Capítulo 19

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

THEO

Podía ser cualquiera, cualquiera del grupo, pero justamente este tenía que ser el dormitorio de Magnus. 

Magnus se queda de brazos cruzados examinándome. Derek se encuentra en el cuarto de baño y no sé cuánto tiempo tarde en darse cuenta. 

—Hola —saludo. Me he enderezado, quizá demasiado. 

—¿Estabas solo?

¿Acaso ve algo extraño? ¿Puede percibirse lo que acaba de suceder? Yo jamás podría darme cuenta.

—¿A qué va esa pregunta? No soy un niño, Magnus. 

—No me estás respondiendo. 

—No tendría por qué responderte, no te debo explicaciones. 

—Estás en mi cuarto, así que yo creo que sí. 

—Entonces es cómo ves, estoy solo. 

—¿Usaste la ducha? —Advierte mi cabello algo húmedo. 

—La mía no funcionaba —miento. 

Estoy llegando a la conclusión de que las únicas veces que he mentido en la vida siempre ha estado involucrado Derek de alguna manera. 

—Es extraño porque se supone cuentan con todos los privilegios. Debiste decírselo a Morgan, si quieres te acompaño a ello. 

—No, no te preocupes. 

Magnus otra vez se queda demasiado quieto. Se detiene en mi rostro. Una vez más me alegra no ser expresivo. 

—Perdón lo alterado. Es que, nos reunieron a todos en el gimnasio. Ni tú ni Derek se presentaron, comenzaron a llamarlos por los parlantes y siguieron sin aparecer. Temí lo peor, y justamente cuando Derek me estaba empezando a caer mejor... Pensé que había sido un idiota y me dio miedo no volver a verte. 

¿Creyó que Derek era el asesino? ¿Que mi vida estaba en peligro?

—No debiste preocuparte. Debes tener la certeza de que si estoy con Derek todo está bien. Es mi amigo. 

—Está bien, tú amigo, pero sigue siendo un manipulador, envidioso... 

Magnus iba a continuar, pero calla al escuchar un ruido en el baño. 

—¿Qué fue eso? —Camina en dirección a la puerta. Lo detengo. 

—Algo se debió caer. Moví algunas cosas y dejé desordenado.

—Pero tú no eres así. ¿Te acostaste en mi cama? —pregunta al percatarse del desorden en esta. 

El dolor de cabeza se hace presente. La situación me pone tenso. 

—Sí, lo siento. No estaba pensando demasiado —miento nuevamente. No me siento bien por hacerlo—. Han pasado muchas cosas... Me preocupé por ti. Lo de Pax... otra vez...

—Te miraba demasiado —dice en voz baja. 

—¿Cómo? ¿Qué dijiste de Pax?

—Lo hacía, tú no te dabas cuenta. Pensé que era por otro motivo... pero luego de que te amenazara de esa forma... Tenemos que cuidarnos de él. 

¿Esa fue la razón de por qué lo golpeó la primera vez?

—¿Magnus qué ocurre contigo? —Su expresión cambia a una de tristeza. Eso me dicen sus ojos caídos, así como la comisura de su boca baja—. Tal vez no soy la persona más indicada para decir si eso fue así o no... Algunas cosas se me hacen difíciles. Pero creo estar seguro de que Pax nunca me ha observado de una manera extraña. 

—Tal vez estoy medio paranoico. 

Intento comprenderlo, no ha sido fácil para nadie. 

—¿Por todo lo que ha pasado?

Una vez más se queda callado. No es por las muertes, tampoco por la presión de los exámenes. 

—No, es porque te quiero. 

Me mantengo sentado en la cama mientras él recuesta un poco la espalda en el armario. 

—Querer y paranoia no me parecen una combinación lógica. 

—Me da miedo perderte.

¿Por qué lo haría? Hemos permanecido unidos desde aquella vez hace tantos años en que me defendió de los demás niños. 

—¿Por qué me perderías? Somos amigos. 

Baja la mirada. No sé si por vergüenza o miedo.

—Perdóname. ¿Vamos al gimnasio? Tendremos una fiesta temática. Tienes que ir por tu vestuario. 

