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*✧ ゚・:* CAPÍTULO 1  *:・゚✧*

❝ LA LUZ SE ENCIENDE Y SABES QUIEN ERES ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・゚

            LA ENERGÍA del edificio continuaba fallando, habían hecho salir al "número cuatro" de su habitación con el fin de que controlara la corriente eléctrica y las demás puertas para que estas se mantuvieran selladas. En un inicio el joven de ojos claros se había negado con un sencillo: "No mi problema", oración mal estructurada pero totalmente comprensible.

            Tal y como era de esperarse ninguno de los que se encontraban ahí recibieron aquella respuesta de forma grata, por lo que tomaron al muchacho del cuello azotándolo con fuerza sobre la fría mesa de metal, la cual al impactar contra la frente del muchacho soltó un ruido sordo y el muchacho no pudo evitar cerrar los ojos ante el impacto, deseando en aquel instante no haberles dicho nada. Pero al mismo tiempo, diciéndose que ya no había vuelta atrás.

            "No vamos a preguntar una vez más", dijo uno de los hombres, alto y de cabello cano. "Vas a evitar que cualquiera salga de aquí".

            "¿Por qué?"

            "Porque es una orden".

            "Pero..."

            Mayor ruido afuera. Los dos hombres que se encontraban ahí dentro se miraron entre ellos alarmados, debían ir a ver que era lo que estaba pasando, pero no podían dejar a 004 solo.

            Entre ambos intercambiaron miradas, uno debía irse, mientras que el otro debía quedarse custodiando al rubio cenizo. El más viejo de entre ambos fue el que decidió salir, ya que sería más fácil que el joven detuviera a 004 si algo parecía salir de sus manos.

            Cuando la puerta se cerró detrás del mayor, el rubio cenizo miró al hombre, pero no hizo nada. Jeremiah, no se sorprendió mucho ya que 004 siempre había sido realmente tranquilo y hasta cierto punto escuchó que era bastante pacífico. Incluso no le causó ninguna clase de intriga el ver que el muchacho cerraba los ojos; movía sus labios y parecía realmente concentrado, lo cual le hizo suponer que estaría rezando, le alegró ver que dentro de aquel lugar les enseñaban un poco de religión. Aquella acción no le pareció tan mala idea tomando en cuanta la situación en la que estaban. Si es que sobrevivían, la cosa tampoco iría muy bien para el joven, ya que había contestado de manera prepotente a uno de los superiores. Más le valía rezar y esperar a que algún Dios se apiadara de él.

            Las luces comenzaron a titilar con mayor frecuencia y la oscuridad llegaba a hacerse más extensa, comenzó con pocos segundos hasta que comenzaron a sentirse como minutos.

            "¿Qué estás haciendo?", exclamó Jeremiah preocupado.

            No hubo respuesta, sin embargo, las luces se apagaron, finalmente, por completo dejándolos en oscuridad absoluta, una gran desventaja al no tener ventanas que permitieran cruzar la luz de la luna.

            "No quiero preguntarlo de nuevo", dijo a la vez que levantaba el arma que llevaba en el cinturón sin verdaderamente saber a dónde apuntar. "¿Qué estás haciendo?"

            El arma se movía de un lado a otro, el cañón quería estar apuntando al muchacho en un lugar donde era seguro disparar sin asesinar, no podía matarlo, pero sabía que tenía total permiso de herirlo. Había retirado ya el seguro y esperaba cualquier ruido que le indicara el paradero del muchacho.

            El chirrido de la silla y la mesa le alertaron y disparó, haciendo que el sonido retumbara en toda la habitación y que incluso el chico a pesar de ya estar cerca de la puerta se cubriera la cara en caso de que la bala rebotara contra algo o que realmente hubiesen apuntado a él. Al notarse fuera de peligro abrió la puerta haciendo que las luces del pasillo le alumbraran.

            "Hasta la próxima", pronunció sin saber verdaderamente que había dicho y salió corriendo por el pasillo buscando la puerta principal que le daría rienda suelta a su libertad. Aquella chica que tanto quería solía decirle aquella frase seguido, al menos lo hacía en el pasado.

            Mientras salía de la construcción con el dorso de su mano limpió la sangre que había brotado de su nariz debido al esfuerzo que había hecho y comenzó a correr.

            Lo que sea que había causado todo el alboroto de ahí dentro no era bueno para nada, ya que había logrado desconcentrar a los grandes. Estaba en peligro; no solo lo sabía, también lo podía sentir. Era un cosquilleo en la boca de su estómago y como sentir una respiración detrás de su oreja que le causaba que se le erizara la piel.

            Continuó corriendo hasta que sintió que sus pulmones le fallaban y sus piernas le ardían. Se recargó en uno de los árboles para recuperar el aliento y cerró un segundo los ojos. La negrura de la noche no le lograba tranquilizar como a veces solía. Ni siquiera su misma libertad le parecía del todo real.

            Al abrir los ojos, miró una figura no muy lejos de él. No era precisamente muy alta, era la complexión de un niño, o al menos de alguien menor a él. Caminaba de una manera tan peculiar que le pareció conocida. Diez.

