Cuando despertaron de un sueño, descubrieron que habían sido llevados a un bosque; ambos hermanos se abrazaron al oír al poderoso viento mover las hojas de un lado para otro con un silbido infernal.

No se movieron del lugar, esperando que alguien viniera a buscarlos y para su suerte una anciana apareció, los llevo a su cabaña en medio de los arbustos, los alimento y los vistió, no podía imaginar que tipo de ser dejaba abandonados a su suerte a dos niños tan pequeños.

Pronto anocheció y la mujer los arropó en su cama, pero antes de dormirlos les pregunto:

— ¿Cuáles son sus nombres pequeños? — con una voz rasposa pero dulce.

— Yo soy Hansel — comenzó el niño.

— Y yo Gretel — acotó la niña.

Les dirigió una sonrisa cariñosa y de un leve soplo apagó la vela para dejarlos dormir; ella no quería que aquel acto atroz quedara impune, abrió su viejo libro y preparo un embrujo para castigar al despreciable ser que había osado dejarlos allá para morir.

En medio del ritual, la luna llena se alzó justo encima de la cabaña y un quejido obligó a la anciana a voltear en dirección al cuarto; Hansel estaba parado en la oscuridad del umbral de la puerta.

— ¿Qué te sucede mi niño? — preguntó la anciana y luego la sombra de su hermana se unió junto a él.

La anciana tomó el candelabro para alumbrar a los pequeños y vio que aquellos angelicales rostros se habían convertido en grotescos rostros deformes de un color rojizo, provistos de enormes garras en manos y pies con puntiagudos cuernos en la cabeza; fue tal el susto que la anciana dejo caer el candelabro e intento huir...

Un grito dolorido resonó en el bosque mientras el humo se elevaba por lo alto hasta perderse en el firmamento.

Posdata: Este es un retelling basado en el cuento clásico  Hansel y Gretel. Si llegaste hasta aquí, espero que te gustara y que puedas dejar un voto o un comentario si lo deseas, me ayudaría mucho.