Chat 32: Nuestro Lesya está demasiado enamorado.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Dión, Dión, Dión —repito hasta que por fin se gira para verme con cansancio—. Holi —sonrío con inocencia.

—Últimamente, estás muy pesado, Alexei.

—Dijo el que no para de repetir mi segundo nombre. —Frunzo el ceño.

—Me gusta cómo suena. —Se encoge de hombros.

—A mí me gustaría comerme tres litros y medio de helado y no lo hago.

—Creo que esa analogía no ha sido la más adecuada.

—No hacía falta que hablaras como un... diccionario, pero bueno, me entiendes.

—Demasiado bien, lamentablemente para mí —suspira—. ¿Qué es lo que querías? —Se cruza de brazos.

—Una pregunta...

—¿Quieres que te pregunte algo?

—Qué lento eres, Dioncito. —Lo pincho con el dedo—. Obviamente yo soy el que quiere preguntarte algo.

Rueda los ojos con diversión.

—A saber qué sueltas. —Esboza una sonrisa ladeada—. Supongo que debe ser algo de vital importancia para que me hayas perseguido por el pasillo durante diez minutos.

—¡No ha sido tanto tiempo!

Alza una ceja.

—¿Seguro?

—Quizá cinco minutos, pero no hacía falta que exageraras tanto.

Muestra una expresión socarrona.

—¿Vas a preguntarme ya o me dejarás ir a la cafetería?

—Sí, sí, ¿me consideras alguien indeseable?

—¿A ti? Tengo una lista de gente que es la peor basura del mundo y, precisamente tú no estás entre mis opciones.

—Auch, ¿por qué siempre eres tan cruel conmigo? —le reclamo, haciendo un puchero.

—¿Acaso quieres que volvamos a ser "enemigos"? Yo te consideraba un buen amigo, y hasta cercano. —Tuerce la boca.

—¿Lo dices en serio? —Trago saliva.

—¿Para qué te mentiría? —bufa.

—Por pena.

Carcajea.

—Lesya, tú me causas muchos sentimientos, pero la pena no es uno de ellos. —Se mete las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Qué lindo eres —sonrío tontamente, embobado por lo que ha dicho.

Frunce el ceño, aún manteniendo la suya.

—Entonces, ¿quieres que seamos enemigos? —inquiere.

—¡No! Yo no he dicho eso. Seguimos siendo amigos, buenos amigos. —Me aferro a su brazo—. Si dices lo contrario, te lanzaré un balón de vóley a la cara.

—Guau, así que amenazas...

—Shhh, somos amigos. Repítelo o me enfado y no respiro.

—¿Qué eres? ¿Un niño de dos años? —ríe. Yo solo contengo la respiración, esperando a que me obedezca—. Lesya... ¿Me estás jodiendo? Dios Santo, somos amigos, sí, lo somos.

Le saco la lengua, feliz.

—Vale, ¿puedo preguntarte otra cosa más?

—Mientras no peligre tu vida o la mía... —Suelta un suspiro.

—No, no, no. ¿Hay alguna posibilidad de que algún día te guste? ¿O jamás de los jamases ocurrirá?

Vale, estaba siendo muy obvio, pero en mi defensa, él me gustaba y prefería evitar otro dolor de corazón.

—¿Eh?

—Es lo que le dijiste a Dess: "Lesya y yo es igual a incompatibilidad".

—Oh, escuchaste eso —tose falsamente.

—Solo te faltó gritarlo, Ainsworth.

—¡No era mi intención que lo escucharas!

—Bueno, no pasa nada, tomaré eso como un sí.

—¡No!

—¿Cómo que no?

—Eso lo dije porque Dess no paraba de emparejarnos —se excusa.

—No importa que sea verdad —carcajeo.

—No es verdad, Lesya. Eres lindo, divertido, ¿amable...? Bueno, lindo y divertido y le gustas como a la mitad del instituto.

—Pero a ti no. —Sorbo mi nariz fingidamente.