Accedo de inmediato. Debo darle el tiempo a Derek para que salga del cuarto sin ser descubierto, es la única oportunidad. 

Salimos de este, Magnus repara en mí durante el camino. Me siento observado y examinado, casi como en aquellos tiempos en que mi padre me hacía pruebas. 

El dolor de cabeza persiste, pero debo dejarlo a un lado. Y también darme una segunda ducha. 



La decoración de la terraza sigue la temática de Halloween. He perdido la noción del tiempo, pero ya veo que estamos en estas fechas. Todos estamos disfrazados, no pudimos elegirlos, así que únicamente estamos vestidos como "Proyecto 151" quiso. Incluso destinaron trabajadores a terminar de arreglarnos. 

Félix se ha apropiado del micrófono, ha hecho notar su proximidad con Febe cada vez que puede. La abraza por la cintura, la besa frente a todos. Febe mantiene una expresión alegre. Animada, optimista. Con Derek no se veía así. 

Me pregunto por qué lo está pese a saber cómo es Félix. Antes de estar con ella, ligó con varias de las muchachas del programa. 

—Me gusta verla de Merlina. Gracias Proyecto 151 por elegirle ese y no el de Harley Quinn para que haga un match perfecto con ese monstruo. —Mi hermana se queda a mi lado. Sostiene un vaso de bebida que lleva lentamente a su boca. Se refiere a Félix con su traje del Joker—. Y el mío qué decir... ¡Guau! —Se da una vuelta—. Me vuelve loca. 

Cosette está disfrazada de Sally del extraño mundo de Jack. Tanto Febe como Cosette usan una peluca en la cabeza. Félix en cambio ha usado un tinte verde en el cabello, uno temporal. 

—Sí que han sido ingeniosos. —Su voz. Derek. 

Cosette suelta una carcajada estridente. 

—Lo veo y no me lo creo. Oh, querido Derek. Bendíceme —pide al detenerse en la ropa de sacerdote. 

—El mío es más bien aburrido. —Hago hincapié en quién soy. Victor Van Dort del cadáver de la novia. 

—¡No, Theo! ¡El negro se te da muy bien! —dice Cosette, señalando mi cabello con tinte negro. 

Derek se queda a mi derecha. Se acerca a mi oído. 

—Nunca podría ser aburrido. Ya se me ocurren algunas ideas —me susurra despacio, aunque no puedo imaginar qué otra idea perversa tendrá en mente.

El recuerdo de lo que hicimos, del tacto de su mano sobre mí llega a mi cabeza. La primera vez que alguien me tocó. La experiencia no se compara a nada que haya leído. En teoría sé cosas, pero vivirlo es completamente diferente. 

—No deberías abandonar el papel de sacerdote ¿No?

—Ya. Es que a ti te encantaría que lo abandonara. 

—¿Entonces por mí lo abandonarías? No te hacía alguien complaciente.

—Y es que no lo soy, pero puedo hacer una excepción. Claro, especialmente si te arrodillas mientras me rezas. 

¿Que me arrodille dice? Me quedo pensativo. 

—¿Rezarte? Creí que tu disfraz era de sacerdote nada más. 

—Soy un Dios disfrazado de sacerdote, claramente. 

Llevo una mano a la boca ante la risa que se me escapa de los labios. 

Cosette no me da tiempo a responder. 

—Vaya, ustedes sí que se murmuran cosas. No me excluyan, por favor. Por cierto, Derek, ¿Cuándo terminaron con Febe? Admito que fue algo desconcertante verla besuqueándose con el monstruo ese. Verás, cuando le aconsejé que se valiera por sí sola y que no necesitaba arrimarse a nadie, pues no pensé que optaría por el camino de la autodestrucción. 

Ya veo, Cosette estuvo hablando con ella. Yo tampoco pensé que Febe estaría con Félix. Cuando estuvimos en la biblioteca no pude enojarme con ella por ese beso. Se veía tan triste, sentí algo de lástima por ella. Pero, aunque todos creamos que estar con él no sea la mejor idea siguen siendo sus decisiones. 

—Fue reciente, Cosette —le responde Derek.

—Ya decía yo que debió haber sido hace poco. ¿Qué tal estás? ¿Todo bien?

—Sí. Digamos que el tiempo de Febe y mío ya se había terminado. 

—Uh, suena como si ya tuvieras a otra persona en tu vida. Lo apruebo, querido Derek. Más que nada ella se está comiendo a Félix frente a ti. Sin culpa. 

—Creí que Febe te agradaba. Que querías ser su amiga. 

—Y así es, pero él. —Apunta a Félix con el dedo—. Él no es de mi agrado. 

Mientras hablan no puedo evitar cuestionarme de si ya debiera contarle la verdad a Magnus. Ahora que Derek y Febe terminaron está claro que hay menos problemas para estar juntos. Es cosa de tiempo para que los demás se den cuenta de lo que pasa entre nosotros. 

Creo que a Magnus le dolería mucho enterarse por otra persona. Nunca he estado con nadie, para él será algo extraño, debería decírselo pronto. Aunque Derek no sea de su absoluta estima tendrá que aceptarlo. 

Además a Febe le reconocí que había alguien especial, alguien del programa. Y Cosette aunque no preguntó nada pudo haber sospechado algo cuando nos encontró en el cuarto de Derek en esa ocasión en que nos esposó y fue por las llaves. Además Félix también se percató de nuestra cercanía. 

—Tenemos eso en común... —habla de pronto Cosette. 

—Perdonen, me distraje —me disculpo— ¿De qué hablan?

—Cosette me hizo algunas preguntas y le hablé de Jasmine. 

—¡Y eso es algo que tenemos en común! —Cosette sonríe dulcemente mientras envuelve a Derek en un abrazo. 

—¿Qué cosa? —pregunto.

—Que yo también haría cualquier cosa por Greta. Lo que sea. 

Greta, su hermana biológica. Me pregunto si algún día Cosette me dirá por qué se siente tan responsable de su condición. Algo me dice que la inmovilidad de sus piernas no es su responsabilidad, sino mi padre algo me habría comentado.

—¡Ahora bendíceme, Derek! —exclama jugando. Derek lleva su pulgar a su frente haciéndole una cruz. Ambos ríen antes de que ella beba el vaso de alcohol hasta el fondo. Luego, va a sacar a bailar a Pax. Desde que Nina se fue se le ha visto muy solo, era la más cercana a él. 

Pax se entusiasma al bailar con Cosette, ella podría animar a cualquiera. Me alegra, con Derek le causamos un mal rato en la entrada a la residencia, y ahora al saber por qué Magnus lo atacó antes lo encuentro injusto. No merecía ninguno de los dos ataques. 

Magnus está aislado en un rincón. Está disfrazado de la muerte. La capucha negra la tiene baja, y en su cabeza descansa la máscara. No ha soltado la guadaña desde que entró.

Se acerca a nosotros. Derek hace su mejor actuación, como si hace un rato no hubiera estado escondido en el baño de su cuarto. Magnus es más amable con él, pero temo que esa amabilidad se acabaría si le dijera lo que siento por Derek. 

Cuando suena Hey, Mickey! de Baby Tate Derek me toma del brazo, llevándome al centro de la terraza que funciona como pista de baile. 

Formamos un grupo con Cosette y Pax. Febe y Félix hacen lo suyo un poco más allá. No me gusta verlos demasiado, ya que Félix la toca por debajo del vestido. No le importa que estemos presentes. 

—¿En serio no te molesta? —le pregunta Cosette a Derek alzando un poco la voz. 

Derek niega con facilidad.

—Mmh, ¿Será que mi ship se hará realidad, hermosas criaturas?

—¿Ship?

—¿Será? ¿Será? —Derek bromea con ella. Por un instante me siento ajeno a la conversación.

«¿Un barco?»

No entendí la referencia. 

Magnus finalmente se nos une. Pax se mantiene en el grupo, pero se aleja un poco de él. Nadie lo juzga por hacerlo. 

Cosette saca el teléfono. Me lo pidió antes de que entráramos a la terraza. Le exige a Félix que pare la música, anunciando que es momento de una foto para el recuerdo. 

Posamos, unos más cerca que otros. El flash de la cámara ilumina la noche. Cuando Cosette nos muestra la fotografía está más que orgullosa. Podría ser fácilmente el retrato de un grupo escolar. 

Con... ¿Amigos? Y también esas personas que no te caen tan bien, pero que terminan formando parte de tu círculo. Y... Derek...

De pronto, se siente como todo aquello que no viví en la escuela por ser un excluido.

Me alejo un poco, apoyando los brazos en la baranda. 

—¿En qué piensas? —me pregunta Derek, colocándose a mi lado. Los dos solos—. ¿Es porque quedó pendiente lo del subterráneo? Te noto preocupado.

—No es preocupación. Solo... pensaba. 

—¿En qué?

—En que... es como la escuela, pero esta vez diferente... como en las películas, ¿no? —Pierdo la vista en esa imagen nocturna. Las luces que iluminan la ciudad. Las estrellas en el cielo— ¿No se acabará?

—Se acabará —me dice— pero la realidad allá afuera será mejor. 

—¿Sí?

Es ridículo que considere este lugar mejor que mi realidad, pero espero Derek pueda comprender a lo que me refiero. 

—Por supuesto que sí. No habrán asesinos, ni putos sádicos, ni exámenes.

—¿Y tú? ¿Tú estarás? ¿O también vas a desaparecer?

—Ah, con qué es eso. 

No respondo, abrirme es tan difícil, y él parece advertirlo. Me toma de la mano, sacándonos de ahí. Nadie se da cuenta de nuestra huida. 

Nos quedamos en el pasillo inmaculado, la luz artificial molestándome los ojos ante el cambio de iluminación repentino. 

—¿No te dije que sería mejor? Obviamente sería peor si no me tuvieras. Menudo privilegio contar con mi presencia —me responde finalmente. Tomamos asiento en la fría cerámica.

Le sonrío sin mostrar los dientes. «Egocéntrico». Pero tiene razón, para mí sería peor un escenario dónde él no estuviera. 

Respiro profundo, y me preparo para soltar lo que me sucede. La inquietud que tengo cada día. 

—Me da miedo que las emociones que he sentido aquí desaparezcan. —Intento que las ideas fluyan—. Yo creí que no podía sentir. Que todo lo que me hicieron me había dañado por siempre. Aún me pregunto si es que acaso no habrá sido así. Por instantes esa sensación me recorre la piel, pero después se va, como si algo estuviera bloqueado. No puedo parar de preguntarme ¿Qué fue lo que me hizo mi padre? ¿por qué soy así? ¿Qué me pasa?  

—Pero... ¿Siempre ha sido así? —pregunta cauteloso— ¿Cuándo comenzó ese "bloqueo"?

—No sabría decir un punto exacto. Fue paulatino, pero cuando tenía ocho años, creo. Lentamente como si algo se fuera durmiendo en mi cerebro.  

Como si una parte de mí desde ese entonces se hubiera quedado atrapada, encerrada en una jaula llevándose mis emociones con él.

—Tranquilo, Theo. Puede ser una especie de trauma, no sé, por esas cosas a las que te sometía. Estoy aquí, podemos hablar de eso las veces que necesites. 

Dejo descansar la cabeza sobre su hombro. Alivio, alivio momentáneo en poder externalizar esas palabras que difícilmente pueden salir. 

—Ocho años... Creo que la primera pesadilla que recuerdo la tuve a esa edad. 

Levanto un poco la cabeza, deteniéndome en esos ojos oscuros. 

—¿Y de qué era? ¿Te acuerdas?

—Sí... tenía el rostro salpicado con sangre. Estaba asustado, pero a la vez eufórico. Había matado a mi padre. Recuerdo haber despertado sudado y asustado de mí mismo. Me pregunté si sería capaz de hacer algo así algún día. Quizá intuía que nos terminaría abandonando. 

Nunca he tenido ese sueño, soñar con matar a una persona. Tampoco es como que sueñe mucho. Simplemente caigo dormido, lo cual podría ocurrir en cualquier parte. Me he dormido en las peores posiciones.

Vuelvo a enfocarme. En preocuparme en los sentimientos del otro, porque es Derek, y por Derek me interesa hacer ese esfuerzo. Batallar contra ese adormecimiento en mi cabeza. 

—Sin embargo, la nombras como una pesadilla. No eres malo, Derek. —Le recuerdo. 

Una puntada en la cabeza. 

—¿Qué pasa? —Derek se da cuenta enseguida. Seguramente fruncí el ceño. 

—Otra vez ese malestar. No te preocupes. —No obstante, lleva una mano a mi cabeza, acariciándola gentilmente. 

—¿Seguro no sabes qué lo causa?

No, esta vez sí que sé, pero no quiero compartirlo en este momento. Tal vez más adelante. No quiero seguir recordando cosas. 

Y Derek lo entiende. 

—Como desees, prodigio. 

Antes de levantarnos tomo su mano. 

—Me gusta hablar contigo, Derek.

Me recorre con la mirada. Su expresión es cálida. 

—Y a mí contigo. Espero que no solo te guste que hablemos —agrega sugerente. 

—Sabes que no. 

De pronto, Morgan nos interrumpe. Ninguno de los dos se había percatado de su presencia. 

Nos pide que ingresemos a la terraza, que nos tienen una sorpresa. 

La seguimos hacia el interior. Los muchachos aún están celebrando; riéndose y bailando. Cuando ven a Morgan, Félix detiene la música. 

—Lucecitas. —Morgan se lleva una mano al pecho, a la altura del corazón—. Sé que su estadía ha sido difícil. Personalmente le di una sugerencia al programa y mi petición fue escuchada. Quería aliviar un poco el estrés acumulado, y se me ocurrió que una buena idea sería hacer que se sientan en casa. 

—¿Nos dejarán salir? —pregunta Pax. 

Morgan niega. 

—Como decía, los haremos sentir en casa. Gracias a la tecnología con la que contamos, de primer nivel, hemos hecho una réplica. Únicamente es una proyección, del lugar de sus casas que sientan como suyo. 

—Nuestras habitaciones —suspira Cosette. 

—Así es. Para algunos será conmovedor. Para otros será un recordatorio de por qué están aquí. Sus objetivos. De cualquier manera creo puede ser bueno para ustedes. Ya está programado en cada uno de sus cuartos, pueden ir ahora. 

Le echo un vistazo a Derek. No parece entusiasmado por la idea. 

—¿Me acompañas? —le pregunto. 

No duda ni un segundo. Me sigue el paso. Los demás van entusiasmados a los suyos. Extrañamente Magnus en ningún momento me busca mientras caminamos por los pasillos. Nunca me ha dejado conocer su habitación. Cada vez que nos juntábamos tenía que ser en mi casa, y las pocas veces que fui a la suya nos limitábamos a hacer trabajos en el primer piso de esta. 

Abro la puerta. Si el objetivo era evocar nuestras casas, lo logra. Es una proyección, pero se siente real, como si estuviera en esas cuatro paredes nuevamente. La decoración simple y minimalista. El retrato mío junto a mi padre en grande en un marco dorado.

El tocadiscos; una reliquia de mi abuelo en la mesa. Con el vinilo dónde se encontraba mi canción favorita: La danse Macabre. 

—¿Así que este es tu cuarto?

Asiento con la cabeza.

—Créeme que es muy diferente al mío. 

—Me gustaría ver el tuyo.

—No, en eso te equivocas. Es compartido con mis siete hermanos. Es muy diferente a esta elegancia.

—No me gusta nada esta elegancia.

—Perdón. Yo sé que no lo pasaste bien ahí.

Es extraño escucharlo decir esa palabra. "Perdón". 

Ninguno tiene ánimo de seguir hablando, pero eso no significa que estemos incómodos con la presencia del otro. Al contrario, hay refugio en nuestro silencio. Nos recostamos en la cama. Esta vez solo son caricias suaves. Mutuas, recíprocas. Como si ambos necesitáramos de un fuerte abrazo.

Y yo se lo doy. 

No sé quién apretuja más al otro. 


Gritos. Un gran alboroto que viene de fuera. Con Derek intercambiamos una mirada y salimos corriendo. La posibilidad de que sea nuevamente el asesino atacando son altas. Sin embargo, los aullidos y risas vienen del cuarto de Magnus. 

No lo entiendo. Félix ríe a carcajadas. Cosette retrocede unos pasos con las manos tapándose la boca, pero no de risa, sino de... ¿miedo? ¿Espanto?