            "Hola".

            No hubo respuesta, sino que sonó una clase de gruñido, parecido al de un lobo o un perro bastante furioso.

            "Yo, Cuatro", dijo tratando de tranquilizarlo, pero el chico se continuó acercando de manera amenazadora. "No", dijo mientras que retrocedía al ver que el chico colocaba sus manos sobre la tierra y su cuerpo comenzaba a desfigurarse adoptando una forma animal. "No, por favor", dijo aun retrocediendo.

            Cuando vio el amenazante paso de la criatura, dio una gran bocada de aire y comenzó a correr mientras que intentaba localizar a la chica a la que usualmente accedía en sueños.


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❝ ACABA DE HACER CLIC UNA NOCHE ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・゚

            LA MAYOR de los Holmes iba conduciendo el auto, recién comprado, de su padre. El único pensamiento que tenía en aquel momento en la cabeza era: «No abolles el auto y evita lugares cerrados para aparcar». No era una misión que sonara difícil, sin embargo, cumplirla la sentía una odisea.

            El capítulo del sueño de la noche anterior había logrado alejarlo de su cabeza casi en un cien por ciento debido a que se levantó y salió a correr, diciéndole a sus padres que necesitaba mejorar su condición física para sus entrenamientos de porras. Aquello era verdaderamente una mentira piadosa, sin embargo, le permitió salir de la casa con nada mas que unos shorts, una sudadera extra-grande, su walkman y su par de audífonos. Por supuesto que el atuendo no era aprobado por su padre. Decía que hacía que todos los chicos de la calle la miraran como un pedazo de carne.

            Aquella tarde se había dejado llevar por el ritmo de Eye of the tiger por Survivor, su hermano había tomado prestado su walkman, sin embargo, se permitió concentrarse, únicamente, en hacer que el recuerdo del sueño se hiciera tan pequeño que quedara en el olvido. No se había necesitado de mucho, al final del día no era la gran cosa, solo era un sueño, una pesadilla. Nada del otro mundo. Todos alguna vez habían tenido un mal sueño.

            Ahora mismo tenía la radio encendida, no había querido cambiar a la estación ya que no quería hacer enfadar a su padre, si olvidaba regresarla. Solo iría a casa de los Wheeler a recoger a su hermano y tan pronto llegara, regresarían a casa.

            No es que la familia Wheeler en general no le agradara. Mike a pesar de ser un poco, como ella le llamaría, raro, le parecía todo un personaje medio agresivo-medio dulce y eso le agradaba; la madre era todo un tema, a veces no lograba comprenderla del todo, a veces le recordaba mucho a su propia madre, infeliz, el padre... bueno, tal parecía el causante de toda esa tristeza que carcomía a la mujer, sin embargo, no parecía un mal hombre; la bebé, bueno, no había mucho que decir, era una bebé; pero hablando de la hija mayor, Nancy Wheeler, simplemente no podía con ella, no le agradaba y el sentimiento era mutuo.

            No siempre fue así, cuando eran más jóvenes que sus familias se juntaban ya que querían salir de día de campo debido a que los hijos compartían edades, ambas se llevaban bien, o eso parecía. El problema vino al crecer y conocer a Steve Harrington; ambas habían quedado encantadas con el muchacho. Ninguna era tonta y sabían que solo una de ellas podría estar con el muchacho, fue entonces que comenzó su rivalidad.

            Iba perdida en aquellos recuerdos. Nancy y ella juntas en el bosque jugando como grandes amigas, MJ maquillando a Nancy, su primer éxito en el ámbito de la moda, Steve...

                "MJ, ayuda", dijo alguien a su lado lo cual la desconcertó haciendo que diera un volantazo, girando de más para después frenar de golpe con la respiración agitada. Miró a su lado y no había nada. Ni un alma.

            Bajó del auto, necesitaba aire. Era su voz, la voz del sueño; la reconocería en cualquier lugar. Estando fuera pasó sus manos por el cabello suelto que le caía por la frente retirándolo por completo y soltó un suspiro cerrando los ojos.

            Una mano, la sintió en su hombro. Abrió los ojos enfrentándolo.

            "No eres real", dijo mirándole a los ojos.

            "MJ, ayuda. Peligro".

            La chica negó y volvió a subir al auto, encendió y pasó sobre el cuerpo que le había tocado el hombro mostrando lo que ella supuso que era una alucinación y retomó su camino a casa de los Wheeler.

            En casa de la, relativamente, amplia familia, en el sótano los niños se encontraban jugando.

            "Algo se acerca. Algo sediento de sangre. Una sombra crece en el mundo de detrás y los sumerge en la oscuridad", decía Mike mirando a cada uno de sus amigos: Dustin, Lucas, Eliot y Will. "Ya casi está aquí".

            "¿Qué es?", preguntó el último.

            "¿Y si es el demogorgon?", inquirió Dustin. "Cielos, si es el demogorgon estamos fritos", continuó con preocupación.

            "Si es el demogorgon nos va a destruir a todos. Sería un baño de sangre", dijo esta vez Eliot con un tono dramático, mientras fingía caer muerto en su silla.

            "No es el demogorgon", dijo Lucas serio.

            "¡Un ejercito de trogloditas irrumpió en la recámara!", dijo Mike dejando las piezas en la mesa.

            "¿Trogloditas?", preguntaron Eliot y Dustin al unísono.

            "Se los dije", dijo el chico de tez oscura haciendo reír a sus amigos.

            "Un momento. ¿Oyeron eso? ¿Ese sonido? Boom, boom, ¡boom! No fueron los trogloditas. No, fue otra cosa", todos guardaron silencio y esperaron a que el chico hiciera su movimiento. "El demogorgon".

            "Carajo", dijo Dustin dejando de mirar el tablero.

            "Es tu momento, Will", alentó Eliot. "Acción".

            "Es que aún no sé".

            "¡Bola de fuego!", sugirió Lucas.

            "Necesitaría trece o más".

            "No, muy peligroso. Hechizo protector."

            "No seas cobarde. Bola de fuego".

            "Hechizo".

            "Dejen a Will en paz, él sabrá que hacer", dijo Eliot mirando a su amigo.

            "¡El demogorgon se cansó de sus tontos altercados de humanos! Avanza hacia ustedes".

            "Mike, eso no es justo. Will no ha decidido".

            "No me culpes a mí, culpa al demogorgon", dijo levantando sus manos inocentemente.

            "Hechizo".

            "Ruge furioso".

            "Mike, deja de presionar a Will".

            "¿Por qué no les dices a ellos?"

            Todos comenzaron a gritar y mirarse, tratando de que el pequeño Will tomara por fin una decisión de como es que vencería al feroz demogorgon.

            "Bola de fuego", gritó a la vez que lanzaba los dados descuidadamente provocando que estos cayeran al suelo.

            "¿Dónde están?", preguntó Eliot.

            Todos compartieron miradas y corrieron a donde vieron que cayeron los dados buscando ver el resultado, esperando que fuera lo suficientemente alto para que pudieran vencer al monstruo.

            MJ llegó a la casa y aparcó el auto de su padre frente al garaje de la familia, el lugar con más espacio posible de la calle en caso de que otro auto pasara o decidiera aparcar cerca de la casa.

            Como era de esperarse, la madre le recibió sin problema alguno y le hizo pasar mientras que iba a buscar a los niños para decirles que era hora. Estando dentro agradeció el no ver a Nancy, no estaba con ánimos de mirarle en aquel instante después del casi accidente que había tenido de camino hasta allá.

            Pronto la madre le indicó que los niños habían salido por el garaje, haciendo que la chica asintiera y educadamente se despidiera de ambos mayores saliendo de la casa, regresando donde el auto.

            No había sido su intención, sin embargo, al salir logró escuchar lo que los niños hablaban.  Aparentemente ya era casi oficial una relación entre Nancy y Steve. La chica se abrió paso y fingió una sonrisa la cual su hermano pudo ver que era falsa también. Su familia parecía ser experta en esa sonrisa.

            "¿Nos vamos?", preguntó a su hermano quien le miraba con una mueca triste y se limitó a asentir.

            "A veces quisiera tener una hermana mayor que viniera a recogerme", comentó Dustin.

            "Yo tengo un hermano y no viene por mí, pero está bien. Así puedo irme con ustedes", dijo Will con una sonrisa.

            "¿Por qué demonios Will es tan dulce?", preguntó MJ sonriendo y todos miraron al más joven quien ahora tenía ya un sonrojo en su cara.

            "¿Trajiste mi bicicleta?", preguntó el menor de los Holmes.

            "No esta vez, Sherlock. De ensuciar el auto con ella a la que pondrían a lavarlo es a mi. Anda, vámonos o papá se asustará si no llegamos pronto. Pensará que algo nos ocurrió".

            "A veces olvido que no eres verdaderamente libre por ser rico", comentó Lucas subiendo los ojos, mientras se cruzaba de brazos.

            "No soy rico"

            "Seguro, casi sobrino del alcalde".

            "Solo es amigo de papá".

            "Eliot, vámonos".

            "Nos vemos, chicos".

            Los hermanos salieron y se montaron en el auto. MJ lo encendió y las luces alumbraron el pavimento haciendo que los niños que se irían en sus bicicletas tuvieran una mejor visión.

            Al estar dentro del auto, Eliot se giró a mirar a su hermana.

          "Steve se pierde de un gran partido".

           "No creo que nada esté verdaderamente perdido".

           "Está saliendo con Nancy".

            "Eso ya lo veremos. Ahora tengo algo más importante que contarte que hablar sobre Steve Harrington y su supuesta novia; así que abrocha tu cinturón. Vayámonos a casa, ¿sí?"

            A su vez que eran pronunciadas estas palabras, un par de farolas dieron directo a un lado de la ventana de MJ, vislumbrándola del ojo izquierdo, sin embargo, a pesar de las circunstancias, a través de la ventana del auto, reconoció a la persona que estaba para recoger a uno de los niños. Briar Snyder.

            Suspiró y trató de ignorar a la rubia, sin embargo, está hizo que el motor de su auto rugiera aún más fuerte llamando su atención. MJ no pudo disimular su expresión de fastidio por la vulgar forma en la que la rubia había buscado su atención.