—No me disgustas, pero tampoco me gustas, no porque seas Lesya, sino porque a mí me gusta alguien más, ¿vale? —Trata de ser cuidadoso.

Estallo en risas.

Te gusta Moon y, técnicamente, somos la misma persona.

—¿Te estás preocupando por mis sentimientos y por eso me lo explicas? —Levanto una ceja, entretenido.

—Sí. No es agradable escuchar a alguien decir lo que yo dije —murmura—. Lo siento, no pretendía que lo escucharas.

Me muerdo el labio inferior, sintiendo mi corazón latir con fuerza.

Hijo de puta, y ni siquiera lo estaba haciendo a propósito.

—Te perdono si me compras el almuerzo.

Él hace una mueca y parece estar a punto de reprocharme, pero inspira profundamente.

—Bien, pero llevo veinte dólares, no más.

—¿Qué te crees que voy a comprar? Yo soy feliz con un humilde batido de proteínas —bromeo.

Dión me mira con horror.

—Si vas a comprarte eso, prefiero gastarme los veinte dólares en piedras.

—Buh, tan inteligente y no puedes entender un chiste, me decepcionas, Dioncito. ¿Por qué me compraría eso cuando puedo escoger el bocadillo más caro de la cafetería?

—Por primera vez, prefiero pagar por eso que por el batido —resopla.

Río.

—Que sepas que tampoco dolió tanto que dijeras eso. —Y aparto la vista de él sin querer—. Aunque sí tenía curiosidad por saber por qué tenías que recalcarlo tanto.

Mierda, realmente no sabía mentir. En mi defensa, mi propio cuerpo no me lo permite.

—Si Dess hubiera visto una mínima posibilidad de que me gustases, no pararía jamás. Ya ves cómo se puso cuando ni siquiera nos hablábamos —explica.

—¿Y eso?

—Está obsesionado con que ambos tengamos éxito en nuestra vida amorosa.

—Qué lindo Dessie.

—Cuando no es tu mejor amigo —se queja.

—Es igual que Hywel, no te preocupes.

—Por eso pegan tanto —decimos al mismo tiempo.

Carcajeamos juntos y, finalmente, llegamos a la cafetería y nos sentamos en la misma mesa.

—Bueno, ya tienes tu bocadillo, ¿tienes alguna pregunta más o quieres seguir indagando sobre lo que pienso de ti, Lesyita?

—Sí, he ¿satisfacido? mis dudas. —Arrugo la nariz.

—Satisfecho —me corrige.

—Que te calles. —Me sonrojo.

Empieza a almorzar con una sonrisa estampada en la cara.

—¿Y eso que de repente estás tan interesado en mí, Sinclair?

—No sé de qué hablas —miento.

Cuando está a punto de contestarme, su expresión cambia por completo de la nada. Miro en la misma dirección en la que él lo hace, viendo a su ex, ¿Crys?

—¿En serio? —cuestiona este.

—¿En serio qué? —replica Dión con una notable molestia en la voz.

—¿Por Lesya?

—No sé de qué habláis, pero a mí no me metáis en vuestros problemas —me defiendo antes de que alguno diga algo.

Mi filosofía era evitar todos los problemas posibles en la vida y la iba a cumplir. Ellos dos siguen con su conversación, ignorándome.

—¿Me has dejado para acostarte con Lesya? —pregunta dolido su ex.

Me giro con los ojos muy abiertos. Se ve cómo si fuera a romper en llanto en cualquier instante. ¿Qué mierda estaba pasando aquí?

—No —contesta escuetamente el pelinegro.

—¡No mientas, Dión! —exclama el otro.

—Yo creo que hay un malentendido aquí —río con nerviosismo.

—¡Cállate! —me ordena con rabia.

—No te atrevas a mandarle a callar, Crys —espeta Dión.

Me relamo los labios dándome cuenta que es mejor que no interfiera en su discusión, la cual ya ha llamado la atención de muchos alumnos.

—Dión —le reprocha—. Entonces, ¿por qué has roto conmigo?

—Crys —pronuncia con calma—, esto no está funcionando.

—¿A qué te refieres con que no está funcionando?

—Tú y yo no estamos bien.

—¡Claro que lo estamos! S-solo t-tenemos que hablar —balbucea con torpeza.

—No es cuestión de hablar, Crys. —Dión permanece estático—. Nos estamos haciendo mucho daño.

Su exnovio no es capaz de responder. Estoy seguro porque gruesas lágrimas recorren sus mejillas.

—¿Por qué tan de repente? —suelta finalmente.

—No lo sé —admite el pelinegro.

—¿Has conocido a alguien más?

Dión se muerde su labio inferior y asiente.

—¿Es Lesya?

—No.

—¿Seguro?

—Sí, y aunque lo fuera, ¿qué importa?

Cómo se lo explico a Dión...

Crys exhala con frustración.

—Por muchas razones.

—¿Estás celoso? —insinúa.

—Mucho. No puede ser Lesya.

—¿Por qué no?

—¡Porque no es para ti!

—¿Auch? —Frunzo el ceño.

—En primer lugar, eso no lo decides tú. En segundo lugar, Lesya es guapo, simpático y tiene buen corazón.

—¿Dión halagando a Lesya? ¿Qué es esto? ¿Un universo paralelo? —se mofa Jake, apareciendo de la nada y sentándose al lado del pelinegro.

—Cállate la puta boca, Jake —sisea Crys.

El peliverde chasquea la lengua.

—Antipático.

—Por favor, Dión, ¿podemos hablar? —le ruega.

—Crys, hablemos algún otro día a solas, ¿sí? Ve a calmarte.

—Eso, vete de aquí, Crys —abuchea Jake.

Yo lo observo, incrédulo y él al notar mi mirada, solo se encoge de hombros con una sonrisa inocente.

—Mándame un mensaje —pide el chico y desaparece por las puertas.

—Qué pesado —suspira Jake.

—Pensé que ya habías terminado definitivamente. No sabía que seguía intentando contactar contigo —digo.

—Aún no hemos tenido la "charla" —responde Dión.

—Sí, bueno, yo tengo una pregunta preguntosa —interrumpe Jake—. ¿Cuándo os habéis hecho tan cercanos vosotros dos? —Nos señala con el dedo.

—¿De qué hablas? —Arrugo la nariz.

—Le estabas agarrando el brazo a Dión cuando habéis entrado a la cafetería —me acusa.

—Ah, lo estaba molestando con mi presencia —presumo.

—¿Molestando? —Dión enarca una ceja.

—Sí.

—Interesante.

—¿Por? ¿No te he molestado lo suficiente? —carcajeo, pegándome a él.

—Demasiado Lesya por hoy —suspira—. Ya nos veremos mañana.

—¿Mañana? ¿Sábado? —Parpadeo repetitivamente.

—No se te habrá olvidado nuestra "cita" para la premier, ¿no?

Mierda.

—Ah, eso, qué va. No, no, ¿cómo se me iba a olvidar? —carraspeo falsamente.

Dión sonríe con sarna.

—Te quiero a las ocho y media delante de la puerta de tu casa. Iré a recogerte, no vaya a ser que te me pierdas por el camino.

Entonces, se va sin dejar que responda.

—¿Acaba de decir cita? —le pregunto a Jake.

Este arruga la nariz, pero se ve orgulloso de mí.

—Nuestro Lesya está demasiado enamorado.

---

07/08/2024: POR QUÉ NO HAY NOTA EN ESTE CAPÍTULO D: En fin, nada que decir, solo que he alargado la escena con Crys y la he cambiado porque quería darle un enfoque más maduro. Y porque Dión se comportaba como un bastardo con Crys y así no es mi niño. Además, dado que no conocéis el trasfondo de su relación, prefería no convertirlo en el malo yo misma JAJAJ. Besitos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro