Capítulo once

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Después de tener sexo, Lisa cae completamente dormida mientras que Jennie la observa dormir, admirando su belleza.

Párpados hermosos, sus pestañas llegando a sus pómulos, labios regordetes y muy delicados, aunque cuando se propone usarlos para algo perverso dejan de ser delicados.

—¿Por qué eres tan hermosa?

De pregunta si el destino quiso eso, que entre ellas pasara eso.

¿Qué hubiese pasado si no se dejaba llevar?

Algo loco porque justamente en éste momento no se imagina haber dicho que no, sería algo loco porque justamente ahora no se arrepiente de nada, a pesar de que es grave lo que está haciendo.

Es una aventura que está amando hacer.

Acaricia levemente la mejilla de la castaña, quien abre los ojos lentamente observándola para después sonreír.

—¿No puedes dormir? —su voz sale un poco rasposa por haber estado durmiendo.

Jennie asiente.

—Nah, seguramente el cigarrillo me quitó el sueño —la otra rueda los ojos.

—No tienes por qué fumar.

—Es inevitable —se encoge de hombros, Lisa niega mientras suspira, se acerca más a ella y coloca una de sus piernas encima de las de la mayor quien le toca el trasero, pasa un dedo por el pliegue de ese redondito trasero que adora tocar cada vez que tienen sexo.

—Tienes una obsesión con mi trasero —sonríe, y se sonroja a penas.

No es muy notorio.

—Es bonito —se encoge nuevamente de hombros.

—Tus senos son bonitos y grandes —ríe Lisa llevando sus manos a los senos de su profesora, los aprieta mientras la observa a los ojos.

—Lo sé, quisiera reducirlos un poco —la menor hace un puchero.

—Nooo, por favor —besa ambos senos—. Son hermosos así, déjalos.

—Golosa —habla riendo.

—Son mi obsesión, no puedes culparme, además tu tienes una obsesión con chupármela, maldita compulsiva —la surcoreana cambia rápidamente de posición y la deja debajo suyo, están desnudas y eso es algo muy bueno porque tiene muchos planes para hacer sufrir a su Lalisa.

—¿Ves lo que digo? Ninfómana —suelta una carcajada mientras coloca sus manos en su cintura, Jennie lleva sus labios a su cuello, ésta lo inclina y deja que bese y muerda cómo a ella le gusta hacer.

Ya se ha acostumbrado a que lo haga.

Es algo que adora también de ver cuando llega a su casa y se ve en el espejo.

Le hace recordar a lo que ha estado viviendo.

—¿Qué haces? —susurra con la respiración agitada, siente su zona intima mojada al sentir cómo los dedos de la mayor acarician su zona, cierra los ojos dejándose llevar mientras aprieta su agarre en la cintura contraria, ésta sonríe por verla así.

—Mírate, tan hermosa.

—Lo haces de gusto —murmura entre dientes, abriendo los ojos.

—Sí, amo verte de esta forma —responde Jennie metiéndose en su boca uno de sus pezones, los chupa como nunca, hace círculos con ellos y los muerde, provocando que la espalda de Lisa se arquee, gime fuertemente y sabe que todos los vecinos pueden escuchar los gemidos de su princesa.

Hierve en celos porque nadie tiene permitido escucharlos.

Sólo ella.

Es dueña de esos gemidos y es quien los provoca.

—Abre bien las piernas, quiero que seas una buena niña —ella asiente, y las abre dejando que la mujer baje su cuerpo lentamente hasta que la boca, esa boca que hace maravillas llega a su vagina, palpita.

Su vagina palpita, Dios.

Su entrada se contrae una y otra vez por la anticipación.

Jennie adentra su lengua al mismo tiempo que dos dedos, saborea el dulce y embriagador olor de Lisa, no puede creer que su sabor sea así, se puede proclamar obsesionada con ese sabor.

Sabe tan bien que es un delito.

—Mommy, por favor, pon más dedos —Kim se aleja y deja únicamente dos dedos dentro, sonríe al verla con un rubor en sus mejillas, sus pupilas dilatadas y gimiendo bajito.

—No gimas tal alto, pueden escucharte, y sólo yo puedo escucharlos, ¿oíste? —golpea su trasero, Manoban gime y arquea su espalda nuevamente.

—Sí, mommy.

Mete otro dedo de golpe y Lisa muerde fuertemente su labio inferior tratando de no gemir muy fuerte, no quiere irrumpir lo que su mommy ha dicho, pero joder, quiere gemir más fuerte porque se siente demasiado bien, pero hacerlo provocaría más nalgadas.

Sonríe.

Le agrada la idea.

—A-aah —gime fuertemente, la mayor abre los ojos y vuelve a golpear en su trasero mientras detiene su movimiento.

—Te dije que gimas bajo —gruñe.

—No te detengas, por favor —su voz suena quebrada, Jennie se apiada y sigue moviéndolos.

Lisa vuelve arquear su espalda y se corre, la mayor la observa y se corre también mientras cierra los ojos.

Lleva los tres dedos empapados de la esencia de la castaña y los chupa.

—Delicioso.

La imagen es pornográfica, Lisa gime al verla.

Esa mujer es un delito, joder.

Después de besarse, Lisa se duerme mientras que Jen tapa a ambas.

Voltea a mirarla y suspira cerrando los ojos poco a poco.

Sabe que quiere a Lalisa.

Más de lo que pensaba y lo ha comprobado.

La quiere demasiado.

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