(...)

Eran aproximadamente las cinco de la mañana. Dana estaba despierta todavía, y su mente le dejó bien claro que no iba a poder dormir.

Pensaba en Daniel. En lo mucho que extrañaría a Daniel.
Todo era culpa del cáncer. Al menos es eso lo que ella pensaba. Si no tuviera cáncer no hubiera tenido que ir al hospital y no hubiera conocido a Daniel.

Sin Daniel ahora mismo todo su dolor se esfumaría.
Sin Daniel no tendría que sufrir por nadie al quedarse sola.
Sin Daniel... Sin Daniel no sonreía.
Sin Daniel todavía estaría atrapada en la casa de sus padres.
Sin Daniel estudiaría administración de empresas.
Sin Daniel no hubiera descubierto que era la felicidad.
Sin Daniel no tendría el valor para lograr su sueño.
Sin Daniel seguiría en la cama del hospital.
Sin Daniel... Estaría muerta.

Dió una vuelta en la cama retirando las sábanas de encima suyo. Bajó las escaleras sigilosamente, sintiendo el frío suelo bajo sus pies.
Llegó a la cocina y llenó un vaso de agua.

Miró el líquido transparente por un buen rato, perdida en sus pensamientos.

- ¿No puedes dormir?

Dana giró la cabeza hacia él y negó volviendo a su posición anterior.

Daniel se puso a su lado apoyando sus codos en la encimera y mirándola detenidamente.

- ¿Qué pasa? - preguntó en un susurro preocupado.

- Estaría muerta sin tí. ¿Sabes? - susurró y Daniel abrió los ojos sorprendido - Gracias. - le miró - Gracias por salvarme.

Dana sonrió de lado y el ojiazul la atrapó en un abrazo. La chica apoyó su cabeza en el hombro de él y cerró los ojos.

- Te voy a echar de menos un montón. - sollozó Dana aún en sus brazos.

Daniel cerró los ojos con fuerza y la estrujó entre sus brazos más fuerte.

- Yo también Dana. Te lo aseguro. Dejarte va a ser lo más difícil que haré en vida.

Se quedaron abrazados por un largo tiempo. No querían separase por si el momento de no volverse a ver llegaba antes. Querían quedarse así para siempre, aún sabiendo que sería imposible.

Daniel separó a la chica de él sujetándola por los hombros.

- Dana, te prometo que hablaré contigo todos los días ¿De acuerdo?

Ella asintió limpiándose las lágrimas.

El castaño sonrió de lado limpiando el rastro que habían dejado las lágrimas en la cara de Dana.
Ella trató de sonreír, pero solo le salió una mueca.

Daniel acercó su rostro al de ella sin perder de vista en ningún momento sus ojos.
Puso sus manos en la cintura de Dana y con poco esfuerzo rozó sus labios con los de ella lentamente.
Los dos cerraron los ojos en cuanto sintieron el contacto y solamente se dejaron llevar.

Hasta que Keri bajó a la cocina.

- Oh, Emm... - los dos jóvenes se separaron - Yo solo venía a por agua... Podéis seguir a lo vuestro.

Las mejillas de Dana y Daniel comenzaron a tornarse rojas.

- Buenas noches. - susurró la chica antes de subir corriendo las escaleras.

Daniel miró mal a su madre y salió corriendo detrás de ella.

- Dana espera. - la agarró del brazo y ella se giró hacia él.

- ¿Qué pasa? - cuestionó aún con las mejillas algo rosas.

Sin previo aviso, el chico volvió a juntar sus bocas en un hermoso beso.

- Solo era eso. - susurró sobre su boca antes de dejar otro pequeño beso en sus labios.

Ella sonrió abiertamente dejando sus brazos en el cuello de Daniel para besarle de nuevo. Mucho más lento y placentero.

Se separó del chico con una sonrisa que le dejó embobado.

- Buenas noches Daniel. - se despidió en un susurro.

El chico se quedó parado un segundo antes de darse cuenta de lo que pasaba.

- Emm... Si. Buenas noches.

Ella soltó una risita y le abrazó con fuerza antes de marcharse a su cuarto dejando a Daniel solo en el pasillo.

Se quedó parado mirando a la puerta unos instantes. Ni siquiera se dió cuenta cuando su madre pasó a su lado para entrar a su habitación.

Suspiró profundamente y se adentró en el cuarto de la chica con sigilo.
Ella se incorporó en la cama al oírle y le miró con el ceño fruncido.

Daniel no dijo nada. Solo se tumbó a su lado, la rodeó con sus brazos, beso su cabeza y comenzó a dormir tranquilamente.

Maratón?