Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Lo que importa es que parte decidimos potenciar

(Harry Potter y la Orden del Fénix)

Lo primero que vio Sirius cuando abrió los ojos fue la almohada de James, lo segundo sus ojos color avellana. Sirius refunfuñó molesto y se metió entre las sábanas. No era de la gente a la que le gustará despertarse pronto.
-¡Sirius! ¡Vamos levántate! - lo llamó James. Sirius se hizo el sordo por lo que acabó tirado en el suelo.
-¡Esta bien! - abrió los ojos y se levantó -. Ya estoy despierto, ¿contento?
El chico asintió y señaló la cama de Peter. Sirius compuso una mueca maléfica y junto con James se lanzaron a despertar a Peter. El muchacho se levantó con los ojos fuera de órbita. Se rasco la cabeza somnoliento y bostezo.
- Que poco delicados sois - se quejó el regordete.
- Es que si no no te despertarías, Pete - comentó James -. Además, así es más divertido.
Peter no pudo evitar sonreír.
Sirius giró la cabeza hasta la cama de Lunático y le sorprendió ver qué estaba hecha. James captó su mirada y arrugó un poco el ceño.
- Está en el baño - dijo, respondiendo a la muda pregunta de sus amigo. Sirius asintió y empezó a hablar con sus amigos sobre el quidditch.
Un poco más tarde salió Remus con el pelo arenoso pegándosele a los lados de la cara, lo cual denotaba más su palidez. Sus ojos brillaban con un brillo algo salvaje tras su flequillo. Remus se pasó la mano por el pelo en un intento de secárselo. El niño se quedó paralizado cuando los vio despiertos. James se levantó y lo apartó con impaciencia, entró en el baño y cerró la puerta. Remus acabó suspirando y se fue pro la escaleras. Sirius sintió algo de lástima por él. Sacudió la cabeza y se tumbó en la cama, con su característica postura despatarrada.
Al cabo de media hora ya estaban todos vestidos y bajando las escaleras en dirección al gran comedor. Se sentaron junto a unas chicas, a una de ellas la reconoció como la pelirroja que iba con Lunático. Vio como James la miraba con interés. La chica se percató de aquello y se volvió molesta. Sirius no pudo evitar reírse.
- Jamsie parece que la pelirroja será tu futura novia - lo picó Sirius, rojo de la risa.
- ¡Yo no saldría con ella por nada del mundo! - gritó James, rojo como un tomate. Peter empezó a reír también. James les pego un golpecito y empezó a apartarse el desayuno. Sirius lo imitó. Cogió unos emparedados con beicon y empezó a comerlos. Todo paso con normalidad hasta que empezaron a repartir los horarios. Sirius ojeó el suyo sin mucho interés. James le dio un codazo y ambos vieron como al profesora McGonagall le susurraba algo a Remus y este asentía con lentitud. El niño se levantó de la mesa y salió del comedor con el horario en la mano.
Sirius miró a James interrogante. Su amigo negó con la cabeza y ambos siguieron tomando el desayuno, pero Sirius algo preocupado.
Empezaron a desayunar deprisa, pues el tiempo se le echaba encima. Salieron del comedor a paso rápido, mientras Peter se comía la última de sus cinco tostadas. Subieron los escalones de dos en dos y empezaron a meter a toda prisa los libros necesarios. Echo esto fueron a Herbologia. Allí los esperaba la profesora Sprout, una bruja regordeta y un sombrero algo remendado. Empezó a pasar lista parándose para observar sus caras. Echo esto los hizo ponerse en grupo y empezaron a trabajar. Sirius, James y Peter se pusieron con un alumno de Ravenclaw muy bajito pero inteligente. La clase pasó con relativa tranquilidad, hasta que un chico entró en mitad de la clase respirando agitadamente. Se dirigió a la mesa de Sprout y se disculpó, y ella las aceptó comprensiva. Remus se sentó con Lily, Alice y un chico de Ravenclaw. La pelirroja le sonrió con calidez y los cuatro se pusieron a trabajar. Así se pasaron el día, de clase en clase. Sirius y James eran magos brillantes por lo que no les tomaba mucho esfuerzo realizar los hechizos. Peter en ese sentido si era más torpe. Sirius notó que James era brillante en transformaciones. Sirius miraba de vez en cuando a Remus. Lo veía solo o enfrascado en un libro, y eso el daba algo de pena. Sirius apartó esos pensamientos de su cabeza y se dirigió a la última clase del día: hora doble de pociones. Caminaron largo rato hasta las mazmorras, y allí los esperaba un hombre gordo con una gran papada. Tenía una gran calva y algo de pelo rubio pajizo. Conforme entraban los hizo pasar, observándolos con astucia como si pudiera ver en lo que eran buenos y sus defectos.
Los chicos tomaron asiento al principio del aula y observaron al profesor.
- Buenas tardes a todos. Yo soy el profesor Slughorn e imparto pociones. Dicha materia es un arte delicado y de muchos matices, por eso os ruego que presteis la más completa atención. Bien, lo primero que haremos hoy es pasar lista - dicho esto sacó un pergamino y empezó a pronunciar los nombres con entusiasmo. Aquella clase fue realmente para aprender las reacciones de los ingredientes, cuales no mezclar...
Sirius se aburría terriblemente y enseguida pensó en una broma para la próxima clase. Sonrió maquiavélicamente. Miró a Peter y lo vio con cara de no entender nada. James escuchaba casi por hacer algo. Ninguno tomaba apuntes pues tenían muy buena memoria. Se giró para ver al resto de la clase. Los demás sí estaban apuntado cosas. Se percató de la cara de concentración que tenía Remus. Su mano corría velozmente por el papel y casi le dió mareo. Volvió a mirar al profesor y dejó pasar el tiempo.

Por fin, se acabó la clase. Los tres niños corrieron con rapidez intentando alejarse lo más posible de la mazmorra. El aire puro les dio en la cara y los despejó por completo. Decidieron sentarse bajo un sauce que había frente al lago, y comenzaron a hacer su tarea. Estuvieron hasta la hora de la cena pues tenían que parase a explicarle todo a Peter. Guardaron los deberes pues todavía les quedaban algunas asignaturas. Los tres amigos fueron al gran comedor y empezaron a dar cuenta de su cena. Como otras veces Sirius buscó a Remus con al mirada, y lo encontró en un esquina, solo y deprimido.