Capítulo nueve

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Ella trata de tranquilizarse e ir a la clase, pero no siente ganas, no quiere admitirlo pero siente su orgullo dolido y pisoteado, limpia sus lágrimas y se dice a sí misma que no tiene por qué seguir llorando, quiere autoconvencerse de no llorar.

No puede, golpea con su pie la puerta del baño.

—Por qué me tengo que enamorar de ti, maldición —un sollozo se escapa de sus labios. Trata de suspirar para poder tranquilizarse y así poder estar presentable en el salón y no estar mal, porque si no trata de calmarse sabe que todos se darían cuenta de que ha estado llorando.

—Irás ahí y serás tú misma, como siempre —muerde su labio y limpia nuevamente el rastro de lágrimas que hay por debajo de sus ojos.

Camina fuera del baño para ir al salón, ve a una chica a lo lejos y suspira, ésta la observa de arriba hacia abajo, camina hasta ella.

—Sé lo que tienes con la profesora —habla.

Lisa enarca una ceja observándola mientras se hace la desentendida, no iba aceptarle a la chica eso.

—¿De qué hablas?

—Vi cómo se besaban, idiota no soy, Lalisa —la mencionada ríe mientras se encoge de hombros.

—Mira, no tengo nada con la profesora y lo que viste es pura imaginación tuya... —deja la frase a terminar porque no sabe ni cómo demonios se llama la pelimorada frente suyo.

—Jisoo.

Asiente mientras la observa.

—Bueno, Jisoo, deja de ser tan imaginativa —le guiña un ojo y se aleja.

Soltando todo el aire retenido, entra al salón y no puede creer que Jennie no le ha dicho nada, de cierta manera siente un gran alivio.

La clase sigue su curso completamente normal, aunque la de ojos gatunos le da miradas de vez en cuanto tratando de notar algo en su rostro, sabe que algo ha sucedido, sus ojos la delatan, además de que se encuentra completamente ida en sí misma.

Sin embargo, no cuestiona nada delante de todos los alumnos, sería raro.

—Dejaré un repartido con la explicación a más profundidad —todos asienten y siguen sacando más apuntes, incluyendo a Lisa, quien se emociona por al menos entender un maldito tema de diez.

Algo raro en ella.

—Júntense en duplas y hagan los ejercicios que pondré en el pizarrón a ver sí así entienden más, dos mentes piensan más que una sola —todos ríen y se juntan, copian la propuesta para poder comenzar.

—Entendí algo al menos —ríe la tailandesa, Rosé ríe y niega.

—Eres todo un caso, amiga.

Comienzan a resolver los problemas y una vez que los terminan esperan a que la profesora los corrija en el pizarrón. No pasa más de diez minutos que lo hace, pero no sin antes Lisa recibir un mensaje por parte de la adulta.

Quiere que vaya a su casa después del colegio.

Debate en si decir sí, o no, porque después de lo que vio, algo quedó en ella.

Algo que la incomodó y dolió demasiado.

No contesta el mensaje, no ahora.

Jennie nota a Lisa inquieta y sabe que no debe presionar más por lo que comienza a corregir los ejercicios.

Para la sorpresa de la menor todos están correctos, se siente orgullosa porque por fin algo en física está saliéndole bien.

—Nos vemos mañana chicos, adiós.

Todos salen del salón menos Lisa y Rosé, quien le pregunta si la espera, Lisa le dice que sí.

Todavía siente el sabor amargo de ver a Jennie con aquella chica.

—Ya voy —susurra, la rubia asiente y sale del salón dejando a ambas chicas solas.

—¿Irás conmigo?

La puerta está cerrada y nadie podría entrar, además Rosé está 'cuidando' por así decir.

—No, hoy no, tengo cosas que hacer y no puedo posponerlas —suspira.

—¿Es sobre ese trabajo?

La menor frunce el ceño.

—¿Estuviste escuchando? —Jennie asiente mordiéndose el labio y Lisa traga saliva, quiere morderlo ella—. Sí, tengo que ir averiguar algunas cosas —miente, aún no tiene por qué ir averiguar nada, pero necesita una excusa para no ir, y es lo mejor que se le ha ocurrido hasta el momento.

—Espero que no sea nada malo en lo que vayas a trabajar, Lalisa —se acerca y acaricia su mejilla suavemente, con mucha delicadeza y eso hace que la castaña cierre los ojos dejándose llevar por ese dulce tacto que está sintiendo, es algo nuevo, bonito y sumamente dulce.

—No creo que sea nada malo —se encoge de hombros ahora alejándose de la mayor.

—¿Estás segura que no lo es?

Lisa traga saliva, porque en sí no es malo, pero tal vez no para ella.

—Sí, supongo.

—Suponer no es estar completamente segura, princesa —la tailandesa muerde su labio y mira hacia otro lado.

—No, no es malo, ¿de acuerdo? —trata de sonreír, pero no se convence ni a sí misma.

—Haré de cuenta que te creo —la otra enarca una ceja riendo.

—Ni siquiera me conoces tan bien.

Jennie la acorrala contra una mesa de los alumnos.

—No te creas, en poco tiempo conozco muchas cosas de ti, he aprendido a conocer las acciones que tienes —está a punto de besarla, pero se aleja—. Cuando estás nerviosa muerdes mucho tu labio, cuando estás excitada cierras tus piernas tratando de frotarte y contenerte. Al estar feliz sonríes con dientes, y cuando mientes o no estás segura titubeas como lo has hecho ahora —sonríe, y Lisa se sorprende porque es así, tiene razón.

No ha mencionado cuando está celosa y es mejor así.

—Cuando sientes celos tratas de evadir la situación y tus ojos se vuelven oscuros, como hace rato, princesa, así que no pienses que no te conozco porque lo hago, y creo que mejor que nadie en el poco tiempo que te he estado conociendo —la menor abre la boca sorprendida, no sabe qué decir—. Ve, no quiero atrasarte, me hablas cuando llegues —Lisa asiente y cierra los ojos al sentir como la profesora la besa cuidadosamente, ella coloca sus manos en las mejillas de la surcoreana y al separarse se sonríen—. Adiós —dice Kim, saliendo del salón.

—¿Vamos o qué?

Rosé está algo irritada, Lisa ríe y asiente.

Agarra su bolso y toca sus labios mientras suspira.

—Adiós mommy.

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