Lily Evans

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Aquellos que nos quieren jamás nos abandonan
(Harry Potter y el Prisionero de Azkaban)

Remus se arrastró hacia un compartimento y se derrumbó sobre él. Enterró la cara en las manos, pensando.
Había sido muy confuso y el chico se preguntó cómo había sido capaz de perder el control de aquella manera. El chico cerró los ojos y se perdió en sus recuerdos.

Remus se había sentado en un compartimento solo. Sacó su libro de Defensa Contra las Artes Oscuras y empezó a leerlo otra vez. Fue entonces cuando la puerta se abrió, dejando ver la cabeza de un niño con gafas.
- Hola, ¿puedo sentarme? - le preguntó. Remus levantó la cabeza del libro y lo miró. El chico también alzó la vista y lo reconoció.
- ¡Tú! - bramó y lo señaló con un dedo acusador -. ¿Por qué te reiste de mí?
Remus se quedó quieto, sin saber que decir. El niño se acercó a él y le dijo en un tono peligroso:
- Escúchame bien, te has reído de la persona equivocada y créeme cuando te digo que voy a hacertelo pagar.
Remus lo sintió y el miedo lo recorrió entero. El lobo intentaba liberarse en su interior para abalanzarse contra aquel que osaba amenazarlo. Remus usó toda su fuerza de voluntad para retenerlo. Empezó a sudar copiosamente y empezó a murmurar cosas como: “Quédate atrás yo puedo solo, no salgas, no salgas...”
Entonces un chico de pelo negro y rasgos aristocráticos entró al vagón. Remus no oyó lo que el chico preguntó, pues él estaba echando atrás al lobo. Cuando por fin hizo retroceder al lobo miró a ambos niños. Remus cogió su baúl y lo arrastró fuera, para alejarse de ellos.

De repente, se vio devuelto a la realidad cuando se percató de que unos hermosos ojos verdes lo miraban con preocupación.
- Oye...¿por qué lloras? - le preguntó la dueña de los ojos verdes. Remus alzó la cabeza y la miró con atención. Era un chica de su edad, con un hermoso pelo rojo brillante y unos fascinantes ojos verdes. Se llevó las manos a la cara, y se percató de que sí había llorado. Se secó las lágrimas con rapidez.
- N-n-nada - tartamudeo el niño, con notable miedo. Remus maldijo por lo bajo. Odiaba tartamudear. La niña sonrió un poco, enternecida.
- Soy Lily Evans y el es Severus Snape - los presentó la niña, mientras señalaba a un niño de grasiento pelo negro sentado en una esquina. El chico le dedicó un hosco gesto de saludo.
- Yo s-soy Remus Lupin - murmuró en voz baja.
- Es un placer, Remus.
El joven licántropo sonrió suavemente. La niña le devolvió una sonrisa deslumbrante. Remus sacó el libro que estaba leyendo y continuo por donde lo había dejado. Lily de vez en cuando hablaba con él, para que no se sintiera solo y Remus lo agradecía. Pasado un rato, acabó el libro y se dedicó a observar el paisaje a través de la ventana. Los campos escoceses parecían una obra de arte echa por un pintor de gusto exquisito. Los árboles crecían verdes y fuerte y la flores poseían una belleza delicada. Remus contempló el paisaje maravillados, sin percatarse de la noción del tiempo.
Fue interrumpido cuando una anciana de pelo canoso les ofreció algunos dulces. Remus los miró con avidez, pero él no tenía dinero. Lily pareció darse cuenta por lo que cogió varias ranas de chocolate y se las tendió a Remus.
- Ten para tí - dijo Lily. Remus negó con la cabeza, pero la niña se las puso en las manos y se sentó a comerse sus golosinas.
Remus se lo agradeció con una sonrisa, y empezó a desenvolver la primera rana. Le sabio a gloria. Echaba de menos el chocolate, pues su tía jamás le daba de comer menos aún chocolate. Remus las devoró con rapidez pues era una de las primeras cosas decentes que comía en mucho tiempo.
Después de eso se la pasó hablando con Lily y con Severus. Al pequeño licántropo le agradaba Lily pues era alguien alegre y enérgica. Por otro lado, Severus era muy...oscuro y le producía desagrado pero, obviamente, no se lo dijo.

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Por fin llegaron a la estación. La locomotora dió un sonoro pitido y paró lentamente. Remus se levantó con rapidez del asiento. Esperó a Lily y Snape. La pequeña niña vio como el rostro de Remus resplandecía de felicidad y de alivio. Se preguntó por qué. Ella tenía ganas de acudir a Hogwarts, pero para el niño parecía una liberación. Se dijo a si misma que se lo preguntaría.

Remus siguió a Lily y a Severus por la plataforma. Se pararon algo confusos, sin saber que hacer. Entonces escucharon una voz potente que gritaba:
- ¡Los de primer año! ¡Los de primer año! ¡Venid conmigo, por favor!
Remus buscó al dueño de aquella voz, y no tardó en encontrarlo. Ante él un hombre el triple de ancho y el doble de alto de lo normal llamaba a los niños. Tenía una barba larga y encrespadas y un pelo largo del mismo color. Sus ojos eran de un negro azabache muy intenso.
Remus se quedó mirándolo entre asombrado y asustado. Vio a Lily tirándole de la manga para que fueran con aquel hombre, y supo que no corrían peligro. A si pues, los tres muchachos se pusieron en marcha. Remus notó como alguien posaba su mirada en él. Se volvió y vio que el que lo observaba era el chico de pelo negro. Lo miraba con seriedad y algo de preocupación pintado en sus ojos grises. A su lado el chico de pelo azabache y revuelto reía de las bromas de un muchacho regordete. El muchacho de las gafas se percató de que su amigo no escuchaba y siguió la dirección de su mirada. Cuando se posó en Remus lo fulminó con la mirada.
El licántropo se tensó y estremeció y giró la cabeza con brusquedad. Lily se percató de esto y miró hacia atrás. Se dió cuenta de las miradas que le dirigían los niños. La chica tenía un carácter fuerte y odiaba las injusticias. Les dirigió una mirada de: como-le-pongais-un-dedo-encima-os-vais-a-enterar-de-quien-soy-yo.
Los tres muchachos sonrieron, divertidos y algo molestos. El niño de facciones aristocráticas la imitó lo que provocó las risas de sus compañeros. Lily movió la cabeza indignada y apretó los dientes. Remus le puso la mano en el hombro, como diciéndole que no se preocupara. La niña acabo por asentir.

Caminaron largo rato hasta por fin llegar a su destino. El hombre los paró en un embarcadero, donde había barcas de cuatro personas.
- Bien, yo soy Rubeus Hagrid el guardabosques de Hogwarts. Por favor, subid con cuidado a las barcas.
Los niños obedecieron y empezaron a subir a las barcas. Remus se sentó junto a Lily, Severus y otro niño. Remus vio como Hagrid se subía a una barca y empezaba a deslizarse por el agua. Las demás barcas las siguieron. Pasó un rato hasta que Hogwarts se mostró ante ellos. Un gran castillo con numerosas ventanas y torres se hallaba ante ellos. Hogwarts parecía sacado de un hermoso y mágico cuento. Remus contempló el castillo maravillado, pensado que jamás había visto algo tan hermoso.

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