Capitulo 28

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Daniel y Dana iban de la mano caminando por las ajetreadas calles de Madrid.

Habían aterrizado hacía una hora y, después de hablar con algunos fans del rubio, se dirigían al hotel para dejar todo y dar una vuelta por la gran ciudad.

Las fans que se habían encontrado en el aeropuerto preguntaron a Daniel por la chica y él sin ningún pudor dijo que era su novia.

- Ni siquiera me lo pediste. - se quejó Dana sonriente.

- Creía que no hacía falta. - besó su mano - Es más que obvio.

La chica rodó los ojos y rió de una forma adorable que a Daniel le enterneció el corazón.

- Para. - pidió él sonriendo.

- ¿Que pare qué? - se preguntó ella confusa.

- Para de ser tan adorable, bonita, linda y hermosa. - Dana rió - Enserio, me hace sentir que dependo de tí para ser feliz.

La sonrisa de la ojiverde desapareció y bajó la mirada con una mueca.
De alguna forma, eso le dolió.

No iba a estar con Daniel siempre, y pensar que si ella moría él no sería feliz... Dolía.

- Lo siento... Yo no...

- No pasa nada. - fingió una sonrisa - Me alegra que te haga feliz.

Daniel se calló sintiéndose mal y suspiró.

- Esto es demasiado bonito. - comentó ella rompiendo el silencio.

- Tienes razón. - observó su rostro mientras ella sonreía mirando los edificios - Demasiado.

Milán, Italia

- La mejor pizza que he probado en mi vida. - dijo Daniel con la boca llena de queso.

Dana rió asintiendo y sonrió al atardecer.

- ¿Por qué cada sitio al que vamos es siempre tan hermoso? - preguntó sin despegar la mirada del cielo.

- Porque estamos juntos.

Dana miró al rubio y sonrió ampliamente.
Él agarró su mano acariciando el dorso con su dedo pulgar, para después plantar un dulce beso.

- Eres demasiado para mí, en serio, me harás sonrojar. - rió nerviosamente.

- Es lo que intento. - confesó Daniel divertido.

- Pues no sigas, probablemente funcione.

Daniel sonrió y aclaró su garganta para comenzar un discurso de cursis palabras para la chica.

- Eres la luz de mi vida. Cuando sonríes mi mundo se ilumina. Eres la inspiración de todas mis canciones. Dejaría todo de lado solo por poder estar junto a tí. Te amo tanto Dana. - la chica rió sonrojada e intentó taparse la cara, pero el rubio la detuvo y le dió un casto beso en los labios - Es más... Creo...

- ¿Qué crees? - preguntó ella curiosa.

- Nada. Es una locura. - recapacitó él echándose para atrás.

- Oh, vamos. - puso un puchero - Me gustan las locuras. Quiero oírlo.

- No quieres. - sonrió negando - Sólo olvídalo. ¿Si?

Ella bufó asistiendo.

- Te lo diré en otro momento. - le calmó divertido al ver su rabieta - No estamos en el lugar ni en el tiempo indicado.

- Okay. Lo acepto solo porque sé que me lo dirás. - él sonrió - ¿Nos vamos a dormir? Estoy bastante cansada.

- Claro que sí Linda. - los dos se levantaron - Todo por mi cosita bonita, hermosa, preciosa, divertida y ahora mismo, sonrojada.

- Maldito. - se quejó ella tapando sus mejillas.

- No te tapes. - le regañó - Eres muy adorable.

- Cállate. - susurró y él rió.

Daniel besó su frente y los dos se fueron al hotel tranquilamente.

(...)

- Daniel. - susurró Dana moviendo el hombro del rubio - Daniel, despierta.

- ¿Mmm? - frotó sus ojos y encendió la pequeña lamparita de la mesilla - ¿Qué pasa Dana? Son más de las tres. - comentó somnoliento mirando el reloj.

- No puedo dormir. - murmuró ella apenada.

- Pero me dijiste que estabas cansada.

- Pero no puedo dormir. - se quejó ella hundiéndose entre las sábanas.

El chico rió un poco negando y tapándose con las sábanas hasta la cabeza para poder hablar con ella.

- ¿Qué pasa? - susurró acariciando su corto pelo.

- Lo he estado pensando mucho y... No sé si estoy preparada para dejar este mundo.

Daniel observó sus ojos seriamente y suspiró.
No creía que se tratara de eso.

- Yo tampoco lo estoy. - confesó.

- Al principio... Lo asimilé rápido porque estaba cansada de luchar, pero ahora... Ahora siento que no puedo dejarte.

El rubio tragó saliva y cerró los ojos con fuerza.

- Siento estar atormentándote con esto. - se disculpó ella - Debería haberme callado y dejarte dormir.

- No. - abrió los ojos - No te disculpes. Había que hablarlo, porque a mí también me está doliendo. - la chica bajó la mirada - Pienso en perderte y... Mi mente se apaga. No quiero Dana, pero sé que no puedo hacer nada.

Los ojos de la ojiverde comenzaron a aguarde mientras ella asentía comprendiendo.

- No deberías haber venido ese día al hospital. - comentó ella arrepentida - Si no hubieras ido, todo esto habría acabado y tú no sufririas.

- Pero fui. - dijo Daniel - Y no me arrepiento de haberlo hecho, porque sin tí quizás no hubiera llegado a lo que soy hoy. - sonrió - Y tú estarías estudiando administración de empresas.

La chica sonrió y limpió sus lágrimas apoyando su cabeza en el pecho de Daniel.

- Te amo Dana y te prometo que nunca lo dejaré de hacer. - besó su cabeza - Pasarás los mejores últimos días de tu vida.

- Yo también te amo Daniel. Gracias por no dejarme.

- Nunca. - confirmó él - Nunca lo haría.

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