Sin Estereotipos Parte 1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Muchas veces la sociedad tilda de bichos raros a los que no cumplan con estos estereotipos, es por eso que algunos prefieren esconder sus gustos raros antes de ser la burla de todos, principalmente por no querer recibir el rechazo de su familia.

Ese era el caso de cierto chico alto, ojos verde y cabello negro, su nombre era Bertholdt Hoover, por su tamaño muchos pensarían que era un chico rudo y seguro de si mismo, pero cuando se le llega a conocer se dan cuenta de que es todo lo contrario, es timido y un poco torpe. Era por esa razón que no tenia muchos amigos, más bien tenia solo uno, Reiner Braun, conocido en toda su escuela por ser la estrella del equipo de futbol americano, lo que encajaba perfectamente con la personalidad y físico que tenia.

Más de una vez Bertholdt pensó que él era el que estaba mal en sus gustos, ya que a él no le interesaban mucho los deportes, en especial los más violentos, como el futbol americano. Aunque una vez, decidio audicionar para el equipo de futbol americano, el entrenador veía potencial por su alura, pero al momento de jugar fue descalificado porque no podía sujetar el balón.

Ese dia se fue a un rincón a llorar, porque se sentía un fracasado por no cumplir con esas expectativas y se sentía peor por llorar, ya que su padre siempre le dijo que los hombres no lloraban. Lo increíble fue cuando Reiner lo descubrió, ya que no se burlo ni nada eso, solo lo consolo y le dijo que no era el fin del mundo por no entrar al equipo de futbol, y que no debía de hacer algo que no quisiera nada mas por presión social. Fue en ese momento que Bertholdt agradeció que fuera su amigo y que lo comprendiera, era la segunda persona con la que sentía que pdia ser el mismo, la primera era su abuelo.

Eso no significaba que no quisiera a sus padres, los amaba, pero por momentos le gustaría que le pregunten sobre sus gustos en vez de imponerle que cosas debía de hacer, pero sentía que era imposible. Lo cual le recordaba al estereotipo de siempre ser valiente, pues él no lo era, mas de una vez preferia guardar silencio para evitar conflictos, y eso lo llevo a tener una especie de vida secreta.

-¡Bertholdt, aquí te dejo tu merienda!- decia Faye, su madre, desde la cocina y poniendo un recipiente envuelto sobre la mesa.

-Gracias, mamá- le repsondio Bertholdt mientras bajaba de las escaleras con su mochila en hombros.

-Debes de alimentarte bien para ser un gran deportista.

-No tienes que preocuparte, Faye- hablo Blake, padre de Bertholdt, quien estaba sentado en el su silllon leyendo el periodico, pero dejo de hacerlo para ver a su hijo- Nuestro hijo es un gran deportista gracias a su altura, pronto le quitara el liderazgo a su amigo Reiner y el pasara a ser el líder del equipo de fubtol americano.

-Si, papá- respondio sin más Bertholdt mientras guardaba su merienda.

-Bertholdt, deberías de mostrarte más entusiasta, pensé que los deportistas eran apasionados- cuestiono Faye.

-Lo hare en el camino- le dio un beso en la mejilla a su madre y camino hacia la puerta- Hasta la noche- cerro la puerta y se fue.

-A veces no entiendo a este niño- comento Faye terminando de guardar los platos en la alacena.

-Los hombres somos asi, llegamos a una etapa donde solo nosotros podemos entendernos. No espero que lo entiendas, solo te lo menciono- Blake regreso la vista a su periodico- Por cierto, quiero más café- movio su taza vacia.

-Enseguida, querido- a Faye a veces le molestaban los comentarios de su esposo, pero no decia nada como buena esposa que era. Por lo que tomo la cafetera y lleno la taza- Si no tienes otra petición, ire a poner la ropa en la lavadora- dejo la cafetera en su sitio y se fue a otra habitación.

-No, querida. Diviertete- Blake ignoraba todo y seguía leyendo su periódico.