            Decir que Eliot no era gran admirador de prestar atención a todo, sería una gran mentira. Era una cualidad que a MJ le fascinaba, pero que a su padre no le beneficiaba. Eliot era la clase de persona que te analizaba en silencio y que sin necesidad de dirigirte la palabra te podía conocer como la palma de su mano. Reiteremos, parecía más bien un don, sin embargo, en casa su padre le hacía creer lo contrario.

            En aquel instante mirando a su hermana y la expresión que había aparecido en su rostro lo hizo ladear la cabeza confundido, pero a su vez un tanto divertido, podía casi adivinar que Briar lo había hecho a propósito.

           "¿No eran ustedes amigas?"

           "Cállate y ponte el cinturón o ya no te cuento nada", ordenó retomando la conversación que minutos antes los hermanos tenían y entre risas, el menor se puso el cinturón.

            Llegaron a casa al cabo de unos minutos. Mary Jane regresó las llaves a su padre y mientras subían las escaleras puso un dedo sobre su boca mirando a su hermano pidiendo discreción máxima sobre lo que acababa de contarle que había ocurrido en la carretera.

            El resto de la noche no durmió, no porque no pudiera, sino, porque no quería. Tenía el presentimiento que, si lo hacía, escucharía los lamentos. Si se quedaba despierta cabía la posibilidad de que le viera de nuevo, pero despierta sabia que con tocarlo de manera brusca desaparecía, lo cual, MJ vio como una ventaja.

            La noche le pareció eterna. Incluso más que cuando tenía las pesadillas, pero era algo que ella pensaba que debía hace. A la mañana siguiente desde temprano se levantó de la cama y comenzó a arreglar sus cuadernos y libros que tenía ahí para ir a la escuela.

            Al salir de la ducha, de su armario tomó unos pantalones cortos, poco más arriba de las rodillas, sin llegar a ser shorts, y una camisa blanca, la cual solo decidió fajarla, mientras que su maquillaje fue de lo más natural. En completo silencio entró a la habitación de sus padres y tomó prestado el perfume de su madre: Yves Saint Laurent Opium; obsequio de Jerry a Stephanie su aniversario de bodas pasado. Cuando hubo terminado, salió a preparar el desayuno para su hermano y para ella.

            "¿No sería más práctico que compráramos el almuerzo? ¿O que Delilah lo haga?".

            "Tal vez, pero eso nos dejaría sin que hacer en las mañanas; además la comida de la cafetería es grotesca, no comeremos eso", dijo y ambos rieron.

            Al terminar de empacar todo salieron y esperaron por el bus para dirigirse a la escuela. El recorrido era corto, incluso pudieron haber considerado caminar, tal vez habría sido mejor que lo hicieran o que fueran en sus bicicletas, ya que no se imaginaron que una de las chicas bravuconas o al menos era como le veía MJ, se atreviera a jugarle una mala broma poniéndole el pie mientras pasaba por el pequeño pasillo.

            Un poco distraída no midió bien y cayó sobre su propio almuerzo causando que una gran mancha de mostaza tiñera su camisa.

            "Me lleva la...", el camión no esperó y arrancó.

            No hubo tiempo de quejarse. Miró su ropa bufando y a continuación miró de mala manera a la chica que se había encargado de causar la mancha. Continuó caminando hasta llegar a uno de los asientos vacíos; a su lado se sentó su hermano mirándole con una mueca, la cual, a su vez, trataba de esconder un sonrisa burlona.

            "Ya suéltalo".

            "No hay nada que decir, no le veo nada de malo, ahora hueles como a hamburguesa", dijo haciendo que su hermana le mirara de mala manera. "¿Qué? Seguramente a Steve va a gustarle, a todos los muchachos les gustan las hamburguesas", terminó de decir provocando que su hermana riera un poco.

            Tan pronto como llegaron a la escuela, la chica se despidió de su hermano quien aun debía dirigirse con sus demás amigos y ella se dejó guiar por la idea de cambiar su ropa por algo limpio, en aquel caso, su traje de porras que yacía bien doblado, limpio y con un mejor olor en su casillero.

            Al llegar a su casillero, dejó caer su mochila al suelo y puso su total atención en poner la clave para poder abrirlo y sacar sus cosas.

            Sin esperarlo, un brazo se posó sobre sus hombros en una clase de abrazó que la hizo sobresaltarse. Giró ligeramente su cabeza y miró al dueño del brazo.

            "Mierda, Steve. Me has asustado."

            "Escuché lo que te hicieron hoy en el camión, MJ".

            "Si, no es tan gracioso como podría sonar".

            "No digo que lo fuera, por el contrario. Creo que ya sería tiempo de pedirle a tu padre tu propio auto".

            "Siempre puedo caminar si no se me da eso de ir en camión".

            "Llegarás tarde y ambos sabemos que a pesar de ser de... «nuestro grupo», eres una chica aplicada, así que no sería una buena idea, la asistencia es importante, ¿no es así?".

            "Puedo viajar en bicicleta".

