo a Namjoon mientras estuvo borracho. Aunque no contestó sus preguntas, eso no evitó que Jimin le sugiriera que le coqueteara al mejor amigo de su cuñado, tampoco dijo nada sobre ello porque él si recordaba los eventos de la noche anterior.

—¿Invitarlo a vernos tocar? —preguntó Jungkook sorprendido por lo que decía Jimin, realmente estaba desesperado por emparejarlo con alguien, cada hombre que respiraba cerca suyo era un posible candidato para él.

—Sí, para que vea tus habilidades con la guitarra y se interese en ti. Ya sabes.

—Puedo invitarlo, si —murmuró Jungkook, sabiendo perfectamente que ni el, ni Namjoon se interesaría por el otro ni en un millón de años, parecía más bien que su vecino había mostrado interés por su amigo.

El inicio de semana fue tan pesado como esperaba que fuera, el dolor de cabeza no se fue en toda la tarde. Quiso pensar que fue por haber tomado de más y acostarse tarde, que estaba tan cansado, pero no era solo eso, sino el hecho de su hermana seguía con malestares, así que cada cierto tiempo, solo eran él y Seokjin para el gran volumen de clientes que tenían ese día.

Jungkook había entregado el último pedido del día cuando acomodaba algunas cajas en el auto de su hermana antes de irse casa, sintió su móvil vibrar en su bolsillo trasero cuando estuvo a punto de subir la última caja al maletero.

"¿Si?"

Ni siquiera miró quien llamaba, de todos modos, no recibía llamadas de muchas personas, bien podría ser su madre, su padre o alguno de los chicos de la banda.

"¿Jungkook?", en el instante que escuchó esa voz profunda del otro lado de la línea, dejó caer la caja que tenía en manos y casi deja caer el móvil que sostenía entre su hombro y oreja.

"¿Sigues ahí?", por supuesto que seguía allí, solo no esperaba una llamada de él, no recordaba haberle dado su número, pero eso era lo de menos, debía contestarle.

"Taehyung, hola", fue lo más rápido que pensó en responder.

"Lo siento si estás ocupado, tengo la uña de tu guitarra, la dejaste en mi auto. Sé qué haces ejercicio en la tarde, puedes pasar a buscarla al bar", comentó Taehyung.

"Si, está bien. ¿Puedo pasar más o menos en 20 minutos?", preguntó el pelinegro cerrando el maletero del coche.

"Perfecto, aquí estaré", fue lo último que dijo antes de despedirse.

Aunque Jungkook no tenía planes de hacer ningún tipo de ejercicios esa tarde, también muchas plumillas para tocar su guitarra acústica y bien podía esperar al miércoles para que Taehyung le entregará lo que dejó en su auto por descuido, pero había una voz en su cabeza que le decía que fuera esa misma tarde, sin importar el cansancio o el dolor de cabeza.

Taehyung también pudo haber esperado hasta el día que tenía asignado para tocar en el bar, pero no quería esperar si tenía la oportunidad de verlo y pasar un rato con él antes. Al colgar la llamada un sentimiento de culpabilidad lo lleno, se convenció a si mismo de que no estaba usando a Jungkook para beneficio propio, que estaba bien que le gustara estar con él, solo ellos dos, que no era solo su necesidad de escapar de su lio sentimental del que no se ha podido deshacer durante todo el día.

Ahora que había mantenido una conversación con Jungkook, que lo escuchó hablar con pasión de lo que amaba hacer, con la sinceridad notable en cada palabra, su risa y sonrisa, le agradaba la idea de pasar más tiempo con él, empezaba a conocerlo fuera de su timidez constante y le gustaba lo que sabía hasta el momento, le gustaba hablar con personas como él y tenía la esperanza de que mientras más hablaran, más interesante resultará ser.

No tenía otras intenciones fuera de pasar tiempo con él, no solo para olvidar, sino también para conocer al artista apasionado, a la persona que genuinamente era Jeon Jungkook.

Luego de haber salido del trabajo, fue directo a su apartamento donde encontró a su mejor amigo en la entrada con una maleta en manos, había olvidado por completo que Jimin estaría viviendo con él por un tiempo, lo peor es que tendría que dar una buena excusa para volver a salir e ir al bar.

—Apuesto a que lo olvidaste —dijo Jimin subiendo el cubrebocas—. Perdón, no me tendrás aquí por mucho tiempo.

Jimin estaba actuando raro, su voz se escuchaba distinta, algo apagada, sus ojos parecían estar hinchados y su ropa de trabajo era un desastre al igual que su cabello.

—Puedes quedarte conmigo todo el tiempo que quieras, pero pagas tu comida —dijo mientras subía entraban al apartamento.

—Imbécil, ¿me piensas cobrar hasta el agua que tome? —cuestionó Jimin tratando de hablar con más ánimo, pero Jungkook notó como este tenía su mirada en el piso cuando caminaba, sus hombros decaídos y aun no se quitaba el cubrebocas.

—¿Está todo bien, pequeño? —cuestionó antes de entrar al baño.

—¿Por qué de repente usas ese apodo conmigo? Solo lo haces para seguirme la corriente cuando te digo "cariño" para molestarte —comentó Jimin dejándose caer sobre el sofá—. No estoy bien, papá estuvo en casa Inah, discutimos muy fuerte y me pegó, lo que me dejó esto.

Jungkook caminó hacia el al ver que la razón de llevar un cubrebocas era el labio partido, lo que por supuesto le preocupó.

—Joder, amigo —se quejó Jungkook—. Lo importante es que todo eso se irá y podrás hacer tu vida a tu manera. Desinfecta eso y dúchate, yo saldré.

—¿A donde irás? —preguntó Jimin cuando su amigo entró al baño.

—Ejercicio.

Para su suerte Jungkook no tuvo que decirle mucho a Jimin porque él ya sabía que a esa hora de la tarde se ejercitaba, pero también tuvo suerte cuando su amigo no se fijó mucho en que se preocupó bastante por usar una ropa cómoda pero también agradable a la vista. Si se preocupó por verse bien la última vez que vio a Taehyung, esa tarde no sería la excepción.

Las puertas del bar ya estaban abiertas cuando llegó, aún quedaba una hora para que abriera para el público, así que no tenía prisa. Acomodó su cabello en una coleta dejando solo el flequillo caer sobre su frente. Al entrar se encontró a Taehyung bajando las sillas que siempre dejaba sobre las mesas.

—Hola —saludó Jungkook acercándose lentamente hacia él, sin saber dónde poner sus manos.

—Hola, ¿cómo estuvo tu domingo? —preguntó Taehyung cuando tuvo a Jungkook en frente, se alegraba de verlo y era algo que no podía ocultar.

No parecía que venía de hacer ejercicios como estaba acostumbrado a verlo cuando abría el bar, no llevaba sus pantalones a de chándal grises y camiseta negra, sino un pantalón beige y un abrigo blanco, ambas prendas lo suficientemente anchas como para ocultar lo poco que Taehyung ha visto de la figura ejercitada de Jungkook cuando decidía usar vaqueros ajustados para sus presentaciones. Estaba muy relajado y ni siquiera podía describir lo bien que le hacía sentir aquello.

—Estuvo caótico —contestó Jungkook haciendo ademán de ayudarlo a bajar las sillas que faltaban—. ¿No tienes quien te ayude a hacer este tipo de cosas?

—Sí, pero como soy el que abre, llegó más temprano así le dejo el trabajo más difícil a los demás —dijo medio en broma, evitando que Jungkook lo ayudara.

—¿Te gusta trabajar aquí? —preguntó Jungkook limpiando sus manos sudadas de sus pantalones, aprovechando que Taehyung le dio la espalda por un corto tiempo.

—Me hace feliz —contestó—. ¿Por qué fue caótico tu domingo? Si se puede saber.

—Oh, salí a beber con un amigo y nos emborrachamos, me pasé el día con dolor de cabeza y eso que no bebí tanto como él —admitió Jungkook, buscando donde poner su mirada que no fuera en Taehyung, aun después de haber pasado tiempo juntos, seguía sintiéndose nervioso bajo su mirada, que le parecía algo coqueta. Puede que fuera algo natural de él y que no lo hiciera a propósito, pero de todos modos, encendía su timidez al tope.

—Quizás necesites rehidratarte, también puedes beber café o té para la fatiga —recomendó Taehyung, moviendo el cabello de su frente con sus manos, cerrando sus ojos por una fracción de segundos. Jungkook solo podía pensar en lo hermoso que era sin siquiera intentarlo, solo acomodaba su cabello ondulado, pero incluso esa pequeña acción lo hacía de una manera tan sutil y encantadora.

—Tengo café, puedo invitarte algo, aunque prefiero el té, ¿tú que prefieres? —cuestionó Taehyung dándole la vuelta a la barra hasta quedar detrás de ella, sin dejar de mirar a Jungkook.

Taehyung pensaba que el pelinegro estaría mucho menos tímido después de la última vez que estuvieron juntos, pero ahora tenía frente al mismo guitarrista nervioso de siempre, por lo que no podía dejar de sonreír, la manera en la que sus ojos se agrandaban cuando le hacía alguna pregunta o como pellizcaba sus orejas ladeando la cabeza con una leve sonrisa que destacaba ese hoyuelo apenas visible.

Jungkook era tierno por naturaleza, se notaba y es lo que más le gustaba de él, que era un hombre tierno con una apariencia que va contra su personalidad o al menos la que ha podido apreciar hasta ese momento.

—No, Taehyung hyung, estoy bien. Ya bebí café en el día, no tomo más de una taza—dijo Jungkook antes de que el castaño preparara el café—. Gracias —susurró bajando su mirada.

—Oh, ¿no se te apetece nada más? —cuestionó Taehyung dedicándole una sonrisa, una vez más moviendo su cabeza de un lado a otro, apartando su cabello, lo que hizo que Jungkook se perdiera en el brillo de su pelo que lucía tan esponjoso, suave, tan bien cuidado que sentía envidia y sus manos sobre la barra picaban por las increíbles ganas que tuvo en ese momento de al menos acariciar su cabello por un segundo.

—Solo un poco de agua —masculló Jungkook.

Recibió un vaso lleno de agua con hielo, haciendo que sus manos se rozaran por una fracción de segundos.

—Espera aquí un momento, volveré enseguida.

Dejó salir un suspiro cuando Taehyung desapareció por el umbral que se encontraba a pocos pasos del pequeño escenario en el que el tocaba con la banda. Llevó una mano a su pecho, sintiendo como su corazón latía fuerte. Inhaló y exhaló varias veces, preguntándose porque estaba tan nervioso cuando no era la primera vez que él hablaba con Taehyung a solas, es como si no tuviera control de sus emociones cuando estaba con él; su corazón acelerado, sus manos sudadas y haciendo un gran esfuerzo para no tartamudear al hablarle o responderle alguna pregunta.

—Quería preguntarte, más bien pedirte un favor —comentó Taehyung extendiéndole la uña de su guitarra, por un momento olvidó que estaba allí por ello.

Su atención se mantuvo en los largos dedos de Taehyung, no supo cuánto tiempo, pero lo suficiente como para que este tomara su muñeca, dejando la uña de la guitarra entre su dedo índice y pulgar. Sentir la calidez de su mano en la suya hizo que su corazón se acelerara aún más, tanto que temía que explotara en ese instante, fue solo un roce de sus dedos juntos, pero ese simple roce dejó un cosquilleo en sus dedos.

Estaba en Tazzys para buscar la uña de su guitarra, que dejó en el coche del bartender, pero también se vistió bien para causarle una buena impresión, quizás para mantener la atención que hasta ese momento le ha dado y una vez más en su mente se estableció la duda de: ¿amigos o algo más?, de lo único que estaba seguro es que sentía bien, aun con todos los nervios, se sentía bien al hablar con él.

—Gracias —masculló al levantar su mirada y encontrarse con la de Taehyung, lo que por supuesto, empeoró su estado de nerviosismo, que en ese punto temía que fuera imposible de ocultar, se sentía como un adolescente tímido porque el chico más popular finalmente se había fijado en él, lo que por supuesto le trajó recuerdos de su propia adolescencia, recuerdos que prefería no tener mientras estuviera con Taehyung.

—No es nada —masculló—. Como te decía, me preguntaba si es posible que Blue Notes toqué esa canción que tocaron el fin de semana pasado, es posible que el miércoles tengamos muchos extranjeros y sería bueno mantener el bar muy animado.

—Me parece que hablas de Primary Colors —consideró Jungkook—. Tendría que hablarlo con los demás.

—Si, por supuesto, lo entiendo.

—¿Cómo sabes que vendrán extranjeros el miércoles? —pregunto Jungkook curioso.

—Soy un bartender que tiene sus contactos, Jungkook —señaló Taehyung guiñándole un ojo, lo que hizo que el menor sonriera.

La belleza de Taehyung le seguía pareciendo algo que estaba fuera de este mundo. Sencillamente él le recordaba a las galletas de Yakwga que hacía Seokjin y la relación entre lo que pensaba y lo que veía en aquel hombre era tan fuerte que pudo relacionar cada uno de los ingredientes que ya conocía a la perfección. La apariencia dorada de la galleta le recordaba a su piel trigueña, sus facciones levemente perfiladas como su mandíbula y nariz le recordaban a lo crujiente de la masa; la forma de sus labios acorazonados que se veían siempre hidratados, le hizo pensar en el brillo que le daba la miel a la galleta y el color acaramelado le asemejaba a sus ojos e incluso pudo comparar su cabello con el jarabe de malta que también iba incluido en la receta, oscuro y suave a simple vista.

Definitivamente Kim Taehyung era una golosina de la realeza como le llamaban en tiempos antiguos al Yakwga. El único ingrediente que no pudo comparar fue el Soju y el pensamiento intrusivo de podría descubrirlo si algún día pudiera besarlo, le hizo sentir algo de vértigo, sumado a los nervios que ya tenía. Pensó que si seguía por ese camino Taehyung tendría que recogerlo del suelo; tenía que buscar la forma de superar su timidez, o aquello realmente pasaría y que vergüenza.

Posiblemente le parecía mucho más hermoso porque era el tipo de hombres que a él le gustaban físicamente, esos por el siempre suspiraba y miraba desde la distancia porque sabía que no tendría la oportunidad de tener. Los hombres de facciones fuertes, con mandíbulas cuadradas, pero con cierta delicadeza, altos y muy habladores, todo lo contrario, a él.

No podía apartar sus ojos de él y por lo visto Taehyung tampoco podía dejar de mirarlo, es como si ambos estuviesen en su propio mundo, admirando la belleza del otro sin disimulo alguno, hasta que escucharon el sonido agudo de las campanas en la puerta, lo que causó que apartaran su mirada del otro, rompiendo de inmediato el contacto visual.

—¡Kim Taehyung! —el grito de alguien hizo que Jungkook se volteara, mirando la hora en su móvil, dándose cuenta de que aún no era tiempo de que el bar abriera.

Cuando levantó su mirada del móvil notó la presencia de dos hombres que entraban tomados de la mano, sus rostros le parecían conocidos. Uno vestía un traje negro con camisa blanca y una corbata roja de rayas blancas, era alto y delgado, bastante bien arreglado; sostenía la mano de alguien más que no pudo apreciar por completo hasta que terminó de entrar al bar con la cabeza gacha.

—Sírveme lo más fuerte que tengas —lo escuchó pedir aún sin darse cuenta de que Taehyung no estaba solo.

Jungkook vio al hombre que se encontraba detrás del primero que entró vociferando el nombre del hombre que se encontraba frente a él, mucho más cerca de lo que recordaba que estaban, o quizás solo estuvieron tan sumergidos en sus pensamientos que no se dieron cuenta de que estaban así de cerca hasta que llegó la pareja que seguía de pie en la entrada del bar.

La presencia del otro hombre llamó la atención de Jungkook, era obvio que eran pareja, pero a la vista eran tan diferentes uno del otro, uno vestía un traje formal, mientras que el otro que era menos alto, llevaba una camisa negra arremangada hasta sus codos y con cuatro botones sin abotonar, lo que dejaba a la vista su pecho y las cadenas alrededor de su cuello.

El tatuaje en su pecho y los de ambos brazos, aunque uno tenía más que otro, fue lo que llamó la atención de Jungkook, a decir verdad, era un hombre que daba de que hablar, no solo por sus tatuajes y su vestimenta atrevida, sino por sus facciones felinas, la forma de sus ojos y sus labios que no mostraba un atisbo de sonrisa, contrario al hombre que sostenía su mano, quien sonreía de oreja a oreja como si le hubiesen dado la mejor noticia del mundo.

Debía admitir que, la pareja que recién llegaba al bar contrastaban muy bien juntos.

Antes de que él ambiente se volviera incómodo, Jungkook se apresuró en despedirse de Taehyung y agradecerle por guardarle la uña de la guitarra, pero en el momento que intentó dar un paso para salir, el hombre que no dejaba de sonreír lo interrumpió.

—Eres el guitarrista de la banda que toca aquí —señaló acercándose a ellos, aún sin dejar ir la mano del chico que intentaba salir de su agarre—. Blue notes, ¿cierto?

—Si —susurró Jungkook en respuesta, sorprendido de que haya recordado su nombre.

—Ellos son Hoseok y Yoongi, seguro ya los habías visto antes. Son frecuentes en el bar —expresó Taehyung presentándole a sus amigos.

Claro que los había visto antes hablar con él, Jungkook había notado una de esas noches mientras tocaba que Taehyung hablaba con ellos muy animado. Era la misma pareja.

—Jungkook, un placer —dijo haciendo una pequeña reverencia.

—El tocará este miércoles con la banda, deberían venir a verlos —sugirió Taehyung palmeando los hombros de Jungkook, quien ya se encontraba algo rígido ante la cercanía de Taehyung.

—Estamos aquí casi todos los días, Tete —comentó el chico tatuado, con una voz mucho más ronca de lo que esperaba Jungkook y usando un apodo bastante tierno con su amigo.

—Tu eres alcohólico, Hobi no. Eres la mala influencia —consideró Taehyung.

—Así me tiene que amar, y si no, que se vaya a la mierda —declaró Yoongi pasando junto a Jungkook y sentándose en la barra.

—Siempre tan romántico —susurró Hoseok mirando la espalda de su novio—. Bueno, Jungkook, entonces te veremos el miércoles.

Jungkook se despidió de ellos con una reverencia, recibiendo como despedida un asentimiento de cada uno, fijó su atención en Taehyung por última vez y bajó de inmediato su mirada, ocultando sus mejillas sonrojadas.

—Fuimos a tu casa y no estabas, hijo de perra —reclamó Yoongi—. Dime que tiene ese whiskey que me diste la semana pasada.

—También es un placer para mi verte, ¿cómo te ha ido Yoongi? Yo estoy bien, gracias por preguntar —comentó Taehyung colocándose detrás de la barra, con la mirada en el hombre que extrañamente ha sido su amigo por tanto tiempo.

—Tete, sabes que te quiero, pero Hoseok viene tocándome los cojones todo el camino. Todo el día jodiendo con que quiere un tatuaje para luego estar chillando como nenita —se quejó Yoongi, rodando sus ojos—. Dile que sus padres me aman y ya no es necesario desafiarlos con un tatuaje absurdo.

—Igual, no le pesa nada, solo quiere hacer berrinche y hacerse de rogar porque sabe que no dejaré que alguien más me tatué si no es el —comentó Hoseok, con Taehyung mirándolo con atención, no es la primera vez que hacían este tipo de escena frente a él, incluso estaba acostumbrado a ello y le divertía en cierta forma que su manera de amarse era bastante peculiar.

—Ya cállate, ¿quieres? —le pidió Yoongi entrecerrando sus ojos.

—Yo también te amo —susurró Hoseok depositando un beso en la mejilla de su novio, quien no pudo ocultar su sonrisa y aunque puso sus ojos en blanco, entrelazó sus dedos con los de su novio por debajo de la barra, de manera que Taehyung no podía verlo, pero, de todos modos, el castaño ya conocía bastante bien a la pareja.

Taehyung conocía a Hoseok de la facultad de Relaciones Internacionales, no fueron a la misma carrera, pero compartieron un par de clases juntos, tenían muchas cosas en común con la diferencia de que el chico que se volvió su amigo si venia de una familia adinerada, lo cual le sorprendió por lo amigable que ha sido siempre y por supuesto que le sorprendió aún más ver a quien tenía como pareja.

Le gustaba de Hoseok, que al igual que él, siempre se preocupaba por dar una buena impresión, tener una buena imagen, le cae bien a todo el mundo y juntos eran los mejores de la clase, siempre.

Aunque en primera instancia, se sintió incomodo la primera vez que compartió con su pareja, Min Yoongi, pero nunca esperó que con el tiempo se volvieran tan cercanos. Se acostumbró a lo malhablado que es Yoongi, a su indiferencia y sus demostraciones de cariño repentinas cuando se sentía culpable por haber sido muy "duro" con sus palabras o acciones.

Muchas veces llegó a pensar que realmente lo odiaba o no le importaba, incluso se lo comentó a su mejor amigo, preguntándole si realmente Yoongi era la persona con la que quería estar y como era de esperarse, Yoongi se disculpó por haberlo tratando mal, lo abrazó como por cinco minutos, le cocinó y empezó a llamarlo Tete, pero luego se enteró que hizo todo lo posible por hacer las paces, porque Hoseok le había dado un ultimátum de abstinencia sexual hasta que Taehyung cambiara de opinión respecto a si merecía estar con su mejor amigo o no.

Han pasado exactamente tres años desde que supo que Hoseok entró a una tienda de tatuajes, de la que Yoongi es dueño, salió con un tatuaje y con el número del tatuador que pronto se convirtió en su novio. Fue allí con el único propósito de desafiar a sus padres y como si el tatuaje no fuese poco, empezó a salir con el que le hizo el tatuaje diminuto de una flor con sus pétalos de diferentes colores y una carita sonriente en el centro.

—¿Por qué no estabas en tu casa? Juwon parecía un zombi cuando nos recibió y dijo que no estabas en casa —expresó Yoongi recibiendo el whiskey que tanto deseaba tomarse.

—¿Eso dijo? —cuestionó Taehyung, aunque en el fondo si le preocupaba como estaba, ya le parecía extraño que no ha estado tratando de llamarlo, que no se haya aparecido en casa de su madre o en el bar, pero no merecía su preocupación. Quizás era otra de sus tantas manipulaciones para hacerlo volver.

—Sí, ¿sucedió algo?

—Oh sí que pasó, mucho en realidad, ustedes no saben porque lo he estado ocultando por meses de él, de mí mismo, de todos, pero me cansé —expresó Taehyung encendiendo la música, creando el ambiente antes de que empezaran a llegar sus colaboradores, se detuvo frente a sus amigos, quienes lo miraban expectante a sus palabras.

—Le pedí el divorcio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro