➡️Cap.70🔙

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Quemado en las mismísimas brasas del infierno, así me siento. En el preciso momento en que la mano izquierda de Jungkook encuentra un camino sin retorno sobre los contornos de mis endurecidos huevos. ¡Y Dios mío! Que moriría ahora mismo siendo el hombre más feliz del planeta, cuando su otra mano apresa con fuerza mis rubios cabellos mientras yo, solo puedo pensar con la cabeza que gotea sobre la tela del fino calzoncillo.

Y pareciera que su imponente porte crece a medida que somete mi cuerpo a lo que quiere, mientras mis labios tratan de recuperar algo del oxígeno necesario para sobrevivir a este tsunami arrollador denominado "el puto dios griego que tengo como novio y que ni yo me lo creo".

Pero heme aquí, tratando de aguantar mi exuberante corrida mientras su lengua arma trenzas con los vellos de la sensible piel de mi cuello. ¡Y maldita sea! Que a medida que masajea mis huevos, su tentador dedo me tantea haciendo retorcer hasta punta de mis dedos.

—D-déjame a-acabar...

Suelto un ruego desesperado en un hilo de labia que solo puede ser percibido por su oído y recibo como pago por mi desesperante pedido, un "Hazlo sobre mi mano..."

Y me deshago... Descargo furioso mi caliente simiente a medida que me devora con la profundidad de sus renegridos ocelos mientras me dicta que modere mis desesperados jadeos.

Siendo casi imposible ocultar el estremecimiento que me recorre de pies a cabeza a medida que me libero y su boca comienza otra danza pecaminosa absorbiendo mis continuos gemidos y jadeos.

Totalmente acalorado, cómo si mi estado fuera a consecuencia del esfuerzo en una larga carrera, trato de sostenerme entre sus brazos en cuanto levanta una mano y anuncia: —Abre la boca y chupa... —mientras dedos bañados en viscosa recorren cada porción de mi boca. Y trago como todo un experto dejando brillosos sus dedos a medida que compartimos un sucio y pecaminoso beso.

Toque que a los pocos segundos se transforman en un tierno y delicado roce de labios, mientras acomoda mis ropas y él, se acomoda el bulto hacia un costado.

—Bebé, vamos a casa, necesito deleitarme en tu piel o te juro que reviento —anuncia ronco y profundo el hombre que es todo mío... ¿Y yo? Yo solo puedo jadear en anticipación ante la promesa de sus dichos pero recibiendo primero, un delicioso roce de labios que me deja sin aliento.

Así, emprendemos un camino de retorno sumido en un profundo silencio mientras me aferro con todo mi cuerpo a su tomo. Percibiendo cómo irradia un tremendo calor a través de sus prendas... Un calor que me consuela.

¿Cómo puede ser real sentirse así de especial cuando eres como un ascua de brasero? Irradio fuego aunque solo queme en mis adentros. Repleto de todos y cada uno de los íntimos momentos en donde JungKook me hace sentir vivo... Sentir que respiro de su oxígeno... Elixir de vida que delimita mi diaria vida.

¡Maldita sea! ¡Me siento más vivo que nunca en mi puta vida! Rodeado del afecto que quiero aunque me dé algo de miedo el futuro. Pero hay algo de lo que si estoy plenamente seguro... Y es de que este maravilloso espécimen llamado simple humano y denominado "mi amado", me tiene cómo su número uno.

Sólo deseo ser lo suficientemente valiente cuando él, vaya a necesitar por ambos.

Aferrado y ensoñado, arribamos a su hogar, a medida que disminuye lentamente su andar. ¿Y yo? No puedo hacer otra cosa más que suspirar adosado como goma de mascar a la suela de su zapato.

Temblando de anticipación ante cada una de las crecientes sensaciones que agolpan mi bajo vientre... Porque lo amo con la misma intensidad que lo deseo.

Es que no puedo separar mi corazón del profundo deseo que inunda todo mi interior. Y a esta altura, solo puedo rogar por quemarme en el infierno lujurioso de sus llamas.

—Ven aquí bebé...

Suelta a medida que toma de mi nuca para acercarme hasta rozar efímero nuestros labios. Toque que comenzó suave y de inmediato se transforma en un sucio beso con saliva y dientes asomando. Apresando mi tembloroso labio a medida que lo chupa todo extasiado.

Y solo puedo pensar en como poder respirar cuando siento mis piernas temblar en el deseo de caer completamente arrodillado. Dispuesto y a su merced y ante la vista de cualquiera que ose perfilar su mirada y observarme atragantarse con la plenitud de su gran polla.

Ahí, en la puerta de su casa. Mi deseo crece a medida que su bulto parece querer salirse de la jaula.

Y mientras sus manos recorren con sapiencia los rincones de mi cara, tocando cada punto sensible, mis manos queman por apresar -con suma fuerza- su grandiosa entrepierna. Recibiendo un gemido ronco y bajo, más bien parecido a un bufido de algún animal bravo, en cuanto muerdo mis labios implicando dolor a mi estratégico tacto.

Sin perder la guarida de sus ojos, tomo su mano y la lamo. Deslizo pacientemente mi lengua por los relieves de sus dedos a medida que muerdo una falange y aprieto excesivo su dureza.

Recibiendo como parte de pago, sus manos envueltas en mis rubios cabellos mientras jala con suma fuerza y mete más profundo su dedo.

Y en vez de sentirme asqueado, es delirio lo que me apresa... Unas tremendas ganas de sentirme usado por sus manos y que folle mi boca con la intensidad de su cruel acto.

—Maldita sea nene... Me llevas al extremo y creo que ni te das cuenta... —confiesa bajo y ronco mi glorioso hombre.

Entonces lo empujo sobre el posterior de unos arbustos solo para resguardarnos algo del posible entorno chismoso. Y dejando todo mi encanto en el acto, caigo de rodillas mientras recorro con mis manos la firme musculatura de sus piernas y muerdo -en exceso- su caliente dureza que me llama a quemarme en su abrasador fuego.

Su cuerpo se tensa mientras emite un gruñido ronco y profundo, y sin perder el resguardo de sus ojos, finalmente le anuncio: —Usa mi boca...





























Doble omaigaaaaaa😏🤣

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