➡️Cap.2🔙

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Y como no podía ser de otra manera, el estruendoso y sonoro tañido de risas incontenidas en el maldito salón me retumba en la cabeza.

"¡Buenísima la idea de pasar desapercibido man! ¡Eres un genio!" Me digo a mí mismo. Lástima que con mi propia habilidad de colgarme la soga al cuello, todos se van a enterar hasta de mi apellido, para variar.

—Cuando guste, si quiere pasar a sentarse, se lo voy a agradecer ¿señorito..?

Y sí... Por lo visto y como era de esperarse, al amuleto de la buena suerte me lo meo un condenado elefante.

—Park... Park Jimin "señor" —remarco esto con toda la clara intención de hacerle notar la diferencia entre mi frescor y su vejez... Aunque para su edad se encuentra relativamente bastante comestible, como diría mi madre.

—Muy bien señorito Park, si se digna a pasar daré por comenzada la clase —el profesor se hace a un lado, ni siquiera inmutado por mi falaz intento de hacerlo sentir un viejo y dando lugar al ingreso de mi acongojado cuerpo, en tanto escucho cuantiosas risillas desde todos los ángulos para variar.

Pero para mi sorpresa, una mano atraviesa el campo de mi visión hasta hacerse notar por su insistencia. Y cuando me digno a elevar mis ojos, me encuentro con un chico castaño cuya sonrisa enmarcada como una fotografía, le abarca toda la cara. Y que para colmo me saluda con un entusiasmo que claramente me sobrepasa demasiado.

—Un gusto alérgico al peludo —me suelta en mi cara. Y no sé si darle una bofetada o reírme de lo dicho —Me llamo Tae pero puedes decirme "el más bonito" —se auto designa el chistosito.

—Bonito mi culo —suelto siguiendo mi camino, sin tomar su mano y sin ni siquiera pensar (por segunda vez en el día) entre el "peludo" y "bonito mi culo".

Creo que a esta altura, ya estoy nominado para el más idiota de la semana.

—Y por lo que veo ¡Sí que es bonito! O yo diría, más bien rellenito —me dice a las risas a medida que sigo mi camino sin darle ni un poquito de pelota.

En tanto mi culo y yo nos encaminamos con una sola meta en mi andar: buscar una silla sobre el final del salón en donde poder abrir mi libro y dedicarme a la nada misma. Mientras el profesor cree que estoy completamente atento a la plática en cuestión. Y no es que no me interese el tema o algo por el estilo, es que vengo releyendo bastante sobre lo que nos toca desarrollar en la primer parte del año, así que me puedo dedicar a poner mi mejor cara de pocos amigos y así evitar socializar.

Demasiado tengo ya con mi entrada triunfal que no me dejó pasar para nada desapercibido... Lo único que me interesa es obtener lo más rápido posible mi título de licenciado en ciencias de la computación y mandarme a mudar bien lejos de toda esta mierda.

—Vayan sacando y abriendo sus libros en el capítulo uno... Hoy hablaremos de métodos y sistemas pero antes procederé a tomar asistencia —anuncia el jodido profesor pelo, es que creo que ni en un millón de años me sacaré la impresión de sus botones a punto de reventar y sus bellos todos sudados asomando entre ellos.

Y cuando el docente comienza con el nombramiento de cada uno de sus alumnos, se escucha el fuerte sonido de la abertura de la puerta de ingreso al salón. Y de inmediato, una gruesa voz que anuncia, todo agitado, que tardó en llegar porque su chica no lo largaba más.

Los silbidos y peroratas hacia el susodicho promiscuo antes de entrar, no tardaron en llegar. Pero la verdad es que como a mí me importa tres cuartos de libra lo que al resto del mundo le suceda, me dedico a otra cosa hasta que escucho un: "¡Buena Jeon!" Qué me descoloca.

"No puede ser..." Se formula en mi jodida cabeza ¿Pero puede ser cualquier otro Jeon no? ¿No tiene que ser justo, ese Jeon no? ¿O es que acaso es el único Jeon en el planeta?

—¡No mientas amor! Que ya estoy en clases desde hace un montón —dice una despampanante rubia con facciones de muñeca, ubicada unos bancos más adelante. Mientras otro par le suelta por lo bajo, que no sea tan idiota y se calle de una buena vez... Tal parece que lo que tiene de linda no lo tiene de inteligente la linda muchacha.

—Pase Jeon... Esta vez se salva y por favor, para la próxima, invente algo coordinado con su novia —le dice el profesor.

Y mi loco corazón, que no retumba más que para llorar sangrando y recordando lo que es amar sin ser amado... Desespera esos segundos por saber si debo desaparecer o matar luego a mí madre, en el caso de ser necesario si descubro que me mintió en lo de la supuesta partida de mi crush.

Y como soy un condenado al sufrimiento, agacho mi cabeza rogando a todos los dioses existentes que el tal Jeon, no sea aquel gran amor de mi antigua escuela.

Entonces, aprieto mis ojos mientras cruzo mis manos sobre la mesa, en una especie de plegaria desesperada y dejando afuera todos los sonidos circundantes a mí alrededor.

Solo para concentrarme en la respiración de mi agitado sistema en una especie de yoga de relax que no me tranquiliza una mierda.

Un par de segundos, que parecen horas, se suceden como en cámara lenta. Y cuando decido que ya es hora de asumir el control de mi cuerpo y que sea lo que Dios quiera, abro lentamente mis orbes; no sin antes percibir la clara sensación de que alguien me observa directo a los ojos.

—¿Se puede saber morocho que te sucede? ¿Necesitas que le hable al profesor?

¡Y maldita sea! Está justo aquí, frente a mis ojos...

El condenado, fuerte, sexi y musculoso hombre que puso y pone mi mundo de cabezas. Dejándome completamente expuesto y mudo ante su acción. Con el pelo negro, tatuajes gigantes a lo largo de su brazo y su rostro con variadas perforaciones que solo lo hacen ver más aún mas sexi (como si fuera posible).

Su mirada... Su mirada es el maldito abismo frente a mis ojos, o bien es un renegrido mar dónde puedo perderme mientras me nada, o yo le nado a él.

Por tan solo un momento, deja de latir el condenado a sufrir para retener este instante a más no poder.

Y por la forma en que me observa aparentemente no registra en mí, al pequeño rubio envuelto en tonos pastel que le declaró su amor en los pasillos de su antigua escuela.

—Eres raro —me suelta.

Y me pego mentalmente por no saber qué mierda decir más que mirarlo embobado y con el corazón a mil ofrendado en bandeja.

—Hazme lo que quieras —sale en un susurro sin pensarlo desde la profundidad de mis labios. Traicionado por la creciente y pecaminosa quemazón de mi interior, que me hace retorcer cada una de mis piernas.














Diablos, este Jimin habla y luego piensa 🤣

Gracias por leer🥰

Los amito mucho♥️

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