            "El auto es más veloz y no llegarías sudando".

            "¿Qué pretendes, Steve?".

            "Que compres un auto en caso de que sea necesario que vayas a la reunión que los demás y yo estamos planeando", dijo girando su mirada en dirección a donde se encontraba el casillero de Nancy, donde ella y su mejor amiga Bárbara ya habían encontrado la nota que el chico había dejado en su casillero. "Mira hablaremos de eso luego, ¿sí? Debo irme"

            Sin esperar respuesta de su amiga, se dirigió al baño de chicas dejando a MJ con la palabra en la boca, a la vez que buscaba a la posible causante de que Steve se fuera.

            Tras encontrarla y terminar de sacar sus útiles comenzó a buscar su traje el cual estaba tal cual recordaba lo había dejeado y espero a ver donde la chica de ojos azules se dirigía.

            Al verla dirigirse por el mismo camino que su amigo había ido, ladeó la cabeza y tras tener su uniforme en las manos, comenzó a caminar en la misma dirección.

            Por los pasillos, algunos veían la mancha considerando burlarse, sin embargo, no emitían ruido, ya que MJ Holmes no solo era conocida por el hecho de ser una de las chicas del grupo de populares de la escuela, sino, que era conocida por ser la típica chica creída y pesada, que de una manera u otra era capaz de hacer de un cotilleo pequeño lo más hablado en toda la escuela, así como también era capaz de comenzar un cotilleo falso, con tal de perjudicar a alguien más; así que gracias a su reputación, casi nadie se atrevió a abrir la boca al verla.

            En el pasillo de camino al baño, por el rabillo del ojo logró ver a su antigua amiga Briar Snyder, a quien había visto la noche anterior, y no pudo evitar pensar en Sam Walker. Antes las dos chicas, Carol y ella eran inseparables, pero entre todas tuvieron diferencias, más que nada por sus distintas personalidades y cada una decidió irse por su camino, a excepción de ella que había permanecido junto a Carol.

            Caminó con rapidez hacia el baño, con la excusa de cambiarse, pero con la verdadera intención de saber que estaba ocurriendo entre Nancy y Steve.

            Al llegar, suspiró e intentó abrir la puerta, pero esta parecía estar trabada.

            "¿Por qué crees que sugiero un lugar tranquilo?", escuchó de la voz de Steve cuando logró destrabar la puerta.

            Ambos jóvenes miraron a la recién llegada quien parecía un poco desubicada, pero al instante recobró la compostura y los miró con una sonrisa cínica.

            "Hey, chicos", saludó. "No creo que sea momento de travesuras, ya va a empezar la clase".

            "Tú también vas tarde", dijo Steve con las manos en la cintura mirándole de mala manera.

            "He venido a cambiarme. No me voy a quedar todo el día con la ropa sucia", dijo y se giró a ver a Nancy sin perder la sonrisa.

            Le miró de arriba-abajo examinando la vestimenta de la castaña, para finalmente mirarla directamente a los ojos aun con la sonrisa socarrona.

            "Linda falda, querida. ¿Dónde la compraste?"

            "Yo debo ir a clase", dijo sin contestar la pregunta y salió del baño, dejándolos solos.

            Steve inmediatamente plantó su mirada de pocos amigos en la chica y esta inocentemente rió comenzando a desabotonar su camisa.

           "¿Te quedas al show o mejor vas a clase?"

            El chico no dio respuesta y salió sin dirigirle la palabra. Cuando MJ se aseguró de que ya no estaba cerca, maldijo por lo bajo al saber que la pareja había estado ahí minutos antes besándose y comenzó a desabotonar su camisa.

            Mientras comenzaba a colocarse su uniforme de porras, pudo percibir un olor que le hizo arrugar la nariz. Tabaco. Pensar que podría haber sido Steve cruzó su mente, pero lo descartó recordando a Nancy, después cayó en la cuenta.

            "Seguro Sam se ha metido a fumarse un cigarrillo a escondidas", dijo sin preocuparse en decirlo bajo, puesto que creía que se encontraba completamente sola.



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❝ MANTÉN LOS OJOS ABIERTOS ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・゚

            HABÍA LOGRARDO perderlo en la carrera. Verdaderamente no tenía ni idea que es lo que le había detenido. Conocía a 010, no se detenía hasta conseguir su carnada, pero la noche anterior, la suerte había jugado del lado de 004, quien de una manera más tranquila ahora caminaba por el inmenso bosque en busca de ayuda, lo que fuera.

            No sabía que diría. No es que pudiera decir mucho. ¿Aún era necesario hablar? Tal vez no tanto, ya era libre. Pero si decía algo, ¿existía una probabilidad de regresar al laboratorio? Si, y era una probabilidad muy grande y horrible.

            Sus pies descalzos dolían, había corrido con velocidad y podía asegurar que alguna rama había logrado incrustarse en la planta de su pie, si revisaba, aquella suposición sería cierta. La ligera bata que tenía se había hecho jirones delgados dejando sus piernas a la vista, las cuales, a causa de ramas bajas de algunos arbustos, tenía pequeñas cortadas. Su cara debido a cómo y dónde había pasado la noche se encontraba con una ligera capa de polvo; su cabello por su parte tenía algunas pequeñas hojas secas atoradas en su cabello. En su nariz quedaba una pequeña mancha de sangre que había limpiado horas atrás.

            El muchacho continuó caminando hasta llegar a una gasolinera. Ahí se encontraba una mujer de una edad media y quien parecía ser su hijo, que contaba con la que parecía ser la misma edad de 004.

            Por lo que en algún momento había llegado a hablar con MJ, que le comentó sobre las tiendas estacionarias, imaginó que algo de adentro podría calmar el hambre que en aquel momento sentía.

            Había pasado ya varias horas sin nada en el estómago, más toda la energía que había deshecho al estar corriendo, ahora le causaba un dolor en el estómago.

            Caminó hacia el lugar y abrió la puerta entrando como un cliente común a la tienda. El muchacho quien se encontraba en un asiento detrás del mostrador leyendo lo que parecía ser una revista no le prestó atención, ignorando el hecho de que definitivamente no tenía dinero para pagar lo que consumiría.

            El muchacho de cabellos dorados comenzó a pasearse por los pasillos buscando algo que comer; nada de lo que había ahí lo conocía o se parecía a alguna de las cosas que en el laboratorio le habían dado de comer ya.

            Al llegar a la zona de los chocolates, tomó uno entre sus manos examinándolo de ambos lados, preguntándose que era aquello y su sabor. Rascó superficialmente la envoltura y llevó el chocolate a su nariz olfateándolo. El dulce olor le causó un retortijón en el estómago. Miró de reojo al chico y al notar que no le causaba conflicto su presencia, decidió abrir la envoltura dejando así ver la barra de color marrón y olor dulce.

            Inhaló el delicioso aroma del chocolate y dio una mordida. Al recibir el sabor dulzón y agradable sonrió metiendo el resto del chocolate a su boca, tirando la basura al suelo mientras que abría otro buscando terminar con su hambre.

            Pronto la basura comenzó a acumularse alrededor de sus pies, por lo que cuando se quiso mover para tomar uno que le quedaba más lejos, pisó las envolturas causando que el ruido llamara la atención del muchacho de detrás del mostrador.

            "¡Mamá!", gritó sobresaltando al chico. "Nos roban".

            La mujer salió de lo que parecía ser la bodega de la tienda con lo que era una escoba.

            "¿Qué pretendes hacer con una escoba?", exclamó su hijo.

            "No sé, cualquier cosa".

            Cuatro, por su parte los miró con los ojos muy abiertos sin saber exactamente que hacer, huir o... solo pensaba en huir.

            "Creo que está enfermo", dijo de pronto la mujer mirando su vestimenta, bajando la escoba.

            "Nos acaba de robar como una docena de chocolates".

            "Tenía hambre", justificó la mujer.

            Cuatro al ver que la mujer consideraba acercarse, tomó entre sus manos más chocolates y retrocedió buscando la salida, aún con la boca llena.

            "No voy a lastimarte", dijo la mujer soltando la escoba, con un tono de voz maternal que causó que Cuatro hesitara. "Lo juro, puedes comer los chocolates, pero quiero que me digas tu nombre, ¿de acuerdo?"

            Abrió la boca, pero sus labios solo temblaron sin emitir sonido alguno, a pesar de lo tentador que aquello parecía, no podía contestar. No tenía nombre.


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❝ ¿DÓNDE ESTUVISTE POR LA MAÑANA? ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・

            DE VUELTA en la escuela, los cuatro chicos, que usualmente con Will eran cinco se acercaron a su profesor al terminar la clase, al igual que aquella chica que compartía clase con ellos, Leah.

            "Dustin, ¿y Will? ¿No vino con ustedes? ¿Por qué?", preguntó Eliot.

            "Debió quedarse dormido o algo. Pensamos que se había adelantado, pero no esta aquí, entonces debe seguir en su casa", dijo encogiéndose de hombros mientras se plantaban frente al escritorio de su profesor.

            "Podemos ir a visitarlo después", propuso Dustin a lo que Eliot asintió.

            "¿Ya llegó?", preguntó Mike sonriente.

            "Lo siento, chicos. Odio ser el portador de malas noticias, pero...", hubo un momento de silencio en el que todos miraron a su profesor angustiados. "Llegó", sonrió.

            El profesor les hizo salir del aula y los llevó donde el aparato se encontraba. Los niños entraron empujándose el uno al otro para usarlo primero.

            "Dale el lugar a Leah", dijo Eliot a su amigo.

            "Vamos, no le va a pasar nada si se queda parada mientras yo lo pruebo".

            "Está bien, Eliot", dijo mientras se acercaba a examinar el aparato. "Apuesto a que con esto se puede hablar hasta Nueva York", rió divertida llamando la atención del chico de la silla.

            "Piensa más grande, Leah".

            "California", dijo Lucas.

            "Australia", dijeron Mike y Leah al unísono.

            "Will se va a cagar de la emoción", comentó Lucas lo cual no causó mucha gracia en su profesor.

            Pronto el grupo de niños comenzaron a jugar con el radio hasta que el director interrumpió entrando junto a dos hombres más.

            "¿Puedo llevarme a todos los chicos?"

            "¿También Leah?", preguntó el profesor.

            "Solo los muchachos, por favor", al escuchar la respuesta Mike hizo una mueca.

            "No te preocupes, Mike, yo experimentaré antes que tú mientras estás con el director", por supuesto aquella frase no haciéndole gracia al chico.

            Estando en la oficina del director, todos sentados frente al oficial Hopper, comenzaron a hablar sin detenerse, respecto a la pregunta que habían hecho. Todos excepto Eliot que se encontraba mirando el suelo, esperando a que todos guardaran silencio, le dieran el habla y pidiera que trajeran a su hermana. Ella sabría que hacer.

            "De acuerdo. Hable uno a la vez, ¿sí? Tú", señaló.

            "Dijiste que el va por... ¿Cuál?"

            "Mirkwood".

            "¿Mirkwood?"

            "Si."

            "¿Alguna vez oíste hablar de Mirkwood?", preguntó Hopper al oficial que había llevado con él.

            "No, suena a invento".

            "No, es del Señor de los Anillos", acotó Lucas.

            "Bueno, del Hobbit", corrigió Dustin.

            "Importa una mierda de donde sea", dijo Eliot susurrando.

            "Cállense todos y hablen uno a la vez. Tú el chico malhumorado".

            "No voy a hablar sin que esté mi hermana aquí".

            "Excelente, tenemos un rebelde entre los niños", bufó dejando todo su peso sobre el respaldo de la silla, mientras apretaba el puente de su nariz con fuerza y cerraba los ojos, había un niño perdido y necesitaba que todos cooperaran.

            "Es hijo de Jerry Holmes", le susurró a Hopper el director, para que tuviera un poco de cuidado en como se dirigía al pequeño. Entonces lo miró y a pesar de que el niño tuviera el cabello más claro que su padre, encontró un gran parecido, especialmente en su forma de ser y dirigirse a las personas de manera fría, calculadora y con superioridad.

            "Mirkwood es una calle de verdad. El nombre es inventado. Donde se unen Cornwaills y Kerley", se apresuró a contestar Mike.

            "Creo que me ubico".

            "Si quiere le mostramos".

            "Dije que me ubicaba".

            "Podemos ayudar a buscar", se ofreció nuevamente Mike.

            "Si", dijo con una sonrisa Dustin.

            "¿Qué no ven que no quiere? De alguna forma, el oficial Hopper no confía en nosotros, nos están interrogando", dijo Eliot de mala gana mirando al hombre.

            "Mira, niño, no los veo como sospechosos si es lo que insinúas. Si un niño desapareció no correremos peligro de perder otro, sobre todo si es hijo de la mano derecha del alcalde. Ahora, al terminar las clases quiero que vayan directamente a sus casas. Lo que quiero decir es que no quiero que salgan a buscar a su amigo en bicicletas, ni ponerse a investigar, ni ninguna otra tontería. Esto no es el "Señor de los Anillos"".

            "El Hobbit", volvió a corregir Dustin.

            "Cállate", le gritó Lucas.

            "¿Quedó claro?", no hubo respuesta por lo que Hopper se levantó mostrando su imponente altura frente a los niños que ahora guardaban silencio. "¿Quedó... claro?"

            Todos asintieron murmurando un: sí, señor, incluido Eliot.



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❝ LA SANGRE QUE CORRE LA DEBES ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・゚

            LA MADRE Y EL HIJO observaban como el muchacho seguía engullendo los chocolates. Por alguna extraña razón la mujer había notado cierta gentileza en Cuatro, que le había permitido quedarse y comer más chocolates a pesar de que no le dijera su nombre.

            "¿Por qué le dejaste quedarse?"

            "Porque tiene hambre".

            "Se está comiendo la mercancía, mamá".

            "Pagaremos por ella. De momento debemos ayudarlo Francis. No podemos desolar al muchacho, parece perdido. Si tú te perdieras esperaría que otra familia te recibiera como nosotros lo estamos recibiendo a él".

            "Ese es el problema. Nadie es como tú", dijo a lo que su madre subió los ojos riendo.

            "Cielo...", habló dulcemente la mujer haciendo que Cuatro la mirara. "¿Y tus padres?", el chico solo se encogió de hombros, realmente no tenía idea. Ni siquiera recordaba la última vez que había dicho la palabra padre o madre. "¿Alguien te hizo daño?", esta vez el chico de caireles dorados asintió. "Donde vivías, ¿te hicieron esto?", preguntó señalando sus heridas, nuevamente hubo respuesta afirmativa.

            "No estoy seguro de que te entienda del todo, solo es un reflejo".

            "Mi nombre es Norma Vil. Me alegra mucho conocerte, pero ahora me gustaría saber tu nombre. Hace unos momentos estabas por compartirlo conmigo".

            El muchacho pareció pensarlo un momento hasta que miró el interior de su muñeca donde se encontraba su tatuaje. Tanto MJ como la gente en aquel complejo lo llamaban así, entonces le pareció correcto decirlo.

            "Cuatro".

            "Cariño, eso no es un nombre".

            "Te dije que no te entendía".

            "Yo soy Cuatro", dijo mientras se señalaba a él mismo.

            "Bueno, Cuatro. Mi hijo y yo vamos a cuidarte, ¿sí? A ayudarte. Pero debemos hacer una llamada", dijo y Cuatro asintió sin prestar mucha atención, estaba principalmente concentrado en su golosina.

            La mujer se acercó a su hijo y le pidió que encendiera el radio en las noticias, en caso de que dijeran algo parecido al caso del muchacho perdido, mientras que ella se dirigía a llamar a una línea de ayuda.

            La mujer tras terminar de hablar con la línea de ayuda regresó donde los dos jóvenes. De un momento a otro el chico, soltó la golosina que tenía en las manos y comenzó a gritar cubriendo sus oídos a la vez que cerraba los ojos con fuerza. Se había relajado a tal extremo que su mente en busca de más actividad vagó hasta dar algo que mostrarle, la mente de alguien que ya conocía y apreciaba.

La observó sentada sobre una mesa de metal comiendo algo de un bote bastante grande. Su atuendo había cambiado, ya no era la bata igual a la de él; ahora llevaba una camiseta amarilla bastante grande.

El hombre que le acompañaba parecía amable, por un instante se alegró de ver que también había caído en buenas manos. Once estaba bien.

Su mirada viajó entre las cosas y lo pudo leer, con un poco de dificultad, pero lo hizo: "Línea de ayuda", le pareció conocido.

Continuó vagando la mirada y vio como había una pequeña charla entre ellos, le pareció similar a la de hace unos minutos con Norma. Él hablaba, pero ella no decía nada. Bromeaban y vio que Once sonreía.

Entonces un ruido, alguien había entrado. Venían por ella, ambos lo sintieron. Pero debía comprobarlo. Escuchó la voz de una mujer desde fuera, parecía que le habían dado entrada y entonces ocurrió, asesinaron a quien parecía iba a ser el buen guardián de Once.

            Regresó a la normalidad.

            "¿Línea de ayuda?", preguntó y Norma asintió. "Irnos, gente mala".

            "¿A qué te refieres?".

            "Irnos, gente mala", repitió, pero ya era muy tarde.

            Desde la ventana una bala había atravesado el vidrio impactando directamente en la parte trasera de la cabeza de la mujer salpicando la cara de Cuatro en sangre.

            Sin esperar, la persona que disparó se fue en contra del otro joven, las balas esta vez no tuvieron tanta suerte en un inicio, pero eventualmente impactaron donde debían haciendo que el joven muriera también.

            Cuatro en acción de reflejo se había echado contra el suelo para que las balas no le alcanzaran. Mientras se arrastraba hacia lo que era la salida de emergencia, miró de reojo a la familia. Él los había asesinado y siempre cargaría con ello en su conciencia.

            Lo único que pedía era que Once estuviera a salvo. No había terminado de ver la situación, pero lo que había logrado ver no parecía ser bueno.

            Finalmente logró escapar, adentrándose nuevamente en la frialdad y oscuridad del denso bosque.




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❝ TE USÉ COMO SEÑAL DE ADVERTENCIA ❞
゚・:* la desaparición de will byers *:・

            COMO ERA DE ESPERARSE los niños no habían seguido las normas que le había puesto Hopper, por lo que habían salido en busca de su amigo, pareciera muy predecible o no, pero la misión estaba siendo comandada por Eliot quien parecía ser el más preocupado por el bienestar de su amigo.

            Los padres Holmes al enterarse que no estaba su hijo habían enviado, como de costumbre, a su hija mayor a buscarlo mientras ellos cenaban.

            MJ esa noche no solo no cenó, sino que se quedó con las palabras en la boca, ya que planeaba pedir el auto como le había recomendado Steve. Sin como discutir aquello, se levantó de la mesa, tomó las llaves del auto y salió en busca de su hermano y de sus mejores amigos.

            En el camino iba repasando el como podría pedirle el auto a su padre sin llegar a alterarlo tanto.

            "Papá, quiero un auto", negó. "Creo que ya es momento de que tenga un auto propio", suspiró. "¿Qué estoy haciendo?, Lo voy a alterar y todo se irá a la mierda si le pido un auto", recargó su codo izquierdo en la ventana y su cabeza en su mano mientras seguía conduciendo.

            Su vista no lo percibió sino hasta que el chico había caído al suelo y se había rasguñado su mejilla con la carretera. De verdad que tuvo fortuna en que la chica frenara a tiempo, ya que de no hacerlo el joven podría haber muerto. Debido a la poca luz, la lluvia y el hecho de que MJ seguía en el auto, no se percató de quien se trataba.

            Estaba segura que no lo había atropellado, la idea del auto abollado no le importó, sino, que le preocupó el muchacho que yacía frente a los faros del auto.

            Al bajar y ver la ya conocida vestimenta, dio un respingo acercándose a la cara del muchacho.

            Era él.

            No sabía como pero su "amigo imaginario" se había materializado y aquella noche de lluvia casi lo había atropellado.


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