Una típica familia de acuerdo a los etereotipos, la madre haciendose cargo de las tareas del hogar y de su hijo, mientras el padre solo se encragaba de si mismo y solo esperaba que su hijo cumpiera con sus expectativas. Si alguno le hubiera prestado mas atención a Bertholdt se darían cuenta que ni siquiera llevaba el equipo para practicar futbol americano, solo llevaba una mochila.

Eso era debido a que no practicaba futbol americano como ellos creían, pero si iba a otro tipo de entrenamientos.

-Buenas tardes, maestra Ackerman-Bertholdt saludo a la mujer de baja estatura, largo cabello azabache y piel porcela, quien se encontraba escribiendo en el pizzaron.

-Ohh, Bertholdt- le respondio la mujer- Justo a tiempo, la clase esta por comenzar. Por favor, ve a tu sitio.

-Si. Con permiso- Bertohldt camino a un costado de la pared y los pupitres, donde se encontraban sentadas chicas, hasta llegar a su pupitre que era el último.

-Muy bien, silencio- la maestra golpeo la mesa con una regla de madera y hubo un silencio absoluto- Hoy seguiremos con la clase de punto y cruz. Asi que saquen los tejidos que estuvimos avanzando, hoy evaluare cual es el mejor.

Fue en ese momento en que Bertohldt mostro lo que llevaba dentro de su mochila, a parte de su merienda, tenia un estuche que contenia hilos de diferentes colores, una estrella de agujas, mini tijera entre muchas cosas más. Y por último otro estuche donde estaba su tejido a medio hacer.

En efecto, Bertholdt no estaba yendo a las clases de futbol americano, en vez de eso prefirio hacer algo que en serio le gustaba mucho, cocer. Algo que para un chico no se veia nada bien, ya que era un trabajo asignado más para la mujeres, pero decidio ignorar eso y tomar esa clase. Y para que sus padres no sospecharan, Reiner le sugirio decirles que habia sido aceptado en el equipo y que entrenaba junto a él, lo cual era perfecto ya que el entrenamiento comenzaba y terminaba justo a la misma hora que su clase de costura.

Sonaria raro pero la costura era algo que le salia muy bien, tanto que era el mejor de toda su clase, donde solo habían chicas, el era el único chico.

-Hanna, ya te he dicho que si no quieres pincharte uses los dedales- la maestra caminaba por los pupitres y miraba como seguía el trabajo de cada una -Anka no te enredez con el hilo- a pesar de solo dar viztasos rapidos se daba cuenta de todos los detalles de sus alumnas- Ilse, estas cociendo no escribiendo, asi que hazlo con más calma. Maria, si quieres sacar una buena claificacion más te vale cubrir ese agujero, asi es, lo vi. Rose, parece que tu tejido fue aplastado por un elefante, y Sina, el tuyo parece arañado por un gato- continuo caminando hasta llegar al final donde se encontraba Bertholdt- Ohh, esto no esta nada mal, prestamelo un segundo- tomo el tejido de Bertholdt para levantarlo y poder apreciarlo mejor- Son unos hermosos pavos reales y los patrones de colores, al igual que los cuadros, encajan a la perfeccion- le regreso el tejido- Buen trabajo, continua.

Bertholdt sonrio ante el cumplido, ya que muy pocas veces su maestra los daba, eso era señal de que estaba haciendo un buen trabajo. Claro que no muchas se tomaron a bien el cumplido, en especial la chica de estaura baja, piel clara y cabelllo rubio cenizo, se encontraba tan molesta por eso que miraba a Berohldt con rabia, pero por distraer su vista de donde estaba cociendo, termino por cocer una manga de su blusa al tejido.

-Hitch, ¿puedo saber que esta haciendo?- la maestra estaba detrás de ella, cruzada de brazos y haciendo sonar uno de sus zapatos contra el suelo.

Hitch regreso su vista al tejido y se dio cuenta que había cocido su manga, se avergonzo tanto que trato de quitárselo mas no pudo.

La maestra solo rodo los ojos.

-Dejamelo a mi-camino hasta quedar frente a Hitch- pon el brazo asi y sujeta el tejido asi- hizo que colocara un brazo de forma horizontal y con la mano libre jalara hacia abajo el tejido para poder ver los hilos que los unian- Ahora quita- saco una pequeña navaja del bolsillo de su falda y de un solo, y rapido, movimiento hizo un corte limpio, en el hilo que unia a ambos- Que esto te sirva de lección, si quieres progresar en tu técnica para cocer debes de estar más atenta en tu trabajo y no mirando el de otros-dio media vuelta y comenzó a caminar

-Mph. Tal vez, si usted fuera buena maestra, ya tendría hecho mi vestido- susurro Hitch con clara molestia.

Al parecer la maestra logro escucharla, ya que detuvo su andar y un aura negra comenzo a formarse alrededor suyo. Hicth se asuto un poco cuando la vio regresar hacia ella.

-Tal vez cierta alumna tendría su vestido soñado ya terminado si moviera más las manos en lugar de la lengua- su tono de voz era suave y sombrio a la vez, tanto que a mas de una le dio escalofríos de solo escucharla- ¿Te quedo claro?-golpeo el pupitre con la palma de su mano.

-S-si, maestra Kuchel.

Kuchel Ackerman era el claro ejemplo de que no todas las mujeres eran amables y sumisas como decían los estereotipos, daba miedo cuando se enojaba tanto que parecía el mismo demonio y ejercia disciplina pura. De seguro si fuera entrenadora del equipo de futbol americano de su escuela, ya habría ganado hasta el campeonato, no como con su actual entrenador Magath, que solo había conseguido llevar al equipo a la derrota por tres años seguidos.

-Muy bien- de un moento a otro volvió a sonreir y su rostro se ilumino- Que les quede claro a todas- volvio a caminar hacia adelante- Si quieren que algo salga bien, deben de trabajar duro en eso para conseguirlo. Nacer con talento no es suficiente- tomo asiento en su escritorio- ¿entendido?

-Si, maestra Ackerman.

-Muy bien, Continúen.

Horas despues, la clase terminaba pero Bertholdt no regresaba a su casa ahí mismo sino que iba a visitar a un familiar que quería mucho y conocia su vida secreta. Al llegar al lugar toco tres veces la puerta y espero a que le abrieran.

-¡Bertholdt!- quien abria la puerta era un hombre mayor, cabello canosos y algunas arrugas en su rostro- ¡Cada dia creces más!- le dio el abrazo mas fuerte que pudo- ¡Un dia llegaras a tocar el techo!

-Ja, ja, ja, ja- Bertholdt solo correpsondio al abrazo con una mano, ya que con la otra sujetaba su mochila- Abuelo, no exageres, te visite la semana pasada.

-¡Suficiente tiempo para que te conviertas en un gigante!- el anciano solto a Bertholdt y se hizo a una lado para que pasara- ¿Qué nuevo aperitivo preparo tu madre esta vez?

-Tu favortio, spaguetti con albondigas- Bertholdt dejo su mochila en el sofá, la abrio para sacar el recipiente, fue a la cocina y lo coloco en el microondas. Estaba esperando a que la comida este lista para servirla en un plato, hasta que escucho algo o mas bien a alguien.

-¡Esto es una belleza! ¡Ni mis vecinas cocen tan bien!- exclama su abuelo desde la sala.

-¡Abuelo!- Bertohldt olvido el microoandas y fue con velocidad a la sala- Te he dicho que no curioses en mi mochila sin permiso, eso es violar mi privacidad.

-Lo siento, pero tenia curiosidad, además no necesitas esconderme anda a mí.

-Si, lo sé- Bertholdt sonrio ante eso, luego escucho la campana del microonadas sonar y regreso a la cocina- Enseguida te sirvo la comida.

-Tomate tu tiempo, ire a encuadrar esto- el anciano comenzó a caminar con dirección a la otra habitación.

Bertholdt solo movio su cabeza a modo de negación pero sonriendo, su abuela era asi y lo querria tambien asi.

Muchos considerarían increíble que, teniendo el padre que tenia, su abuela conociera su secreto. Eso era debido a que su otra motivación por la costura era ver feliz a su abuela. Su difunta a vuela siempre se la pasaba cociendo y tejiendo, se podría decir que la mayoria de sus trajes de bebé fueron hechos por ella, y a su abuelo siempre le gustaba admirarla cuando cocia; cuando esta murió fue un duro golpe para todos, sobretodo su abuela. Ya que solo tuvo un hijo hombre y por la crianza que le dio sabía que seria imposible que practicara la costura, la de su nuera era buena pero no se igualaba ni un poco a la de su difunta esposa. Hasta que un dia Bertholdt llego a su casa con un tejido, uno que le recordo tanto a la técnica que usaba su esposa, al principio Bertholdt mintió y dijo que una chica de la escuela lo había hecho y se lo regalo, pero su abuelo sabia que mentia asi que termino confesando. Bertholdt quedo sorprendido aquella vez por no haber recibido un regaño, mas bien todo lo contrairo, un abrazo y palabras de aliento para continuar.

Fue asi como su abuelo término pagando sus clases de costura, claro que siempre a escondidas de su hijo y nuera, él también sabia que no podrían comprender los gustos de su nieto, ya que eso no era normal en un chico. Al principio a el tampoco le parecio algo normal, pero al ver que su nieto habia heredado el talento de su mujer, no podía sentirse mas orgulloso de él.

-¡Listo!- Basilio coloco el tejido, recién enmarcado, en la pared- ¡Los pavos reales más hermosos del mundo!-miraba con orgullo el cuadro.

-Gracias por el cumplido, abuelo- Bertholdt coloco la comida y un tenedor en la mesa de centro- ¿Pero no crees que exageras un poco?- pregunto señalando todos los cuadros, desde que empezo sus clases de costura, su abuelo enmarcaba todo lo que hacia- A este paso, cuando mis padres te visiten, pensaran que tu casa es un museo.

-No exagero ni un poco- continuaba admirando el cuadro- tu abuela estaría orgullosa de ti, y querria que hiciera esto con tu trabajo- comenzó a caminar hacia el sofá- En cuanto a tus padres, si me visitan les dire que los compré por caridad, las vecinas siempre hacen tejidos para venderlos, no seria raro que les compre algunos como buen samaritano- tomo asiento frente a la comida- Claro, si es que algún dia se les ocurre visitarme- comenzo a comer, aunque se notaba triste por eso.

Bertholdt se sentía mal por su abuelo, él era el único que lo visitaba desde hace tiempo. Su padre lo tenía como olvidado, cada vez que sacaba el tema siempre decía lo mismo, que estaba muy ocupado o cansado, y su madre no decía nada solo repetia lo mismo que decía él.

No sabia si existía el estereotipo de que los hijos se olvidaban de sus padres una vez consiguen su propia familia, pero si existía le parecía un estereotipo absurdo además de estúpido, su abuelo no merecia eso, de hecho nadie se merecia vivir en el olvido de su familia. A veces se preguntaba si su padre esperaba que hiciera lo mismo cuando se casara.

No pudo evitar ponerse rojo al pensar en eso, para poder casarse tenia que conocer una chica primero, y digamos que por su timidez eso le era muy dificil.

-¿De nuevo pensando en chicas, Bertholdt?- Basilio conocia suficiente a su nieto para saber que, cuando se ponía rojo, era porque pensaba en chicas.

Eso solo provoco que Bertohldt se pusiera más rojo y agachara la cabeza.

-Necesito un trago para hablar de esto- se puso de pie y fue directo a la cocina, regreso segundos después con dos latas de Pepsi y le extendió una a Bertholdt.

-Gracias- Bertholdt acepto la lata- pero esto no es un trago.

-Asi me gusta decirle, licor o gaseosa, igual van a tu hígado- regreso a su sitio y abrió la lata, para despues beber un sorbo- No es por presionarte pero a tu edad ya había conocido a tu abuela, y desde ese dia ninguna mujer me parecio más hermosa que ella- sonrio al recordarla.

-Lo he pensado a veces, pero...

-Si, se que tienen un gusto diferente por las mujeres a como el mio y el de tu padre. Pero no te juzgo, si eres feliz con una chica asi lo respeto.

-Me gustaría que mis padres pensaran igual y no como aquella vez- Bertholdt agacho más la cabeza.

Hasta ahora recordaba cuando se enamoro por primera vez, era de una chica rubia, muy bajita para el, pero lo que le faltaba de tamaño le sobraba de fuerte, nadie se atrevia a molestarla por el miedo a terminar con algún hueso roto. Bertholdt se cautivo al instante por ese carácter tan fuerte y frio que tenia, pero igual le tomo mucho tiempo llegar a ella. Cuando lo consiguió, se la presento a sus padres pero ellos no se tomaron a bien su relación con aquellla chica, la criticaron desde la A a la Z, desde su forma de ser hasta como vestia. Es necesario decir que eso fue suficiente para terminar su relación, quiso arreglarlo pero ella se había cambiado de escuela. Paso varios días deprimido por eso, y sus padres no le hablaron todo ese tiempo, su padre decía que los hombres no lloraban y mucho menos por muejres que no valen la pena como aquella rubia. Fue por esa razón que su abuelo fue la unica persona con la que pudo desahogarse

En cuanot Basilio se entero lo que su hijo y nuera hicieorn, quiso ir a confrontarlos, pero Bertholdt le pidio que no lo hiciera, no quería que tuviera problemas con ellos. Basilio, al ver a su nieto con lagrimas en los ojos decidio no hacer nada, solo lo abrazo y consolo hasta que pudieria superar la partida de esa chica.

-No tuvieron ningún derecho a hacerle eso a esa pobre chica.-comentaba Basilio

-Lo sé, es por eso que prefirio estar solo, asi le evito a otra chica a pasar ese mal rato.

-No, Bertholdt. Escuchame- levanto el rostro de Bertholdt para que lo vea- Que tus padres piensen, ese es su maldito problema, tú no tienes porque cerrarte al amor nada más para complacerlos.

Bertholdt solo mostro una sonrisa algo triste.

-Y no es por ofender, pero chicas asi se miraban como especímenes raros en mi época- le dio otro sorbo a su lata- Pero los tiempos caminan y las nuevas generaciones también, no tengo nada en contra de que quieran que las respeten y griten para exigirlo, solo que todavía me parece raro.

-Esta bien, lo entiendo. Te criaron de una manera diferente y en esos años casi no pasaba tan seguido eso-Bertholdt entendia a su abuelo, la menos el respetaba sus gustos- ¿Quieres que te lea Crimen y Castigo?

-Si no es mucha molestia- el anciano alejo su mano de él.

-Ninguna- Bertholdt se coloco de pie, fue hasta el librero y saco un libro- Continuemos- abrió el libro con ayuda del separardor para saber donde se había quedado y comenzó a leer.

Minutos despues Bertholdt dejo de leer, miro a un lado, dándose cuenta que su abuelo se habia quedado profundamente dormido. Algo normal ya que siempre se quedaba dormido minutos despues de comer, asi que cerró el libro y lo agrego a su lugar.

Una vez limpio todo decidio ver uno de videos favoritos, lo había encontrado en youtube pero por la cantidad de denuncias que recibio fue eliminado, lo bueno es que lo descargo antes de que eso pasara, al principio se arrepintió pero luego agradecio haberlo hecho, porque ese video valio cada uno de sus datos que gasto.

El video a simple vista podría parecer uno de esos tantos documentales de marchas de mujeres exigiendo sus derechos, pero este no era un video cualquiera, si era de una marcha de chicas con letreros, antorchas y gritando en coro exigiendo igualdad, pero el lugar no era en la calle sino en un campamento- Para ser más especificos el campamento Tybur, y esa revolucion era encabezada por la nueva chica que lo traía loco de amor.

Final del segundo capitulo.

Iniciamos con Bertholdt.

Vamos con el siguiente capitulo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro