Trece.

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"Zack:

Leo de todo también, pero me gusta mucho el misterio y la ciencia ficción.

¿Tú leyendo romance? No me lo esperaba, la verdad.

Y sí, te conocen y mucho, llega hasta a ser molesto.

Bueno, lo siguiente no es de mi incumbencia y solo te estoy haciendo la pregunta por educación; ¿estás bien? Te he notado (bueno, te noté, porque eso pasó ayer) algo decaído, ¿hay alguna razón específica o solo fue un mal día?

- K"

La carta me medio consoló, he de admitirlo, no me esperaba que él fuera el que lo notara. Agarré un folio y comencé a escribir.

"K:

Así que, preocupándote por mí, no me lo esperaba, supongo que por fin he llegado a tu profundo y oscuro corazón <3, siento que dentro de nada me dirás tu nombre, es intuición.

Sobre los libros de romance, que sepas que solo te lo he contado a ti, nadie más lo sabe, así que no lo vayas contando por ahí.

Pero sí, estoy bien, gracias. Solo fue una tontería, lo típico de estar de bajón un día sin una razón aparente.

Sinceramente, te has dado cuenta tú antes que mis propios amigos, pareces preocuparte por mí más de lo que mis 'verdaderos amigos' lo hacen.

¿Sabes? A veces siento que ni les importo y que se juntan conmigo por interés. Ni siquiera sé qué querrían de mí, no tengo mucho que ofrecer. Se siente mal. Quizá solo estoy siendo infantil y exagerando, pero necesitaba decirlo.

Perdón por molestarte con mis chorradas. ¿Qué tal te ha ido el día a ti?

- Zack."

Volví a escribirle tarde hoy, así que la respuesta seguramente llegaría mañana.

Agarré mi bolso de deporte y me dirigí al gimnasio para ir al entrenamiento de baloncesto, pronto comenzarían las Estatales en las que nuestro equipo siempre llegaba a las finales, así que era importante empezar a entrenar desde temprano para no perder la costumbre.

Mientras me cambiaba, me di cuenta de que me había olvidado la camiseta en la taquilla. Maldecí y fui corriendo a por ella antes de que llegara el entrenador y me gritara por irresponsable.

Hoy no tenía ganas de nada. Últimamente estaba muy deprimido, lo único que realmente me alegraba era hablar con K o estar junto a Elián.

Cuando entré al edificio, vi la figura de alguien delante de mi taquilla. No sabía quién era y tampoco podía verlo debido a que las luces de todo el edificio estaban apagadas y las ventanas iluminaban al sujeto a contraluz, haciendo que lo único distinguible fuera la altura y contextura general de dicha persona.

Estaba metiendo algo de la misma forma en que yo lo hacía al esconder nuestras notas.

Me acerqué con lentitud y tragué saliva. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Quizá es K. Puedo descubrir quién es.

Mis primeros pensamientos eran esos porque era mucha casualidad que hubiera alguien a estas horas en el instituto y que justamente estuviera haciendo cosas con mi taquilla.

Intenté acercarme sin que lo notara, pero se dio cuenta y corrió en dirección contraria a la que yo estaba. Pensé en perseguirlo, sin embargo, él siempre insistía en ocultarse y yo le había prometido (solo en mi mente) que no seguiría intentando averiguar su identidad, porque de alguna forma sabía que, si lo descubría, él jamás me volvería a escribir o hablar y no quería que eso pasara, no por ahora.

Y siempre podría ser un desconocido que deambulaba por los pasillos, nunca se sabía.

Mi corazón casi explotó cuando me acerqué y vi una nota que no era la mía y que estaba a medio meter.

Sí era K, y me había respondido.

Era la segunda de ese día. La guardé y decidí que la leería en casa, de todas formas, yo solo había venido a por mi camiseta.

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