Febe permanece indiferente. 

—¡Oh! Mira si aquí llegó. ¡Magnus! ¡Será mejor que recibas bien a tu crush! —Félix le avisa a Magnus mi presencia. 

«¿Cómo?»

—¿Qué ocurre? —Alcanzo a preguntar. 

Me empiezan a abrir paso. Todos se corren a un lado. 

—Theo... mejor no... —empieza Cosette, pero continúo avanzando. 

Entro en el cuarto y reparo en cada esquina. 

Fotografías mías pegadas por doquier. Unas en la escuela, otras en mi casa, varias durmiendo. Puedo identificar algunos momentos, pero otros... estoy seguro de que no estaba con Magnus. 

Llegando a casa. Camino a la escuela. Idas al centro comercial. 

—¿Q-qué es esto? 

Magnus permanece sentado en el suelo, la guadaña reposando en este. 

No me da la cara. Tampoco emite palabra.

—Magnus... 

Me acerco a las imágenes. No puedo arrancarlas ya que solo es una ilusión, pero son perturbadoras. Tan próximas a mi rostro. Nunca estando consciente de la cámara. 

La persecución, la observación, lo mismo que me hacían en esa sala fría y grande. 

Félix le arrebata el teléfono a Cosette. Oigo la discusión a mis espaldas y el empujón que le da para quedarse con este. Derek la defiende, pero Félix está más divertido con grabar toda la escena. 

—Para que el genio tenga un recuerdo, ¿no?

Ríe y ríe y solo quisiera que se callara. Quiero explicaciones, quiero que Magnus diga algo, pero cuando levanta la mirada solo mantiene una horripilante sonrisa. 

—Haré que me ames. —Lágrimas resbalan por su rostro. 

—¡Basta Magnus! —le grita Cosette a mis espaldas. 

—Empezaremos otra vez. —Se levanta acercándose despacio a mí—. ¿Verdad? ¿Olvidarás esto? 

Retrocedo un paso. 

—No puedo parar de reír. —Sigue Félix—. Un manipulador, un stalker, una retardada lunática, una máquina, y mi Febe, tan buena en darme lo que quiero —se le burla, aun así al voltear Febe mantiene una calma fría—. ¿Soy el único normal aquí? ¡Hey, Proyecto 151 ya denme el premio! Con este grupo de fenómenos quizá qué harían con esa suma. 

—Oye, Félix, ya estás jugando con mi paciencia. 

Primera intervención de Derek. 

—¿Entiendes lo que quiero decir? ¿Lo entiendes o no? —insiste al no obtener respuesta—. Ahora vas a callar esa puta boca. Me entregarás el maldito celular y nos largaremos de aquí. 

Félix está por responderle.

—Si escucho una palabra más, tan solo una palabra más...

—¿Qué? ¿Me golpearás como haría Magnus? O... ya sé, romperás el silencio. 

—Ni me compares —suelta con desdén—. Pero sí, aunque eso se quedaría corto con la rabia que tengo en este momento. ¿Qué tal si te corto la lengua? ¿a que ahí sí te callarías de una puta vez? ¿O te has confundido y porque me ves de sacerdote te has olvidado de quién soy? —Félix se calla de inmediato. Le entrega mi celular— ¡Todos fuera de aquí! —les grita, logrando que hagan caso. 

Suspiro fuerte. Derek sigue en la pieza. 

—Me iré. Tú ve qué haces con él —me dice. 

—Gracias... Derek... —balbucea Magnus.

Derek le dirige una mueca de desprecio.

—No lo hice por ti. Fue por Theo. Lo estaban alterando, como si no fuera suficiente con toda esta enfermiza obsesión. 

Sin embargo, en cuánto se va y tengo a Magnus frente a mí no tengo la capacidad para enfrentar esta conversación. No quiero, la perturbación altera la lógica de mis pensamientos. Cada recuerdo ahora tiene un significado diferente al saber lo que en verdad pasaba por su cabeza. 

Me voy, y lo último que veo es cómo Magnus aferra la mano a la guadaña.

𖣠━━━━━━━➊➎➊━━━━━━━𖣠

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro